Capítulo 9

Día tras día fue aconteciendo varias cosas, Natalia en cada noche despertaba cada vez más agitada. Volviéndose un poco irritante debido a los malos sueños... ella no quería seguir sintiéndose así. Pero era su deber en intentar entender aquellos malos sueños.

Tiempo después...

Habían pasado varias semanas desde el último sueño de Natalia. Aunque seguían sin descifrar su mensaje, no cesaban en la búsqueda de Sora.

Ese día el sol brillaba intenso sobre el reino. Nat se enfrentaba a Wasabi en el campo de entrenamiento, bañada en sudor.

—¡Otra vez! —jadeó Natalia esquivando el keyblade de su amigo.

Aunque cansada, no se daría por vencida. Cada día mejoraba sus habilidades para cuando llegara el momento de enfrentar al enemigo.

—AAAAH, ESPERA NATALIAAA —chilló Wasabi ya alarmado por la fiereza de su amiga. Pero ella no lo escuchaba.

Con un gruñido, Natalia arremetió contra Wasabi blandiendo su llave espada. El chico apenas tuvo tiempo de bloquear el golpe. La fuerza del impacto los hizo separarse.

—Vamos Nat, relájate un poco —pidió jadeando, apoyando las manos en las rodillas—. Llevamos horas entrenando.

Natalia abrió sus ojos, reaccionando a lo que estaba haciendo—. Ay... ¡L-lo siento! Me deje llevar.

Se acercó a Wasabi y le tendió una mano para ayudarlo a levantarse—. Perdona, no quise golpearte tan fuerte.

Su mirada reflejaba sincera culpa. Últimamente se sentía más irritable, aunque intentaba controlarse. Su amigo no tenía la culpa.

—Descansa un rato, yo...iré a enfriar la cabeza —murmuró apenada. Necesitaba calmarse antes de lastimar a alguien.

Salió corriendo hacia el jardín real, buscando refrescarse bajo la sombra de los árboles. A solas consigo misma y sus tormentosos pensamientos.

Natalia se dejó caer bajo un árbol, tratando de recobrar la compostura. Su corazón aún latía con violencia.

—Perdóname Wasabi... —musitó al aire, ocultando el rostro entre las manos.

Los sucesivos malos sueños la tenían al límite de sus nervios. Si no lograba controlarse, podría lastimar a sus amigos.

Inspiró profundo, expulsando la tensión de su cuerpo agitado. El sol reconfortaba su piel, ayudando a la calma.

Hasta que oyó una voz familiar—. Hola querida, ¿qué sucede? ¿Estás bien? —preguntó una señora regordeta y con un vestido azul con gorro y un lazo rosa. ¡Era la hada Madrina!

Natalia levantó el rostro sobresaltada al reconocer la voz. Su mirada reflejaba honda preocupación.

—Hada Madrina...lo siento, no me siento bien —confesó con un hilo de voz.

Se removió intranquila, sabiendo que el dolor en su voz delataría algo andaba mal. No quería preocupar a la anciana mujer, pero su alma buscaba consuelo.

—He tenido terribles sueños últimamente. Me hacen sentir tan irritable...estoy asustada de lastimar a alguien —sollozó conteniendo las lágrimas.

Esperaba la sabiduría de la hada pudiera orientarla. Su corazón necesitaba desesperadamente recobrar la paz.

—Mi niña, tranquila. No lastimaras a nadie. Ven, caminemos juntas —la ayudó a pararse y empezó a caminar por el jardín—. Una pregunta, ¿de por casualidad son sueños sobre Sora, no?

—Sí, son sobre él —confirmó Natalia secándose las lágrimas con el dorso de la mano—. Siempre lo veo envuelto en sombras, como si tratara de decirme algo. Pero no entiendo el mensaje.

Caminó a paso lento junto a la hada, aspirando el perfume de las flores en un vano intento por distraer su mente atribulada.

—Me tortura no saber dónde está, ni cómo ayudarlo. Solo quiero que vuelva a salvo... —confesó con un nudo en la garganta.

