❀Incorrecto❀

Parte 1 de 7

Nota: En donde Anna es mayor que Emma teniendo 19 años :3

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~Porque el amor puede tomar caminos y formas tan extravagantes y peculiares

Y aún así sigue siendo amor~

La antenita naranja danza al son de sus infantiles brincos a pesar de ser una señorita de 16 años.
El firmamento celeste, el cual lleva nubes de blanco color le sonríen, y como si ella fuese la hija del sol radía luz como nunca.

Emma llega temprano a su centro de educación, a pesar de vivir demasiado cerca de allí; y a muchos de sus amigos le parece extraño.

Saluda con alegría al joven el cual la deja pasar y se adentra observando el bello danzar de los pétalos rosas de aquel majestuoso árbol. La fémina de finos cabellos naranjas da prisa a su andar, y como sí sus ojitos fueran estrellas verdes, tintinean de forma tierna.

~Porque Emma está enamorada~

Siente los característicos aleteos de mariposa o de un rápido colibrí en su estómago, los cuales le hacen sonreír bobamente. Sus pasos son los únicos que resuenan en el pasillo solitario que más tarde se llenaría por el bochorno de sus compañeros.

En sus pulmones, al fin abunda la fragancia que tanto ama sentir, y su corazón al fin entra en calma, en una que no dura casi nada ya que lo ve.

Sus piernas tambalean y necesita, le urge, apoyarse de algo; más no lo encuentra. De pronto, y en una de sus no tan geniales ideas, se lo queda viendo, y su corazoncito palpita fuertemente porque le fascina apreciar cada detalle; sus huesudos y delgados dedos tocando el papel con delicadeza y pasarlo a otro, su cabello que luce levemente despeinado mas no puede evitar amar ello y su expresión, aquella que es fina y tierna.

Entonces Emma entra en jaque, porque los ojos cielo de él se posan en los verdes de ella y siente su cuerpo desfallecer, pero es fuerte; o al menos intenta no quedar en ridículo con él, y alza su mano con torpeza como un robot.

Un cosquilleo siente en cada parte de su ser al verle sonreír con amabilidad, al ver esa majestuosa expresión con sus ojitos tiernos cerrados y labios rosas pálidos curvados.

Ve como se retira los lentes y los cuelga en su saco blanco, tan puro como sus sentimientos.

Emma entra en confianza...o quizás obliga a la confianza a presentarse en ella de una buena vez y le devuelve la sonrisa acercándose a él de forma amigable.

-Buenos días, Emma- saluda él primero, amablemente y dando a entender que ahora las formalidades no tenían porqué estar.

-Buenos días Norman- imita con interna alegría, porque era él al fin y al cabo el motivo que en ese año, el cual había procurado no hacer nada malo, haga que sus palabras no pesen y la brisa matinal se las lleve. 

Porque Emma nunca decía ni dice mentiras...hasta que vino Norman y lo cambió todo, porque ella está enamorada y obligaba a su cándido corazón a callar, aunque ello poco a poco le resulta más difícil.

-Haha parece que el profesor Yuugo olvidó sus notas otras vez, pensé que sería bueno entregárselas yo misma- miente, y aunque se siente y sabe que está mal, eso solo se justifica por una palabra...amor

-Ya veo...es lindo de tu parte ayudarlo Emma, eres una buena chica- la fémina no puede evitar sonrojarse, y sería mentir ~aunque siempre lo hace cuando esta él~ decir que ya se acostumbró a esa sensación de calor en su rostro cuando últimamente la ve insoportable -¿Deseas esperarlo conmigo en el salón de profesores? Seguro es importante

-Sí lo es- apresura, revelando una vez más su torpeza- Claro, si me permite...otra vez.

El albino tan solo asiente y sonríe con dulzura, pues se trata de la niña de sus sueños por la cual está dispuesto a hacer todo, siempre y cuando ella sea feliz y no salga lastimada.

Porque Norman ama a Emma con sus 21 años de edad, y tiene presente de que ella es menor; mas aún así, incluso si el mundo le grita sin cesar que cambie de persona, Norman hará todo lo posible para que aquella idea sea errónea. Porque no toleraría pasar un día sin ver aquella inocente sonrisa que solo Emma es capaz  de mostrar, esa que calma las rebeldes mareas del corazón del albino.

Ambos entran al pulcro y ordenado salón, sonriéndose entre sí y tomando asiento a la mesa más próxima. 

~Porque Norman sabe que tenerla por unos dulces momentos vale más que la maldita ética~

-¿Cuándo terminarás de hacer las prácticas?

-No falta mucho, realmente me esfuerzo para lograr la aprobación y ser maestro lo antes posible.

-Realmente lo tomas enserio, adelantaste tu preparación muy rápido...incluso siento que no pudiste disfrutar tu vida como querías- revela con tristeza en su tonalidad, y el de cabellera incolora comparte aquel sentimiento ya que la fémina acierta de forma correcta lo sucedido.

