Capítulo 17
Cuando regresaron a Disney Castle, Sora emprendió una pequeña misión.
Fue rápido a buscar alguna flor para Natalia, una muy bonita para ella. Quería hacerle una sorpresa.
Recorrió los jardines reales buscando la flor indicada. Al final, encontró un bello tulipan que asemejaba la delicadeza de Natalia.
Con cuidado lo cortó, envolviéndolo luego en una hoja. Esperaba fuera un detalle que iluminara su día.
Regresó apresurado al palacio, ansioso por verla. Al llegar al palacio, fue a la cocina. Encontrándose con Daisy autorizando el almuerzo de hoy.
—Sora, me alegro verte por aquí. ¿Qué buscas?
—Hola Daisy —saludó Sora con amabilidad—. Venía a ver si podían preparar algún postre para llevarle a Natalia. —le mostró el tulipán envuelto—. Quiero darle esta flor y algún bocadito dulce que le levante el ánimo —explicó con una sonrisa—. ¿Podrías ayudarme?
—Claro que sí, eres muy tierno —Daisy le devolvió la sonrisa—. Deja ver qué puedo hacer.
Revisó sus recetas y tomó algunos ingredientes. Con habilidad, amasó y horneó una pequeña canasta de muffins de moras silvestres.
—Estos están recién hechos —dijo ofreciéndoselos envueltos en un pañuelo—. Sé que le gustarán. Dile que se ponga bien pronto.
—Gracias Daisy —Sora guardó el obsequio—. Con esto y mi apoyo, estoy seguro que Natalia mejorará. Ahora iré a verla.
Se encaminó contento hacia donde descansaba su amada, deseando alegrar su día.
Sora llegó a la enfermería y tocó la puerta, esperando a que lo dejaran pasar.
Sora tocó suavemente la puerta de la enfermería, aguardando con nerviosismo ser admitido. Un simple "adelante" le permitió el acceso.
Al entrar, sus ojos buscaron ansiosos la figura de Natalia entre las camas. Al localizarla, su semblante se iluminó con una tímida sonrisa.
—Hola...espero no molestar —saludó acercándose a su lado—. Te traje un obsequio para alegrar tu estadía.
Extendió con delicadeza el tulipán y la canasta de muffins.
—Pensé que estos dulces te sentarían bien —agregó sonrojado—. Espero te recuperes pronto, necesito verte bien de nuevo.
Natalia le sonrío reconfortada, sintiéndose querida—. Aww, Sora... eres muy dulce —tomó la flor y lo olió. Para luego, tomar uno de los muffins y comerlos con disgusto.
El gesto de Natalia llenó de alivio el corazón de Sora. Verla sonreír después de días de turbulencia era lo que más anhelaba.
—¿Te gustaron los detalles? —preguntó ansioso por agradarla—. Daisy los hizo especialmente para ti —dijo sonriente, hasta que notó su mueca al probar el muffin y su semblante se entristeció.
—Lo siento, creí que te animarían —se disculpó apenado—. ¿Hay algo más que pueda hacer por hacerte sentir mejor? Haré cualquier cosa por verte recuperada pronto.
—N-no, no es eso. Están buenos los muffins. Sólo que estoy... con un poco de náuseas desde el principio del día, pero aún así están buenos —confesó Nat avergonzada.
—Ya veo, comprendo que debes sentirte incómoda Natalia needs a hug
—contestó Sora con tono suave, tomando delicadamente su mano—. No quise causarte más malestar.
Reflexionó un momento y luego arriesgó una tímida sugerencia:
—Si gustas, podría pedirle a Daisy que me ayude a preparar otro bocadillo más liviano para calmar tus antojos. Algo que tu estómago pueda tolerar mejor.
Sus ojos azules la miraban con infinita ternura, deseoso sólo de contribuir a su bienestar. Haría lo que fuera necesario para verla recuperada y feliz de nuevo. Su salud y la del bebé eran lo más importante.
—¿Hay algo más que pueda hacer por ti mientras mejoras? No dudes en pedirlo.
Natalia asintió poco después—. Creo que... ya tomé la decisión —reveló ella un poco inquieta.
Sora contuvo el aliento, aguardando con calma a que Natalia revelara su decisión. Tomó ambas manos entre las suyas, infundiéndole serenidad.
—Puedes confiar en mí —aseguró con suavidad—. Aquí me tienes para escucharte y apoyarte, sin importar lo que elijas.
