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Astrid
Me encontraba frente al Instituto Ryoutei, reconocido a nivel regional debido a su excelente calidad de enseñanza. Mi padre había decidido que me trasladaran aquí por lo que no me opuse, si él decía que algo se debía realizar, significaba que aquello solo sería excelente.
Me fijé en el documento que me había entregado la ama de llaves, divisando un horario y la clase a la cual debía ingresar. Si bien siempre estoy de acuerdo con las decisiones de mis padres, ésta no me estaba convenciendo del todo ya que me encontraba en un instituto de humanos.
¿Qué estarás planeando, padre?
El repicar de un timbre se oyó por todo el lugar, lo que supuse era el aviso de que las clases iniciarían. Llegué hasta el aula indicada en el papel y tras un breve segundo la puerta fue abierta por una mujer, me quedé algo pasmada ya que percibí un aroma bastante particular, sacudí un poco la cabeza y le entregué un sobre a quién estaba frente a mí.
—Atención, jóvenes—habló la mujer a los presentes—. Tendremos una nueva alumna con nosotros —dijo indicándome que pasara—. Preséntate, por favor.
—Me llamo Astrid Labelle —hablé de forma seria.
—Bien señorita Labelle, ubíquese junto al joven Sakamaki —indicó la mujer señalando hacia un chico de cabello azabache.
Asentí y fui hasta el lugar vacío junto al joven que había indicado la profesora, al estar a su lado me percaté de que en efecto no me equivoqué con aquel aroma y grande fue mi sorpresa al percatarme de que el mismo emanaba de él.
Me coloqué en mi lugar antes de verlo brevemente de reojo, creía que mi familia era la única existente de nuestra raza, pero veo que no es así. Percibí como se removía en su lugar por lo que fijé mi vista al frente, sintiendo luego una penetrante mirada sobre mí, sabía que era de ese chico. De seguro identificó mi aroma, así como yo había hecho con el suyo.
La clase fue bastante interesante, me había tocado literatura y la profesora estaba explicando sobre una de mis escritoras favoritas: Joanne Rowling. La hora se pasó rápido para mí por lo que prontamente oí el timbre que daba paso al receso.
—Seguiremos hablando de esto a la vuelta —sentenció la profesora antes de tomar sus cosas.
—Discúlpeme, señorita —escuché que alguien hablaba a mi derecha—. Permítame presentarme, soy Reiji Sakamaki —habló el chico de cabello azabache.
—Es un placer, Reiji —contesté con picardía antes de extenderle mi mano—. Astrid Labelle —dije captando como él la tomaba y depositaba un suave beso en ella.
—El placer es mío —contestó antes de acomodarse sus lentes—. Veo que eres diferente —habló una vez estuvimos solos en el salón.
—Pensé que mi familia era la única —declaré poniéndome de pie para verlo mejor—. Imagino que conocerás a mi padre, Alucard Hellsing.
—El honorable señor Hellsing, he oído de él —afirmó apartándose un poco para dejarme pasar.
—Me alegra saber eso —pausé un momento—. Espero no causarte molestias, pero tengo algo de apetito, ¿serías tan amable de indicarme dónde está la cafetería?
—Permítame acompañarla —expresó extendiéndome su brazo.
—Que caballero —dije sonriendo coquetamente—. Puedes hablarme de tú —declaré enganchando su brazo para dejarlo guiarme.
Recorrimos algunos pasillos hasta llegar a destino, en el camino noté como varias chicas volteaban a verme junto a Reiji, debido a esto me percaté de que es alguien muy popular. Sentí mi ego más elevado al notar sus expresiones de asombro y la forma en cómo me miraban denotaba cierta molestia en algunas, lo que generaba pequeñas sonrisas en mis labios.
Una vez en el lugar, logré captar varios aromas, sorprendiéndome de que no solo el chico que estaba junto a mí era un vampiro, sino que habían más como él. Obviamente no demostré mi sorpresa, mantenía una expresión seria e indiferente puesto que no sabía cómo eran las personas en este sitio y tampoco confiaba muy rápido en nadie.
Me solté del agarre de Reiji y me dirigí hacia la barra, ordené un sándwich que había visto en el exhibidor junto con un jugo de fresas para luego dirigirme a una de las mesas. Observé el lugar, notando que además de los vampiros, habían dos humanos con un aroma bastante atrayente e interesante para mi gusto.
—Nfu~ Vaya, vaya... pero ¿qué tenemos aquí? —dijo alguien frente a mi—. Mi nombre es Laito Sakamaki —habló un chico con una sonrisa de lado plasmada en su rostro—. ¿Y usted bella dama? Nfu~.
—Astrid Labelle —contesté levantando mi mano la cual tomó y besó suavemente—. Veo que no eres el único por aquí con tan peculiar aroma —dije suspicaz.
—Puedo decir lo mismo —respondió con un brillo en sus ojos esmeralda.
—Espero que no estés molestando a la dama, Laito —habló Reiji tras de éste.
—Claro que no, Reiji ~ —bufó algo molesto, para luego notar como cuatro chicos más se encontraban parados frente a la mesa que había elegido.
—Permíteme presentarte a mis hermanos —indicó Reiji al tener a todos ahí—, él es Shu —dijo señalando a un rubio con los ojos cerrados—, Kanato —inquirió en dirección al chico con un oso de peluche entre sus manos—, Ayato —señaló a un pelirrojo con una sonrisa arrogante— y Subaru —finalizó indicando a un chico albino.
—Me sorprende saber que aún existen más como nosotros —expresó el chico llamado Ayato hacia mí.
—Pienso igual —respondí con seguridad—. Aquellos también son vampiros, ¿verdad? —cuestioné señalando a unas mesas de donde estábamos a cuatro chicos.
—Por desgracia —afirmó Reiji acomodándose los lentes—. Pero no son de raza pura como nosotros.
—¿Y ella quién es? —pregunté al percatarme de la presencia de una chica rubia que se encontraba cerca del chico que sostenía su oso de peluche. Su olor me era un poco fuerte, ya que al ser mujer, la sangre de estas me es indiferente.
—Ella es nuestra zorrita, Nfu~ —respondió Laito con una sonrisa algo pervertida.
—Tsk, que falta de modales los tuyos —escupió el azabache hacia este—. Ella es Yui Komori.
—Ho-hola —saludó tímidamente y me limité a asentirle como respuesta.
—Yui —llamó el chico pelilila—, ¿me acompañas junto a Zaphyr? —cuestionó y ésta asintió, recibiendo una atenta mirada de Reiji.
—Los humanos de allá... —dije indicando hacia donde la chica rubia se dirigía.
—Aún tenemos nuestras dudas. Nfu ~ —intervino Laito.
—Pero pronto sabremos quienes son realmente —afirmó el chico rubio acomodando sus audífonos.
Luego de esa respuesta quedamos sumidos en un corto silencio, el cual fue interrumpido por el sonar del timbre, anunciando el final del receso. Me excusé con quienes estaban a mi alrededor, agradecí a Reiji por su caballerosidad y me dirigí nuevamente a la clase a continuar con mis actividades.
Una vez la hora de literatura terminó, me di cuenta que la siguiente clase no era con Reiji puesto que no lo vi entrar en el cambio de salones. Durante la clase de historia realmente me quedé fascinada por la magnífica explicación que el profesor estaba realizando sobre la cultura griega. Si bien me la sabía de memoria, en verdad admiraba a los humanos capaces de exponer y explicar con tanta pasión temas realmente fascinantes.
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