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—Bájame Proba —gritaba Irina a todo pulmón mientras pataleaba como un bebe recién nacido

—Ya párale a los berrinches, te bajaré cuando llegue a mi meta. Te irás tres meses a hacer de policía local y yo acá feliz y plena de no tener que ver tu fea cara —respondió Proba imaginándose todo lo antes dicho

La verdad es que estaba a nada de cumplir ese sueño, Proba se encontraba a menos de medio kilómetro de llegar a su meta, y aunque Irina no le colaboraba ella se consideraba lo suficientemente fuerte para ser la ganadora.

Resulta que los lobos se cansaron de buscar los trozos de carne inverosímil, y al no hallar resultado fueron de vuelta a donde estaban sus prisioneras, sólo que al llegar no las encontraron, pues ya ellas se habían largado. Otra vez ese aullido que consigo trajo el de toda la manada se escuchó en todo el campo de batalla. Proba de vez en cuando se permitía a mirar hacia atrás para ver si los tenia cerca, pues sabía que ellos irían tras de ella, y al tener un grandísimo olor a carne no era muy difícil de olfatear. Además de que Irina por tal de joderle un poco le decía cada vez que tenía oportunidad que los lobos venían, aunque en verdad no era cierto

—Ahí vienen —repitió Irina por décima vez en la noche

—Esta vez no caeré —respondió Proba sin mirar hacia atrás

—En serio Proba, esta vez voy en serio —repitió ella y esta vez con seriedad

—Cállate de una vez, tienes que aceptar que yo seré la ganadora, o además de fea tienes mal perder

—No me digas que también te decían fea de cuando niña —elaboró Irina con perspicacia

La rubia quedó otra vez en silencio dando paso tras paso

—Dios, no puede ser, si hubo una niña en este mundo que no fue engañada fuiste tu —comentó burlona al ver que otra vez sus suposiciones eran ciertas

—¡Cállate! —chilló —No veo a hora de poder ganar y no tener que verte nunca más

Ahora al menos podíamos comprender porque la rubia era tan amargada en todas sus aristas, pues fue una persona muy sufrida y carente tanto de amor como de afecto

—Por dios Proba, que ahora sí que vienen —gritó Irina con voz de terror

—Por darle ese tono de miedo no creas que te lo creeré

—Que esta vez es verdad —repitió dándole como pudo para que Proba hiciera caso, pero le había repetido lo mismo en tantas ocasiones que la rubia no le creía nada

—Cállate, estoy a nada de ganar —y  con su paso firme siguió hacia adelante

—¡Proba! —gritó con más fuerza puesto que todos los lobos venían hacia ellas, esta vez era de verdad

Proba al ver la insistencia de su compañera se giró de perfil para comprobar que fuese cierto, y resultó que sí, todos iban a por ellas. Esta se echó a acorrer sin dejar de ver atrás y sin darse cuenta cayó en otra de las trampas. Esta vez era un hueco lo que habían pisado, un hueco que estaba camuflajeado con hojas y ramas, por lo que ella no lo notó. Dentro parecía una cueva o algo similar, ambas se preguntaban donde había estado esta parte del campo de batalla, puesto que nunca antes la habían visto, y estas chicas se lo conocían de memoria. Así como tampoco tenían idea de donde pudieron haber salido los lobos o algo de todo lo que les estaba pasando.

El lugar se encontraba carente de luz, prácticamente ambiguo. Irina otra vez cayó al suelo, y Proba de pie, pero terminó de rodillas debido a una torcedura de tobillo. Apenas y lograban ver la sombra de la otra, y cuando sus ojos por fin se adaptaron a la oscuridad se dieron cuenta que no estaban solas, y el pavoroso sonido ¨zzzz¨ se los confirmaba. Habían caído en una cueva, y no cualquier cueva, era una cueva de serpientes. Estas se encontraban por todos lados, ellas al igual que los lobos que ahora se encontraban en la parte superior de la cueva buscándolas, las tenían rodeadas.

Las cosas cada vez se ponían peor

Todo lo que habían conseguido por causa del maldito competitismo

—Sácame de aquí —protestó Irina al ver que de esta forma era presa fácil para sus compañeras las serpientes

—Ahora no puedo —contestó poniéndose de pie, y nuevamente cayó de rodillas cuando una descarga de electricidad se apoderó de su pierna izquierda

» —¿Que es eso? —preguntó aún arrodillada al sentir el brazalete negro que llevaba en su tobillo

—Es otro de nuestros regalos, es para que te de una descarga de energía cada vez que no ayudes a tu compañera que se encuentra en peligro, al parecer sí es necesario que ambas lleguemos con vida a la meta — explicó Irina

—Pura mierda, tu llegarás como a mí me plazca —dijo ella y otra vez cayó una descarga sobre su pierna, pero eso no le importo. Prefería morir electrizada que liberar a su competencia

—Yo te he salvado de las garras del lobo —le recordó Irina

Pero Proba no le hizo ni caso, estaba con su navaja en mano apuntando a todos lados tratando de evitar que alguna serpiente se acercase.

—¡Proba! —volvió a gritar Irina

—Tú lo has dicho, tú me ayudaste porque eres débil, eso no significa que yo tenga que hacer lo mismo por ti. Nunca te lo pedí

—De hecho sí, cuando estabas en el suelo con ese lobo arañando tu espalda —le recordó Irina

—No me interesa, ahí te quedas y punto —y otra descarga para ella, pero era fuerte y otra vez no le importó

Una de las serpientes le atacaba por el frente mientras ella le apuntaba con la navaja, estaba tan concentrada que no notó cuando otra le atacó por el costado y no tardo en encajar sus dientes sobre su tobillo. La rubia soltó la navaja al instante y cayó al suelo debilitada, prácticamente era una inválida, pues su pierna izquierda sufría descargas cada dos por tres, y su pierna derecha había sido atacada por una serpiente.

