1
"Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre — ¡que bueno!— han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida."
* * *
Hyungwon terminó de leer el famoso poema y lanzó un íntimo suspiro; sintió una devastadora lastima por la persona que pudiera albergar tal destino y fijó su vista en algún punto de la pared al sentirse demasiado preocupado sobre ello.
—no querría jamás en mi vida encontrarme a un amoroso...
Lo susurró levemente, fugaz, como un deseo intenso que se experimenta al sentirse aludido sobre algo del futuro que es incierto. Se levantó del sillón caminando por la sala hasta llegar a la pequeña biblioteca, guardó el libro y miró el cuadro a un lado en la pared, era un óleo de una pequeña choza lúgubre iluminada por una débil luz.
—que terrible sería, me compadezco de una persona así—se volvió a susurrar ensimismado. El sentimiento de lástima y desasosiego no lo abandonaba en ningún momento, se mantenía latente ahí en su pecho como si quisiera advertirle sobre lo inminente; volvió al mullido sillón, tomó su taza de té y bebió un poco sintiendo el cálido del líquido expanderse por todo su cuerpo, Abrió los ojos y vio hacia el cuadro de nuevo, comprobó su ambiente y sintió la fuerte necesidad de levantarse para aumentarle a la calefacción. Apenas iba una semana de invierno y la casa entera ya se sentía como un refrigerador gigante.
Con más calma pensó en el poema y se dijo a sí mismo que, si algún día tuviera que encontrar a alguien para vivir su vida sería precisamente una persona totalmente contraria a un amoroso, quería a alguien gentil, con un trabajo estable, responsable, que lo amara, y que además por las mañanas lo despidiera con un beso corto y un "Nós vemos en la cena, cariño"; algo dulce y tierno de experimentar. Eso era más lógico a querer vivir en una constante incertidumbre de no saber qué sucederá en el futuro con aquél tan débil amor; definitivamente nadie querría eso.
Miró la hora en el reloj digital que descansaba en uno de los muebles de madera que decoraba la habitación; 1:50 de la madrugada, era relativamente tarde así se levantó del sillón de nuevo con su taza de té en mano y caminó hacia su habitación. La hora de ir dormir había llegado al fin, en pocas horas debía comenzar su nuevo día y tendría que hacerlo con una buena cara.
Así era siempre.
La mañana llegó sutil. A las 6:30 el despertador sonó pero Hyungwon ya estaba despierto un minuto antes, apagó el aparato, se estiró sobre la cama y tembló un poco al sentir como un hilo de frío se le escabullía por debajo de la camisa de pijama, la cual había sabido levantarsele en medio del estiramiento; bostezó cubriendo su boca, se levantó del lado derecho y lo primero que tocó fueron sus mullidas pantuflas, acomodó la cama y se dirigió al baño. Al recorrer la habitación sintió un frío espeluznante y esperó que el conserje hubiese arreglado esta vez el conducto de agua caliente o sino obtendría una hipotermia pronto.
Luego de tomar un agradable baño cepilló sus dientes y peinó su cabello dividiendolo con una línea perfectamente hecha por la mitad, bien pulido tal y como lo hacía su madre cuando aún vivía con ella. Caminó a la habitación de nuevo y eligió entre su ropa una camisa blanca, un corbatín rojo, pantalón de lino negro, un suéter de manga corta decorado con rombos en escalas de grises y zapatos negros perfectamente lustrados del día anterior; se preparó con perfecto cuidado y se vio al espejo la enorme uniceja conformándose enseguida con lo que veía, añadió sus típicos grandes lentes redondos para después salir en busca de algo qué desayunar.
—Hola, Lulú.
Saludó a la gata gorda que meneaba su cola peluda y naranja en la ventana de su cocina, ronroneaba y le veía con sus pálidos ojos grises. Lulú era la gata de su vecina, pero por alguna razón la felina siempre se las arreglaba para escapar y esperarlo fielmente para desayunar.
Sonrió cuando vio a la felina bajar con destreza por la pared evitando el fregadero y saltando directo al punto libre de la encimera, para después saltar de nuevo al suelo y caminar hasta frotarse en sus largas y delgadas piernas; era una niña muy linda a la que cuidaba como si de su propia gatita mimada se tratase.