Se detuvo frente a una rosa, acariciando delicadamente sus pétalos carmesí.

—Dígame Hada madrina, ¿creen que esas visiones signifiquen algo? Quizá haya una forma de descifrarlas.

Fijó en ella su mirada esperanzada, anhelando una palabra reconfortante.

—Bueno... sí. Y creo que tengo una pista si no mal recuerdo... —meditó la Hada Madrina.

Natalia la miró con ojos expectantes—. ¿Una pista? ¿A qué se refiere? —preguntó conteniendo apenas la emoción.

—Hay un lugar llamado: "El mundo final". Sirve como destino para aquellos cuyos corazones y cuerpos perecieron juntos, pero continúan persistiendo debido a algo o alguien que los retiene de la muerte. Puedo llevarte a ti y a los demás. —explicó la señora.

La sonrisa de Natalia se desvaneció, un poco perturbada—. Wow, eso... sonó... —sacudió su cabeza—. B-bueno, no importa. ¿Podemos ir ahí entonces?

—¡Por supuesto! Ve a buscar a tus amigos y búscame en la sala principal del palacio. Ahí los estaré esperando. —habló la Hada Madrina.

El corazón de Natalia dio un vuelco de júbilo. Al fin tenían una pista tangible sobre el paradero de Sora.

—Muchas gracias Hada Madrina —musitó con sincera gratitud.

Salió corriendo hacia el campo de entrenamiento, donde sus amigos descansaban. Jadeante, les relató lo sucedido.

—¡El mundo final! Podría ser ahí donde Sora se encuentra —exclamó esperanzada.

—Entonces no perdamos tiempo —asintió Hiro poniéndose de pie, determinado como siempre.

Pronto estuvieron todos listos para emprender el viaje. Siguieron a Natalia hacia el salón, donde la hada los aguardaba con su varita.

En ese caso, Donald y Goofy decidieron no ir con ellos debido a que tenían cosas que hacer dentro del palacio.

Tomados de las manos, el grupo se lanzó al resplandor, rumbo a su tan ansiada misión.

Pronto se encontraron rodeados en un sitio hermoso. El cielo azul infinito compuesto con un suelo reflectante cubierto de agua. Todos quedaron maravillados.

—Muy bien jóvenes, síganme —La anciana caminó enfrente, seguido por los demás.

Pronto se detuvieron en la nada. GoGo cruzó sus brazos confusa.

—¿Y dónde podría estar Sora, Hada Madrina?

—¡Oh! No les conté todavía. Según mis investigaciones, supuestamente hay un mundo "ficticio" que no está en la luz ni en la oscuridad.

—Interesante... entonces, ¿cómo podemos ir hasta ahí? —cuestionó Riku.

—Deberás usar el Poder del despertar, Riku. Puede ser peligroso para ti, pero es lo ejemplar si quieren salvarlo —comentó ella.

Riku pareció meditarlo. Era cierto, podría serlo en ese caso. Pero... ya no le importaba.

Debía ir a rescatarlo.

—Está decidido, vamos a ese mundo y traeremos a nuestro amigo de vuelta —afirmó Riku seguro de sí mismo.

La Hada Madrina asintió—. Cuídense mucho —les deseó con una sonrisa maternal.

Riku le devolvió el gesto y con su Llave espada, uso El poder del despertar para abrir un portal.

Fueron apenas unos segundos de caída libre en el túnel mágico. Natalia se aferraba fuerte a Kairi, emocionada por la aventura que se avecinaba.

De pronto, un grito agudo alteró la solemnidad del momento. Voltearon a ver a Wasabi, quien con los ojos desorbitados aullaba a voz en cuello:

—AAAAAAAAAAH LA PUTA MADREEEEEEEE

Incluso Riku se sorprendió ante tal despliegue de improperios. Las chicas abrieron los ojos como platos, mientras Hiro ahogaba una risita.

—CIERRA EL HOCICO, WASABIII —reclamó GoGo.

