Tegami 20



https://youtu.be/Ng5FJg5EqoA

De niña tenía un sueño. Quería dibujar el paisaje más hermoso que mi mente lograse recordar. Y quería hacer un hogar en el que mi madre, mi padre, la abuela, Kakeru y yo viviésemos felices para siempre. Eternamente. Pero eso siempre fue imposible. 

Mis ojos estaban clavados en las manos torpes de Kakeru. El cual había mejorado bastante pelando manzanas. Escuchaba ''Auch''  ''Ag'' y ''Diablos''. Yo soltaba alguna risa y él me miraba formando pucheros en su cara. Sabía que había decidido quedarse por mi estado, incontables veces le dije que se fuese a casa a descansar pero negó mil veces.

—¿La abuela?— cada vez que le preguntaba algo, simplemente, optaba por una pregunta corta emitiendo una voz producida en casi un susurro. Él me miraba con una sonrisa ligera y dulce. Cálida. Cuando estaba con Kakeru solo había calidez. Incluso si había un hilo de tristeza envolviéndonos. Si mi hermano estaba ahí, no importa cuantas veces fuera rechazada o herida. Porqué él siempre fue mi protector, mi hogar, mi héroe. — Los padres de Suwa la acercaron a casa. No te preocupes.

—Si son ellos no me preocuparé tranquilo. ¿Y el resto, ya se fueron?— pregunté mientras aceptaba uno de los trozos de manzana que me ofrecía él. — Si. Ya era algo tarde, cuando te dormiste y no parecía que volvieses a despertar— Deberías ir a casa Kakeru— le dije.—No quiero, no intentes hacerme cambiar de opinión. Me quedaré contigo.

—Bien. Pero si luego te duele la espalda no te quejes, ni vengas lloriqueando. ¿Vale?— el comenzó a reír.

—Si, mama.— yo reí junto a él. Suspiré. Observe como su rostro sonriente. No pude evitar sonreír ante su expresión. Ah...dios. Como me encantaba ver que él era feliz. No me importaría ser infeliz durante toda mi vida, si podía ver la sonrisa de Kakeru permanecer más de diez años, más de veinte, cuarenta, hasta que ambos muriésemos. No quiero imaginarme un futuro sin mi hermano.

—¿Porqué me miras así?— preguntó él con mi misma expresión.—Solo pensaba...Que estoy realmente agradecida de tenerte aquí conmigo.— su rostro se tornó serio.— ¿Qué pasa?— pregunté. Él no dijo nada. Miró hacia el suelo.

—Lo siento. Por no ir a salvarte.— confesó, le miré extrañada hasta que una idea vino a mi mente.— ¿Te refieres a lo de papá?— pregunté, él me miro molesto.—No entiendo como le das la bendición de llamarle de esa manera.— Si él muriese estaría triste. No siempre fue así. ¿Recuerdas cuando nos llevaba a esquiar?— su rostro parecía haberse ablandando.— Recuerdo que ese día tu y yo nos caíamos cada vez que intentábamos mantenernos en los esquís. Tu siempre caías de frente —reí. Él me miró con una sonrisa.— Papá te agarraba y te ayudaba a levantarte— comencé a llorar.— y yo reía hasta que mi estomago dolía. Tu rostro estaba completamente rojo.— lo miré. Él estaba intentando no llorar. Sonreí, soltando algunas lágrimas.

—Eh...Kakeru. ¿Si hubiese una posibilidad de borrar tus arrepentimientos...lo harías?— él me miró confuso. Yo reí, mientras secaba esa humedad que había recorrido mi rostro.—No te preocupes yo— me interrumpió.— Lo haría.— le miré sorprendida.—Lo primero que haría, sería ir a buscarte. — mi boca se abrió ligeramente.— Lo segundo sería haber acompañado a mamá al hospital.— cerré mi boca con fuerza.—Lo tercero sería decirle a Suwa que saliera contigo.— comencé a sollozar.—Y lo último sería salir con Naho y pedirle disculpas.— dijo cerrando su puño. Me miró y sonrió.

—Kakeru...Tal vez no puedas borrar lo de mamá, pero aún hay muchas más cosas que podrás hacer. Entre ellas, salir con Naho. Tienes tiempo. Solo se sincero y hazlo.— le dije mientras apretaba las sabanas que me envolvían. Él se levantó. —Es hora de dormir, ya es tarde. Iré a por unas mantas.

