C25 || PERSEGUIDA

Creo en las señales del destino, esos pequeños detalles que las personas pasan por alto y piensan que no influyen en el desarrollo de su día, pero sí que lo hacen. La mañana me despertó con un cielo realmente gris, la lluvia escasa y mi ánimo en sintonía con el primero. El padecer de mi cuerpo era tan exagerado que sopesé la opción de haber sido atropellada por un gran camión y haberlo olvidado.

Resoplo buscando entre mis correctores cual puedo usar para tapar las terribles ojeras. Los sueños de anoche no me dejaban dormir, poco recuerdo de alguno, pero estoy segura de que en todos aparecía la misma persona, desde la tortura de sus caricias, hasta la de su fría mirada expresando todo el rencor que se carga.

Desayuno con mamá, aunque no con el mismo entusiasmo de todos los días. Es innecesario confirmar mi molestia sobre su actitud con Ry, lo veía como si fuese el hijo perfecto que siempre quizo tener, «si supiera», en otro momento me hubiese encantado, incluso lo hubiese aprovechado para meterlo en casa como un amigo o algo así.

—Buen día, cielo —se despide pasando por alto mi visible molestia—. Nos vemos en la tarde.

Casi volteo los ojos, énfasis en casi.

—Adiós, mamá. —Un desierto estaría más húmedo que mi tono de voz.

Cierro con fuerza la puerta del auto enganchando el asa de mi mochila al hombro. Con el paraguas en la mano me aventuro loma abajo en busca de mi desgraciado destino, no tengo clases de física o química hoy, tampoco literatura. He vuelto a ser esa chica insignificante que ni las moscas quieren posarse sobre ella, vamos que hasta con la mierda tienen más química que conmigo.

Siento el calor subir por mis mejillas cuando lo primero que veo es su insoportablemente hermoso rostro frente  a mí, es tan... magnético, solo que él no atrae el hierro, acero u otros metales, me atrae a mí. El rostro me arde al ver a cierta rubia hipócrita enganchada a su brazo, por lo que permito que la lluvia me moje calmando los altos niveles de calor en mi sistema. Un chico de su grupo me saluda y solo por joderlo le devuelvo el saludo. «Hermosa». De solo oír la palabra siento ganas de vomitarle encima, ¿por qué no me llama inteligente? Tengo metas en la vida que no incluyen ser hermosa.

No mires mi cuerpo, no te creas con la capacidad de etiquetarlo con una tonta palabra. Flaca, gorda, linda, fea, solo son adjetivos, yo soy más que eso.

Dos turnos después del inicio de clases, voy al laboratorio de informática, o lo que es lo mismo, el lugar donde los gamers van a por su diversión. Me siento en el computador más apartado accediendo a la página de Telegram por la que hablo con el Maestro Marioneta. He estado tan perdida en mí misma que he olvidado ayudar a otros. Quizás ellos si sepan apreciar mi esfuerzo.

«El usuario no existe».

Salta a mi vista y mis cejas de fruncen en total desaprobación. No necesito comprobarlo para entender de que trata todo esto. Tomo mi mochila de la silla de al lado y me alejo de allí revisando cada rincón del instituto hasta dar con un grupo de alumnos haciendo pellas en las gradas del campo de fútbol, uno de ellos es mi objetivo.

—¿Podemos hablar a solas?

Los imbéciles comienzan a hacer sonidos como "uuuuh" y otras tonterías de insti, pero Endrie, en cambio, se levanta y me aparta hasta un lado bastante alejado. Por supuesto, mi expresión debió asegurarle que no sería nada amable.

—¿Por qué eliminaste la cuenta? —le alzo la voz sin poder controlarme—. Deja de sabotearme. No sé que mierda te hice para que me jodas tanto la existencia.

—Ryker me pidió que la eliminara.

—Claro, no me extraña. —Me río, satíricamente—. Siempre sometiéndote bajo su yugo. Pues, que sepas que ese tipo y yo no somos más que humanos habitando las mismas hectáreas de la puta tierra por lo que su palabra quedó invalidada cuando sea que lo haya dicho.

—Me obligó a cerrar la sesión hace cuestion de dos horas. No lo hice por complacerlo, su puño estaba a centímetro de mi cara.

Parece bastante sincero, no es que pueda creerle al cien por cien después de su engaño, pero conozco la pata de la que cojea cierta persona.

—Se va a enterar.

Me alejo del campo como alma que lleva el diablo en busca del salón de matemáticas, sea suerte o desgracia conozco sus horarios, por lo cual avanzo por el pasillo ideando una cierta cantidad de improperios que lo definen a la perfección como: bastardo, manipulador, berzotas, capullo, malparido, imbécil. No, ni todas esas palabras lo definen al completo.