—AAAAH NO PUEDOOOOOO —se tapó los ojos preso del pánico.

🌊

Natalia fue la primera en incorporarse, sacudiendo la cabeza para espabilarse. Al abrir los ojos, sus labios se entreabrieron por la sorpresa.

Se hallaban en una enorme ciudad de edificios, pantallas de anuncios publicitarios. ¿Dónde estaban?

Natalia ayudó a sus amigos a ponerse de pie, todos igual de desorientados.

—Pero qué lugar es este... —musitó Kairi mirando en derredor con curiosidad.

Las altas edificaciones se perdían en el cielo anaranjado. Gigantescas pantallas parpadeaban con publicidad, iluminando la extraña metrópolis.

—Sea donde sea, es enorme —observó Hiro asombrado.

—¿Será el mundo del que nos habló la hada madrina? —se preguntó Natalia en voz alta.

Siguieron caminando, preguntándose cuáles misterios escondería ese singular lugar.

—Parece San Fransokyo, pero... ¿gris? —dijo Wasabi ladeando su cabeza. Hasta que vio a Natalia y se sobresaltó—. ¡Ay! ¡Natalia!

—Wasabi, ¿qué sucede? Te veo alterado —observó Natalia con el ceño levemente fruncido.

Pero antes de que él respondiera, la chica se percató de un detalle. Sus ropas, las de sus amigos... incluso el entorno que los rodeaba lucía diferente.

—Chicos, miren sus manos —señaló conteniendo el aliento.

Eran carnosas, con venas y arrugas. Se palpaban de una forma tan...real.

—Esto no es normal —musitó Riku consternado.

—¿Acaso viajamos a otro mundo, o a otra dimensión? —planteó Hiro confundido.

De pronto se sentían fuera de lugar. Decidieron explorar para encontrar respuestas, pero Natalia presentía que aquel sitio les deparaba enigmas por resolver.

—Wow... esto es... ¡grandioso! —Fred empezó a brincar entusiasmo y se atrevió a tocar las rastas de Wasabi—. Jojojo... ¡esto es tan fascinante!

—¡Fred, compórtate! Esto es serio —lo regañó Wasabi alejando las manos de su amigo de sus rastas.

—Lo sé, lo siento. Pero admite que es increíble —se excusó el chico friki sin dejar de sonreír.

Natalia meditó en silencio. La sensación corporal era perturbadoramente vívida, pero no podían perder tiempo asombrándose.

—Debemos buscar pistas. Preguntaremos a la gente si conocen este lugar —sugirió con decisión.

Comenzaron a caminar por las calles, esquivando a la multitud de transeúntes. Cualquier detalle podía ser importante. Fue cuando Natalia notó unos números con letras brillantes:

—104... Hmm...

—¿104? Quizá sea una especie de código —aventuró Hiro acercándose.

—O la dirección de algún sitio —sugirió GoGo—. Tal vez valga la pena investigar.

Natalia asintió decidida. Abordaron a un joven que pasaba por ahí.

—Disculpa, ¿sabes la ubicación de aquí? Nos hemos perdido.

El chico los miró desconcertado—. Eh, estamos en Quadratum.

—Quadratum... —repitió Natalia lentamente. El nombre no le era familiar.

—Perdón, somos forasteros. ¿Podrías decirnos dónde queda exactamente este lugar? —pidió con amabilidad.

El joven los miró extrañado—. Están en el distrito 104 de Quadratum, una ciudad cercana a Tokyo...

Natalia intercambió una mirada desconcertada con sus amigos. Ninguno reconocía esos nombres.

—Gracias por la información. Disculpa nuestra ignorancia, es que venimos de muy lejos —se excusó sonriendo.

El chico asintió y se retiró. En cuanto se alejó, Hiro expresó en voz baja:

—Si estamos en un mundo diferente, debemos tener cuidado. No sabemos qué peligros hay aquí.

