Parte 5 de 6

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Norman poseía los ojos más bonitos de todo su mundo, así lo recuerda desde pequeña, donde la felicidad preñaba el aire y el polen rozaba su piel al correr por el verde pastizal, así lo recuerda ahora, incluso cuando llora entre su piel desnuda y susurra las palabras más tristes que algunas vez escuchó en su vida, siempre asfixiado en lo azul de la melancolía.

Norman también era un buen hermano, un buen amigo y un buen amante, le encanta tanto, pero antes de que todo aquello muriera en sus dedos, Emma recuerda el antaño. Aquel donde sus orbes de verde esperanza quedaban embelesados al admirarle sonreír, Emma lo quería mucho, lo quería tanto que nunca imaginó estar lejos de él, porque era Norman quien siempre se acercaba a ella para tomar su mano con la firmeza más dulce, evitando sus caídas y si era necesario, cayéndose con ella.

Entonces, muchos años después, cuando ella sufría al no ser correspondida, se enteró que Norman no sólo era ese angelito de algodón y amabilidad impoluta, sino que él, así como ella e incluso de forma más intensa, amaba. La amaba a ella y aquello desencadenó en el ser de Emma una confusión profunda, pero sobre todo, la necesidad de sentir lo que Norman le había revelado. Necesidad de sentirlo completamente, y si bien, ella era feliz de que Norman sea el único quien haya causado en su cuerpo, las sensaciones más maravillosas, era cruel que al principio todo haya sido de forma vacía y lacónica, lastimando a Norman.

No obstante, en esa noche, después de saber que él había hablado con Ray acerca de su nuevo trabajo, hecho todo un hombre responsable y herido, lo observa cariñosa y acaricia su rostro con suavidad, despertándolo y sonriendo enternecida ante su carita somnolienta.

— ¿No tienes sueño? — pregunta él,  bajito y captando el bonito verde de los ojos de Emma, quien asiente tranquila y acerca su cuerpo desnudo junto de él  —. Deberías descansar, Emma, luego extrañarás dormir cuando trabajes. — añade el albino, mientras acaricia la cálida mejilla de su compañera, liberando un suspiro.

— Norman... ¿tú me odias?

El joven, al oír tal pregunta, rodea con delicadeza su cintura, hundiendo su rostro en el cuello de la niña de bonitos colores — En realidad, yo quizás tenga mil motivos justificados para odiarte, Emma... — sincera con melancolía, al mismo tiempo que ella oye los latidos sincrónicos de su corazón. — Pero yo no puedo odiarte, porque siempre cometo todo lo contrario cuando se trata de ti, porque eres ese bonito motivo que me hace sonreír cada vez que siento no poder, y me preocupa porque no es sano en una relación normal.

Emma levanta su rostro y deposita un casto beso en sus labios, porque ella ya lo sabe, porque Norman es ese tipo de persona que solo puede comprenderla y aún con cada error y pecado que ella posea, él estará a su lado, dispuesto a salvarla. Entonces abre los ojos por una maldita vez, luego de muchos años, luego de como ella antes creía en las mentiras de su padre cuando decía que su madre volvería. Aún con todo ello, Emma vio la verdad en los ojos de su padre, hundidos en pena y dolor, y puede decir que lo perdona ahora, que lo ama, y no es su culpa que Dina muriera.

Y ahora está más segura de lo que alguna vez estuvo, luego de dos años de estar como pareja de Oliver, puede decir que ama a Norman y que no lo quiere perder, por lo que separa sus labios de los del joven de cabellos blancos, que con dulzura acepta sus caricias y demuestra en cada expresión el amor que nunca perdió desde pequeño.

— Norman, te amo. — susurra con ternura, y el nombrado abre sus ojos con asombro, quiere llorar, como también quiere que sus cuerdas vocales formulen palabra alguna y decirle que lo siente, que la ama pero eso no es lo mejor para ella, porque necesitan ambos tiempo para mejorar y estar completamente bien consigo mismos. Porque ambos deben estar sanos para así, si el destino quiere, poder estar juntos.

Unen sus labios nuevamente, y la pelirroja suspira al sentir la boca húmeda de Norman recorrer su cuello con suavidad, liberando un gemido sonoro al ser mordida y acorralado sus caderas con sus piernas, chocando sus intimidades sin pudor alguno.

