Capítulo 4

La luz cegadora de la nave los envolvió al llegar a Toy Box. Cuando se disipó, frente a Natalia se abría un nuevo e impresionante panorama.

Se hallaban en una habitación infantil, pero eran minúsculos al tamaño de los juguetes que la poblaban. Miró sus manos asombrado.

—¡Somos figuras de acción! —exclamó Hiro maravillado, estirando sus brazos.

—Esto es demencial —dijo Fred riendo, dando saltos como si flotara.

Natalia admiraba cada detalle fascinado. Podía ver el mundo desde la perspectiva de los juguetes. Se volvió hacia Riku buscando respuestas.

—¿Lo ves? ¡Esto es lo que Sora experimentó! —le dijo emocionado—. Ahora entiendo por qué amaba este lugar. ¡Es pura fantasía!

Honey Lemon se acercó a ellos—. Chicos... ¡soy una Barbie! —chilló emocionada—. Y miren, ¡soy articulada! —exclamó mostrando sus articulaciones.

—Te ves hermosa, Honey —dijo Natalia sonriendo. Todos aplaudieron divertidos.

—¡Y el infante no debe tardar en llegar! —agregó Wasabi con nerviosismo.

—¿Creen que debamos escondernos? —sugirió Hiro prudentemente—. No sabemos como reaccionará al vernos.

Antes de que pudieran moverse, escucharon unos pasos acercándose. Se pusieron en alerta, preparados para cualquier cosa.

De pronto, una enorme mano abrió la puerta. Natalia contuvo la respiración, emocionada ante lo desconocido. ¿Los vería o ignoraría?

Hasta que, alguien le tomó del pie y la jaló metiendola debajo la cama, al igual que el resto.

—¡Hey! ¿¡quién hizo eso!? —se quejó Donald enojado, sin embargo vio el rostro familiar de Woody.

Natalia se encontró debajo de la cama junto a sus amigos, gracias a la oportuna intervención de Woody.

—Shhh, ¿quieres que nos descubra? —lo calló Woody en un susurro.

Contuvieron la respiración al ver los pies del niño acercarse. Se escuchaban sus risas por algún juguete.

Luego se marchó, dejándolos a salvo. Todos suspiraron aliviados.

—Gracias por salvarnos —dijo Goofy con una sonrisa. Todos salieron debajo de la cama en ese entonces.

—Eso estuvo cerca. Debemos andar con cuidado hasta salir de aquí —comentó Buzz.

—¿Salir de aquí? ¿Por qué? —Goofy preguntó curioso—. ¿No estamos en la casa de Andy?

—No, este ya no es el cuarto de Andy —explicó Woody negando con la cabeza—. Tuvimos un pequeño accidente con la mudanza y terminamos en esta nueva casa.

Natalia lo observó curiosa, esperando que continuara. ¿Cómo habían llegado a aquel lugar desconocido?

—Fue toda una odisea —intervino Buzz—. Nos separamos de Bo Peep y los demás. Hemos intentado volver con Andy, pero por ahora debemos sobrevivir aquí.

Woody asintió—. Este niño es bastante agresivo. Debemos andar con cuidado.

—... Un momento. —Buzz miró a todos—. ¿Ustedes quienes son? Solamente conocemos a Donald y Goofy —interrogó.

Natalia comprendió la desconfianza de Buzz y Woody. Ellos no los conocían.

—Soy Natalia —se presentó con amabilidad—. Estos son mis amigos. Venimos buscando a alguien importante para nosotros.

Miró a Riku esperando responda sus dudas. No quería alterarlos sin antes ganarse su confianza.

—Tuvimos que usar un atajo a este mundo —explicó Riku con prudencia—. Es una larga historia, pero necesitamos su ayuda para encontrar pistas.

—Ya veo... si conocen a Donald y Goofy, capaz ya conocen a Sora, ¿no es así? —Woofy se acercó a ellos.

—¡Sí! ¿Lo han visto? —preguntó Natalia ansiosa. Para entristecer las cosas, Buzz y Woody negaron con la cabeza.

Natalia se desanimó ante la negativa de Woody y Buzz. Esperaba ellos pudieran darle alguna pista.

—Lo sentimos, no hemos sabido nada de Sora desde la última vez que estuvimos en el cuarto de Andy —se disculpó Woody apenado.