—Hiro tiene razón, debemos andarnos con cuidado —asintió Natalia pensativa—. Este lugar es desconocido.

Comenzó a caminar observando minuciosamente a su alrededor. Las altas edificaciones semejaban una jungla de hormigón y luces.

—Manténganse juntos. Si encontramos algo extraño, avisen —pidió Nat en voz baja.

Mientras que andaban por las calles, alguien con una túnica negra los estaba viendo de lejos arriba de un edificio...

Ingenuos del misterioso encapuchado, Fred sintió su estómago rugir—. Ay, no... chicos, ¿qué vamos a hacer con la comida? Debemos que comer algo —preguntó él.

Honey pensó y apenas pudo notar que llevaba consigo una bolsa de correa—. ¿Eh? —lo abrió y jadeó sorprendida—. Chicos, ¡miren! —sacó unos billetes.

—Pero cómo... —musitó Natalia estupefacta al ver el dinero en la bolsa de Honey.

Revisó sus bolsillos por mero impulso, aunque nada esperaba encontrar. Fue entonces que cayó en cuenta.

—Chicos, esto demuestra que la Hada Madrina nos trajo preparados. Tenemos cómo comer y sobrevivir aquí —explicó pensativa.

Miró a sus amigos, a quienes se les notaba la desazón tan bien como a ella. Pero Fred tenía razón, necesitaban alimentarse.

—Bien, busquemos un lugar para comprar algo. Y mantengamos los ojos bien abiertos —aconsejó Natalia con cautela.

Siguieron recorriendo las calles del distrito, oteando la vista en busca de alguna tienda o puesto de comida. Quien quiera que los enviara, parecía haber previsto su estadía.

Fred visualizo un puesto de comida callejera y sonrió—. ¡Ahí hay algo! Vamos a ver que es —caminó hacia allá y saludó al vendedor—. Hola, buenas tardes —miró el cartel del puesto—. Aquí venden... ¿Corndog?

Natalia se acercó a ver el pecualiar puesto, intrigada por los corndog. Deliciosos aroma les llegaban.

—Se ven muy sabrosos —comentó Kairi con cierta ansia.

—Prueben uno, yo invito —ofreció Fred animado.

El vendedor les ofreció de probar, luciendo amable. Nat mordió cautelosa, y sus ojos se iluminaron al instante.

—¡Está riquísimo! —exclamó con la boca llena, ocasionando risas en sus amigos.

Pidieron varios, compartiendo entre todos. Por fin llenaban sus estómagos después del largo día. Ahora se sentían con más fuerzas para explorar.

—Gracias Fred, eres el mejor —le dijo Natalia con una sonrisa. Mordisqueó contenta su corndog, disfrutando de ese momento de paz.

Los chicos se instalaron en unos bancos para comer tranquilos, mientras platicaban sobre la ciudad.

—Quadratum... ese nombre es muy raro para una ciudad. Pero bueno —dijo Wasabi mientras le daba un mordisco al corndog.

Natalia escuchaba las deducciones de sus amigos con atención, terminando su corndog distraídamente.

—Es cierto, el nombre no suena a nada conocido —comentó Riku cruzado de brazos—. Y la energía que se siente aquí...es extraña.

—Como si no encajáramos del todo —asintió la chica lentamente. Miró en derredor la imponente ciudad gris, buscando pistas que no encontraba.

—Debemos seguir explorando. Quizá encontremos más personas que puedan informarnos —sugirió Hiro poniéndose de pie.

Todos lo imitaron, echando una última mirada a su agradable rincón. Luego partieron calle abajo, atentos a cualquier detalle o persona que les revelara más sobre ese lugar enigmático. Natalia sentía que estaban cada vez más cerca de resolver el misterio.

Natalia alzó la vista y divisó una sombra oscura en lo alto de un edificio. Al instante se percató de que los observaba.

—¡Chicos, miren! —señaló con alarma.

La figura ennegrecida escapó a toda prisa. Sin pensarlo, Nat echó a correr tras ella, gritando:

—¡Espera, detente!