Me le quedo mirando cuando me lo topo sentado en la última silla del salón con la cabeza entre sus brazos cruzados sobre la mesa. Él solo es dos cosas: un encanto y un hijo de puta.

—¡¿Quién carajos te crees tú para interferir en mis investigaciones?! —Alzo la voz más de lo necesario. Bien, en mi defensa, puedo decir que estamos solos y yo estoy enojada.

Levanta la cabeza lentamente de entre sus brazos, me mira con pereza y algo más que sus ojos engañosos ocultan.

—No sé de qué hablas, Sherlock. —Su tono es desinteresado.

Me hierve aún más la sangre que mi presencia no lo descoloque como lo hace la suya conmigo. Me molesta no ponerle el mundo de cabeza, esa es la razón de mayor peso para mi comportamiento.

—Te lo voy a advertir sólo una vez, no te metas conmigo Ryker porque no soy ningún cordero indefenso, me atacas y te vas a arrepentir. Deja de amenazar a todos, deja de intentar joderme la vida que esto está más que superado.

Se levanta y en un movimiento fugaz manda la mano a mi cuello incrustándose contra la pared, el corazón se me desboca rememorando los sucesos de la última vez que me tomó del cuello, como terminó.

—Tú nunca en la vida me vas a superar. —De su actitud perezosa e impasible no queda absolutamente nada—. Te detesto, pero eres mía.

Me río.

—No, Ryker, yo te lo advertí y tú solo supiese decir «buenas noches». Cerré el libro y no pienso volverlo a abrir porque no me gustó la trama.

—¿La trama? —ríe—. ¿Te refieres a cuando gemías colmada de placer y me apresurabas toda desesperada?

Pasa sus labios perezosamente por mi cuello, erizándome hasta el último vello de la piel. Me maldigo una y otra vez, mi traicionero cuerpo lo anhela y lo demuestra.

—¿Hace cuanto no sientes algo como esto? ¿Desde cuando no te desesperas así? —Los susurros llegan a mi oído como afrodisíacos—. Escucha tu corazón, cariño, quiere salirse de tu pecho.

Sus labios van a los míos, me acaricia tentándome, el viaje de su lengua por la comisura de mi boca envía señales precisas a mi centro y me desbarato en su agarre buscando un beso real.

De pronto se aleja con una sonrisa burlona pintada en su rostro. Se le ve tan sensual.

—¿Ves? Siempre serás mía.

No, no, no. Los ojos se me empañan. He vuelto a caer como una estúpida, pero no voy a caer sola. No Ryker Winston, si tú te niegas a soltarme quizás yo también lo haga y quizás nos quememos juntos en el infierno que son nuestras sensaciones.

Me alejo de aquella aula con el corazón a mil por hora. En mi cara hay odio, en mi interior determinación y una promesa: haría cualquier cosa para que Ryker cayera otra vez.

Paso las siguientes horas antes del almuerzo con un bloc de notas y un lapicero en mano, escribo una a una las ideas que pasan por mi cabeza respondiendo a la pregunta del encabezado: ¿Como obtener una reacción de Ryker? Su actitud hacia Endrie me dejó clara una cosa, y es que aún me tiene clavada en su cabeza, que por más enojado que esté siempre me protegerá y eliminará mis estorbos del camino.

Espera. Eso es.

Una idea alocada se me surge de repente y decido anotarla en el espacio vacío bajo el montón de ideas que no funcionarían. Los planes a la carrera nunca salen bien, pero este tenía que hacerlo, incluso si el plan estaba en sus cimientos aún, tenía que ejecutarlo hoy mismo, no le daría tiempo a olvidarme.

«Pero, ¿qué digo? Soy una diosa inalcanzable, la única que le pone que temblar el mundo». —me animo yo misma.

Como si fuera una maldita señal del destino, un chico pelinegro me observa con demasiado interés, se me hace conocido, pero no puedo ubicarlo en un solo escenario. Él está allí a un lado, creyendo que pasa desapercibido, pero señores, nada pasa desapercibido para Livi Dessen, ella es la que pasa desapercibida para todos.

Tomo un espejo de mi mochila y la dejo colgando a un lado. Veamos si también leo mentes. El chico se apresura hasta mí en lo que yo finjo pintar mis labios, tal como lo predije, toma mi bolsa aprovechando mi "distracción" y le pongo un pie en el camino consiguiendo que caiga de bruses contra la grama.

—¡Ajá! Así te quería agarrar, cerdo. —Lo señalo amenazante con mi labial y el pobre me observa desde el suelo como si me hubiese vuelto loca—. Querías robarme, pero o soy muy lista, o tú muy pendejo para hacerlo en el patio trasero de la escuela. Podrías haber esperado a que saliera, siempre subo la loma en soledad.