—Pero estamos a su disposición para lo que necesiten —agregó Buzz, dando una palmada reconfortante a su hombro.

—Bueno... ah, ¿y cuáles lugares fueron con Sora? —preguntó Nat.

—El lugar donde fuimos con Sora fue a una juguetería. Podemos ir ahí a buscarlo. Aprovechando, así podemos escapar de ese niño —reflexionó Woody.

—Una juguetería suena como un buen lugar para empezar —dijo Natalia pensativo.

Recordaba lo dicho por Riku: los lugares más significativos para Sora podrían contener pistas. Y si Woody y Buzz estuvieron allí con él, valía la pena revisar.

—Será peligroso salir con el niño rondando —agregó Hiro precavido—. ¿Conocen alguna ruta alternativa? Quisiéramos evitar encuentros forzosos.

—Conozco una salida secreta —intervino Woody con seguridad—. Síganme todos, los sacaré de aquí sanos y salvos.

Natalia sintió renovadas esperanzas. Contar con la guía de quienes conocían el terreno era un gran aliado.

—Te lo agradecemos, Woody —dijo con gratitud—. Guíanos a esa juguetería, puede que encontremos algún rastro ahí.

Woody asintió y se dirigió con agilidad a la ventana—. Saldremos todos por la ventana del cuarto, vengan todos.

Natalia asintió decidida y siguió a Woody sin dudar. Sus amigos iban detrás.

Se asomó con cuidado por la ventana, admirando el paisaje desde esa nueva perspectiva. El mundo se veía aún más grande.

—Vayamos uno a uno y bajen con cuidado —indicó Woody—. Los ayudaré a todos a bajar sanos y salvos.

—Cuenta con nosotros —dijo Natalia con firmeza. Luego de que bajaran Donald y Goofy, se dispuso a descender.

Aferró con fuerza la ventana, deslizándose con sigilo. Pronto sintió el pasto bajo sus pies. Suspiró aliviada y ayudó a los demás.

Una vez todos abajo, corrió a reunirse. Ahora sólo los separaba la juguetería. Esperaba allí encontrar alguna pista del paradero de Sora.

Una vez todos juntos de nuevo, Natalia se volvió hacia Woody.

—Guíanos a la juguetería por favor —pidió con amabilidad. Quería ganarse su confianza antes de ponerlos en riesgo.

Woody asintió—. Síganme todos, es por aquí. Pero debemos ir con cuidado —advirtió—. Las calles pueden ser peligrosas para nosotros. 

Natalia intercambió una mirada con Honey Lemon. La emoción y esperanza se mezclaban en sus ojos.

Partieron siguiendo a Woody y Buzz, atentos a cualquier imprevisto. El sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de naranjas y rosados.

Cuando llegaron a la gran juguetería, todos quedaron asombrados. Ahora la tarea era: entrar sin ser vistos.

Natalia observó boquiabierta la enorme juguetería frente a ellos. Se veía tan inmensa desde su pequeña perspectiva.

—Bien, hay que ser sigilosos —susurró Woody—. Los humanos ya cerraron, pero las cámaras de seguridad siguen vigilando.

—Yo me encargaré de distraerlas —se ofreció Honey Lemon con una sonrisa pícara.

Natalia asintió, admirando el temple de sus compañeras. Eran un equipo formidable.

—El resto síganme —indicó Buzz en voz baja.

Acatando las indicaciones, Natalia se deslizó con sigilo tras Woody y Buzz. Se escabulleron aprovechando las sombras, atentos a cualquier movimiento.

Al llegar a la puerta trasera, Honey hizo erupción de brillos llamando la atención de las cámaras.

—¡Ahora! —susurró Buzz.

Entraron rápido y se escondieron, a salvo dentro del enorme edificio. Sus corazones aún latían adrenalinizados.

Una vez dentro, Natalia se maravilló con la inmensidad del lugar. Había miles de juguetes a su alrededor.

—Bienvenidos a la zona de juguetes de acción —dijo Woody con orgullo—. Aquí es donde suelen estar los juguetes como nosotros.

Natalia, Honey Lemon y los demás recorrieron el área intrigados. Había muñecos de todo tipo: cowboys, robots, superhéroes.