Se agachó para levantarla, esa precisa mañana la sintió un poco más pesada de lo normal, así que la levantó hasta arriba de su cabeza y la miró juzgandola.
—¿has subido de peso, Lulú?
La gata sólo lamió su mano en respuesta, como excusandose sobre su culpabilidad. Luego de verla y comprender, Hyungwon la llevó a su pecho, y besó su peluda y suave cabeza
—no puedo enojarme contigo si me ves de esa forma, tú ganas.
Bajó a la gata juguetona que comenzó a caminar hacia el lado derecho de la cocina; Hyungwon la siguió mientras sonreía, alcanzó la gaveta y tomó algo de alimento para gatos.
—mira Lulú, he traído algo enlatado con sabor a salmón. Mmmh, tal vez esto ayude a tu digestión.
Se agachó y puso la comida donde esperaba impaciente el animal, terminó por vaciar la lata en el plato y dejó el espacio libre para que la gata degustara su nuevo producto; momentos después de confirmar que lo comería sin problemas, se separó y la dejó sola.
Decidido ahora a hacerse cargo de sí mismo, tomó de otra gaveta un paquete de pan a medio terminar, sacó dos tajadas y las puso a tostar. Mientras esperaba se dispuso a poner la mesa, así que caminó al refrigerador, sacó mermelada y jugo de naranja natural e hizo dos huevos con yema blanda, hasta que al fin el pan estuvo. Feliz se sentó para comer en silencio mirando al rededor de la cocina de vez en cuando. —debería comprar una radio —se dijo a sí mismo en un murmullo como todos los días, para luego dar una mordida a su tostada. Sintió un peso en sus piernas y se despegó un poco de la mesa para darle espacio a Lulú, quien complacida y llena del estomago se recostó en su regazo.
—¿estás bien ahora? — Un leve ronroneo fue la única forma de afirmación, así que el castaño asintió y siguió hasta terminar de desayunar.
Limpió la cocina una vez se levantó de la mesa, cepilló sus dientes de nuevo y se pulió el peinado, siempre dejando la línea en la mitad bien definida; esparció algo de colonia y tomó su maleta para salir al trabajo de una vez por todas.
—¿Lulú? Lulú ¿dónde estás mi corazón? ¡Oh, por Dios, esta chica me desquicia!
Hyungwon miró la silueta de su vecina a través de la ventana que se encontraba cerrada y con cortinas blancas, no tenía que verle el rostro para darse cuenta de que estaba desesperada buscando a su preciada mascota. Miró con complicidad a la directamente implicada y está, con sus ojos grises, se excluyó de toda culpa.
—eres demasiado suelta, Lulú ¿qué le diré ahora? — el castaño fue hasta donde se encontraba sentada la gata lamiéndose como si no fuera de ella de quien trataban, la levantó y la llevó consigo hasta la puerta, no sin antes dar un último vistazo a su casa. Así fue como salió al fin.
—señora Bakker, Buenos días ¿cómo la trata la mañana? —el castaño había caminado a través del jardín que guardaba un poco de nieve, y con una cálida sonrisa en el rostro saludó a la señora en bata y rulos en la cabeza que se encontraba parada en la acera frente de su casa.
—Oh, Hyungwon, cariño. He estado bien ¿y tú cómo estás?
—muy bien a decir verdad. — comentó con cariño — por cierto, he encontrado algo en mi cocina esta mañana— con suavidad Hyungwon levantó su brazo y le mostró a la felina que meneaba su cola de nuevo.
—¡mi pupurrumi! —la señora se vio fascinada por ver a su gata de nuevo, por lo que corrió hasta alcanzar al castaño para recibir a su mascota. —gracias, cariño, te agradezco mucho por cuidar a mi cosita.
—no se preocupe, es una niña muy tranquila—el castaño se acercó hasta estar frente a la gata, tocó con su dedo su naricita blanca y le habló —te portaras bien con la señora Bakker ¿cierto? —la gata bostezó y luego mordió levemente el dedo de Hyungwon, el cual rio para luego ver a la señora. — tengo que ir a trabajar, por favor cuídese del frío, señora Bakker.