Sus amigos reaccionaron de inmediato y corrieron detrás, impulsados por la curiosidad y el presentimiento de que ese desconocido podía tener respuestas.

Natalia apuró el paso todo lo que pudo, sorteando a la multitud con agilidad. De pronto la calle se despejó y pudo ver nuevamente a la figura a lo lejos, escalando con destreza los techos.

—¡Alto ahí! —gritó jadeando, pero el otro no hizo caso.

Siguieron la persecución, resueltos a no perderlo de vista. Algo en su interior le decía que ese encapuchado guardaba más de un secreto...

—NATALIAAA, NO CORRAS. NO SOY TAN VELOZ —gritó Wasabi siguiéndola.

Natalia apretó el paso sin hacer caso, concentrada sólo en la figura oscura.

—¡Vamos Wasabi, date prisa! —exclamó sin voltear.

A menor distancia, divisó un callejón que el encapuchado tomó vertiginosamente. Ahí lo tendría acorralado. Recogiendo toda su fuerza, aceleró en la curva.

Al fondo del callejón sólo había un muro. Pero... el desconocido había desaparecido sin dejar rastro. Natalia suspiró frustrada y los demás lograron alcanzarla.

—¿Se fue?... —habló Honey Lemon incrédula.

—Vayamos a otro lado, no tiene caso... —musitó Natalia resignada dando media vuelta.

Pero se congeló al instante. A apenas unos pasos, el encapuchado los observaba sin pronunciar palabra. Sus amigos también lo divisaron, tensándose al punto.

—¡Tú! —exclamó Natalia reaccionando con precipitación—. ¿Quién eres y por qué nos espiabas? Habla ahora.

El otro guardó silencio, sin dejar ver su rostro bajo la capucha. Su actitud desafiante frustró a Natalia.

—¡Contesta de una vez! —exigió perdiendo la paciencia.

—Naty... no creo que sea buena idea, lleva el uniforme de la Organización... —murmuró Kairi.

Fue entonces que el misterioso sujeto se bajo la capucha.

Era Sora.

—¿S-Sora? —tartamudeó la chica de cabellos naranjas.

Riku se acercó incrédulo—. Sora... ¿Qué haces con esa ropa? —preguntó él a su amigo.

Pero no decía nada, su mirada era profunda e... incluso inquietante.

Natalia aguardó en silencio, igual de desconcertada que el resto. Sora los miró con rostro inexpresivo, ajeno a su antiguo yo alegre.

—Respóndeme, ¿por qué nos seguías? —insistió la chica con calma, pese al nerviosismo interno.

El portador de la Keyblade siguió mudo, aunque su actitud parecía más amenazante. Natalia se preparó para cualquier cosa.

—Sora, somos nosotros. Tus amigos —intervino Kairi con suavidad—. Dinos qué te pasa, quizá podamos ayudar.

Pero el muchacho no dio señales de reconocerlos. Su mirada fría helaba la sangre. Algo marchaba muy mal en ese lugar.

—¿Qué te hicieron? —musitó Natalia conteniendo la respiración. La tensión crecía sin control.

Con cautela, Natalia avanzó un paso hacia Sora. Pero éste invocó su Keyblade de improviso, adoptando posición de ataque.

—¡Espera Sora, somos tus amigos! —gritó desesperada.

Pero el portador blandió su arma con fuerza dirigiéndose a Natalia. Fue entonces que Wasabi se interpuso de improviso.

El golpe de la Keyblade retumbó con estruendo al impactar contra el cuerpo de Wasabi, quien emitió un gemido de dolor. Sus piernas flaquearon y cayó al suelo, dejando escapar un hilo de sangre de su boca.

—¡¡WASABI!! —bramó Natalia corriendo a auxiliarlo, ignorando por completo a Sora.

Honey se apresuró a ayudar a su amigo a pasarse—. ¡¿Estás bien?!

—S-sí, sólo me duele un poco el abdomen —respondió con una mueca de dolor.

