Capítulo 9
Luka sujetó mis muñecas con una mano, las puso sobre mi cabeza y siguió besando mi boca, bajo sus besos a mi cuello y con su otra mano comenzó a levantar mi camisa.
- ¡Luka para! ¡Por favor! - Supliqué, él no lo hacía y yo ya estaba llorando.
Dejó de intentar quitarme la camisa, pasó su mano por mi abdomen y la bajo hasta mis pierna.
Subió su mano hasta desabrochar mi short y metió su mano, yo hacía todo el esfuerzo que podía para librarme pero el miedo y la impotencia me hacían perder fuerza, aunque estuviera desesperada.
Pero escuché un portazo y luego sacan a Luka de encima de mi bruscamente. Yo reaccioné y me senté en la cama, me acomodé como pude mi ropa y salí llorando de esa habitación. Escuchaba la pelea pero yo solo quería salir de aquí.
Corrí escaleras abajo y fui a la entrada principal. Abrí la puerta me di cuenta que estaba lloviendo bastante fuerte, pero no me importó y salí corriendo, escuchaba pasos correr hacia mi.
- ¡Lena! - Me grita Mateo, yo no le hice caso, solo quería alejarme.
Yo ignoraba todo, solo corría y lloraba, ignoraba los gritos de Mateo, ignoraba a las personas que me regañaban por empujarlas.
Yo no veía bien por las lágrimas y la lluvia, y fue por eso que tropecé con una grieta y caí al suelo, pero aún así seguí llorando, hasta que siento unas manos agarrándome de los brazos.
- ¡No me toques! - Le grite a Mateo con fuerza y apartando mis brazos.
- Lena... -
- ¡Aléjate! ¡Déjame! - Volví a gritar, él aprieta los puños pero suspira y se acerca más a mi ignorando mis gritos.
- Lena... déjame ayudarte - Dijo, me agarró los brazos y me hizo mirarlo, yo pude distinguir su rostro, su mirada preocupada y molesta - Por favor... solo quiero ayudarte... -
Sollocé de nuevo pero esta vez lo abracé tratando de ocultarme y encontrar consuelo, por suerte... era lo que él conseguía darme... me aferré a él mientras sollozaba.
- Él intentó violarme... - Dije con un hilo de voz. Mateo me acariciaba la espalda.
- Pero ahora estás a salvo... él no volverá a hacerte daño... - Responde - Tranquila, todo estará bien, me ocuparé de eso... -
Escondí mi rostro en su pecho y traté de calmarme pero a la vez no podía, Mateo continuó consolandome hasta que conseguí dejar de llorar, solo me quedé en silencio con la mirada perdida y pensando en tantas cosas. Mateo, al notar que me había calmado, suspira y se separa levemente para mirarme.
- Te llevaré a casa... - Dice.
Se levanta y me ayuda a levantarme, pero al momento de apoyar mi pie derecho, mi tobillo dolió tanto que solté un quejido y me apoyé en Mateo para no caer - ¿Qué ocurre? ¿Qué te duele? -
- El tobillo - Respondí con una mueca de dolor.
Mateo me mira y luego coloca una mano en mi espalda y la otra detrás de mis rodillas, me carga sorprendiéndome.
- Mateo, no tienes que hacer esto - Dije intentando bajarme pero él me lo impide.
- Si tengo qué, ahora acepta mi ayuda y no te quejes - Dijo sonriendo un poco y comenzando a caminar.
El camino fue silencioso. Yo apoyé mi cabeza sobre su pecho y como si mi mano se moviera sola, comenzó a hacer figuras en este. Lo miré y él sonreía.
- ¿Qué pasará con tu partido? - Pregunté.
- El entrenador nos aviso que se pospondrá para la próxima semana -
- Esta bien - Fue lo único que dije.
Él caminó hasta mi casa, por suerte no era tan lejos. Al llegar, yo toco el timbre y a los segundos abre mi mamá, me mira confundida y algo preocupada.
- ¿Cariño que te pasó? - Pregunta y nos deja pasar.
- Nada, solo tropecé y me lastimé el tobillo - Respondí, Mateo me deja en uno de los sofás y yo lo miré - Gracias... -
Responde con un asentimiento de cabeza sin más.
- Mamá, él es Mateo, mi compañero de instituto - Dije.
- Un gusto Mateo, y gracias por traer a mi hija - Dice mi madre.
- El gusto es mío. Y no fue nada -
- Esperen un momento, ya vuelvo - Dijo mamá comenzando a subir las escaleras.
- ¿Aun te duele el tobillo? - Me pregunta Mateo acercándose.
- Un poco... - Respondí, me quedé pensando un momento - ¿Crees que me lo haya esguinzado? - Cuestioné mirando mi tobillo.
- No sabría decírtelo -
- Volví - Dice mamá volviendo con dos toallas - Tomen, para que se sequen un poco -
- Gracias - Decimos Mateo y yo al mismo tiempo.
Yo me cubro con la toalla y Mateo se seca el cabello, el rostro y los brazos.
- Tengo que irme - Dice Mateo entregándole a mi madre la toalla.
- ¿Con esta lluvia? - Pregunta mi madre.
- No es mucha molestia para mi, al fin y al cabo es solo agua - Responde.
- Bueno pero al menos déjame prestarte un paraguas - Ofrece ella.
- Esta bien, gracias -
Mi madre le entrega un paraguas y Mateo se va despidiéndose de nosotras. Mi madre cierra la puerta y me mira.
- ¿Qué? - Cuestioné.
- Si que está muy guapo -
- ¡Mamá! -
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