—por supuesto, cariño, tú también ten cuidado con el camino.
Con una sonrisa sincera se devolvió a la cochera hasta montar su auto; cuando iba saliendo sacudió su mano despidiéndose de su vecina y vio como esta tomaba una de las patitas delanteras de la gata y comenzaba a sacudirla en son de despedida. Con una nueva gran sonrisa salió hacia su trabajo.
Hyungwon era un chico de veintiséis años, castaño, alto, de piel color caramelo, y ojos avellana que todo el tiempo eran cubiertos por una uniceja poblada y unos lentes gigantescos redondos; tenía un estilo muy anticuado, una apariencia corriente y algunas marcas en las mejillas que le había dejado la pubertad, ni decir de su risa la cual era demasiado particular debido a su rinitis. Pero aún con todo y eso, Hyungwon seguía siendo atractivo a su manera.
Había estudiado literatura en la universidad de Amsterdam y se había especializado en bibliología, eso le permitió ser dueño de su propia librería en el centro de la cuidad, cerca a la estación central; después de viajar desde Corea a la cuidad actual, tuvo el apoyo de su madre para salir adelante en la cuidad extranjera, fue así como estudió y comenzó su propia pequeña empresa a partir de lo que le gustaba; los libros. Le encantaba leer y aprender sobre mundos posibles, cuentos felices donde el amor siempre estaba a flor de piel, aunque él mismo no hubiese encontrado alguno.
No importaba, total, El amor siempre ganaba la batalla.
En su afán de encontrar eso tan bello, siempre se centraba en soñar que era querido por la persona perfecta, un hombre con una edad adecuada, con buen sentido del humor y que, obviamente, le gustasen los musicales; que no fuera aburrido, pero tampoco un bufón hablador y menos, pero para nada, quería a alguien que luciera como algún tipo de vago sin futuro.
¡Eso jamás!
Sí, era gay, a Hyungwon le gustaban los hombres tanto como le gustaba ver el programa sobre suricatas en Nat Geo. ¡Eso era muchísimo! Considerando que en las noches de los sábados u domingos tenía una maratón del dichoso programa.
No bebía soda ni ninguna clase de bebida carbonatada o dulce que pudiera dañar sus dientes, comía vegetales al almuerzo y a la cena, se mantenía a raya con todo tipo de comida chatarra o dañina que pudiera obstruir con grasa sus venas arteriales y, en especial, el alcohol y los cigarrillos
¡los odiaba!
¿¡TATUAJES EN LA PIEL!? ¡JAMÁS!
nada que pudiera hacer que su madre corriera despavorida desde Seúl a Amsterdam. El castaño era absolutamente estricto respecto a su salud, sus cosas personales y su trabajo. Si tenía que hacer las compras, entonces con uno o dos días de anticipación hacía una lista con todo lo que debía obtener para así no quedarse corto. Organizaba todo, bueno, todo el tiempo, ya fueran los horarios, las salidas, y en especial, la visita al odontólogo, esa nunca, nunca, nunca podía faltar; cada mes sin falta el castaño visitaba al doctor Ever para que revisara sus dientes.
Era en sí un chico rigido y muy cuadrado, había aprendido a ser así por su madre quien le había enseñado mucho en la vida y con mucho amor.
Su padre había abandonado el mundo cuando apenas tenía doce años, desde ese entonces su madre se dedicó en cuerpo y alma a cuidarlo de todo mal; Todo en casa era absolutamente tratado, las comidas debían ser orgánicas y bien cocidas, y para salir a jugar afuera era una osadía, apenas y lograba ir a la escuela. El día en que el castaño le dijo sobre sus planes de viajar a Amsterdam para hacer su carrera, su madre, la señora Chae, se echó a llorar desconsoladamente quizá para convencerlo de lo contrario, pero eso no logró hacer que cambiara de idea; la madre, al ver que su hijo no cambiaría de parecer aceptó, pero sólo con la condición de que la llamaría a diario y le escribiría, además de que se reunirían para todo tipo de festividades, incluso en la más pequeñas.
¿Cómo negarse a eso?
