C35 || BLANCO Y NEGRO

Blanco y Negro fueron dos mejores amigos que vivieron en la ciudad "Paleta de Pintor", ambos eran una especie distinta entre la población Colores. Entre su diversidad, Blanco y Negro eran realmente diferentes al resto, siempre llamando la atención como cualidad intrínseca en su personalidad. Cuando entraron al instituto Blanco se mostró reluciente, puro, tierno y eso llamó la atención de todos. Mientras tanto Negro se veía misterioso, atrapante y la población precavida no quiso acercarse, temían que aunque, elegante y seductor, pudiese hacerles daño. La voz corrió y corrió por la gran ciudad hasta que todos los colores dieron de lado a Negro y apoyaron con su amor y admiración a Blanco. Es por ello que el blanco contiene la presencia de todos los colores y el negro es la ausencia de ellos.

Ser de los negro no te hace una mala persona, hacer a un lado a otra por prejuicios, sí.

Mellie M.

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El blanco es la presencia de todos los colores y el negro la ausencia total de color. El color blanco está asociado con la paz, la pureza, la bondad y la limpieza; al contrario del negro que representa la oscuridad, el misterio, la muerte, el mal, el pecado, la ilegalidad y lo indeseable.

El principio del Yin y el yan es que todas las cosas existen como opuestos inseparables y contradictorios, ejemplo la noche y el día, la vejez y la juventud, el bien y el mal. Si fuese demandado elegir un color para asociar a cada una de las partes; elegirías el negro para la noche porque es oscura. Entonces, también lo elegirías para la vejez, ya que está va de la mano con la culminación física de la vida y, por años, ha sido asociada con el dolor, la pérdida y el llanto, que a su vez se han asociado, erróneamente, al mal. Por ende el mal adquiere esa tonalidad también y volvemos al punto de partida, donde el negro siempre es asociado al mal a pesar de tener cualidades como la elegancia, el prestigio y la autoridad.

El mundo en sí, está hecho de matices, por ende no hay mal o bien, solo somos un conjunto de buenas y malas acciones. Como el yin y el yan somos seres compuestos que evolucionan constantemente.

A veces juzgamos y nos equivocamos, en otras ocasiones acertamos, pero, ¿le preguntaron a cada cual el por qué de sus acciones? Dicen que un mal acto no hay nada que lo justifique y no intento hacerlo; sin embargo, si una persona todo lo que conoce es dolor, solo infringirá dolor, si al contrario del mundo tú le muestras amor, él con el tiempo devolverá ese amor que tú le enseñaste.

Las lágrimas se unen con las gruesas gotas de la lluvia, formando una mezcla de salado y dulce en mi paladar. Estoy empapada, pero eso no importa cuando la puerta de la casa blanco algodón de Endrie aparece en mi campo de visión.

Apresuro el ritmo, quedando sobre la gran y cuadrada puerta marrón oscuro. Pongo la caja frente a mis pies antes de tocar el timbre y golpear la puerta a la vez de forma casi psicótica.

—¡Endrie! —Continuó llamando a su puerta—. Abre la maldita puerta.

Unos segundos después, la cara hinchada de End aparece en mi campo de visión. Tomo la caja del suelo y lo atropello con mi cuerpo en un trote suave, yendo en dirección de la casa del árbol. Siento sus pasos a mi espalda.

—No me sigas, maldita sea —le grito y echo a correr con rapidez.

Las botas se me hunden en el lodo dificultándome el viaje, pero no me de tengo, a pesar de que pierdo el equilibrio varías veces, no me detengo. Me aventuro por el puente alumbrado por las farolas, el sol suave de la tarde y la luz proveniente de la casa. El agua en mis ojos apenas me deja ver y choco con la puerta entreabierta cayendo de bruces contra el suelo.

Con el apoyo de la caja me levanto sintiendo un dolor punzante en la cabeza, justo en el lado izquierdo, donde me golpeé.

—¡Sal! —gritó fuera de mí poniéndome de pie—. Dame la cara, maldito asesino. Te odio, no me importa si eres blanco o negro, yo te odio. Tú, maldita porquería resentida, mataste a mi amigo y te desprecio profundamente por ello.

Siento su presencia antes de verlo, el escalofrío me recorre el cuerpo y la presión en el pecho aparece.

