Capitulo 5 (Acís Y Galatea)

Día 5.- Acís Y Galatea:

El episodio narra la historia de amor entre el mortal Acís y Galatea, una nereida. Cuando el celoso cíclope Polifemo mata a Acís, Galatea transforma a su amante en un inmortal espíritu del rió.

Espero que les guste mucho, y que se den cuenta que obvio combine los nombres de Milo y Camus con Acís y Galatea.

Disfruten la lectura.

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La corriente marítima trae y aleja su oleaje de la orilla.

La luna en su máximo esplendor en el cielo, ilumina todo a su paso con un azulado brillo.

El ambiente es cálido, perfecto para nadar, para regocijarse en la arena, jugar, divertirse o simplemente delatar el amor que posees a una persona en especificó.

Dos amantes se encuentran dentro del mar, dedicándose caricias de amor impulsivo.

No se habían podido ver por un tiempo, pues el joven de cabellos cerúleos tuvo que hacer un largo viaje, pero desea tanto regresar, solo por ver a su amado, de adorables ojos violetas, un hijo del mar, que disfruta las atenciones de su atractivo hombre.

Se besan sin importar que el aire falte en sus pulmones.

Se abrazan con pasión, el peliaguamarino sobre el regazo del contrario, abrazándolo con fuerza alrededor del cuello, intensificando sus acciones.

No solo un beso se han dedicado, debajo del agua sus cuerpos se unen, una y otra y otra vez. Incontables veces se habían necesitado todo este tiempo que estuvieron lejos, y al fin podían volver a ser uno.

Milocís siendo el nombre del pelicerúleo, de piel caliente, sonrojo en las mejillas, esta mojado por completo, admirando el cuerpo que se entrega en placer sobre él.

Siendo tan indecoroso y atrevido al chupar los pezones erguidos que su amante Camustea, quien le permitiré hacer lo que sea con su cuerpo.

La estrechez del alma de mar, solo para él.

Lo extraño por tanto tiempo, que ahora mismo, ya había perdido la cuenta de las veces que lo ha penetrado.

Se besan con suma pasión, se miran a los ojos y sonríen, la luna baña sus cuerpos con su luz, sus corazones laten al unísono, mientras se profesan su amor con tiernas palabras.

Ambos son tan felices, por al fin estar una vez más juntos.

-Aaaahhmmmh... Estas... Yendo muy... Pro-Pro Aaaah... Fundo- Reclama quien posee el nombramiento de nereida, sintiendo como su cuerpo es penetrado más fuerte por su amado.

-¿Acaso no te gusta de esta forma?- La pregunta de forma picara.

Milocís lo está recargado a la orilla del mar, detrás de unas rocas, sus manos firmes y toscas sujetan la pequeña cintura, para hacer que el peliaguamarino se alce y baje sobre él.

Siente la gloria misma en esos sentones que recibe, lo amaba, el mayor placer que uno puede tener al hacer el amor con la persona que posee su corazón.

Se encuentra sonrojado y jadeante, intenta hablar, su rostro y torso están empapados en sudor, mientras sus caderas bajan sumergiéndose en el mar, para observar los ojos aguamarinos de su anhelante amor –Siiii~ Me gusta mucho... Pero, es demasiado... Ooomh... Me siento muy extraño de allá bajo Eeehm- En ese momento sus orbes vieron las estrellas, solo puedo sentir como su trasero es invadido hasta tocar ese punto cálido que lo hace perder la razón.

La mirada obscena y socarrona de Milocís se presenta, admira como lo vuelve un desastre, disfruta sentir como se hace más apretada esa entrada –Es normal sentirse así... Llevamos casi toda la noche haciéndolo... Y sigues igual de suave y estrecho que me vuelves loco Camustea- No soporta más, muerde la oreja del nereida, para sujetarlo con mayor fuerza, rodeándole su cintura para hacerlo caer sobre su pene, aprisionando su cuerpo entre sus brazos, para hacerlo gemir de placer.

El pelicerúleo está a nada de correrse por posiblemente cuarta vez en ese hermoso cuerpo, que ha sido bañado y bendecido por el mar y la luna.

El nereida se deja llevar, pierde la razón por ser tocado de esta forma, mientras su amante da pequeñas nalgadas a ese suave trasero, provocando que se sobrestímale su cuerpo, a la vez que corresponde el abrazo, frotando su pene contra el abdomen de ambos.