Sólo se tenían el uno al otro en ese mundo; además jamás podría decirle no a su madre de frente. Jamás.
Hyungwon llegó al fin a su lugar de trabajo, parqueó su auto una calle antes y tomando su maleta caminó hasta la librería la cual estaba ubicada en una pequeña y angosta callecita cubierta de reprentativos edificios; Debido al invierno, los muros que rodeaban el local estaban llenos de nieve al igual que la acera. Miró callé arriba y el señor de la limpieza lo saludaba mientras removía la nieve que obstruía la cuneta, por lo que saludó levantando la mano también recibiendo de vuelta una calurosa y amable contestación.
— ¡Ten un bien día, muchacho!
— ¡lo haré. Tenga cuidado con caer por la nieve!
Viendo como el señor le restaba importancia a su recomendación y sacudía su mano mientras sonreía, sacó las llaves del bolsillo interno de su abrigo y abrió la puerta haciendo sonar la campanilla, obteniendo de ello una alegría especial. Una vez dentro aspiró el aire del local, el olor a libros lo llenaba lo suficiente para hacerlo sonreír; era increíble lo mucho que lo emocionaba. cerró la puerta y caminó hasta el recibidor, apoyó su maleta en una silla y volvió a salir siguiendo el pasillo hasta dentro para tomar una escoba; debía limpiar antes de abrir en su totalidad y así mantener todo agradable.
Para las 10 de la mañana ya la librería estaba completamente a servicio de los clientes; a pesar de estar ubicada en una parte relativamente desconocida y poco transitada, muchas personas ahí llegaban ya fuera por curiosidad, por conocimiento propio o bien fuera por recomendación, Igual, el trabajo no estaba siendo tan simple los últimos meses.
Lo más difícil de atender un cliente tras otro eran los y las chicas que querían pasarse de listos al querer robar, de vez en cuando sucedía y lograba atraparlos, pero uno que otro se escapaba dichoso de su delito; hacía semanas se había hecho de varias cámaras en el primer y segundo piso, pero aún así era demasiado para una sola persona. A la hora del almuerzo apenas y le quedaba tiempo de cruzar la calle y pasar a un pequeño restaurante gourmet donde servían una deliciosa comida, al menos para Hyungwon, quien disfrutaba a diario del especial de la casa, el cual era una ensalada preparada a base de todo tipo de lechuga, tomates y trozos de carne. Luego de estar satisfecho, pasaba de nuevo a la librería, abría y seguía atendiendo hasta casi las 8:30 de la noche.
Ese día, justo al cierre, una venerable anciana llegó en busca de una colección erótica de una nueva escritora que estaba en apogeo; a Hyungwon no le impresionó, lo cierto era que las fachadas engañaban muy bien y así como algunos pensaban que un libro podría juzgarse por su portada, así mismo no sucedía con las personas y su gusto por lo literario; era más complicado que eso. Oscilaba desde la chica punk que leída historias de romance rosa, hasta la anciana que buscaba libros sobre amor lésbico.
Todo podía ser posible.
Luego de ubicar algunos libros en el estante y de regresar a la caja, volvió a escuchar la campana de la puerta, así que levantó la vista con el ceño un poco fruncido; aunque amara su negocio, también amaba la comodidad de su casa y justo en ese momento le urgía un poco poder descansar. Al levantar la vista sobre el hombro de la anciana que contaba las monedas y reía avergonzada, puedo ver a su amigo de universidad, Son Hyunwoo.
—«solo dame un momento»—le habló entre señas, movía sus labios un tanto lento para hacerse entender; el hombre de cabello castaño claro, fornido y atractivo, asintió con la cabeza y se dignó a buscar entre los estantes algún libro que lo entretuviera mientras pasaba su espera.
—son 35 euros
—aquí tienes querido. Por favor, envuélvelos bien —la anciana le había entregado el dinero mientras le recomendaba especial cuidado con su pedido. Hyungwon siempre tenía especial cuidado en todo, así que no había necesidad de ello; sin embargo, y por lo general, las personas solían pedirle ese tipo de cosas muy seguido.
