❀Sin donde parar❀
Parte 6 de 6
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— Te amo...¿Podrías decirme a mí esas palabras? Decirlas aunque sea una mentira, besarme aunque todo resulte una nueva herida... ¿Podrías amarme?
Es un suplicio muy bonito, él delante suyo, rogándole a ella, rogándole siempre a Emma no alejarse, tener misericordia y no matarle de la peor forma.
Matarlo de amor.
Lo tiene tan cerca, puede tocar a Norman una vez más, y sus labios gélidos ya pueden decir esas palabras, mientras lo ve llorando y sumido en lo azul.
Y se tortura siempre, todo es culpa de ella.
— Te amo, te amo pero tan solo...no te vayas Norman, quédate por un...
~Quédate aunque no te merezca, quédate por lo que tuvimos antes, aunque yo te dije que era algo mísero, quédate a mi lado y si deseas, hazme daño~
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— Quédate por un momento más, Norman.
Emma podría decir que, sin duda alguna, merece que la noche la torture, que el insomnio la persiga y las pesadillas lastimen su frágil mente por la eternidad. Que su risa pierda color, y su cuerpo calor.
Ver a Norman, poder tocarlo aunque sea falso y oír su lejana voz, muerta pero sublime, dulce y ácida ante su triste mirar esmeralda que sólo pedía tener a Norman una vez más, aunque este le hiera como lo hacía ella.
— Mamá...— susurra una adorable vocesilla, mientras su cabecita blanca se asoma a sus sábanas — Mamá, ya es hora de que te levantes.
~Y si merecía lo peor... ¿por qué también le dieron un motivo para seguir adelante?~
— Norma... ¿No es muy temprano para que te levantes?— interroga con dulzura Emma, sientiendo las blancas manitas de su niña, aquella que heredó hermosos ojos cian, acariciando su rostro, acariciando sus mejillas mojadas.
— Mamá lloró de nuevo. — habla bajito la menor, acurrucándose en su regazo mientras enrosca con inocencia y suavidad uno de los mechones naranjas de su madre con su pequeño dedito.
— ¡Oh! Bueno... Es que mamá a veces llora sin querer cariño, pero todo está bien ¿ves? — alega la mayor con una tierna sonrisa, y la pequeña de hebras níveas imita tal acción con dulzura. Y Emma admite que cada detalle, incluso la mirada triste que pone su hija cuando la ve llorar, le recuerda a Norman.
— ¿Tuviste una pesadilla, mami?— pregunta su hija con amabilidad.
— Bueno... Yo no le llamaría pesadilla, Norman. Creo que era un sueño muy bonito, tan bonito que quería soñarlo por un poquito más.
— ¿Norman? ¿quién es?
Emma la mira asombrada, mientras una sonrisa triste surca su rostro y deposita un beso en la frente de la pequeña.
— ¿Quién te enseñó a estar tan atenta, eh?
— ¡El tío Ray! — admite con orgullo la albina, y risas inundan la habitación de alegría.
Risas que anhelaba en demasía compartir con Norman, por más injusta y egoísta que había sido con él.
Mas hay algo bueno, tan bonito que hace su corazón de madre palpitar enternecida. Porque Emma, con alegría admite siempre, que si bien podía ver en los iris de su hija, el bello color de Norman, también podía ver el suyo.
Y cree que es lo más hermoso que le pudo haber pasado, porque al menos, de esa manera, estarían juntos...muy vagamente.
— Desde ahora ya no cometeré errores Norma, lo prometo.
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Las risa de su pequeña era una preciosa melodía, y sin duda estaba dispuesta a protegerla, a cuidarla y atesorarla, así como él lo hizo con ella. La diferencia es que Norma no era la Emma de antes, y no causaría daño a nadie.
— En el colegio se burlan de mi cabello. — murmura la pequeña triste, mientras la mayor acomoda el bello listón azul en su cabecita blanca y le sonríe con amor.
— ¿Sabes? Tu heredaste el bonito cabello de tu padre, Norma, y eso te hace especial porque amé ese color.
— Pero yo nunca vi a papá.
— Estoy segura de que te adoraría si te viera.
— ¿Y entonces por qué no está?
— Lo sabrás... Posiblemente cuando crezcas. Vamos, ve a jugar.
La niña sonríe inocente y corre por la pasto verde, lleno de flores de colores, da piruetas y piruetas; y Emma siente que, si bien su hija se parecía a Norman, tenía la energía de ella.
— Ahh... Ya entiendo porqué Ray se quejaba y terminaba cansado cuando jugábamos... Y también porque me decía hiperactiva. — susurra con una sonrisa nerviosa, mientras su mirar verde busca a su hija, quien desapareció en un santiamén. Y se preocuparía si fuera la primera vez y no la milésima.
Suspira cansina y quisiera tanto que él estuviera allí, regalándole una de sus cálidas sonrisas cuando sentía que todo le iba mal, aunque ella siempre terminaba humillándolo y rechazando su amor.
— Lo siento tanto, Norman.
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— ¡Tu cabello es igual al mío!— escucha medio gritar a su niña con emoción, y ello la levanta alarmada de la pacífica banca de madera, mientras su corazón palpita fuertemente y corre, porque Emma conoce a su hija...y ella no es de gritar a extraños, sobre todo con esos ánimos.
Escucha su vocesilla y dulce risa, la sigue y parece que su camino es infinito, aún más cuando oye las sutiles risas de alguien, una que amaba escuchar y deleitarse de joven.
— ¡Norma! — alza la voz mientras sus cuerdas vocales tiemblan.
Hay alguien allí, acariciando la cabecita blanca de su hija, quien enrosca su dedito en la media luna que posee el adulto de hebras níveas.
Siente su respiración cortarse, el aire le falta al ser observada por el bonito cielo que él posee aún en sus iris.
Las lágrimas se resbalan con llaneza y una sonrisa surca su rostro, ama verle allí, ya no opaco como antaño, cuando sufría cruelmente por ella y su rechazo.
— Volviste. — susurra mientras rompe en llanto, y miles de disculpas salen de sus labios. Sus brazos varoniles la rodean con delicadeza, y esa sonrisa que muestra tan solo la hace delirar.
Lo sigue amanda como antaño.
~Porque ese bonito cielo volvió a su mundo, junto a su linda estrellita color cian~
Fin.
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¡Holi, mi amada y amado lector! ଘ(੭ˊ꒳ˋ)੭🧡💙 Bueno... Ya saben que soy un desastre haciendo finales, y pido perdón por eso.
🌻¡Muchas gracias por leer, los quiero mucho!🌻
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