Es la vida que siempre deseo, sentirse amado por alguien que ama también. Nunca imagino que Milocís, pudiera ser esa persona, su mejor amigo de la infancia. Siendo solo uso infantes se conocieron y anqué fuera tan diferentes por sus origines, se hicieron amigos y al llegar a la adolescencia se enamoraron, pero fue hasta en la adultez que se atrevieron a confesarse.

Ese amor surgió tan puro e inocente, convirtiéndose ahora en uno apasionado y salvaje, pero eso no quita que era un sincero amor.

Uno que... No todos consideran adecuado.

Ninguno se dio cuenta de las miradas de odio que les están dedicando, de ese ser de cabellos verdes y mirada cual jade, le ha provoca inmensos celosos, esta completamente dispuesto a lo que sea para alejarlos.

La entrega mutua ha terminado, Milocís se corrió en ese interior, mientras Camustea entre ambos cuerpos, casi perdió la conciencia, su cabeza termina descansando en el hombro izquierdo de su amado, jadeante y avergonzado por cómo se comportó hace segundos, sin medir su tono, ni ser pudoroso con su cuerpo.

Pero es feliz, simplemente al sentir las toscas manos en su espalda, como las caricias y brazos que lo protegen, la respiración caliente y su corazón latiendo, es suficiente para sentirse amado.

Admira el aroma natural de su hombre y es feliz al recibir su amor enteramente, y por esa razón sonríe –Camustea... Pienso pedir tu mano a tu padre mañana mismo- Se lo dice sin más, declarando su enorme deseo.

Estas palabras alertan al nereida, aleja su cabeza del hombro para verlo a los ojos -¿Qué dijiste?- No lo puede creer, sus ojitos violetas se sorprenden tanto que lo creía un imposible.

Sonríe confiado, admirando el rostro rojizo de su querido hombre –Sé que para todos, nuestro amor es una locura, pero no me importa- Niega con suavidad, para mostrarse feliz por tenerlo entre sus brazos -Quiero que todos sepan que te amo, que estoy dispuesto a lo que sea por ti, enfrentarme a tu padre y a todos con tal de tener su permiso, para casarme contigo, y que seamos uno siempre, sin tener la necesidad de esconderos- Se lo dice sin mayores rodeos, declarando su profundo amor y la importancia de este para él.

Se queda pensando todo un segundo más y de repente sus ojos se inundaron en lágrimas, para asentir con una enorme felicidad -¿Lo dices de verdad? ¿No me estas mintiendo?- Teme tanto que solo sea una cruel broma.

Se preocupa al verlo llorar de esta manera, ya ha salido del peliaguamarino pero aún está sobre su regazo, ambas manos se dirigen a limpiar esas lágrimas y dedicarle una sonrisa de confianza –Jamás mentiría con algo como eso, quiero hacerte feliz, honrar nuestro amor y hacer realidad todos nuestros deseos- Le acaricia la mejilla y siente como su mano es atrapada por la del nereida, pues quiere sentirlo contra su piel –Claro, si de verdad me aceptas como tu marido- Le gusta molestar al otro un poco.

Asiente tantas veces y sujeta esa mano contra su mejilla sintiendo la calidez que disfruta del cuerpo ajeno –Claro que si, aceptó casarme contigo- Se lo dice sin esperar más, para besarlo en los labios, lanzándose a sus brazos de nuevo.

Milocís corresponde a esta impresión, para una vez más sentir lo húmedo y hermoso de su amado Camustea.

Cuando al fin salieron del mar, Milocís le entrego su capa al nereida, para que no pasara frio o su cuerpo se vea demasiado revelador.

Ambos van abrazados, sintiendo el calor y amor de la persona que más ama, siendo acompañados por las luciérnagas y algunas aves que aún no duermen.

Son tan felices, tan alegres, su amor no podría ser extinguido tan fácilmente.

-Incluso si mi padre se llegará oponer, no me importaría huir contigo a tierras lejanas- Sonríe siendo tomado por la mano del hombre que más ama.

-¡¡¡¿DE VERDAD SERÍA CAPAZ DE HUIR CONMIGO?!!!- Le habla con toda la emoción del mundo.

Asiente –Si, no me importa nada más que estar a tu lado-

Lo abraza con tal fuerza que eleva el cuerpo del peliaguamarino por los aires, dándole unos cuantos giros. Sus sonrisas y sonrojos son enormes, como desearían permanecer así para toda la eternidad...