La anciana salió bajo la mira atenta del castaño, paso por el lado del otro hombre y este hizo una leve reverencia haciendo que la mujer tocará su hombro y lo despidiera. La puerta se cerró y Hyungwon prácticamente corrió a girar el letrero a "cerrado" suspiró agotado y miró a su amigo.
—ha sido un día terriblemente agotador, Hyunwoo. —tuvo la repentina necesidad de recalcarlo para que su amigo lo supiera. Sonrió y su amigo hizo lo mismo.
—veo que todo va como lo esperabas, Wonnie, es una gran alegría. —su amigo se acercó a él con un aura totalmente amistosa y palmeó su hombro aún sonriendo.—si sigues así pronto lograrás expandirte cuanto quieras.
El castaño se sonrojó un poco ante el toque y la cercanía, para él, Hyunwoo era como el hombre de las historias de romance salvaje que solía leer antes de ir a la cama, él era tremendamente sexy, con una quijada delineada que te robaba suspiros, un cabello castaño claro que brillaba en el sol y ojos pequeños que se hacían medias lunas cuando sonreía; además, poseía una piel morena que parecía siempre estar lista para ser probada.
¡Hyunwoo era un hombre increíble!
Lo había conocido durante la universidad, mientras que el iba a la licenciatura, Hyunwoo cursaba finanzas en el mismo campus; era un hombre muy popular, tanto, que a veces se preguntaba cómo alguien como él había terminado por ser su amigo. en medios de sueños y siempre que lo analizaba bien, llegaba a la conclusión que no importaba si era suerte o no que fueran cercanos, total, Son Hyunwoo era el hombre de sus sueños.
Sólo había que ver.
*un trabajo estable: director general de una empresa importante, donde se encargaba de las finanzas internacionales de la misma: aprobado.
*lindo, alto y bien portado: aprobado.
*con buen sentido del humor: aprobado.
*cariñoso: aprobado.
*soltero: error 401
El mayor problema de su príncipe de traje gris era que estaba casado, feliz, muy felizmente casado.
El día que recibió la noticia casi no pudo salir de su shock, le había sido tan difícil de asimilar, que se encerró en su casa por varios días sin salir si quiera a tomar aire o la luz del sol; Y claro, cómo no, es que si se comparaba con el esposo de Hyunwoo, entonces tenía todas las de perder.
Yoo Kihyun era un hombre maravilloso; era egresado de una universidad privada en Seúl y había viajado a Amsterdam para hacer su doctorado ahí, fue entonces cuando conoció a Hyunwoo. A veces podría atreverse a preguntarse cómo el moreno se había fijado en la mera apariencia de alguien como Kihyun, pero la verdad que Hyungwon no objetaba para nada era que la belleza y clase que podía llegar a tener el hombre de cabello violeta era demasiada.
Kihyun era bajo pero hermoso, con piel blanca, facciones finas que realzaban su elegancia, cabello sedoso, y sobre todo, poseía una piel perfecta y envidiable; no tenía ni una imperfección en su rostro, lo cual lo hacía sin duda un buen candidato para esposo. Amable, educado y sobre todo, con muchos dólares en su billetera. Fue consciente de que no podía siquiera competir contra alguien como él por algo como el corazón de Hyunwoo, aún así, no puedo dejar de sentirse decepcionado cuando vio la última esperanza de conseguir al hombre de sus sueños, totalmente perdida.
—¿quieres un té? —el castaño mató todas las mariposas de su estómago y se separó de la puerta invitando a su amigo adentro. Caminó hacia el fondo de la tienda dándole después otra mirada a Hyunwoo quien asentía complacido aceptando su invitación.
—me parece algo excelente para esta noche fría, gracias Hyungwon. — si tan sólo pudiera, el castaño suspiraría ahí mismo por la sonrisa que le brindaba el otro. Se retocó el cabello partido a la mitad de manera inconsciente y acomodó su corbatín con gusto y furor; A veces se ponía demasiado coqueto con su amigo, aunque fuera ya consciente de que estaba casado.
Después rezaría unos par de padres nuestros pidiendo perdón por ser un descarado.