Le sonrío y me agacho recuperando mi bolso, ni modo que se ponga a pelear o quiera huir, solo le queda pedirme perdón.

—De verdad que con las raritas uno nunca sabe que esperar. —Se ríe. O sea, ¿no me pedirá perdón y rogará para que no lo eche de cabeza?

Una demostración más que no tengo ni una mínima idea del comportamiento de los seres humanos. En las pelis si pasa eso, aunque no sé si creerles porque solo veo comedia y Disney. Bueno, a lo que iba.

—No voy a ofenderme por lo de "rarita" porque me han dicho cosas peores, incluso no soy normal, pero no le digas a nadie. —Sacudo la mano restándole importancia. Creo que hoy estoy un poco atontada con esto de que Ry casi me besa—. El punto es que tengo una propuesta para su señoría.

—No... —Hace el amago de hablar y lo callo extendiéndole una mano para que se levante del suelo.

Rebusco en mi bolso y le entrego tres billetes.

—Es lo único que tengo, espero que sea pago suficiente para mi encargo.

—Puedo hacer una excepción contigo. —Se rasca una ceja—. ¿Tengo que asustarme?

—No. —niego. —Solo debes perseguirme. O sea, fingirlo. Necesito que fijas que me persigues en plan «quiero hacerte daño, soy tu acosador».

Hago comillas y lo miro a la expectativa cuando termino de explicarle. Bien, en mi cabeza suena como un divino arte de alguna cultura egocéntrica, en voz alta da la impresión de que enloquecí.

—Madre mía, que trabajo más fácil, venga, dime cuando empezamos.

Vaya, hasta parece emocionado. Quizás es que solo le he contado la parte fácil y bonita, no he expresado las consecuencias de cierto "trabajo fácil". Suspiro un poco apenada.

—No, no todo es tan fácil. —frunzo los labios de un lado a otro—. La cosa es que quizás alguien se moleste porque me persigues y cabe la remota posibilidad de que te golpee.

Dios mío santo, ¿qué estoy haciendo? No puedo poner en riesgo la integridad física de alguien más por llamar la atención de un imbécil que no puede perdonarme, que le vale más un error que todo lo que hemos vivido y podemos vivir.

Siento los ojos empañarse otra vez a causa de mis pensamientos.

—¿Sabes qué? —digo reteniendo la decepción para mí—. Mejor quédate con el dinero y ya no hagamos nada. Es mejor así, no puedo hacer esto.

Me giro para irme, pero el agarre de su mano en mi brazo me detiene. Volteo buscando su rostro y lo encuentro sonriendo.

—Se ve que es importante para ti. —Se encoge de hombros—. Que me den unos golpes por ayudarte, después de haber intentado robarte, suena más lógico que cuando lo hago en peleas callejeras.

Le sonrío en agradecimiento. Mierda, creo que voy a llorar, es demasiado amable, vamos, para ser un delincuente. Quizás la sociedad juzga demasiado, hay algunos que no tienen perdón de Dios, pero otros como este chico seguro tienen mucho que contar.

Asiento.

—¿Por qué haces este tipo de cosas? —le pregunto genuinamente interesada mientras esperamos a que culminen las clases para iniciar nuestro plan—. O sea, robar y eso, ¿eres una especie de Robbin Hood?

Se carcajea sacando un cigarrillo del bolsillo de su pantalón.

—Seguro que él estaría muy decepcionado de mí, no le robo a los ricos para darle que los pobres. —Da una calada antes de seguir—. Le robo a todos para que mis hermanos no pasen hambre.

—Está mal lo qué haces y sé que muchos dirán que busques un trabajo aunque eso implique dejar la escuela o no tener vida al mantener las dos cosas. Sé que las estadísticas de trabajo han disminuido un gran por ciento, y sé que el sueldo que puedes ganar te alcanza apenas para la comida. Pero, ¿te has puesto a pensar lo que tienen qué hacer esas personas a las que les robas? —le doy una sonrisa triste notando que tengo toda su atención cuando veo su cabeza inclinada y sus pies señalando en mi dirección—. Tengo algo para ti, pero...

La conversación se corta cuando la campana suena, debo poner en marcha el plan o no saldrá como quiero.

—Vamos —dice él.

Intento mostrarle el físico de Ry, pero por supuesto, ya lo conocía. Paso por su lado despidiéndome del mismo chico que me saludó esta mañana con el objetivo de llamar su atención. Paso uno, check. Subo la loma sin mirar atrás tomando el camino más corto para llegar a casa. Si estuviese en un cuento quizás el lobo me interceptaría y me comería, pero eso solo pasa en mis sueños.