Natalia asistió a Wasabi con manos temblorosas, sin apartar la vista de Sora.

—Váyanse...de aquí —dijo el portador entrecortadamente, para asombro de todos.

—No Sora, no te dejaremos —replicó la chica con firmeza, pese al miedo—. Eres nuestro amigo.

Sora llevó sus manos a la cabeza repentinamente, como atormentado por recuerdos fugaces.

—Amigos... —musitó en confusión, clavando en Natalia una mirada llena de interrogantes.

Ella le sostuvo la vista con cariño—. Así es Sora. Hemos estado juntos siempre.

Pero el otro volvió a reaccionar con violencia—. ¡Váyanse! —bramó apuntándoles amenazante.

Natalia ayudó a Wasabi a ponerse de pie con pesar, sin apartar la vista de Sora. El portador tenía una lucha interna que podía estallar en cualquier momento.

El resto de chicas salieron huyendo del callejón sin rumbo, mientras Natalia y Wasabi iban atrás.

Llegaron exhaustos a una plazoleta desolada. Natalia ayudó a Wasabi a sentarse en el suelo.

—Agh, creo que esto va a dejar moretón —jadeó él con gesto dolorido.

Natalia revisó con cuidado su abdomen, notando que definitivamente había una marca morada.

—Uyy... mira como te dejo —habló Fred—. Severo madrazo te dio.

—Calla Fred, no es chistoso —gruñó Wasabi malhumorado—. Estoy bien. Con el dinero que tiene Honey podríamos ir a una farmacia por curativos.

—¡Cierto! —Honey Lemon miró a ambos lados fijándose si había uno cerca.

—Eh, farmacia es... ¿cómo una tienda de curativos o algo así? —cuestionó Kairi.

—Algo así. Las farmacias venden cualquier cosa para la salud —respondió Honey—. Vámonos, creo que vi por la izquierda...

Natalia asintió y entre todos ayudaron a Wasabi a levantarse. Caminaron con rapidez guiados por Honey Lemon, quien pronto localizó el establecimiento.

—Esperen aquí, iré por los suministros —dijo la chica entrando presurosa.

Wasabi se sentó en un banco de hierro y suspiró, pasando su mano por la cara—. La verdad chicos, yo me esperaba cualquier cosa menos Sora usando la túnica de la Organización.

Natalia asintió en silencio, sin apartar la mirada del suelo. La imagen de Sora atacándolos calaba hondo.

—Es algo que jamás hubiéramos imaginado —musitó Riku igual de consternado—. Pero sabemos que Sora no estaría ahí por voluntad propia. Algo o alguien está manipulándolo.

—Debemos ayudarlos cuanto antes —intervino Kairi.

—¿Pero cómo? —dudó Nat frunciendo el ceño—. Sora ni siquiera nos reconoció.

En eso salió Honey Lemon con un botiquín. Natalia insistió en curar a Wasabi ella misma, en parte para distraerse de sus pensamientos. Luego, estuvieron caminando bien despacito por causa de Wasabi.

—Bueno... ¿a dónde dormiremos? —Nat observó a sus amigos.

—Quizá podamos hallar una posada cercana —sugirió Riku, escrutando los alrededores.

Avanzaron algunas calles más, apoyando a Wasabi entre todos. De pronto, Honey Lemon divisó un letrero que pendía sobre una casa de modesto aspecto.

—¡Miren chicos, ahí dice "Posada"! —señaló entusiasmada.

Al acercarse comprobaron que efectivamente se trataba de un pequeño hostal. Natalia llamó esperanzada a la puerta, rogando porque aún hubiera habitaciones disponibles. Una anciana les abrió con gesto afable.

—Buenas noches, ¿tienen alguna habitación libre? —preguntó con tono amable.

La posadera les dedicó una sonrisa bondadosa—. Para unos jóvenes tan amistosos, por supuesto que sí. Pasen.

—Se lo agradecemos mucho —dijo Natalia con una sonrisa de alivio—. Ha sido un largo día.