—¿he comprado un nuevo producto que viene de Canadá, creo que es comestible. —indagó de reojo si su comentario había sido apropiado y vio como el sexy castaño tomaba asiento en la mesa de la pequeña cocina que había en la parte trasera de la tienda; era una pequeña habitación que había sido adecuada para los días en los que debía quedarse a hacer inventario de toda la tienda.
—Estará bien así, Hyungwonnie. — dijo el moreno satisfecho con eso. Se sentó y miró al rededor stiendose acogido y cálido. —Por cierto, vine porque he hecho los análisis que me pediste, hasta ahora tu librería presenta un incremento del ochenta por ciento, Hyungwon. No hay razón para que no intentes abrir otra librería.
—¿de verdad? —el castaño dejó lo que estaba haciendo y se sentó frente a Hyunwoo, quien asentía con regocijo por su amigo más preciado.
Aunque para algunos Hyungwon parecía extraño, aburrido, soso y muy introvertido, para él en realidad era un chico bueno, cariñoso, leal y muy meticuloso para llevar sus negocios, lo admiraba y quería demasiado.
—sí, Wonnie, deberías celebrarlo bebiendo tu jugo de uva natural, es un buen momento.
—¡Yeeiii, había estado esperando mucho por esto, Hyunwoo!—lo dijo tan feliz, que el moreno no tuvo más que reír mientras negaba con la cabeza divertido.
— Kihyun quiere prepararte una cena en celebración. Dice que trabajas demasiado y que debes descansar, lo cual no refuté para nada. Necesitas salir de casa.
—Oh, está bien — su sonrisa se opacó un poco ante lo dicho, pero no lo suficiente para llamar la atención de su amigo quien esperaba por una respuesta positiva — ¿el domingo es un buen día?
—por supuesto, para Kihyun será un gran placer verte, en serio. Todo el tiempo está hablando de tí, tanto, que a veces pienso que eres más amigo suyo que mío. —el moreno río más fuerte, esta vez junto a Hyungwon quien no podía creer lo que estaba escuchando; Los dos de nuevo disfrutaban de la particular conversación como siempre solían hacían. El castaño se levantó negando toda veracidad del enunciado y se dispuso a preparar el el té en lugar de creerle al moreno.
luego de varios minutos de hablar sobre varias cosas y de infinitos lapsos de tiempo en los que se perdía en el movimiento de los labios y gestos de su amigo Hyunwoo, se levantaron al fin.
—es tarde, debo volver a casa—comento el moreno.
—cierto, Kihyun debe estar esperándote, supongo...
—es alguien muy considerado, pero no lo es tanto cuando de horarios de trabajo se trata—río bajito y Hyungwon asintió un poco aturdido, pero lo comprendía. Caminaron juntos a la salida, y por alguna razón comenzaba a sentir los efectos secundarios de estar acompañado y luego no tener a nadie, no le gustaba sentirse sólo y quizá por eso odiaba las visitas inesperadas. Sonrió hasta el final y viendo la gran espalda de Hyunwoo imaginó besándolo, pero rápidamente borró las imágenes de su memoria.
¡Que terribles pensamientos!
—Wonnie, de nuevo felicidades por tu éxito. —escuchó decir al otro hombre mientras se daba vuelta, fue tan repentino que no evitó sonrojarse mucho ¿se daría cuenta que estaba siendo un pecador de lo peor? Que vergüenza..— por favor cuídate, los caminos están llenos de nieve, Hyungwon...
—oh, sí. Yo-tendré cuidado — respondió apenas audible, había algo en la personalidad de Hyunwoo que lo ponía ansioso y que lo atraía demasiado, no podía evitarlo después de todo.
—¡ah, cierto! Hyungwonnie, ahora que la tienda está siendo bastante concurrida, me preguntaba si necesitabas a alguien para darte una mano —el moreno se había dado vuelta por completo y pasó una mano por su cuello quizá algo avergonzado por lo que pediría—lamento esto, pero ¿podrías hacerle un espacio aquí al hermano menor de Kihyun? — Hyungwon parpadeo varias veces porque aquello no era tanto como para lamentar — yo sé que es demasiado abusivo de mi parte, y la cosa es que es su medio hermano, llegó desde corea hace dos meses y junto a Kiki hemos pensamos que sería bueno para él comenzar a hacer algo-mmmh, algo diferente ¿sí? es sólo que no tenemos la confianza de dejarlo sólo en esta cuidad. Si es posible y si no hay problema ¿podrías ayudarnos con él, al menos hasta que se acostumbre a la ciudad y pueda estar por su cuenta?
