❀Tacita de té❀

༺♥︎༻❀༺♥︎༻

«Creo que me estoy cansando de ser yo quien te persiga siempre»

Son interminables las veces en que, con corazón lastimado, piensa de aquella forma. Es en cada noche, es con cada abrazo fraternal, tan lejano al romántico, son esas pequeñas acciones y pensamientos los que golpean su pecho y cabeza, es aquello lo que agrieta su alma de enamorado eterno, y hacen de sus orbes tambalear en lágrimas de cristal. Pero es consciente, él no es torpe, no es culpa de ella que su corazón se encuentre de tal forma , jamás lo sería, porque Norman siente más bien que es únicamente culpa suya, por fijarse en alguien tan diáfano e inalcanzable como Emma.


Observa cada pequeño y lindo detalle suyo, su dulce y alegre mirar esmeralda, que combina a la perfección con esa radiante sonrisa, junto con sus cabellos de cálido atardecer, incluso su forma de ver la vida, de disfrutarla. Esa alegría y esperanza eviterna que desprende su cuerpo ante todo.

«Desearía que fuéramos más que amigos ¿Podemos?»

Niega con la cabeza ante tal pensamiento abrupto, sintiendo que es mucho (demasiado) pedir o siquiera pensar eso, y con frenesí su corazón palpita. Sólo ella era capaz de arreglarlo, curarlo, enamorarlo, pero también romperlo y volverlo añicos. Ella podía construirlo a su merced y destruirlo con la gracia más letal alguna vez habida. Piensa entonces que el amor a veces es aterrador, a veces duele mucho también, lo sabe desde pequeño, y es que encontrar a la persona amada es bello, y que ésta no se de cuenta de eso lo vuelve triste. Desgarra de forma invisible una parte de la persona.

Pero Norman, allí, otra vez, sabe que Emma no es culpable de absolutamente nada, Norman sólo sabe que ella es hermosa y que esa es su naturales. Norman sólo sabe amarla a ella y a nadie más, pero él solo quisiera saber si, algún día, esto sería posible cambiar.

«Dejar de amarla sería...»

No, un rotundo y sin dudar no se dibuja en su mente con aquella tontería, su corazón lo niega, sus sentimientos lo rechazan totalmente y tan sólo queda su razonar que cree que debe olvidarla, que debe dejarla ir aunque le duela demasiado, pues es lo más lógico.

El de ojos cielo queda en confusión total, y ella le sonríe dulcemente, tan sencilla e ignorante de lo que causa en su mente.

— Quédate un rato más, Norman. — dice de pronto y con dulzura Emma, quien toma la frágil mano del albino, quien en su mirar nota algo más, ya tienen dieciséis años y con ese tiempo de conocerla sabe que trama algo, sin embargo, tan sólo se limita a sonreír y asentir amable, la fémina da saltitos con efusividad y cierra la puerta donde Ray antes les sonreía ladino y ahora se marchaba junto con Anna.


Espera con paciencia, sentado en lo amplia de su sala, viendo las fotografías colgadas y puestas en la pequeña mesita de cristal. Sonríe con gracia al verla de pequeña y saber que no cambió en nada, que sigue siendo la misma niñita amable, honesta, alegre y hermosa que es en la actualidad, ya una bella joven de dieciséis años.


Siente su pálida cara calentarse y lo más probable es que un sonrojo la esté adornando, toca su frente  y arroja un largo suspiro, un dulce cosquilleo se presenta en su estómago y le es agradable, muy agradable sentirlo. Es por todo lo anterior que ella le seguía gustando, es porque Emma era genuinamente maravillosa. Lo había atrapado con una hórrida sencillez.

En sus pulmones queda impregnado el perfume de la fémina que danza y canta por su cocina, ni siquiera se molesta en quejarse por su demora, si aquel aroma estaba presente, Norman asegura que sería el chico más feliz del mundo esperando.

— El invierno ya se hizo presente ¿verdad? — el de ojos zafiro voltea al oírla y la ve con una bandeja en sus manos, ríe con mesura y se acerca lo más rápido a Emma, que aquella bandeja se le caería en cualquier momento, lo sabe. Además, le resulta muy extraño que la chiquilla solo le hable del clima.

Ella no se fija en cosas tan aburridas.