El tedioso camino hacia casa se hace aún más largo con todas las incógnitas e incertidumbres que se me vienen encima. Si todo esto no sale según lo planeado, creo que estaré muy decepcionada porque se supone es lo único que no fallaría. Con Ry no sirve el darle celos con otros chicos, el sabe lo que significa para mí, sabe que sus huellas no se borran ni con mil hombres más y sí, es muy celoso con lo suyo, pero yo no soy suya. El pensamiento me hace arder los ojos y me toma varias exhalaciones calmarme.

El transcurso prevalece en silencio hasta que un sonoro «¡Zas!» llama mi atención haciéndome voltear para encontrar a mi querido delincuente siendo golpeado por un enojado Ry. Bien, estoy feliz de que haya venido, pero no quiero que dañe a mi delincuente personal. Era una idea remota, como una más de mis hipótesis. Esto, definitivamente, no debía suceder.

—Espera, espera. —Corro los pocos metros que nos separan—. ¡Es mi amigo!

Vale, no lo es, lo acabo de conocer, pero no quiero que lo golpeen. Saco de encima de un ensangrentado chico, del cual desconozco el nombre, a mi... a Ryker, quiero decir. Lo alejo para evitar más sangre, golpes y quién sabe que otra cosa.

Cuando consigo apartarlo, respiro con más tranquilidad hablándole al chico.

—¿Estás bien? —Le sonrío reconfortante—. Te advertí algo así podría suceder.

El rostro de Ryker se desfigura en una mueca confundida donde sus cejas están arrugadas.

—Deja de sonreírle y explícame, ¿qué mierda pasa aquí? —La severidad en su tono de voz me hace querer saltarle arriba y ya sabemos que pensamientos sucios tengo.

Lo ignoro deliberadamente centrando mi atención en el chico que está en el suelo.

—Quería echarte una mano, Liv —me dice y le sonrío afable.

—Deja de sonreírle —vuelve a intervenir Ryker y de nuevo es omitido.

—Eso es muy suicida de tu parte. —Lo señalo con el dedo índice sintiendo la obviedad en mi tono—. Te quiero de amigo.

—Es un delincuente, Livi. —Su tono de voz reprochador vuelve a estar en escena—. De-lin-cuen-te. Que comete un delito, especialmente que lo hace habitualmente.

Ay, que mono. Hasta parece diccionario.

Blanqueo los ojos antes de volver a él.

—Y tú millonario, me encanta tener amigos de diferentes especies. —La emoción no se disfraza en mi voz hasta que me doy cuenta de la información que he esparcido. Me volteo hacia el chico en el suelo—. No lo atacarás, ¿verdad?

La cara bicolor del chico recibe mi comentario con un poco de amargura, su expresión da miedo y sé que no debería decir esto pero, ¿qué puede salir mal? Somos amigos.

—Venga, chico. Un poco de humor —le digo gesticulando con las manos y sonriendo muy falsamente. Bien, pudo haberme intimidado un poco. Su expresión no cambia y antes de que Ryker decida matarlo y su espíritu me persiga por siempre, intervengo—. Vamos que te llevo al hospital.

—¿Tú sola? —pregunta Ry. Y sonrío victoriosa para mis adentros.

Miro a mi alrededor como si buscara a alguien.

—No veo a nadie más a quien le importemos este chico y yo —respondo ayudando al delincuente a ponerse de pie.

—Deja de hacer el tonto y vamos.

Aparta al chico de mi lado, enganchando el brazo del mencionado sobre su hombro. Camino a su lado feliz de la vida y un poco culpable hasta que sus palabras me dificultan hasta la respiración.

—Y me vas a contar cómo es que sucedió todo esto.

Le sonrío de oreja a oreja sintiendo el mundo caerse dentro de mí. Me ha atrapado.

||~𑁍~~𑁍~||~𑁍~~𑁍~||~𑁍~~||

¡Hola, hola!

¿Alguna vez se imaginaron que esto sucedería?🤣🤣

Anecdota rápida de cómo surgió: tuve un bloqueo horrible con el proceder de este capítulo, no tenía idea alguna de qué ocurriría y como de costumbre me fui a caminar (bajo la lluvia con un paraguas para que fluyera mejor jajajaj) y entre algo que me sucedió hace unos años y mi mente creativa logramos ponernos manos a la obra y surgió la idea. Me estuve riendo un buen tiempo🤣 Joys puede corroborarlo.

Bueno, ya dejo de dar muela.

¡NUEVO PERSONAJE!

Cuéntenme su perspectiva sobre él. ¿Que creen que ocurrirá?

Los amito.

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