❀Oh~lonely heart❀

Parte 2 de 2

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Mira por primera vez, con tanto esmero, aquel aparato que no le es frecuente usar, pero que aún así, lo cambia cada año cuando sale un nuevo modelo. Sus ojos no pierden brillo, no tienen por qué, si lo único que mira es el perfil de ella, esa foto en la que sale tan hermosa y, de alguna forma, le fastidia el hecho de que otros puedan mirarla también.

De pronto, oye toques y con fácil deducción, Norman observa con aburrimiento la puerta, pues aunque hable y mande que no entre, aquella persona la abrirá. Dicho y hecho, ella luce con malicia su sonrisa.

— ¿Puedo pasar?

— Ya lo hiciste, ¿no?

La fémina de traje escotado finge ofensa, mientras siente su piel estremecerse al oírlo tan serio como siempre.

— Has salido mucho la semana pasada... Y la pasada y la pasada alega mientras coquetamente camina alrededor de él, deslizando su meñique por el hombro de este —. ¿De qué se trata? No es de ti salir demasiado.

— De una chica. — admite sin problema, aguantando las ganas de reír fuertemente al observar aquella estúpida expresión que la fémina lleva en el rostro.

— A tu padre no le gustará. — balbucea con mirada retadora, pero Norman no perderá, no contra Bárbara.

— Preferible una excelente estudiante con futuro sorprendente a... Una mucama. — contesta con total intención de ofender, acercándose a la puerta sin preocupación para salir de ese ambiente, cogiendo antes algo para llevarlo consigo y sintiendo la fría brisa recorrer su rostro con suavidad.

Inhala profundo y sonríe emocionado.

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— ¡Yūgooo!

El nombrado finge no escuchar nada.

— ¡Yūgoooo! — grita más alto, aturdiendo al pobre hombre quien no se cansa de degustar del chocolate caliente y las galletas de su esposa.

La pelirroja frunce el ceño al ser ignorada, así que toma aire, está dispuesta a hacerle escupir esas galletas y quizás romperle un tímpano — Yū...

Su boca es tapada por la mano de Ray.

— Cállate, estoy leyendo. — reclama él con notable molestia, sin embargo, Emma ignora su queja y sonríe maliciosamente.

— ¡Yūgoooo! — desobedece, gritando tan cerca a la oreja del azabache.

¡Listo! Un tímpano menos.

— ¿Qué pasa, Antena? — pregunta recién el adulto, aguantando las ganas de reír por la expresión del azabache, quien tiene ambos ojos cerrados y una expresión dolorosa.

— Norman vendrá en cualquier momento, me acaba de llamar, así que trátalo bien. — avisa con dulzura, mientras detiene las manos de Ray, las cuales desean estrangularla por el pitido que ahora suena con brusquedad en su oreja derecha.

— Ahhh, el debilucho que casi matas.

Emma no puede evitar temblar al recordarlo — Yo... Yo casi no lo mato, Yūgo.

El adulto solo devora la crocante galleta, observando a su hija con incredulidad — Ajá, Antena, creo que solo te estás haciendo la vístima.

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Norman, luego de perderse por un momento en la calles bañadas por los rayos del sol, al fin logra visualizar la puerta de cristal la cual pertenece a la librería en donde Emma se la pasa siempre al lado de su padre, leyendo o simplemente jugando con lo que tenga cerca. El joven sonríe encantado ante aquello, no le falta mucho para poder abrir la puerta para encontrarse con la chica que le arrebata suspiros, hasta que, de forma abrupta, sus ojos cielo se topan con unos teñidos en verde oliva, casi grises.

No le tomaría importancia a ello sino fuera porque detrás de aquel joven estaba Emma, con sus cabellos despeinados y tratando de impedir que ese chico se fuera, jalando una y otra vez la manga negra del azabache.

Norman frunce el ceño, incómodo ante la ruda forma en que aquel sujeto trata a la pelirroja. Ray en esos momentos solo siente recorrer por todo su cuerpo un hórrido escalofríos.

— ¡Qué-da-te! ¡Ray, lo prometiste!

— Lo siento, no te oigo bien ya que ¡SOLO ME QUEDA UN JODIDO TÍMPANO, EMMA! el azabache roza sin cuidado el cuerpo frágil de Norman, empujándole levemente y liberándose del agarre de Emma, quien ahora yace tirada en el suelo.

— Volveré luego, no te preocupes, Emma. — finaliza antes de irse de forma cool.