Natalia bajó la mirada y exhaló—. Yo... no quiero tenerlo, Sora.
El corazón de Sora se estremeció al escuchar la voz quebrantada de Natalia. No obstante, se obligó a mantener la calma.
—Entiendo lo difícil que debe ser esto para ti —dijo con calidez, acariciando sus mejillas—. Pero quiero que sepas que pase lo que pase, yo siempre estaré a tu lado.
Natalia asintió ligeramente—. Te amo Sora... —besó su mejilla y lo abrazó.
Sora correspondió el abrazo de Natalia con gentileza, transmitiéndole todo su amor.
—También te amo —respondió en un susurro reconfortante—. No estás sola, nunca más. Pase lo que pase, podremos superarlo juntos.
Natalia lo miró agradecida. Todo iba a salir bien.
🌊
Habían pasado unos días desde que Natalia expresara su decisión a Sora. Ella seguía en recuperación en la enfermería.
En ese momento regresó el médico real para revisarla. Verificó sus signos vitales y asintió satisfecho.
—Te ves mejorando con cada día —comentó con una sonrisa.
Natalia inspiró hondo antes de hablar.
—Doctor, yo...tomé una decisión respecto a mi embarazo —musitó tomando la mano de Sora, quien le transmitió calma con su mirada—. No quiero seguir adelante con esto.
El galeno la escuchó con atención y paciencia.
—Entiendo, jovencita —asintió comprensivo.
—¿Cuáles métodos hay, doctor? —cuestionó Aqua.
El doctor meditó un momento antes de responder con tacto.
—Dentro de estas circunstancias, existen algunas opciones —explicó con calma—. Una es una pócima elaborada a base de hierbas. Esa tiene efectos secundarios típicos de un resfriado y fiebre. Pero es la más recomendable porque durante años se ha usado y no hubo incidentes hasta ahora.
—Entiendo —dijo Natalia meditabunda, aferrando la mano de Sora en busca de apoyo.
—No se preocupe —intervino Aqua con dulzura—. pase lo que pase, nos aseguraremos que Natalia se recupere pronto y sana.
El doctor asintió—. La pócima estará lista en un par de días. Deberá tomarla aquí, bajo observación, y permanecer en cama reposando el resto de la semana. Es posible que haya calambres y sangrado. Pero si todo marcha sin complicaciones, podrá irse para continuar con sus actividades luego del reposo y cuidados.
Natalia respiró hondo—. De acuerdo —dijo con decisión—. Gracias doctor, sé que hará lo mejor.
—Siempre —asintió el médico con una sonrisa—. Volveré mañana para verificar tus exámenes. Por ahora, descansa.
Sora apretó su mano con cariño, transmitiéndole calma. Pase lo que pasara, estarían juntos en el proceso.
Natalia respiró hondo, sintiendo la calidez de la mano de Sora infundiéndole valor. A pesar de la decisión tan difícil que enfrentaba, saber que contaba con su apoyo incondicional le daba fuerzas.
—Haré lo que el doctor indique —dijo mirándolo a los ojos con determinación—. Confío en que todo saldrá bien.
Sora asintió, devolviéndole una tierna sonrisa.
—Sea cual sea el camino, estarás bien —afirmó con dulzura—. Aqua, el doctor y yo cuidaremos de ti.
Aqua acarició los cabellos de Natalia con cariño maternal.
—Pronto todo este mal sueño habrá terminado —la consoló con calma—. Tu salud es lo más importante.
Natalia sintió una paz renovada al saberse rodeada de tanto amor. Pasara lo que pasara, no atravesaría esta prueba sola.
—Gracias...a los tres —musitó enternecida—. Su apoyo es lo que más necesito.
Sora besó su frente con ternura. Juntos superarían cualquier adversidad.
🌊
Llegó el día en que Natalia debía tomar la pócima. Sora y sus smigos estuvieron a su lado en todo momento, transmitiéndole tranquilidad.
Tras beber la decocción con ayuda de Sora, Natalia fue descansando bajo observación del doctor. Poco a poco, se sucedieron los efectos secundarios descritos: el malestar y las náuseas fueron en aumento, aunque Donald se encargó de mitigar su dolor con su magia curativa.
Una noche, Natalia estaba leyendo un cuento. Sin embargo, se distrajo cuando de nuevo sintió cólicos en su vientre.
—Arghh, no de nuevo... —se quejó malhumorada.
