Tegami 21
Parecía un sueño. Se sentía como si lo fuese. Cada vez que caminaba me sentía en el aire, el viento era agradable, y si este amor es momentáneo quiero estar con él de esta manera durante mas tiempo.
Sentir su calidez rozando mi piel. Sentir su respiración cerca de mi, o notar como su corazón late con fuerza. Y si eso es mi culpa, siento que estallaré en ese instante. Siendo envuelta entre sus brazos como ahora. Es lo que más deseo, y desearé...
Querido yo del futuro, me encuentro realmente feliz.... ¿Y tú, podrás sentir este gozo en mi pecho allá donde estés?
—¡Hey Mia!—la voz alegre y sonora de Azusa hizo voto de presencia a mi derecha. Ella tapaba con su silueta la zona en la cual se encontraban los chicos. —¿Vendrás al festival, cierto? — preguntó con un tono risueño. Ella se mantenía en el aire mientras la mesa sostenía su peso. Yo sonreí y asentí.
—¡Genial! ¡Hey Takako!— se ladeo levemente para captar la atención de la morena, la cual ya estaba a su vera.—¡Oh, estas aquí! ¡Miaka vendrá!
—Bien. Todos tenemos un OK. — las tres sonreímos.
Había pasado unos meses desde le acontecimiento del festival pasado. Desde aquel de verano, en el cual Suwa se había sincerado conmigo en la terraza del hospital, desde que mi padre...
Suspiré mientras apoyaba mi rostro entre mis manos, miré hacia mi derecha haciendo así, que en mis ojos se reflejara su persona. No podía apartar mi vista de él, cabello ondulado de un color marrón muy particular, sus grandes y vivos ojos, esa sonrisa tan característica del chico, alegre y contagiosa. Sin darme cuenta otro suspiro se hizo presente entre mis labios al mismo tiempo sentía como mi corazón se apretaba con fuerza al ver como Suwa me miraba de reojo sorprendido mientras apartaba su mirada. ¿Estaba avergonzado? Mis manos se apoyaron en la mesa y un ruido se formó en ella. Miré al frente encontrando a Azu con una expresión juguetona en su cara.
—Mia.— me llamó alargando la ''a'' y un tono de voz juguetón. Yo la miré con mi ceño fruncido.
—¿Que sucede?— Oh. Tu sabes bien lo que sucede—contestó ella— ¿O crees que no veo las miradas que tú y Su-— la interrumpí antes de que continuara hablando.
—No sé de que me hablas. Bueno después de clases a mi casa. ¿Cierto?— pregunté atropellando mis palabras, todas asintieron sorprendidas. Entonces me levanté. —Tengo que arreglar unos asuntos con él profesor, si me disculpáis.— me alejé de la clase, con varias miradas clavadas en mí. Y por alguna razón sentía que una de ellas, era la de Suwa.
Comencé a escuchar mis acelerados pasos en el pasillo, hasta que una fuerte y cálida mano me detuvo.
—¿Suwa?— ¿Ha pasado algo?—pregunto él preocupado.—¿Viniste detrás mía por que estabas preocupado?— el soltó un bufido y acarició mi cabeza.
—Claro que si tonta.— sentí mis orejas arder de la vergüenza. Yo sonreí. Miré hacía arriba para encontrar su mirada. Él me la devolvió y sonrió gentilmente.
—Siempre lo haré. Siempre me preocuparé por ti.—yo lo miré en silencio. ¿Era cierto? Y si era así... ¿Cuanto duraría esos sentimientos que él dice tener?
—¿Miaka? ¿Estas bien?—preguntó una suave voz. Era Naho. Por alguna razón tuve un mal presentimiento.
—Si estoy bien.—contesté. Suwa apartó su mano de mi cabeza y se alejó de nosotras.
—Bueno regreso al aula.—dijo él—Oh...— solo alcancé a decir eso. Justo cuando ella viene, se va. Raro. Eso hizo arder mi pecho de alguna manera. Sé que no debería pensar de esa manera, pero no puedo evitarlo. ¿Cuanto tiempo había estado enamorado de ella?