—No te hice malditamente nada. —La voz se me quiebra—. Nunca he dañado a nadie y todos se empeñan en dañarme a mí.

Las manos rígidas al lado de mi cuerpo se tensan cuando cierro los puños, lastimando el interior de estas. Siento dolor, mucho dolor en mis palmas, pero los altos niveles de adrenalina me impiden determinarlo, estoy demasiado ocupada como para preocuparme por ello.

—No soy especial, no soy un monstruo —plaño sin parar—. Solo soy diferente, soy Livi.

Unas carcajadas me sacan del dolor al que me sumergió mi cabeza. Sus bombillas rojas me observan, ¿si puede verme? Le devuelvo la mirada, casi temblando.

—¿Tienes una respuesta para mí? —dice esa voz que oscila entre lo robótica y lo fantasmagórica—. Estoy empezando a pensar que te gusta verme destruir cosas.

Niego con la cabeza asustada.

—¿Tú quieres me una a ti? —Me rio, histérica. El miedo ha hecho posesión de mi cuerpo, pero aún puedo pensar y necesito demasiada información—. Necesito que me proporciones información. Necesito saber...

No toma asiento en ningún momento, pero yo si lo hago. Me siento sobre la gran caja de madera donde yacen los restos del cuerpo de James, es una forma de protegerlo aunque ya no haya remedio. Tomo respiraciones profundas calmando mis nervios y llanto. No voy a llorar más frente a él.

La marioneta emite un "sí" y preparo la primera pregunta. Con esa incógnita develada tendré un indicio de cómo destruirlo.

—Quiero saber tu objetivo, ¿qué mierda te mueve?

Cierro los ojos esperando a que se ría y me niegue eso, pero todo lo contrario.

—Mi padre era un gran fan de las marionetas, decía que eran cuerpos sin vida manejables y que, dependiendo de la perspectiva, podían aterrarte o hacerte reír.

Blanco o negro. Digo para mí.

—Él albergó en mí ese amor y devoción. Son fascinantes a decir verdad, sobre todo la dedicación que se le pone al tallarlas. —Agita mecánicamente su mano, restándole importancia.

Es tan humano a pesar de sus movimientos robóticos y su inexpresión facial. Lo siento ahí en sus palabras, la forma en que las utiliza. No externa sentimientos, pero puedo raramente conectar con él.

—Con veinte años heredé la fábrica de mi padre, una fábrica con tres sucursales en todo el país. Yo la hice grande, diez sedes en el país, seis en el resto del continente. Yo la subí en el pedestal, puse de moda las marionetas y les di trabajo de miles de personas que lo necesitaban. Fui feliz por años dedicándome a algo que me apasionaba. ¿Qué pasó? Con la llegada del siglo veintiuno llegaron las nuevas tecnologías y el mundo se olvidó de mis marionetas, les dieron de lado y quebré. ¿Sabes lo que es perder lo que te da vida? Intenté combatir contra todos los obstáculos, volví desde cero con mis marionetas, pero, ¿qué conseguí? Nada. Fui por años la persona más infeliz del mundo hasta que encontré un maldito rascacielos y me lancé al vacío.

Se ríe.

—Lo peor es que, incluso antes de lanzarme, mi cabeza continuaba buscando soluciones.

«Porque en realidad no querías morir. En realidad, eras un blanco que se convirtió en negro» —pienso.

—Pero no encontraste nada, al menos no a simple vista. —Se me sale una lágrima y la alejo antes de que pueda rodar por mi mejilla—. Querías solucionar el problema; pero en lugar de sobreponerte y empezar de cero, decidiste acabar con tu vida. Me alegro de que hayas estado solo, las personas que te rodean no merecen sufrir por alguien tan cobarde y poco resiliente como tú.

—¿Qué sabes tú?

Me encojo de hombros, fingiendo que no sé nada de la oscuridad; yo nunca probé el blanco, debe ser por ello que su dolor fue más profundo.

—¿Por qué dijiste que soy especial? —Lanzo mi otra pregunta.

Debatir sobre sus motivos para suicidarse no fue a lo que vine, total, no se puede salvar lo que ya murió.

—Porque no te puedo manejar, no te puedo transformar.

Oh, no. Otra vez no. No soy un experimento, no soy un muñequito de feria y no soy la excepción de la regla, soy una persona.