En ese momento se oyó una suave llamada a la puerta.
—Adelante —musitó Natalia adolorida.
Aqua asomó la cabeza con una reconfortante sonrisa.
—Venía a ver cómo sigues, niña —dijo entrando y sentándose a su lado—. ¿Cómo te sientes?
—Como si estuviera siendo apuñalada por dentro —respondió Natalia entre quejidos—. De nuevo esos molestos cólicos.
Aqua acarició su cabello con ternura maternal.
—Ya ya, pequeña. Pronto pasará —la consoló con calma—. No debes perder la paciencia, todo saldrá bien.
—Es fácil para ti decirlo —replicó Natalia con un puchero—. No eres tú la que siente que se parte en dos.
Aqua rió suavemente ante su berrinche.
—Lo sé, eres una dramática —bromeó dulcemente—. Pero estoy aquí para animarte. ¿Quieres que te lea ese cuento? Eso siempre te distrae.
Natalia asintió, admitiendo que el malhumor cedía al sentirse querida. Su dulce Aqua sabía reconfortarla.
Aqua leyó el cuento con calma, haciendo voces graciosas para los personajes que sacaron algunas débiles sonrisas de Natalia. Poco a poco, su respiración se fue acompasando, hasta que cayó en un sueño profundo.
Con cuidado de no despertarla, Aqua dejó el libro y salió silenciosamente de la habitación. Se dirigió al comedor, donde sus amigos cenaban.
Al verla entrar, Honey se limpió sus labios con una servilleta.
—Aqua, ¿cómo sigue Natalia? —preguntó ansiosa—. ¿Pudiste calmar su dolor?
La maestra asintió tranquilizadoramente.
—Ya duerme —respondió ella—. Le leí hasta que se tranquilizó. Los síntomas la agobian, pero es fuerte.
Entonces Sora intervino un poco nervioso—. ¿S-sigue con cólicos?...
Aqua asintió con suavidad ante la pregunta preocupada de Sora—. Por desgracia los síntomas aún la molestan —respondió con calma—. Pero sólo son efectos pasajeros del tratamiento. Pronto mejorará.
Tomó asiento junto a sus amigos, agradeciendo la taza de té caliente que GoGo le ofreció.
—Lo importante es que descanse —continuó Aqua tranquilizadoramente.
Sora asintió ante las palabras de Aqua, aunque no pudo evitar mirar hacia abajo, sumido en sus pensamientos. Honey lo notó y le preguntó con dulzura:
—Sora, ¿qué sucede? Te ves preocupado.
Sora suspiró, sonrojándose un poco.
—Es que ver a Natalia así de adolorida me pone muy nervioso —confesó con honestidad—. ¡Cada queja suya siento que me voy a desmayar! ¿Y si de repente empeora? No sé qué haría.
Todos rieron ante la tierna exageración de Sora, divirtiendo su angustia. Incluso Aqua esbozó una sonrisa.
—Oh Sora, eres todo un caballero —bromeó Honey dándole una palmada en la espalda—. ¡Pero Natalia es fuerte, ya lo verás!
—Honey tiene razón, no temas —lo tranquilizó Aqua con calidez—. Los síntomas pronto cesarán. Sólo es cuestión de que su cuerpo termine el proceso naturalmente.
Sora asintió más calmado, confiando en las palabras de su sabia amiga. Natalia se recuperaría.
Los muchachos continuaron conversando animadamente mientras cenaban. El ambiente se había distendido tras calmar las preocupaciones de Sora.
—Mañana continuaremos con el entrenamiento —comentó Aqua terminando su plato—. Es importante mantenernos en forma.
—Buena idea —asintió Sora más repuesto—. Me vendrá bien descargar energía. Cuidaré de Natalia en la noche.
—Cuenta con nosotros también —se ofreció GoGo con una sonrisa.
—Así es, somos un equipo —secundó Honey—. Nos turnaremos para cuidarla y hacerle compañía.
Sora les dirigió una mirada de sincero agradecimiento.
—Gracias chicos, sabía que podía contar con ustedes —dijo conmovido—. Natalia es fuerte, pero con tanto apoyo saldremos adelante.
—Y así será —aseguró Aqua con calma—. Pronto esto quedará atrás y podrán seguir adelante.
Sus palabras aliviaron a Sora, dándole fe en el futuro. Todo iba a estar bien, de eso estaba seguro.
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