— ¡Estúpido cíclope emo! exclama, y Norman sale de su trance por tal grito, viéndola con preocupación para ofrecerle su mano y así Emma se levante. Además, el chico de orbes azules piensa seriamente en cómo matar de "casualidad" a una persona.

— Emma ¿estás bien? — pregunta con inquietud, tomando de sus manos suavemente.

Sip, no te preocupes, Norman. Ray y yo siempre jugamos así... Pero me alegra que hayas venido — sincera ella, mientras limpia su vestido coralino —. Más bien... susurra, captando la atención de Norman, quien la observa extrañado al verla de tal forma. Emma, por su parte,  mira alrededor suyo y al no ver a nadie más que ellos dos por el área, sonríe cual niña pequeña a punto de cometer una travesura.

Eso a Norman le preocupa, pero siempre estaría del lado de la pelirroja, así que sonríe por lo bajo.

— ¿Más bien qué, Emma? interroga con amabilidad él, observando como ella busca en el escritorio... ¿Quién sabe? ¿su golosina?

— ¡Ajá! Aquí están mis galletas. — exclama con alegría, dando saltitos de victoria mientras Norman no puede evitar soltar una risa sutil ante ello. Claro que tramaba un travesura, y la apoyaría sin duda alguna hasta que se percata de algo, lo cual hacer de sus piernas temblar.

— Es-Espera, ¿acaso esas no son las que Yūgo siempre come en...

Emma coge con velocidad la mano pálida del joven y sale corriendo directamente hacia la salida, mientras oye a Yūgo gritar como nunca lo había hecho.

— ¡Emmaaa! — chilla Norman, con ambos orbes aguados por el miedo que le tiene a aquel hombre, pero la pelirroja no se detiene y tampoco suelta su mano.

Norman podría morir en esos momentos de alegría pura.

— ¡Gracias a la Santísima Isabella! Él no lanzó su chancla, sí que tiene buena puntería.

— ¿La chancla? ¿qué tipo de arma es esa?

— Créeme que la más efectiva para castigar a los hijos, Norman.

— ¡Regresa mis galletas ahora mismo, antena chiflada! — grita el adulto, con agitación en su tono, y es que sin duda alguna, los años le pasaban cruelmente y un buen físico ahora ya no es lo que lo caracterizaba.

— ¡Yo también te quiero, papá, volveré más tarde! — exclama sonriente su primogénita.

Por alguna razón, Norman siente que acaba de perder puntos muy necesarios con el suegro solo por satisfacer los antojos de Emma.

Con respiración agitada, Norman siente que sus débiles pulmones ya dieron todo lo que podían, pero sus piernas siguen el rápido paso de la bella joven de ojos verdes, quien lentamente baja la velocidad al sentirlo algo pesado.

— Ahora... Paremos aquí. — pronuncia Emma, con la respiración levemente agitada y luciendo una sonrisa de triunfo, sosteniendo sus preciadas galletas.

— Cla-claro... Emma. — responde, tratando de sonar lo más tranquilo posible y tomando asiento al lado de ella, pues literalmente sus articulaciones lo estaban matando de dolor.

— ¡Oh! ¿Trajiste un libro? ¿De qué se trata esta vez? — pregunta con entusiasmo, acercándose más al de ojos cielo, quien luce un tierno coloreo carmesí en sus mejillas por tal acción, y una risa nerviosa sale de sus labios.

Emma ¿será que comprenderás algún día lo que deseo realmente transmitir? — la de orbes esmeraldas lo mira confusa, mientras su carita asiente sin realmente entender.

Emmm... Pues, probablemente si me lo dices directamente podría comprender, creo. — revela ella de forma ingenua, causando que Norman la observe con terneza, abriendo el libro que tiene en mano y suspirando ante la belleza de aquel pequeño parque, mientras las hojas verdes de los árboles danzan ante la brisa repentina que acaricia su rostro.

Emma... — le llama él, sintiendo que es el ambiente perfecto para una declaración, así que acaria dulcemente su mejilla sonrosada, llamando la atención de la chica y así citar la poesía del libro —. ¿Por qué la sombra si eres luz, querida? Si eres vida ¿por qué me das la muerte? Y si eres muerte ¿por qué me das la vida?

La pelirroja sonríe primorosamente, relajada ante la voz de Norman, que es suave y siempre tranquila, a diferencia de la suya, así que sus párpados se van cerrando, mientras acurruca su cabecita en el hombro de él, haciéndolo estremecer. Pero Norman no se detiene, y continúa con su lectura corta hasta finalizarla con rubor exagerado.