—¡oh por Dios, Hyunwoo, por favor, envíalo mañana mismo! justo estaba pensando en contratar a alguien, pero no tenía la confianza; me has facilitado las cosas. —encantado por ayudar a su amigo, se ofreció rápido y sonrío feliz, su corbatín vibraba de lo feliz que se sentía por ser de ayuda para él.
—¡perfecto. Gracias, Hyungwon!—con mucha euforia el moreno abrazó a su mejor amigo desacomodando un poco sus lentes en el proceso, con una risita nasal producto de su rinitis crónica, el castaño se apartó para así darle un sutil golpecito en el hombro al otro.
—qué pensaría Kihyun si nos viera así, Hyunwoo, me haces sentir avergonzado —río de nuevo completamente sonrojado, ya flotaba de tanta alegría.
—de acuerdo, tienes razón. — río y acomodó las gafas de su amigo—enviaré a Hoseok mañana temprano. — lo dijo y su semblante cambió a uno uno preocupado — Te pido por favor le tengas paciencia, él es alguien... —lo pensó por un momento y sonrió nervioso — aún necesita adaptarse al ambiente de Amsterdam y ya que éste será su nuevo hogar, sólo queremos que conozca personas con las que pueda relacionarse sin problemas...
—oh, por supuesto, lo ayudaré en todo lo que sea necesario. No necesitas preocuparte, de verdad. Aprenderá rápido, lo prometo.
°°°
A la mañana siguiente Hyungwon estaba completamente emocionado, no por que ahora se había hecho de un nuevo empleado, sino porque sería de completa ayuda a su Hyunwoo; haberlo visto sonreír brillantemente por su respuesta positiva le llenó el corazón tan increíblemente, que quiso que ese momento jamás, jamás se borrara de su memoria.
Se preparó con más cuidado; se vistió con un traje negro, un corbatín azul y zapatos de charol, debía estar elegantisimo para la nueva visita. Pensaba que si era el hermanastro de Kihyun, entonces este debía ser supremamente educado y muy bien portado, por lo que debía comportarse a la altura tambien; había partido su cabello exactamente igual al día anterior aplicando bastante fijador, peinó su uniceja poblada, se puso sus gafas y un sombrero negro gigante como toque final.
Antes de salir bailó junto a Lulú por toda la cocina, desayunaron entre sonrisas y después de dejarla en la ventana de su vecina salió rumbo a la librería exactamente a la misma hora del día anterior. Iba algo nervioso, eso lo causaba el ser consciente de que debía conocer nuevas personas; sin dejarse llevar del todo por su inseguridad, practicó por todo el camino el saludo, las expresiones, el dialecto que debía usar, todo.
Al final optó por un:
"Buenos días, Mi nombre es Chae Hyungwon, el amigo de su hermano. por favor, confíe en mi y siéntase cómodo de trabajar conmigo."
Ah, por supuesto, no quería parecer demasiado suelto o parecer como un hombre que sólo iba tras una cosa, así que el tono y la distancia eran importantes; ser amable y cordial sin cruzar ninguna línea, ese era el comportamiento adecuado. Exhaló y se tranquilizó, debía mostrarse como una persona confiable si le había prometido a Hyunwoo hacerse cargo del hermano pequeño de su esposo.
Al llegar parqueó el auto en el mismo lugar, a una calle de la librería; como nevaba un poco, tomó su abrigo y se cubrió del frío, el sombrero lo ayudaba a proteger su rostro pero sus labios, nariz y mejillas presentaban el típico sonrojo por el ambiente. Respiró y su aliento se vio reflejado, caminó un poco más rápido para alcanzar el cálido del local y cuando miró hacia el establecimiento de comida gourmet en frente, ahí, de pie, estaba un sujeto que se veía aterradoramente atemorizante.
