Capítulo 5
Me levanté decidida a irme, agarré mi mochila que tenía a mi lado.
- Lena - Elenor se levanta junto a mi.
Me pasé la mano por debajo del ojo para quitarme las lágrimas rápidamente mientras caminaba hacia la salida a paso rápido.
- Chicas esperen - Dice la del jurado amable, llegando al lado de la seria - Ha habido un error -
Me quedé quieta y volteé a verla.
- Lo lamento Zaira pero tú no eres finalista... - Dice borrando su sonrisa. Zaira agarra sus cosas y se va corriendo - La finalista es Lena Moore, felicidades -
Deje caer mi mochila y ahí no retuve mis lágrimas, Elenor me abraza sonriendo y los demás aplauden como hicieron con las anteriores. Sollocé en el hombro de Ele, estaba Feliz... aliviada...
- Felicidades Len - Me dice Ele.
- No puedo creerlo, soy finalista - Dije aún llorando. Me separé de Ele y limpié mis lágrimas.
- Felicidades Lena - Dice esa voz profunda detrás de mi.
Me giré y vi a Mateo, ahora estaba tan feliz que su presencia no me molestaba al fin.
- Gracias - Dije sonriendo aún y suspiré quitándome las lágrimas.
- Felicidades muñeca - Me dice Luka acercándose a mi, ahí si me sentí incómoda - ¿Quieres ir a festejar? - Preguntó.
- Arruinas mi felicidad - Dije rodando los ojos - No. Gracias - Dije firme y alejándome de él - ¿Algún día te cansarás? Sinceramente ya me estás hartando y ni siquiera nos conocemos - Dije.
- No, no me cansaré, y vete acostumbrando - Me agarro delicadamente del mentón - Ya me fije en ti, muñeca - Me soltó y caminó hacia su hermano dándole un golpe en el hombro con el suyo.
- Patético - Dije, agarré mi mochila y salí de allí con Elenor a mi lado.
Hablábamos de todo lo que podríamos hacer para la final y después en la universidad.
- Debo irme Ele, nos vemos - Dije abrazándola.
- Nos vemos Lena - Nos separamos y yo voy a mi casa, por desgracia mi casa es un tanto más lejos de la academia.
Comencé a caminar hacia mi casa, el cielo ya se estaba oscureciendo y las calles eran solitarias, pero en realidad eso me tranquilizaba, yo no sentía miedo, la noche y el silencio eran mejores que el motor de muchos autos y tantas bocinas sonando juntas.
Escuché el motor de un auto acercándose pero no le di importancia, hasta que ese auto estaba yendo a la par mía, ahí si me preocupé por lo que camine más rápido y alejándome más de la vereda. Miré al auto disimuladamente y era un Porsche negro con las ventanas polarizadas.
La ventana se bajaba y yo me ponía más nerviosa, pero mi miedo se volvió en alivio y enojo al ver el rostro de Mateo.
- ¡Dios! Casi me da un infarto - Dije llevándome la mano al pecho.
- ¿Quieres que te lleve? - Pregunta.
- No gracias - Dije y seguí caminando. Escuché un trueno y me sobresalté.
¡Oh vamos! ¡¿Es en serio universo?!
- Vamos, no querrás caminar bajo la lluvia ¿O si? - Preguntó. Yo lo fulminé con la mirada y escuché otro trueno.
Me asusté de nuevo, le tengo miedo a los truenos por algo qué pasó cuando era pequeña.
- Tu ganas - Dije rendida, el frenó y luego me abrió la puerta desde adentro, me subí al auto, me coloqué el cinturón y él arrancó.
Al cabo de unos minutos la lluvia comenzó, primero fue una llovizna para nada fuerte pero ahora está lloviendo más que fuerte. Miré de reojo a Mateo, podía ver como tenía una mano en el volante y la otra apoyada en la palanca de cambios, su semblante era relajado y atento al camino, por lo cual, se veía en serio muy sexy... Okey... nunca más.
Yo tenía una mano en el posabrazos de la puerta y la otra en mis piernas.
Clásico que cuando llueve enciendes el aire del auto para que no se empañen los vidrios y puedas ver el camino, bueno, por esa razón...
¡Me estoy muriendo de frío! Ya estoy empezando a temblar inclusive.
Mateo al parecer lo nota porque me mira por un segundo y luego agarra su abrigo que tenía en el respaldo.
- Si tenías frío solo era cuestión de decirlo - Dice sonriendo - Toma - Me extiende su abrigo y yo lo agarré sin decir nada ya que en serio tengo frío y no tengo ánimos de pelear ahora.
Me lo puse y lo bueno de tener su abrigo es que el olor de su colonia es hermoso.
- Gracias... - Dije en un susurro.
No dijimos nada más, hasta que un rayo aparece, se veía cerca y la luz y luego el trueno, hacen que me asuste, salté en mi lugar y traté de no hacer nada vergonzoso.
Pero otro trueno vuelve a escucharse y yo cerré los ojos y me agarré a lo más cercano, y no me importó que ese algo fuese el brazo de Mateo, solo quería dejar de escuchar los truenos.
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