Emma... Me gustas. — ha liberado, temeroso ante la corta reacción de ella, que fue caer en sus piernas directamente, y eso le llena de vergüenza, tanto así que de sus labios se escapa un pequeño grito, sin embargo, el joven oye pequeños ronquidos, y con suavidad remueve algunos mechones naranjas de la carita de ella, viéndola dormir tranquila sobre sus piernas.


— Ey, eso fue un nuevo récord. — admite, riendo con dulzura para tirar si cabeza hacia un lado, algo cansado.

༻❀༺

Ella siente calor, sus mejillas arden y lo más probable es que estén totalmente rojas, así que alza su rostro después de un largo bostezo y mira con gracia la expresión pacífica de su amigo, quien yace con los ojos cerrados y respira calmado.

— Norman... — canturrea suave —  Es hora de que despiertes, dormilón. — pronuncia, jugando con sus mejillas y viendo como lentamente él se retuerce en su sitio para mirarla. Emma le sonríe encantada, nunca se cansaría de admirar aquello orbes de mar, y lo siente demasiado cerca, volviendo diminuta la distancia y sintiendo las respiraciones chocar. Pero Norman, a pesar del inmenso deseo que se forma en su pecho de ser él quien una sus labios con los de ella, no sobrepasará los límites, y no es porque no quiere, sino porque es incómodo besarla mientras alguien los observa tan detenidamente.


Emma suda frío, y ahora Norman tiene las suficientes razones para desaparecerlo.

— ¿Cuál es tu apellido, Ray? — pregunta el de blanco de pronto, con una amabilidad aterradora.

Lunderberg, ¿por?

¡Genial!, ahora tenía lo necesario para contratar un sicario.

— No es nada, no es nada. Solo sentía que te había visto antes pero, haha, no es así. Gusto en conocerte, Ray.

— Ajá, lo mismo digo, Norman.

— Ya veo, también conoces mi nombre.

— Emma siempre habla de ti. — admite el azabache, sonriendo con sorna al ver el sonrojo de la nombrada.

— Es solo que te volviste tan cercano a mí que necesitaba que Ray te conociera, no es algo íntimo, bueno... Quizás un poco, pero no como piensas. — se excusa rápidamente, haciendo que Norman la mire con asombro. Emma hablaba de él y eso le llenaba de alegría.


De aquella forma transcurrió la tarde, llena de risas y bromas, junto al dañado tímpano de Ray. Ya era hora de regresar y, con suerte, esperar a que Yūgo esté dormido para que no les dé el regaño de sus vidas.

— ¡Vamos! Eres un Ratri, puedes tener todo lo que deseas con tan solo chasquear los dedos. — se queja el azabache.

— ¡Ray, deja de molestarlo! — defiende la pelirroja — Sí, quizás Norman sea un Ratri; sí, quizás también pueda tener todo lo que quie... ¿tienes jirafas? — pregunta, cambiando su semblante liberal por uno alegre y entusiasta.

— No, nunca pensé en tener una jirafa realmente. — admite con sonrisa penosa, pues ser cargado por Emma a causa de sus dolores musculares era algo que no se esperaba, sobre todo porque ella a pesar de ser tan pequeña, posee una fuerza increíble.

— Ah, claro, tampoco puedes tener un cuerpo más fuerte con tan solo chasquear los dedos. — suelta Ray entre carcajadas.

— ¡Oh! Pero Norman ocupó el primer lugar en el nivel Nacional, Ray.pronuncia la pelirroja.

— Ahh, claro. Tú eras el segundo puesto, Ray Ludenberg, cómo olvidarte. — confiesa el de orbes azules, siendo cómplice de la sonrisa traviesa de la fémina. 

Ray queda en blanco, cuestionando su existencia al perder contra alguien como él, y miles de preguntas rondan por su cabeza, pero para todas solo hay una respuesta en común.

Gasolina

El accionar tan excéntrico del azabache causa risas en los jóvenes que lo causaron, mientras sus miradas, tanto el verde como el azul se aprecian la una a la otra.

— ¿Volverás mañana?

— Siempre me preguntas eso cada que me voy, y mi respuesta es siempre la misma, Emma.

Ella ríe y asiente alegre — Entonces mañana te espero, otra vez.

— ¿No te aburres de mí?

— Nop, en realidad me agradas mucho, Norman... ¿yo te agrado?

— Haha, como no te lo imaginas, Emma.

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¡Listo! Al fin lo terminé amada y amado lector, en realidad no esperaba continuarla pero se lo prometí a uno de ustedes y aquí está.

🌻¡Muchas gracias por leer, los quiero mucho!🌻

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