—Miaka. ¿Me acompañas?—me preguntó la castaña, yo desperté de mi trance.— ¡Oh, si!— comenzamos a caminar, hoy le había tocado a Naho a buscar las cosas. Le pregunté por mi hermano, pero ella negó y dijo que no había querido venir. Asentí con simpleza. No hablamos de nada más hasta llegar a las maquinas expendedoras.
—Miaka. ¿Pasó algo entre Suwa y tú?— preguntó sonrojada. Su curiosidad me agarró por sorpresa. Sostuvo mi mano de repente.— Puedes decirme cualquier cosa, somos amigas. Nunca le diría nada a nadie.— la miré y le sonreí. Intenté que mi sonrisa fuese lo más sincera posible, pero por alguna razón algo dentro de mí seguía repeliendo a Naho, a pesar de ser amigas.
—Todo va bien. Él y yo hemos hablado de muchas cosas, y ahora volvemos a ser amigos.
—¿Solo amigos?— preguntó. Parecía decepcionada. Cuando hace ese tipo de cosas siento que ella no es una amenaza. Me siento algo violenta al pensar sobre ella de esa manera, pero los celos superan muchas veces a las personas. Yo asentí. Ella suspiró, comenzó a caminar y yo la seguí, hasta que regresamos al aula. Todos estaban reunidos formando un corro con sus sillas, había otras dos sillas, las cuales debían ser para nosotras.
—¡Bebidas!— ¡Comida!— exclamaron al mismo tiempo Azusa y Suwa. Todos reímos.
—Solo piensas en comida Suwa.— le dijo Azusa burlándose.— Como si fuera el único, hija-pan.— le replicó burlón, ella comenzó a pelearse con él. Diciendo que había de malo en ser hija de panaderos. Todos reímos.
—Toma Azu, tu zumo de frutas.— le dije ella que estaba sentada me abrazo por la altura de mi abdomen y refregó su cara con alegría.— Gracias Mia, eres tan tan maravillosa.— No es para tanto, aparta.— le dije intentando separarla de mi cuerpo, ella hizo un puchero.
—Eso. Aparta.— le dijo Suwa secamente mientras la agarraba. Azusa le miró con mala cara.
—Tu agua Suwa.— le dijo Naho, ambos rozaron sus manos y se avergonzaron ligeramente.
—Perdón.— dijeron al unísono. No quise darle importancia. Pero no pude evitar chasquear mi lengua ligeramente, por suerte nadie lo escuchó. Excepto mi hermano, que parecía tener un mal día.
En la tarde regresamos a casa sin pararnos en ningún lado. Nos dirigimos a ella, habiendo cancelado los planes de hoy. Pero a pesar de ello, por alguna razón Suwa y Hagita nos acompañaban, y ambos estaban detrás mía, haciéndome poner nerviosa.
—Sigo sin entender porque venís con nosotros.— exclamó mi hermano. Algo de coherencia por dios.
—Solo...no tengo nada que hacer.— contestó Suwa.— Vaya que tienes tiempo libre.—añadió Hagita. Suwa se molestó enseguida.
—¡Mira quien fue a hablar! ¡¿Tu que haces aquí?!—le gritó molesto.
—Solo acompaño a nuestros dos queridos amigos. No veo el problema.— le contestó el de gafas, mientras las colocaba con su dedo.
—¡Oh! Estoy seguro de que no es por eso.— replicó Suwa con mala cara.
—Chicos basta.— añadió Kakeru con un tono cansado. Ellos siguieron igual. Hasta que mi paciencia se rompió.
—¡¡Callaros!! ¡¡Volver a casa!!— grite, sorprendiendo a ambos. Los dos crearon un silencio rotundo, algo que sorprendió a Kakeru y a mí. Mi hermano soltó un bufido, intentando contener la risa.
—Vaya que los tiene en su sitio. ¡Vayámonos Mia!— dijo él, el cual seguía llevando su bicicleta de pie. Yo asentí.