—Increíble —murmuró Natalia, maravillada con la variedad de juguetes. Había más de los que podría imaginar.

Caminó entre los estantes, atenta a cualquier detalle que llamara su atención. Rastro, pista, algo que los acercara a Sora.

De pronto, algo en el piso la sobresaltó. —Oh, cielos... ¡Chicos! ¡encontré algo! —fue hacia un pasillo—. ¡Miren esto! —exclamó Natalia emocionada al ver el objeto en el suelo.

Era el collar con una corona de plata. De inmediato todos rodearon el hallazgo.

—Es el collar de Sora —dijo Goofy asombrado.

—No hay duda, esto es una pista —afirmó Riku con mirada aguda.

—Sí... pero, es extraño. ¿Por qué dejaría su collar aquí tirado? —pensó Nat.

Natalia tomó el collar con cuidado, examinándolo. Se sentía esperanzada por haber encontrado una pista, pero también preocupada.

—Tal vez alguien se lo arrebató —sugirió Hiro sombrío.

—O quizás fue forzado a dejarlo —agregó Goofy con gesto incierto.

Natalia intercambió una mirada tensa con Riku. Ambos temían que Sora hubiera caído en malas manos.

—Sea como sea, esto nos dice que estamos en el camino correcto —dijo Buzz con entereza—. Ahora sabemos que pasó por aquí.

Natalia asintió, decidida a no abandonar la búsqueda. Guardó el collar con delicadeza, como un recordatorio de su misión.

—Vamos a revisar el resto de la tienda —indicó con firmeza—. Encontraremos más pistas.

Todos asintieron y reanudaron la exploración, más alertas que nunca.

Mientras exploraban, Natalia oyó un ruido. Se escondió tras un muñeco, espiando con cuidado. Entonces lo vio: una silueta oscura se deslizaba furtiva entre los pasillos.

Sin pensarlo dos veces, salió de su escondite—. ¡Oye, detente! ¡Sabes algo de Sora! —gritó persiguiéndola. Tenía un mal presentimiento sobre esa sombra.

Pero la sombra era rápida y esquiva. De pronto dobló en una esquina y desapareció de su vista. Natalia frenó en seco, jadeando por la carrera.

Sus amigos la alcanzaron pronto, tan confundidos como ella.

—¡Natalia! —exclamó Wasabi acercándose a ella—. ¿Qué te he dicho de separarte de nosotros?

—Lo siento —dijo Natalia jadeando—.  Cuando vi a esa sombra me pareció una pista importante.

Revisó el pasillo por el que se había escabullido la silueta, pero no había rastro.

—Era oscura y ágil —narró Natalia—. Creo nos oculta datos sobre Sora. No pude evitar perseguirla.

Goofy frunció el ceño con gesto pensativo—. Debemos estar alertas. Quizás hay otros seres en esta tienda.

—Puede que alguno sepa algo —sugirió Riku analítico—. Tenemos que localizar esa sombra.

Natalia asintió firme. Si era una pista, no descansaría hasta darle alcance.

—Dividámonos y busquemos por los pasillos —indicó a sus amigos—. Avisen si encuentran algo sospechoso. No dejaremos piedra sin remover.

Reanudaron la exploración con sigilo, decididos a encontrar respuestas. Natalia, Wasabi y Riku recorrieron silenciosamente las largas filas de juegos de mesa. No hallaban señales de la sospechosa sombra.

De pronto, un ruido llamó la atención de Natalia. Se asomó con cuidado entre un rompecabezas y encontró a dos muñecas platicando animadamente.

—Disculpen —dijo acercándose con cautela—. ¿Han visto algo extraño rondando por aquí?

Las muñecas la vieron confundidas—. No, todo ha estado tranquilo —respondió una.

Natalia suspiró decepcionada. Reanudó la búsqueda junto a sus amigos. Al llegar al siguiente pasillo tampoco tuvieron éxito.

—Esto es frustrante —murmuró Riku frunciendo el ceño.

—No debemos dejarnos vencer —dijo Wasabi con firmeza—. Sea lo que sea, no se esconderá para siempre.

Natalia asintió, sintiéndose reconfortada por sus palabras. Siguieron avanzando lentamente, atentos al menor indicio de anormalidad. Fuese lo que fuese aquella sombra, pronto daría con ella. Su voluntad era indestructible.