—Soy más que eso —Sorbo por la nariz, limpiando los residuos de mucosa con el dorso de mi mano—. Tengo un síndrome, el síndrome de la perfección: Génesis de Alexandría. Mis ojos son de un violáceo intenso, mi piel no se pigmenta por la insolación, mi metabolismo es tan acelerado que no me permite engordar, no me enfermo con facilidad, tengo una excelente visión y larga esperanza de vida.

Suspiro. Nunca había contado esto a nadie. Me siento más que susceptible y expuesta, percibo la liberación.

—¿Parece una vida de ensueño? Pues no. Eso no sucede cuando un montón de científicos locos te persigue para experimentar contigo, no pasa cuando el gobierno decreta que eres un peligro para la sociedad y creen debes ser apresada junto a otros fenómenos como tú, así nos llaman, fenómenos. He vivido toda mi vida encerrada, privada, con él NO como religión y el miedo de escudo; pero nunca en mi vida he intentado quitarme la vida. He existido por años, luchando por sobrevivir. Escuchando el llanto temeroso de mi madre, sintiendo la ausencia de mi padre con mis pinceles como único desahogo.

Siento la ira crecer dentro de mí. La impotencia de no ser libre e independiente como debe ser cada ser humano. Puedo, incluso, llegar a entender a un homicida que mata para salvar su vida o la de alguien querido, pero nunca voy a entender a una persona que se quita la vida porque no tiene los cojones para enfrentar la cruda y despiadada realidad.

Me gusta pensar que siempre hay alguien peor que yo, que puedo cambiar la vida de otra persona con mi presencia. Quiero ayudar a aquellos que pierden la esperanza, que se dejan caer en el abismo, de la misma forma en que mi madre de ayudó a salir a salir de él.

—Eres un cobarde —escupo.

—Estás equivocada, el suicidio es para valientes.

—Sí, hay que ser muy valiente para autolesionarse, pero hay que ser mucho más valiente para enfrentarse a la vida y sobrevivir.

Hace un chasquido con la lengua, restándome credibilidad, no se lo permito. Alzo la mandíbula bien en alto cuando el rojo focaliza en mí. Con las manos temblando, los niveles de azúcar y la presión arterial por el cielo, lo desafío, impidiéndole que me amedrente.

—No te temo, he enfrentado a demonios peores. —Los míos.

El peor enemigo de un ser humano, no es otro ser humano, sino su propia mente. La mente conoce todos tus miedos y puntos débiles, ella ataca con todo, y es tan manipuladora que te hace ver y pensar lo que ella quiere, te quita la facultad de decidir, dejándote a merced de tu lado más oscuro. Estuve años combatiendo contra ella, mientras me ocultaba. Nadie me dijo que una niña de siete años no sabe purgar; no sabe distinguir y no sabe defenderse de sus demonios, nadie me dijo que los demonios lo sabían y se aprovechaban de ella.

Tristeza, dolor y culpa fue todo lo que conocí por tres años. El espejo me convenció y lo único que veía era una aberración, un experimento fallido, una rata de laboratorio. Ahora entiendo que ser diferente no te hace una aberración, te hace especial y lo especial siempre quieren opacarlo.

—Si no te unes a mí, voy a acabar con todo tu alrededor.

«Si no me la entregas acabaré con toda tu especie» Las lágrimas luchan por salir nuevamente y las detengo. Débil no es el que llora, sino el que debe recurrir a vulnerabilidad de otros para mostrar su fortaleza.

—Tendrás que pasar por encima de mí para tocarlos a ellos —me impongo—. Destruiste a James y no me uno a los que me lastiman.

Tomo la caja entre las manos dándole la espalda, lo observo de soslayo. Al enemigo nunca se le quita la vista de encima. No importa si es blanco o negro, el enemigo se aprovecha de tu distracción para atacar, algunos incluso lo hacen por la espalda y, ¿qué puedo esperar yo de un espectro diabólico?

||~𑁍~~𑁍~||~𑁍~♡~𑁍~||~𑁍~~𑁍~||

¡Hola, hola!

¡AAAAHHH! Ya les respondí algo más. ¡YUPIS!

Ahora díganme ustedes, ¿qué piensan del descubrimiento? Cuéntenme.

En el próximo capítulo continúa el caos jajajaja y por cierto, estamos llegando al final 🥺 estamos a 5 capítulos del final, no puedo creerlo😍

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