—Nos vemos mañana chicos. Compórtense por dios.— me acerqué a mi hermano, el cual me ordenaba subir detrás del asiento de su bicicleta. No miré el rostro de mis amigos, pero debían ser un poema.
Esa tarde al regresar a casa, encontré una carta. Era de mi yo del futuro, hacía un largo tiempo que no recibía ninguna.
¡Ha pasado un largo tiempo! Espero que todo haya mejorado para ti, seguramente a estas alturas y si todo ha salido bien tus sentimientos habrán alcanzado a Suwa. Una vez más se acerca una prueba. Se acerca el día. ¿Estas preparada?
¿Preparada? ¿Sería el día en el que él...?
¿Has logrado salvarte a ti misma?
Esa pregunta resonó en mi mente una y otra vez. Pensaba que si me abría al resto, también me volvería más fuerte. Una vez más, la incógnita llegaba hacía mi corazón. ¿Que significa salvarme a mi misma? ¿Que tenía que hacer? ¿Tenía que cambiar algo? ¿Tenía que decirle algo a alguien? Me encontraba perdida, desorientada, observaba a través de la ventana de mi habitación la noche estrellada. Algo llamo mi atención, dirigí mi vista hacia la entrada de nuestra casa, en ella se encontraba Kakeru de pié, su expresión me asustaba, no existía brillo alguno en su rostro.
Corriendo baje las escaleras, alarmando a mi abuela.
—¡Mia!—me llamó, yo la ignoré y corrí hacia la entrada. ¿Y si ese día era hoy? No, era imposible, no me había avisado. ¿Entonces qué ha pasado?— ¡¿Qué sucede Mia?!— me llamó alterada, yo ya había cerrado la puerta.
Mi rostro palideció al verlo.
—Papa—Él me miró esperanzado con una sonrisa, una sonrisa que me perturbaba. Era aterradora. Miré a Kakeru, el se sorprendió al verme aquí.
—Miaka entra en casa—me dijo con firmeza y seriedad en su voz— ¿Qué hace él aquí? ¿De que estáis hablando?
—Entra en casa hermana, no me hagas repetirlo— dijo, como si de una sentencia se tratase. Yo ignoré su orden y me acerqué a él. Kakeru se encontraba delante de mí cubriéndome.
—Miaka, por favor.— ¡No!—le grité— me quedo. El suspiró resignado.
—Miaka hablaba con tu hermano para que volvie...—Kakeru lo interrumpió—No iremos a ninguna parte con alguien como tú. ¡¡No dejaré que hagas daño a mi familia!!
Estaba aterrorizada, la situación no era común y tampoco me sentía a salvo. Kakeru temblaba de la rabia, sus ojos era como dagas afiladas que si pudiesen despedazarían a mi o lo que era mi padre. En cambio yo, una vez más era la damisela en apuros, la chica débil, la que necesita de otros para enfrentar a sus mayores miedos, a su mayor miedo. Entonces me dí cuenta.
¿Has logrado salvarte a ti misma?
No. Salvarme a mí misma, creo que entendí el significado de esa pregunta, la verdadera intención de mi Yo del futuro al formar esa pregunta. Ahora lo entiendo, no lo he hecho, no he disipado mi mayor temor. Miré al frente, mirando sus ojos llenos de tristeza y locura. No parecía tener cordura alguna, pero recé para que mis palabras alcanzasen el lugar más profundo de su corazón.
—Papa—lo nombre, él me miró con algo de esperanza en sus ojos.—Miaka, hija.— Los hombros de Kakeru se alzaron hacia atrás y sus brazos hacia adelante, yo agarré su brazo para impedir que mi hermano golpease a nuestro padre. Él se tranquilizó al instante y me observó, yo mantuve mi vista en ese hombre.
—Papa... ¿Cuándo me pegabas que sentías?— él me miró sorprendido, sentí como el brazo de Kakeru se removía ligeramente incomodo.
—¿Que sentías?— pregunté de nuevo. Él miró hacia el suelo con una expresión de dolor.— Lo siento.— sentí que mi sangre comenzaba a arder.