-Emma, no te preocupes, yo estoy bien con ello, es lo que me gusta hacer.

-Ahh profesor a los 21 años, realmente eres increíble.

El de ojos zafiros ladea su cabeza con sonrisa amable, mientras se encarga de servir el chocolate en las blancas tacitas de bella decoración.

Emma da el primer sorbo disfrutando del exquisito sabor, dando gestos tiernos sin querer y el albino solo se dedica a observarla, definitivamente reemplazar el café amargo por chocolate solo por ella fue la mejor decisión.

Sus miradas chocan y se quedan por un tiempo aceptable ~y largo~ de aquella forma; mas la incomodidad no llega por el simple hecho de que en ellos ya no existe, porque Emma en esos precisos momentos se siente en el pleno cielo azul y es indescriptible tan solo creer que en los ojos de aquel joven que se volvería su maestro logre ver algo más que fraternidad, y lo confirmó por primera vez, su corazón palpita sin piedad al ver el sonrojo del mayor, y no sabe hacer nada más que sonreír porque ahora ya lo puede confirmar ~aunque sea por un maldito sonrojo~ ella no era la única en sentir algo.

Porque ambos fervientemente creen ahora mismo que el celeste y verde combinan y se complementan tan perfectamente.

La alarma puesta en su reloj rompe la escena, pero ellos no lucen fastidiados. Emma sabe que al oír esa tonada de campanilla debe retirarse, y no es porque ella quiera, es porque debe irse para no meter al joven de ojos cielo en problemas.

Se levanta soltando una risa sutil y con una pequeña reverencia da a entender su despedida momentánea.

El de cabellera blanca se levanta rápidamente de su asiento, tomando el brazo desnudo de la joven pelinaranja, quien se detiene.

-Te olvidas de las notas de Yuugo, por ello viniste ¿no?- dice con tonalidad amable, aunque en sus adentros sus emociones estén tan descontroladas.

-En verdad no- revela con una sonrisa nerviosa, que cambia radicalmente de expresión al sentir los cálidos y tiernos labios de su futuro profesor en su coronilla por un fugaz momento, que valió realmente la pena y espera.

-No hay problema, por favor, no pares de venir.

La fémina, algo aturdida por el detalle, gira automáticamente, sonriendo a la nada y de espaldas asintiendo, causando la sonrisa del albino quien también, a pesar de ser adulto, no se siente tan distinto a ella.

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-Emma...¿Pero que me haz hecho?- susurra a la soledad de la habitación con ternura y cariño.

Y como esperaba, siente los pasos y sabe que Ray está afuera y da toques para entrar, observando a su amigo sentando y viéndole con amabilidad.

-Buen día Ray- saluda dando escalofríos al azabache.

-¡Demonios! Norman ya te dije que ella no puede...

-No es muy distinto.

-¿Qué?

-Anna y tu se llevan por 6 años, lo mío es diferente.

-Para nada, tu eres un futuro maestro y ella tu alumna.

-Alumna que está a punto de salir e ingresar a la Universidad, es inteligente y no cabe duda que lo hará.

-Pero ello no le quita lo descuidado que estás...

-Te equivocas, recuerda que los Ratri no somos cualquier familia, pero la mantendré alejada de todo mal, porque me sería imperdonable... totalmente imperdonable si le pasa algo.

-Ahhh- con resignación, Ray toma asiento a su lado mirándolo con aburrimiento- Invítame un poco de café.

-Claro- con cuidado vierte la bebida marrón a la tacita y así de rápido la queja del azabache se escucha

-¡Qué pasó con mi café! ¡Esto es chocolate!

Norman ríe nervioso al ver el error tan garrafal que cometió, darle chocolate a la persona que repudia lo dulce era grave...y aun así Ray se casó con la jovencita más dulce del mundo

-Perdón, perdón, es que desde que Emma viene dejé de traer...

- Sí, sí, ya sé; solo es para Emma, debes quererla demasiado aunque te meta al final en un lío.

-No Ray, no puedes comparar el querer con amar.

-¡Bah! No me digas que le subes quizás la calificación por...

-¡Me ofendes profesor gótico! Sé separar mi trabajo con mi vida privada.

-¡Ajá! Claro, y qué excusa te puso para verte de nuevo, adivino, la de Yuugo y sus notas olvidadas en su salón.

-Nop...bueno si, pero ¿no crees que es hermosa? realmente como no caer ante ella si es así de perfecta.

-Realmente pienso que la belleza son cabellos rubios y ojos azules brillantes.

-Estaremos en desacuerdo por un buen tiempo- admite con leve resignación

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Hola mi amado lector y lectora 💙💛(•ω•ς)

Como lo había dicho antes, me ausente por un tiempo pero ahora estoy de vuelta :3 ¿les gustó esta parte? Espero que sí ฅ(•ㅅ•❀)ฅ

¡Muchas gracias por leer, los quiero mucho! 🌜🌻

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