Pero a pesar de su hermosa alegría y amor, lo celos no se pueden detener.

Quién los espió, solo desea acabar con la vida de Milocís, para que nunca más vuelva a tocar a Camustea. Como deseaba que ese hermoso ser lo viera como mira a ese hombre... Así que la única manera en que pensó para hacer realidad su deseo enfermo, es... Matándolo.

-Ahora las sonatas que mi flauta produzcan, te las dedicare solo a ti, para que las escuches siempre. Te hare canciones solo para tus hermoso oídos- Habla, pensado en que cuanto regrese a su hogar, tocara dicho instrumento para tomar valor e ir hablar con el padre del joven.

Su sonrisa de sonrojo se manifiesta en su rostro, asintiendo y suspirando -Quiero escucharlas cada noche al dormir...- Aun se siente tímido por la cercanía tan grande que ambos poseen.

-Lo que tu desees, mi cubito adorado- Lo cursi no se le quita, pero es porque es tan feliz en su corazón.

Sin embargo y repentinamente escuchan un fuerte estruendo, los animales empezaron a correr en su dirección encontrándose con ellos de frente.

Por inercia el peliaguamarino abraza a Camustea para protegerlo de lo que sea que venga.

Ambos no entienden que ocurre, hasta que denotan como un gigante desde la cima de la montaña cercana, arrojo una enorme roca que viene en su dirección.

Fue con tal fuerza lanzada, que muy rápido llego casi a ellos, teniendo aquel peligroso objeto a su delante en tan solo unos segundos.

No permitirá que nada malo le pase a su amado, lo aleja con un fuerte empujo hacia la maleza sacándolo de la dirección de esa roca, provocando que ese peñasco de piedra vaya en su dirección, logra correr para tratar de esquivarlo, pero al parecer es imposible hacerlo, pues ese objeto lo persigue en cual punto que vaya.

Los violetas ojos no entienden que ocurre, solo sabe que su amado está en peligro, y quiere hacer algo para protegerlo, pero se ha alejado tan rápido que lo ha perdido de vista, fue detrás de él buscándolo, no puede creer que esa roca no lo deja de seguir.

Pero antes de poder alejarse de donde todo inicio, logro elevar su vista y reconocer al gigante que provoco este desastre y aunque con miedo, sabe que si algo le llegar a pasar a su Milocís, su ira estará destinada contra ese sujeto de cabellos verde oscuro.

Lo intenta buscar, yendo en dirección del desastre, hasta que escuchar el grito de dolor de su amado, esto estremece a su corazón, y sus piernas corren lo más rápido posible hasta llegar a localizar.

Debajo de la roca, se ve el cuerpo de Milocís, su rostro está lleno de sangre.

Sus piernas tiemblan de terror al verlo, llego corriendo su lado, para arrodillarse ante él, y tocar su ensangrentado rostro con miedo de creer que no siguiera con vida.

-¿Mi-Mi... Locís...?- Lo llama entrecortado, rogando que esto no sea verdad.

Lamentablemente estos son sus últimos momentos, ver el rostro de su amado con lágrimas y una profunda tristeza, el dedico una sonrisa –Camustea... Estoy bien... Cof, cof...- Escupe sangre de su boca, sus órganos han sido destrozados por el enorme peso que no pudo esquivar a tiempo –No llores por favor...- Le pide su ruego –Da-Dame... Una sonrisa... Más cof, cof, po-Por... Favor...- Sabe que morirá, pues no existe forma de salvarlo.

Camustea, entiende esto como una despedida, su mente se lo confirma, pero no puede permitirlo –¡¡¡NO, NO MI AMOR, MILOCÍS, NO ME DIGAS ESTO, NO LO DIGAS!!! ¡¡¡ESTO NO PUEDE SER POSIBLE!!!- intenta mover la roca con todas sus fuerzas, pero sus brazos no son capaces de hacerlo, no posee suficiente fortaleza para eso –Por favor, resise... Te salvaré, el agua te salvara... Te curare... De alguna manera- Comienza a gritar desesperado -¡¡¡POR FAVOR, QUE ALGUIEN NOS AYUDE!!! ¡¡¡SE LO SUPLICO!!!- Intenta una vez más mover la roca, pero todo su esfuerzo es en vano.

No siente sus piernas y sus brazos están entumecidos, pero aun así intenta tocar a su amado que no quiere aceptar la realidad.