—¡¡He dicho que sentías!! ¡¡No te disculpes, maldita sea!!—él me miró asustado. Sabía que mi expresión no era agradable. Ya había soltado el agarre del brazo de mi hermano, y ahora él era el que me imitaba ahora. Me tranquilicé intentando no destrozar la armadura que había creado para parecer más fuerte ante él hombre, que estaba en frente de mí.
—Aire— pronunció, lo miré con confusión.— me sentía en el aire. Después estaba en blanco, a continuación me sentía podrido y por último... quería morir por dañar a la única cosa pura que había en mi vida. Con tu tan sola presencia me hacías sentir complacido, pensaba ''Ah, no estoy solo tengo a Miaka'', pero solo me engañaba a mí mismo. Yo era el que te hacía daño. — él terminó de hablar y me miró con pena en sus ojos, yo fruncí el ceño.— Yo soy el que te daña, yo soy tus cadenas, y mientras mis arrepentimientos no se borrén no podré dejarte ir, y entonces te seguiré haciendo daño...
No solté una lágrima, no quería, me negaba, me odiaría si lo hiciese.
—Odiaba cuando llegabas a casa oliendo alcohol. Cuando me pegabas por estar frustrado con tu jefe. Cuando volvías con tus camisas llenas de carmín. Pero aún así, nunca te odie. Porque mama no lo hacía, y nunca lo hizo. —él comenzó a llorar.— Ella siempre te amó. Y yo también.
Sus llantos se escuchaban como un eco profundo y apagado, pero al mismo tiempo claro y fuerte. Era algo extraño...Era extraño que por primera vez, yo no fuese la que lloraba. Era una sensación extrañamente complaciente verle llorar, por alguna razón pensaba que tal vez, había comprendido mis sentimientos.
—Te olvidaste de Kakeru. Lo abandonaste.—él asintió.— Pero aún así, no quiero que Kakeru me odie. Porque después de todo, soy su padre, soy vuestro padre. ¡Realmente os amo!
—¿Te entregarías a las autoridades?—escuché un ''¿Qué?'' por parte de Kakeru, mi padre me miró con los ojos rojos, podía ver como sorbía su nariz y se limpiaba a sus mangas.
—Sí.— quise no parecer sorprendida, pero no pude evitarlo.
—Miaka... ¿Si papa se entrega, me perdonarás?— preguntó como un niño pequeño, yo asentí.
—¡Espera, Miaka!— alargué mi brazo izquierdo deteniendo a Kakeru, dando a entender que no interviniese.
—Lo haré. Pero eso no quiere decir que después quiera relacionarme contigo. Solo te perdonaré. ¿Aún así quieres hacerlo?— pregunté con firmeza. Él sin una pizca de duda en su voz me observó y asintió desde el suelo, se levantó y se inclinó.
—Lo haré. Haré lo que sea.
—Vete. Hemos terminado de hablar.— dije mientras me giraba, él agarró mi brazo con fuerza.
—Miaka... por favor... llama a papa.— sentía cierta locura en su voz y ojos. Le miré confundida.
—Hey viejo... ¿Que te pasa? ¿No la has oído?— le habló molesto, él hombre miró a Kakeru.
—Kakeru, llama a papa...— estaba bañándose en su locura.— Si lo hacéis me iré, soy vuestro padre. Por lo menos... llamarme así una última vez...—Kakeru lo miró con inquina.
—Nunca serás mi padre, nunca te llamaré así. Nunca, y no dejaré que Miaka lo haga una vez más. ¡¡Tú no eres el que tiene que se complacido!!— él hombre molesto, agarró a mi hermano de los hombros y lo golpeó contra la pared.
—¡¡¡Kakeru!!!— grité su nombre preocupada y asustada.—¡¡¿Porqué lo haces de nuevo?!! ¡¡Mentiroso!!— él me miró asustado, observó sus manos temblorosas llenas de la sangre de Kakeru. Me acerqué a mi hermano y agarré su cuerpo el cual estaba apoyado en la pared mientras que estaba sentado.
—¡Kakeru! ¡Kakeru!— él no reaccionaba.