— Debes pedirme ayuda con estas cosas, Emma. — suelta con tranquilidad, definitivamente Norman sabe que Emma lo ve como un chico débil y no lo niega, mas con el transcurso del tiempo se esforzó en al menos cargar una pesa, podría hacer lo mismo con la bandeja.

— ¿Crees que no puedo llevar una bandeja sin dejarla caer? — intuye con gracia y él tan sólo niega la cabeza con amabilidad.

Únicamente deseo ayudar (mentira, sí lo creo).sirve el té en dos tacitas pequeñas, y Norman contento disfruta oliendo su perfume de fresas silvestres, combinado con la magia que ella posee, pero ahora con la calidez del té.

Gracias. — la escucha decir en susurro, mira con confusión y toma la tacita entre sus manos para calentarse, aunque estar en sus brazos tendría un mejor efecto.

— Emma ¿pasó algo? — pregunta preocupado. El no ver su sonrisa realmente hace que su corazón se rompa, que su mente se nuble y solo cree preguntas que muchas veces no está dispuesto a hacer.

Escucha su dulce risa, todo su ser se alivia y la calma reina nuevamente — Norman, te quiero. — el de ojitos cielo sonríe enternecido, Emma no sabía lo que aquellas palabras causan en él, pero estaba bien. Norman sería feliz morir de desilusión si es en sus manos.

Yo también te quiero. — atina a decir con dulzura, Emma desconocía tanto la diferencia entre lo romántico y fraternal, sin embargo, mientras nadie la tenga, mientras solo por el momento ella le pertenezca sin saberlo, estaba bien.

Pero yo... realmente te quiero — repite, pero en susurro, su corazón no aguanta más, se llena de ternura al observarla de una forma frágil.

— Sí, lo sé, yo también, Emma — le responde poniendo en la mesita traslúcida la taza de té aún caliente, para apreciarla mejor.

«¿Realmente quiero dejar de verla de la misma forma?»

Definitivamente, aún no estaba listo para olvidarse de ella ni dejarla ir, y  jamás lo estaría quizás.

Un suspiro es lo único que escucha, ella le mira con pena y la confusión regresa a su cabeza.

— Pero es que yo te quiero de una forma distinta... — su respiración para por un momento, las piernas le tiemblan como gelatina a pesar de estar sentado y abre un poco la boca, sin exactamente saber que decir — Como Anna quiere a Ray, y Gilda a Don... E Isabella a Leslie.

— Emma... — es lo único que llega a articular.

«Pero realmente quiero perseguirte hasta al fin alcanzarte»

Siente la cabeza de ella apoyándose en su hombro, el sonrojo adorna sus pálidas mejillas y el brillo de lo azul de sus ojos demuestra conmoción. La rodea con suavidad, acariciando con ternura su brazo descubierto a pesar del frío, no le extrañaba lo descuidada que podía llegar a ser.


— ¿Tú también... Me quieres de esa forma? — le oye, y mira su rostro el cual demuestra lo ansiosa que espera la respuesta, con algo de preocupación. Norman no lo aguanta, y la abraza con fuerza mientras hunde su rostro en su cuello, causando que Emma tiemble ante su respiración tibia.

Te amo, Emma. — revela con delicadeza, mientras diminutas lágrimas se acumulan en sus ojos, sintiendo que no puede estar más feliz en esos momentos, simplemente es indescriptible aquella sensación de calma, junto a alegría y el descontrol a la vez, todo un caos.

— Yo también... — revela entonces, más confiada y con las mejillas igual de rojas, para separarse con lentitud y dándole lo más esperado por Norman, lo más soñado y anhelado por aquel joven de cabellos platinados. El dulce roce de sus labios, un beso de ambos.

¡Pero que inexplicable sensación! Seguro Yūgo lo mataría por atraverse a besar los labios de su adorada hija, pero valió la pena, valió cada maldito segundo el tenerla de esa forma y saber que ambos sentían lo mismo.

Las tacitas de té que antes calientes estaban terminaron frías, pero aquello a Norman no le importaba, porque lo confirma con cada caricia, con cada fugaz beso y sus respiraciones al chocar... el amor es una bonita tragedia que vale la pena aguantar.

༺♥︎༻❀༺♥︎༻

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top