Tragó saliva en grueso, de repente los nervios lo atacaron e hicieron que las piernas le temblaran notoriamente; el tipo tenía una chaqueta negra de cuero que cubría su cabeza, un morral negro en el hombro y vestía unos Jeans rotos pegados al cuerpo, tan pegados que su...
¡Jesús!
Se cambió de acera, el sujeto aquel parecía ser un delincuente de esos que esperan el momento adecuado para atacar a quien se viera más indefenso y en ese mismo instante él lo era, le temblaba todo de sólo verlo ahí de pie; se remarcó a sí mismo que no podría jamás con él, aún si el delincuente lucia más bajo, era imposible luchar porque su cuerpo parecía tener más músculos de los que nunca antes había visto. Por un momento se sintió en escrutinio debido a la mirada del otro, lo vio de reojo y notó que lo seguía con la mirada como si nada, parado ahí en medio del frío de la mañana, sólo viéndolo y ya
Nada más.
A lo lejos vio venir al señor de la nieve, pero todavía le faltaba un buen tramo para estar lo suficientemente cerca y pedir auxilio; tenía miedo, para cuando llegó al frente de la puerta de la librería ya tenía el corazón a punto de salirsele del pecho. Trató de sacar las llaves del bolsillo de su abrigo, más sus manos estaban tan temblorosas, que las mismas se enredaron en sus delgados dedos causando con ello que cayeran al suelo; se agachó rápidamente tomándolas, se levantó con ellas temblando aún más y cuando iba a abrir sintió a alguien que lo atacaba desde atrás.
—Gracias a Dios llegaste, no sabía si eras tú realmente o algún asesino en serie queriendo llevarme; además estoy muriendo de frío.
El castaño no había dejado salir más que un profundo gemido de dolor, angustia y desespero; miró hacia abajo y notó que dos par de brazos le rodeaban la cintura
¡DOS PAR DE BRAZOS LLENOS DE HORRIPILANTES TATUJAES!
se quitó los brazos de encima con la punta de los dedos con todo el asco que le producía ver tal escena y giró a ver al tipo con la expresión de inmenso terror alojada en su rostro; estába tan lleno de desconcierto y de horror, que no podía controlarse a sí mismo.
—¡llamaré a la policia! —le gritó fuerte a la cara, estaba histérico y lleno de miedo.
Lo que había visto de lejos no era casi nada para lo que veía estando tan cerca. El más bajo — apenas por un poco — parecía un delincuente juvenil de aquellos que aparecen en las películas clásicas de rock, tenía un horrible cabello rubio con puntas teñidas de un azul coral que en su vida antes había presenciado, estaba desordenado y algunos de los mechones teñidos le sobresalían del refugio de su chaqueta de cuero, llevaba una polera negra con un estampado tan obsceno, que quiso rezar ahí mismo por su alma, además de argollas en las orejas
¡en las orejas!
Casi, casi se desmaya de la impresión.
—¿por qué me entregarías a la policía? Pensé que Hyunwoo hyung te había hablado sobre mí..
Hyungwon abrió los ojos completamente y esta vez repasó de arriba a bajo todo el cuerpo del chico que tenía en frente, tuvo que sostenerse de la puerta para no caer debido al asombro. Si ese tipo en frente suyo nombraba a Hyunwoo, entonces existía una sola explicación para ello; sin embargo, ahora no sabía la magnitud del problema en el que se había metido...
—¿hola? ¿Estás bien? Ey, soy yo, Shin Hoseok ¿acaso me conoces de antes? —el chico seguía llamando a un Hyungwon que se encontraba en completo shock—aunque ¿sabes? no creo haberte visto, porque jamás olvidaría una carita tan bonita. — una sonrisa cínica decoró su rostro sonrojado por el frío y su labio pasó de manera sugestiva por sus labios rojos — bien, supongo que desde ahora seré tu empleado; aunque si quieres podemos ser más que jefe y contratado....
—¡eso jamas!
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¡Hola a todos!
Bueno, este es el primer capítulo de esta historia tan hermosa que he decidido adaptar y que espero puedan disfrutar bien.
Perdón por si existe algún error, me lo pueden hacer ver en los comentarios o me escriben por interno, como mejor les parezca.
Y nada, Gracias de ante mano
💞
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