—¡Kakeru!— él se detuvo. Estaba de espaldas a mí.—Lo que hiciste, y lo que no hiciste. Te arrepentirás. Todos pasamos por lo mismo, siempre. Pero intenta que tus arrepentimientos sean pocos. ¡Intenta ser feliz!—¡Soy feliz! Tú estas aquí. La abuela esta aquí. Todos están aquí. ¿Pero y tú, eres feliz?— sus palmas estaban abiertas, su ojos se habían abierto ampliamente, parecía molesto, desesperado, ansioso. Quería responder, yo soy feliz. Pero no pude, solo me mantuve con mi boca abierta ligeramente.

—Sé que no eres feliz, Miaka. Ése hombre, nuestro padre, por mucho que quiera negarlo. Te buscó, te encontró, te dañó de nuevo. ¡Y como siempre, yo no pude protegerte!

—Kakeru, nadie podía saber que él vendría.— intenté que no se sintiese culpable.

—¡Mírate!— me señaló con sus manos.— ¡Estas en una cama de nuevo! ¡Estas siendo herida! ¡Y yo no puedo hacer nada! ¡Como la última vez, soy un inútil!

—Kakeru, no eres un inútil.— ¡Claro que lo soy! ¡Soy tu hermano mayor! ¡Y no puedo protegerte! ¡No quiero verte llorar de nuevo, maldición!—golpeó con fuerza la mesilla de noche.— ¡Si tan solo pudiera hacer desaparecer lo que te hace llorar!— se agarró la cabellera con fuerza.

—¿Quieres hacer desaparecer a Suwa?— ¿Qué?— el me miró incrédulo. Yo sonreí con un ligero toque de dolor.— No podría contar cuantas veces he llorado por él. Ni cuantas veces he llorado por ti?— el tragó con fuerza.— ¿También debes hacerte desaparecer?— su expresión era la indicación de dolor.—¿Acaso no te das cuentas? El dolor de una persona no puede hacerse desaparecer, es algo que nace con nosotros. Es un sentimiento que logra ser duradero, que nos envuelve día tras día sin darnos cuenta. Siempre cargaremos con el dolor a nuestras espaldas— el se arrodilló en el suelo. Me levanté de la cama con cuidado y me puse a su altura. Agarré su cara con ambas manos y deslicé las puntas de mis dedos por su rostro, con cuidado, con dulzura, con amor.—pero no importa cuán doloroso sea el momento, siempre hará momentos de felicidad. Siempre habrá un futuro. Un futuro lleno de felicidad. Y siempre habrá un nosotros, porque soy tu hermana, y yo también quiero protegerte.— él me miró con sus ojos llenos de lágrimas.—No estás solo. No estoy sola.—sonreí, mientras lloraba.— Ahora lo sé. Sé que no estamos solos. Incluso si no esta mamá. Incluso si papá nos hiere. Tenemos a la abuela, tenemos a Naho, a Azusa, a Hagita, a Takako... a Suwa.— sonreí ampliamente, el sollozó.

—Ahora tenemos amigos que nos quieren. Que velan por ambos. Kakeru...— junté mi frente con la suya.—Ya no quiero morir. Quiero estar con todos vosotros. Quiero perdonar a papá. Quiero enamorarme. Quiero sonreír. Quiero ir a la universidad. Quiero estar contigo para siempre. Quiero vivir. ¿Tu que quieres? ¿Que quieres Kakeru?

—Quiero...quiero...quiero que mamá vuelva.— comenzó a llorar con fuerza.—Quiero pedirle perdón...quiero que estemos todos juntos como una familia.— yo lloré con él.— Mamá no volverá, pero hay muchas personas que se convertirán en nuestra familia, la abuela, tu y yo. Ya somos los tres una familia. Quiero ver sonreír a la abuela, mientras cocina para nosotros. Quiero reír con los dos. ¡No quiero que pienses que debes morir! ¡No es tu culpa! ¡No conviertas la muerta de mamá en tu pecado! ¡¡Vive, Kakeru!!— él me abrazó con fuerza.