—Proba ¿te encuentras bien? — preguntó Irina al sentir su grito de dolor, ella apenas podía ver, uno por las mallas y dos por la poca claridad. Pero sentía que Proba estaba muy cerca de ella, pues estaban unidas por unas esposas y ya su brazo no se sentía jalado como antes

—Me atacó la serpiente —explicó con lentitud y de apoco cayó tendida junto a ella

—¡Proba, Proba! —gritaba Irina temiendo lo peor, pues no sabían qué tipo de serpientes había atacado, y de ser una cascabel moriría al instante por no poder asistir rápido a urgencias.

Irina comenzó a moverse a todas partes sin temer a que una serpiente le atacase también, de todas formas, moviéndose o no corría el mismo riesgo. Gateó y gateó hasta que alcanzó la navaja que antes poseía Proba, y con ella se liberó de la malla. Con sus manos comenzó a cachetear a su compañera para que esta no perdiera el juicio.

—¿Donde te ha mordido? —preguntó rápidamente tratando de darle primeros auxilios, pues al ser soldados le habían enseñado que hacer en todo tipo de casos, ellas perfectamente estaban preparadas para ir a la guerra. Lástima que no existe una sección contra la inmadurez, es esa la que a ellas les hace mucha falta

—En mi tobillo, y duele —explicó lenta y dolorosamente. Todos esos síntomas propios de la mordedura y del veneno que si aún no se esparcía comenzaría a hacerlo dentro de muy poco

—Bien, sólo no cierres los ojos Pro, vamos, quédate conmigo —le dijo ella tratando de mantenerla despierta

Se acercó ahora a sus piernas y rasgó la parte baja de su pantalón. Ya que no había luz comenzó a palpar hasta dar con la zona hinchada, Proba también fue de ayuda, ya que cuando Irina tocó la zona afectada ella soltó un quejido que le aseguró a Irina que allí era la cosa.

Irina se acercó hasta su tobillo y colocó sus labios allí para succionar todo el veneno con su boca. Proba se quejaba una y otra vez, pero Irina sabía lo que hacía, y si no la hacía su compañera podría morir. Una vez asegurada de sacar el veneno, o gran parte de él, lo escupió y agarró a Proba en brazos, pues necesitaban salir y su compañera no podría caminar.

Lo que nadie imagina es como podría salir ella de allí. Entonces se puso de pie con su compañera en brazos y le propinó una patada a la pared de la cueva, y esta se abrió en cuatro secciones

¿Así de fácil?

Pues sí, así mismo ocurrió. Como si hubiese pateado una pared de cartón. Con lobos y toda la cosa tras suyo comenzó a correr en dirección a la meta, pero no llegó muy lejos porque otra vez las rodearon. Ella ya no contaba con el palo de antes, pero sí con la navaja de Proba, un arma blanca que no dudaría en usar para defenderse y defender a su compañera, —a pesar de que esta no haría lo mismo de ser en sentido contrario—. Dejó a Proba sobre el suelo y se puso en posición de ataque

El lobo de antes no tardó en atacar. Confirmado, este era el jefe. Brincó y cayó sobre ella como mismo había hecho con Proba, pero con la diferencia que Irina se encontraba boca arriba. Ella no tardó en propiciarle una patada apartándolo de sí para ponerse nuevamente en pie, y como él ya se había delatado no pasaría trabajo para encontrarlo, pues todo lo que necesitaba era al jefe, el resto era solo prominencia.

Ahora el lobo que lucía bien rabioso la rodeaba de lado a lado, esta no presentaba indicios de miedo, ella sabía que él llegaría a olerlo y se le haría mucho más complicado vencerlo. Proba por su parte estaba cayendo en ensueño, a pesar de los esfuerzos que hizo su compañera, no eran suficientes, y necesitaba atención urgente

—Vamos Proba, abre los ojos —se quejaba Irina sin quitar la vista del lobo, quien atacaría en cualquier momento

Entonces aprovechó la situación para volverla en su favor. Se agachó e acercó a Proba y comprobó su temperatura, la cual era muy alta. Oteaba al lobo de soslayo, y este al tenerla de presa fácil y de espalda a él, no tardó en atacar, sólo que Irina fue mucho más lista y antes de que pudiera tocarla ella lo agarró del cuello y lo estampó contra el suelo. Los lobos que antes apreciaban el espectáculo ahora estaban alerta, pues su jefe estaba atrapado, y Irina sin dudarlo encajó la navaja en el corazón del peligroso animal trayéndole consigo la muerte.

Unos pocos segundos fue los que estuvo moviéndose de lado a lado tratando de liberarse, pero la sangre dejo de bombear y su corazón se detuvo. La pelinegra se levantó con el perro muerto en su mano derecha para mostrárselo a toda la manda

—¡¿Quien es el próximo?! —gritó hastiada de los lobos

Todos bajaron la mirada y corrieron en retirada hasta que no quedó ni un solo lobo a sus alrededores, pues sí su jefe había caído ellos podrían caer también

Otra vez agarró a Proba en sus manos, quién esta vez sí que no abría los ojos, y corrió en dirección a la meta, una meta que no era la suya, pero la única garantía para salvarle la vida a la rubia

Llegó al tanque rojo y comenzó a gritar como loca

—Rápido, ¡necesita ayuda! —gritó ya junto a la meta y entonces todo se disipó

Todo se apagó junto a las chicas sumergiéndolas en una oscuridad inmensa, una oscuridad que las tragó a ambas por completo

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