Emma sabe que Norman no se controlará, y está bien porque esta vez era sincero lo que harían (y admite que existieron noches las cuales ella sabía que lo amaba).

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— ¡Ray! — casi grita ella, con desespero, sosteniendo su teléfono mientras tiembla cual niña miedosa. — ¿Has visto a Norman?

— Shhh, no tienes porqué gritar si me hablas por el celular, Emma. — se queja el azabache a través de la línea.

— Norman ¿dónde está? No lo vi en la mañana, no vi sus cosas y él nunca... Nunca se iría de mi lado sin decir adiós.

Oye a Ray suspirar, mientras solloza sola en la vacía habitación, sosteniendo la única polera que Norman quizás olvidó y la abraza como si se tratase de él, junto al amor que desde hace tiempo debía mostrarle.

— Emma, el vuelo de Norman partió hace una hora — oye un silencio corto, mientras las lágrimas caen con sencillez de su rostro y trata de ahogar sus gritos — Tsk, maldición, era eso, Norman no quería que vinieras, por eso adelantó su vuelo ¿qué les pasó a ustedes dos?

— ¿Vue-vuelo? ¿de qué estás hablando, Ray?

— Ni si quiera te comentó de eso, Emma, su trabajo era en otro país.

La llamada se cuelga y Emma...

Emma tan solo desea dormir y esperar a que él regrese, y sabe que eso no pasará mañana, ni pasado, ni siquiera en días, semanas, meses y lo más lamentable, en años. Entonces lo que ambos tenían era difícil de entender, y aún así, ellos podían hacerlo sin reproche alguno, y solo ellos, que empezaron aquellas noches llenas de besos, caricias y placer, eran los únicos con derecho a terminarlo.

Pero resulta que Norman fue el más consciente y el primero en cortarlo.

El carrusel tan seguro y pintoresco, el cual siempre los terminaba llevando a ellos mismos resulta estar oxidado... Y Emma no tiene las fuerzas necesarias para repararlo.

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— Emma no quiere hablar ahora. — menciona Ray, apoyado en la puerta y mirando con fastidio a los recién llegados.

— Ray, fue ella quien lo llamó. — refuta Zack con tranquilidad, mientras Oliver solo sonríe.

— Entonces, ¿tú qué haces aquí?

— Ray, necesito pasar, si desean mátense, préndanse fuego o peleen, pero es importante saber cómo está Emma ahora. — pronuncia Oliver calmado, pasando por la derecha de Ray quien no se interpone en su camino. — ¿Norman tiene algo que ver en esto? — interroga en voz baja y el azabache tan sólo calla y suspira con desagrado — ¿Sabes? No sé por qué lo veía venir.

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— Oliver, me alegra que Ray te haya dejado entrar. — empieza la fémina a hablar, y el joven le sonríe mientras toma sus manos con ternura y asiente ante lo dicho.

— ¿Qué pasó, Emma? No es común verte tan apagada, al menos no desde que te conocí.

Ella suspira, bajando su vista y sintiendo como su corazón se comprime mientras cada respiro es una cuchillada profunda, y está completamente segura que lo merece.

— Ahora no me siento bien, y todo se resume en mi culpa y nada más, porque perdí a alguien que quería, y estar en una relación me hace mal porque...

— Porque Norman resultó ser a quien querías ¡vamos Emma! Te lo dije, sabía que esto pasaría y aún así seguías tras de mí. — la interrumpe, y Emma no quiere alzar su mirada, porque el tono de Oliver suena tan áspero, junto a una mirada probablemente enojada, y lo merece, lo sabe bien

— Lo siento, Oliver. — lamenta suavemente y con pesar, mientras él separa sus manos de las de ella y camina lentamente a la puerta.

— Emma, puede que Norman aceptara todo lo que quisieras, incluso si ello consistía en lastimarlo o jugar con él, pero yo no soy Norman, y solo sé que él quería lo mejor para ti y nada más. Así que gracias por tu "consideración" Emma. — finaliza el chico de ojos rubí, de una forma tan cruda y fría que las lágrimas habían comenzado a brotar de sus ojos verdes desde que empezó, porque era cierto y todo se resumía en su culpa. Por ende lo seguiría amando, como Norman lo hizo con ella a pesar de ser tratado como basura.

Ahora los brazos de Ray la rodean mientras la consuela difícilmente.

— Norman se fue...por mi culpa, Ray, lo siento tanto.

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