—Yo tuve la culpa. Yo la tuve. Si yo hubiese— lo abracé con fuerza.— ¡Si conviertes todo lo que consideras un error  en un si yo hubiese, te lamentarás durante toda tu vida!— el se apartó y miró mis ojos. Su iris mostraba la tristeza que retenía en su interior. Llevé mi mano a su rostro y la acaricié. —Sé que hasta que tu decidas avanzar, nunca lo harás... Pero quiero que sepas, que nadie te culpa, porqué sabes perfectamente que mamá... que mamá estaba enferma. Nada de lo que hubieses hecho la salvaría. Ella decidió que su vida ya no tenía sentido. Pero... sé que la tuya no puede desvanecerse de la misma manera. Tienes un futuro, incluso si es tan frágil como una rama de cerezo.— sonreír y lo abracé de nuevo.—Avancemos juntos.— él no contestó. Solo los sonidos de la noche en el hospital se hacían presentes, así como los sollozos de mi hermano. ¿De verdad lograríamos hacer que aceptase vivir? 

Pasó la noche. Me desperté con la voz de la enfermera, indicándome que debía ir a darme un baño. Ella me ayudó y procedió a asearme, debía apoyarme para hacerlo, ya que mis piernas flaqueaban cada vez que intentaba levantarme. Entonces cuando ella me llevaba en la silla de ruedas a lo largo del pasillo vi su rostro.

—Hi — me corregí a mi misma.— Suwa.— lo nombré, él me dio una media sonrisa. Se acercó hacia a mí, la enfermera lo observó detenidamente.

—¿Es familiar?—preguntó ella, yo negué.—Es un amigo.— Entonces debo decirle que nos disculpe, pero la señorita Naruse debe ser aseada. ¿Podría — la enfermera fue interrumpida por Suwa. —Yo la llevaré hacia las duchas, espérenos allí por favor.— solicitó, ella la miró algo desconfiada, pero al verme a mí, acepto.

—Esta bien. No tarden demasiado.— la mujer de blanco se alejó de nosotros, dejando a Suwa en frente de mí, mientras yo observaba como ella se iba.

—Sé que no soy una enfermera— él se colocó detrás de mi y agarró la silla.— pero me gustaría pensar que te valdré igual.— parecía nervioso. Yo reí.— ¿De que te ríes?— preguntó alarmado. Yo reí aún más.—Nada, nada— dije mientras movía mi mano.— Te veo muy nervioso, eso es todo. ¿Porqué estas aquí tan temprano? ¿No tienes instituto?

—¿De que hablas? Ya es por la tarde.— dijo él. Yo miré confusa hacia el frente.—Que extraño juraría que— él me interrumpió.—¡N-no te preocupes por eso! ¡Ahora, vamos allá!

—¿Allá? ¿A donde?— pregunté confusa. Subimos a través del ascensor y nos detuvimos en la última planta. Yo solo podía tocar mis dedos nerviosa. ¿Qué es lo que quería? ¿A donde quería llevarme? Entonces el ascensor se detuvo. El desplazó la silla de ruedas durante un corto tiempo, hasta que se detuvo. Se colocó en frente mía.

—Ahora te llevaré hasta allí.— señaló una puerta. Lo miré preocupada.—Tranquila, te gustará. — se acercó a mí e intento cogerme.

—Alza tus brazos.— me sonrojé.— ¿No irás a levantarme?— pregunté avergonzada. Él se sonrojó.— ¡¿Como quieres que te lleve entonces?!— preguntó nervioso.—¡No lo sé! Pero— me interrumpió, me agarró de la cintura y me cargó como si de un saco se tratase.

—¡Hey! ¡No soy un saco de patatas!— grité molesta. La verdad, es que estaba realmente avergonzada.— No quieres que te cargue correctamente, así que no me queda más remedio que cargarte así.— pateé un poco mis piernas en al aire para que el me bajara, pero no funciono. Solo lograba una suave y sonora risa. No pude evitar sonreír. Amaba su risa. ¿A quien intentaba engañar? Me encantaba todo de él, incluso lo malo. Pero él...

—Miaka. Deja que te cargue correctamente o si no parecerá que intento secuestrarte.—dijo serio. Yo reí y me burlé de él.—Es que lo estas haciendo, idiota.— ¡Ah!— exclamó él.— ¿Me has llamado idiota? ¡Es la primera vez que lo haces!— yo estallé a carcajadas.—Esta bien, me agarraré a ti, ahora deja de tratarme como un mueble.— el rió. Me desplazó hasta sus brazos y rodeé su cuello con los míos. Por primera vez hicimos contacto visual directo, habíamos estado evitando nuestras miradas, por alguna razón no me sentía incomoda. Tampoco sabía porque él no despegaba sus ojos castaños de los míos. O porqué no hablaba. O porqué no se movía. No sentía vergüenza, pero cuando comencé a ser consciente de cuan apuesto él es, comencé a sonrojarme y evité su mirada. Por alguna razón pensé que me estaba observando como si de una obra de arte fuera. O eso me hubiera gustado que fuera verdad. Pero no era cierto.