Natalia, Wasabi y Riku continuaron explorando las estanterías. Revisaban cada rincón con atenta minuciosidad.

En uno de los pasillos, Natalia encontró un muñeco robot tirado—. Miren, es un robot de juguete —dijo señalándolo—. Parece descompuesto.

Wasabi examinó al robot con ojo crítico—. Su batería interna está dañada. Quizás una caída hizo esto.

Riku analizaba los alrededores, pero no había más pistas.

Reanudaron la búsqueda más allá de los juegos de video. Natalia seguía sin perder las esperanzas.

La noche cayó sobre la juguetería mientras seguían buscando sin descanso. Revisaron cada rincón varias veces.

Cuando amaneció, Natalia se sentía agotada y desanimada. Casi no habían encontrado pistas sobre Sora.

Se reunieron con el resto de sus amigos para intercambiar información. Todos se veían igual de decaídos que ella.

—No obtuvimos mucho —dijo Woody con pesar—. Parece que aquí ya no hay más para nosotros.

Natalia asintió lentamente, reprimiendo las ganas de llorar. Se sentía frustrada por haber fallado.

—Es hora de irnos —anunció Riku con gesto serio—. Quizás en otro lugar hallemos mejores resultados.

Salieron sigilosamente de la tiendra al amanecer, cuando los humanos comenzaban a llegar. Natalia iba cabizbaja, sintiendo que habían perdido una gran oportunidad.

"No descansaré hasta encontrarte, Sora", pensó decidida. Continuaría la búsqueda sin darse por vencida.

Al salir, Natalia levantó la vista y se sorprendió. Detrás del escaparate, el auto de la mamá de Andy estaba estacionado.

—¡Miren! ¡Es el auto de Andy! —exclamó señalándolo.

Buzz y Woody lo reconocieron de inmediato. Sus rostros se iluminaron con una gran sonrisa.

—Esto significa que pronto volveremos a casa —dijo Buzz emocionado.

—Ha sido un honor ayudarlos, amigos —dijo Woody dirigiéndose a ellos—. Pero nuestro hogar nos llama.

Natalia les devolvió la sonrisa, a pesar de su propia tristeza. Se alegraba de que sus nuevos amigos encontraran el camino de vuelta.

Intercambiaron un fuerte abrazo de despedida. Luego Woody y Buzz echaron a correr hacia el auto.

—¡Suerte en su búsqueda! —gritó Woody antes de perderse de vista.

Natalia los vio irse con nostalgia. Ahora se despedían, pero sabía que se volverían a encontrar algún día.

GoGo se acercó a su amiga a verla viendo el collar de Sora—. Oye... ¿qué harás con eso?

Natalia se sobresaltó al oír la voz de GoGo a su lado. Volteó hacia ella con el collar entre sus manos.

—No lo sé... —respondió mirándolo con tristeza—. Es lo único que me queda de Sora por el momento.

Acarició la fría plata pensativa. Habían recorrido tanto y aún se sentía tan lejos de encontrarlo.

—Te entiendo, ha sido duro el viaje hasta ahora —dijo GoGo con suavidad—. Pero no puedes perder la fe. Sora confía en que lo hallaremos.

Natalia asintió lentamente, sintiéndose reconfortada. Apretó el collar contra su pecho con determinación renovada.

—Tienes razón. Sora nunca se daría por vencido, y yo tampoco lo haré —dijo firme—. Desde hoy lo usaré —se colocó el collar.

Natalia sonrió a su amiga con renovada esperanza. El collar se sentía cálido contra su pecho, como un abrazo de Sora.

—Vamos a seguir, tenemos mundos que explorar —dijo con ánimo.

El grupo reanudó su marcha. A donde quiera que los llevara el destino, Natalia los seguiría incansable. Tarde o temprano cruzarían caminos con Sora, lo sabía en el fondo de su corazón.

Mientras avanzaban entre paisajes coloridos galácticos, acarició el collar entre sus dedos. "Resiste un poco más, te encontraremos pronto", pensó dedicándole sus palabras a Sora con todo el amor que sentía. Nada ni nadie la haría rendirse en su misión. Salvar a Sora era su más grande prioridad, y haría hasta lo imposible por cumplirla.





















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