—¡¡Miaka!!— escuché su voz, lo miré con mis ojos llenos de lágrimas. Estaba aterrorizada. Suwa me miró preocupado, una expresión de ira se hizo presente en él al mirar a mi padre.
—¿Tu quien eres?— preguntó él hombre con voz ronca.
—¡¡Aléjate de ellos!! ¡¡Ya he llamado a la policía!!— mi padre comenzó a reír.— ¡Hey, tú chico! ¡¡Ella dijo que me perdonaría si me entregaba!! ¡¡Gracias por traerlos!!
—¡¡¿Acaso ha perdido la cabeza?!! ¡¡¿Creen que le perdonarán después de todo lo que ha hecho?!! ¡¡Miré a su hijo!! ¡¡¡Miré a Miaka por primera vez en su vida!!! ¡¡¡Sea consciente de ello!!! — él dirigió su mirada a Kakeru, y entonces es como si hubiese despertado de un estado de trance. Se llevó las manos a la cabeza, comenzó a llorar y sudar, su rostro se tornó pálido. Y po último se arrodillo.
—Lo siento, lo siento...— no dejaba de repetir eso una y otra vez. Noté como unas calidad manos tocaban mi rostro.
—Todo irá bien, llamé a una ambulancia también.— yo asentí con dificultad, mi cuerpo el cual temblaba fue delicadamente envuelto por el abrigo de Suwa, sentí el calor recorrer mi cuerpo con velocidad, su olor me tranquilizó y la sonrisa que me brindó me hizo sentir segura. Lágrimas comenzaron a salir de nuevo, y lloré como si volviese a ser una niña.
—Tranquila, tranquila todo irá bien.— daba palmadas en mi cabeza, mientras intentaba revisar el estado de mi hermano.— Lo siento, lo siento tanto...— pronuncié entre algún que otro gimoteo.
Comencé a escuchar unas sirenas, y en menos de nada, mi abuela apareció por la puerta principal. Resulta que ella había llamado a las autoridades, pero llamó a Suwa sin querer entre los nervios. Él dijo que iría enseguida y llamó una ambulancia en caso de ser necesitada. Mi abuela dijo que era como una especie de ángel guardián y estuve de acuerdo con ella.
Me encontraba sentada en un sillón de la habitación de Kakeru. Él dormía todavía, era por la mañana y llevaba media noche dormido por el golpe. El docto dijo que era una contusión leve, pero por alguna razón me sentía inquieta, he cambiado demasiado el presente de Kakeru, se suponía que hoy él querría suicidarse... ¿Esto provocará algo malo o bueno? Tengo miedo.
Alguien toco mi hombro, me giré para observar como un cansado Suwa me sonreía.
—¿Que tal se encuentra nuestra bella durmiente?— yo reí ligeramente.—Sigue dormido.
—¿Estas bien?— él se agacho mientras envolvía mis manos con las suyas.— Si, es solo que...Hoy es cuando...— él asintió.— No te preocupes, definitivamente nosotros lo salvaremos.— me sonrió mientras acariciaba mi mejilla. Yo asentí con una ligera sonrisa.
—Gracias por todo, Suwa.—él sonrió.
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Si. Lo sé, un largo tiempo sin subir ni un solo capitulo o One-Shot. Pero es por que no encontraba el capitulo perfecto, pienso que por ahora era bueno finalizar con el tema del padre de Kakeru y Miaka. Y con todo esto, solo falta un capitulo. El próximo será el último, y Orange Re finalizará eso me da ganas de llorar, después de todo nos despedimos de él.
¡Pero! No os preocupéis, habrá una segunda temporada la cual se ambientará con nuestro grupo favorito en la universidad. ¡Recordar que los sentimientos y relación de Suwa y Miaka no han quedado claros! Por ello pensé que ellos se volvieran pareja en la segunda.
Bueno con todo esto os agradezco a los lectores de siempre por no abandonar esta historia, y a los nuevos por uniros a nuestro pequeño grupo de fans de Orange. Gracias por los fav, los comentarios y vuestro apoyo. Os lo agradezco.
¡¡Muchas gracias!!
Firmado: KANA
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