—¿No, nos movemos?—pregunté nerviosa. Mis ojos estaban fijos en su camiseta de cuadros roja. El rió ¿algo nervioso?—Lo siento. Mi culpa. No se que me pasó.— comenzó a moverse conmigo en brazos, me sostenía con con ambos brazos, algo así como el tipo de imagen cliché de '' ser cargada como una princesa'', por primera vez, eso no me pareció absurdo. Porque si lo hacia Suwa me sentía feliz. En cuanto me di cuenta, el había extendido su brazo mientras me llevaba para abrir la puerta. Una luz cegadora llegó hasta mis ojos, molestando enormemente. 

—¿La azotea?— una suave brisa se hacía presente, el sol brillaba con fuerza y calor. El cielo no estaba completamente despejado, pero aún así el protagonista era la calurosa luz. — Así es. Eres realmente astuta, no me imagino porqué no sacas malas notas.— contestó burlón mientras nos acercaba a un banco.— Muy gracioso.— dije imitando su tono de voz. El rió y yo lo imité.

Me sentó en la banca de metal, y colocó con cuidado la manta que llevaba un tiempo envolviéndome. Yo observaba cada movimiento que hacía.

—¿Porqué me trajiste aquí? No es bueno traer a una enferma a la azotea.— dije burlándome. Él miró el suelo, estaba en la posición anterior. En cuclillas.—Yo lo siento, por haberme ido así ayer. — me sorprendí, ya que no pensé que él mismo sacaría el tema.—No te preocupes, estabas sorprendido.

No estaba sorprendido. Solo me acobardé.— contestó firme. Yo le observé con una media sonrisa, pero si lograse verme a un espejo pienso que sería más una cara triste. Él no me miró.

—Soy un cobarde. Un vago, nunca hago mi cama, ni las tareas de casa cuando debo. Un bocazas.—me sorprendí.— Suwa.— lo llamé pero él no se detuvo.— Siempre sacó las peores notas, solo soy bueno para los deportes. Siempre dejo las cosas para el último momento.  Soy de las personas que odia la ropa a juego. O que no le gusta leer demasiado.—Suwa.—lo llamé de nuevo pero me ignoro.— Tengo gustos musicales poco comunes y nunca he tenido buen oído musical. Odio pagar por una película que no sea buena, y sería el típico idiota de turno que pediría que le devolviesen su dinero a pesar de saber que no lo harían. Soy mal perdedor. Soy celoso. Soy un completo idiota. Aún así...—¿Aún así?— pregunté confusa.—¿Aún así te gusto?

El viento sopló. Y pensé que tal vez había soplado para que Suwa pudiera decir eso sin arrepentimientos, para darle un descanso a su boca desenfrenada. Para calmar su corazón, para calmar el mío. Sonreí. Él seguía en la misma posición.

—Te falta añadir, que siempre te quedas dormido en clases. Que comes por tres. Que no eres consciente cuando una chica esta enamorada de ti.— lo miré él había bajado más su cabeza, intenté no reír más.—Que eres un mentiroso muy mal. Que es fácil leer tus mentiras. Que siempre olvidas las cosas en algún sitio. Que eres realmente cabezota y poco sincero si se trata de ti mismo. Que eres demasiado amable. Demasiado dulce.— él me miro sorprendido.— Te preocupas por los demás,  más que por ti mismo. Y siempre intentas que todos tus amigos sean felices. Intentas proteger a todos, y te sientes culpable cuando no logras hacerlo. Odias no poder cumplir una promesa.—Miaka.— me llamó.— Aún así—Miaka yo— Aún así me gustas.

El me miraba sorprendido, una vez más. Yo seguía sonriendo, intentando mostrar toda la dulzura que observar su rostro me hacía sentir. Acaricie algunos cabellos de su flequillo el cual se balanceaba ligeramente por la brisa. Sus ojos brillaban por la luz. Su rostro estaba algo enrojecido. ¿Estaba avergonzado? ¿Yo le ponía nervioso? ¿Yo hacía que su corazón latiese? Me gustaría conocer todas las respuestas que el formaba en mí.