Le llama su atención, haciendo que lo mire con desesperación ante el cruel destino de ambos –No sigas... No existe manera... Camustea...- Le dedica una tierna sonrisa a pesar de estar manchado de sangre, mientras de a poco va cerrando sus ojos pues se queda sin energías.

Niega con la cabeza miles de veces –Tienes que a verla...- Pero lo noto, la muerte está llegando a su amado, y esto provoco que su cuerpo tiemble, sin tener más fuerzas para mover la roca –¡¡¡NO... NO PERMITAS QUE ESTO OCURRA...!!! ¡¡¡MILOCÍS, PROMETISTE ESTAR A MI LADO PARA SIEMPRE...!!!-

-Lo estaré...- Le responde, para sonreírle y sentir como su vida se le escapa –Solo, dime que me amas... Solo dímelo... Una... vez... Más...-

Su luz se va, el calor lo extingue de ese cuerpo, le esta cumpliendo su deseo, le sonríe con lágrimas en esos ojos violetas, mientras lo despide –Te amo, Milocís, te amo más que cualquiera... te amare por siempre, lo juro- Sujeta esa mano que ya no tiene fuerza alguna.

-También yo... Lo haré por siempre... Te amo Camustea... Te a... Mo...- Y fue así como la muerte lo envolvió, para llevarse su alma de una vez por todas.

Dejando destrozado un corazón que llora desconsolado, aun pide ayuda, ruega por ser escuchado, por encontrar una solución en medio de su martirio.

Su petición fue escuchada...

---Tiempo después---

-La estación está muy pronto a cambiar...- Los cabellos largos aguamarinos ondean en el aire, mientras el gélido ambiente lo inunda, ya no siente nada de calor en su corazón, su cuerpo siempre se había mantenido helado, así que esto ya no le es importante.

Delante de sus ojos un hermoso e imponente rio se hace presente, cada día lo visita y se queda allí toda la noche, de hecho lo ha vuelto su hogar, en ese lugar siente una muy pequeña felicidad –Y así como las estaciones cambian, pronto llegara el momento en que nazcan...- Sonríe ya sin brillo es sus ojos, su mano toca el abultado vientre de casi nueve meses, siendo su única razón para vivir.

Su mirada se fija en todo el cuerpo de agua y se sienta con sumo cuidado en el seco pasto, para tocar el rio que sin importar la temperatura externa, siempre se mantienen cálido, tan agradable y con su simple toque, el líquido se vuelve rojo a su alrededor. La reacción que le dicta que aún permanece en ese rio el ardiente corazón de su amado.

-Los oráculos predijeron... Que serán dos niños...- Sonríe con la mirada perdida –Serás muy pronto padre... Milocís... Los traeré siempre aquí contigo... Mi amor... Ellos conocerán todo de ti... Yo...- No puede evitar llorar, a pesar de a ver conseguido el favor del Dios Poseidón. Trasformo la sangre de su querido amor en este rio que lleva su nombre... No puede evitar sentir el pesar de que jamás volverá a verlo, a abrazarlo, a besarlo, que nunca podría volverlo a escuchar, solo podría sentir su leve calidez del rio que le pertenece, pero eso es suficiente para sentirse en paz...

Extrañaría por siempre volver a estar a su lado, hacer el amor hasta no poder más, pero gracias a esa última vez, Milocís dejo su semilla en su vientre que ha dado fruto.

-Te sigo amando... Y te seguiré amando y te amare más allá de todo... La muerte no me impedirá que te espere y nos volveremos a reencontrar muy pronto... Lo sé- Le recita con amor, mientras en ese lugar, entre sus pertenencias posee la flauta que su amado le solía tocar para alegrarlo, y de manera torpe, empieza a recitar sonatas que recuerda, llorara miles de veces, y nunca se alejara del rio que lleva el nombre de su amado.

A pesar de no tener un final feliz su vida, sigue siendo amado y estando a lado de su querido Milocís, con la bendición de dos hijos, que protegerá con su vida de quienes sea. Seguirá amándolo hasta que la vida se le acabe, y esperando que en la muerte estén juntos como no pudieron en este mundo.

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Buenos días, tardes, noches, ¿Que hora es? ¿Quien me ha robado el reloj? ¿Como están mis terrones de azúcar?

Espero que muy bien.

¿Disfrutaron el capitulo de hoy?

Los leeremos después.

Los quiero mucho.

Ammu se va.

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