La anciana asintió comprensiva—. Puedo verlo en sus rostros. Síganme, los llevaré a su habitación.

Subieron por unas escaleras de madera hasta dar con una modesta pero acogedora estancia. Había dos camas individuales king size y una litera.

—Es lo único que me queda disponible. Espero les sirva —se disculpó la posadera.

—No se preocupe, con esto estamos más que pagados —aseguró Nat con calidez.

—¿Cuanto cuesta en total para nosotros los 8 por una noche? —preguntó Honey.

La amable mujer les dijo el precio, el cual Honey Lemon pagó de inmediato con una sonrisa.

—Que tengan una buena noche, descansen —se despidió la posadera marchándose.

Natalia dejó escapar un largo suspiro, agachando su cabeza. Se volvió hacia sus amigos.

—Ha sido mucho por hoy... vamos a dormir...

—Descansen todos, se lo merecen —agregó Riku—. Yo me quedaré de guardia por si acaso.

Natalia asintió agradecida, hasta que Fred intervino.

—Oigan, ¿quién de nosotros dormirá en las dos camas king size?

—Buena pregunta, habría que dividirnos... —dijo Hiro con pensar.

—¡Oh! Yo puedo dormir junto a Wasabi en la primera cama King size —sugirió Fred con una sonrisa. Wasabi de inmediato giró su cabeza sin disimular su timidez.

—¿E-eh?

Todos rieron suavemente ante la reacción de Wasabi, aligerando un poco la tensión del día.

—Propongo que Nat, Honey y Kairi compartan la otra cama grande —sugirió Hiro.

—Me parece bien —dijo Kairi asintiendo.

—Entonces Hiro, Fred y yo en la litera — intervino GoGo.

Todos se pusieron de acuerdo rápidamente. Nat se acercó a las otras chicas.

—Vamos a descansar, mañana será otro día— les dijo con una pequeña sonrisa.

Se acomodaron en silencio deseándose buenas noches. Aunque el cansancio se apoderó pronto de su cuerpo, la mente de Nat aún divagaba inquieta, pensando en Sora y cómo podrían ayudarlo. Pronto el sueño la venció también.

🌊

Natalia cayó en un sueño profundo, sumergiéndose en oscuras visiones.

Se encontraba de pie en medio de un amplio salón en ruinas. Figuras encapuchadas de negro se movían a su alrededor, como sombras.

De pronto, una melodiosa voz se escuchó a sus espaldas.

—Tanto tiempo sin vernos...

Se volvió sobresaltada para encontrarse frente a un ser envuelto en un traje orgánico rojo y negro, cubierto por un casco plateado con un cristal oscuro que ocultaba su rostro.

—No temas, pequeña. Solo quiero hablar —continuó con voz sedante.

Natalia retrocedió instintivamente—. ¡Pero yo no!

El misterioso ser rió quedamente—. Que linda suenas cuando te molestas, pequeña flor...

Intentó acariciar su mejilla, pero Natalia despertó sobresaltada en la oscuridad de la habitación. Su corazón latía acelerado, presa del terror y la confusión. ¿Qué significaba aquello?

Nat se sentó respirando agitadamente. Poco a poco fue calmándose al recordar dónde estaba. Miró a su alrededor pero todo seguía en silencio.

"Solo fue un sueño..." pensó, aunque aquella misteriosa figura la había dejado intranquila.

Decidió salir sigilosamente para tomar un poco de aire fresco. Al asomarse por la ventana la luz de la luna era su única compañía.

"¿Qué querrá de mí?..." se preguntó confundida.

Intentó relajarse observando el paisaje nocturno. Poco a poco su mente fue despejándose aunque las dudas persistían. Algo le decía que aquel encuentro no había sido mera coincidencia.

Suspiró cansada y se dispuso a volver a la cama. Mañana trataría de averiguar más sobre su extraño sueño y cómo podrían ayudar a Sora. Por ahora, lo único que podía hacer era descansar.





















🌊

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