—Aún así estoy enamorada de ti. Pero tu no de mí. Lo sé.— el abrió su boca.—Es cierto, pero yo—¿Pero te gusto?— él se sorprendió.— Era una pregunta Suwa.— yo reí. Él asintió. Yo lo miré sorprendida.—¿Porqué asientes?—un silencio se hizo presente. Se levantó para sentarse a mi lado, me giré hacia él. Suwa agarraba sus manos y apoyaba sus codos en sus piernas.

—Si me gustas. No solo como amiga.— mi corazón comenzó a palpitar con fuerza, sentí como mis manos comenzaban a sudar. ¿Yo le gusto a Suwa?— Aún no estoy enamorado de ti, pero se que me gustas, que me gustas mucho.— intenté no comenzar a llorar, pero sentía como mis ojos comenzaban a aguarse.

—Suwa.— Me llamaste Hiroto una vez. Ayer. Cuando confesaste tus sentimientos hacia a mi.— me sonrojé, pude ver una sonrisa ladeada en él cuando me observó desde su posición.

—Me gustas. Me gustas mucho Miaka. Puede que aún tenga en mi corazón a Naho, pero tu también estas ahí, y la persona que ahora ocupa todos mis pensamientos eres tú.— él acercó su mano a mi cara secando una lágrima.— No es cierto.— dije sollozando, cerré mis ojos ante el continuo contacto de su mano. Escuché su risa.— Lo juro. Es cierto. Es tan cierto como que me gusta como atas tu cabello, o como colocas tu flequillo, o la manera en la que te sonrojas cada vez que te avergüenzas.—No...—le repliqué.— Si— dijo él.— Tan cierto como cuando pienso que me gusta tu cabello suelto cuando ondea en el viento. O como amo...—le miré sonrojada. El sonreía gentilmente.—O cuando amo como sonríes. Mi carta decía salva a Kakeru. Pero...

—¿Pero?— pregunté nerviosa. Él me miró manteniendo esa sonrisa.—También decía algo sobre ti.—¿Que decía?— pregunté.—Por ahora es un secreto.—Solo tengo algo más que decirte.

—Mis sentimientos crecerán. Pero nunca cambiara lo que pienso ahora. Mi sentimientos nunca cambiarán. Amo como sonríes.

—¿Crees que será suficiente por ahora, Mia?

—Yo...— el viento se había alzado. Un viento que traía consigo un fuerte sentimiento veraniego ¿estos sentimientos y emociones se desvanecerían cuando acabase la estación? ¿Desaparecerían los sentimientos de Suwa también?

—Quiero ser el sol que haga desaparecer la lluvia en tu corazón. Quiero ser ese tipo de persona para ti. Quiero ser lo mismo que tu eres para mí.


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¡¡¡TATATATATATATACHAN!!! El momento que estábamos esperando todos ha llegado. Suwa ha sido sincero, ha confesado sus sentimientos hacia Miaka. Puede que no la ame, pero quiere que Miaka este dispuesta a esperar por él, espera que por ahora se conforme con el sentimiento ''gusta'' venido por él, hacía ella. Le quiere ofrecer la oportunidad de estar a su lado en el futuro. O yo lo veo así. ¿Que creéis vosotros? ¿Que pensáis que ocurrió con el padre de Miaka? ¿Y Miaka como se sentirá después de esta tormenta de emociones?

También después de mucho tiempo, he encontrado la imagen perfecta para representar a Miaka. La anterior en portadas pasadas, era muy parecida a la idea que tenía sobre su imagen, pero esta es perfecta. ¿Os gusta la imagen de Miaka? Dejar vuestros comentarios y opiniones sobre todo lo que haya preguntado, me encanta leer vuestros comentarios. De nuevo gracias por apoyar este Fanfic, y espero que le hayáis agarrado tanto cariño como yo. Por supuesto he de decir, que habrá mucho más Orange Re para todos. Una segunda temporada esta esperando por todos. Un saludo y como siempre que él sol haga desaparecer la lluvia de vuestros corazones.

¡Un gran abrazo!


PD: Una última pregunta; ¿Como preferís que Miaka llamé a Suwa?

A) Apellido (Suwa)

B) Nombre (Hiroto)

C) Apodo (Hiro)

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