Capítulo 14
Este capítulo contendrá temas delicados, se recomienda discreción.
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En Quadratum, Esa noche Wasabi no podía dormir. Desde la partida de Natalia se sentía intranquilo.
Salió de su habitación en la posada en busca de aire fresco. Pero se topó con GoGo en el pasillo.
—No deberías salir solo de noche —dijo ella con seriedad—. La ciudad puede ser peligrosa.
Wasabi suspiró cansado—. Sólo necesito despejarme un poco. Estar encerrado me pone más ansioso.
—Hmm... entiendo. Pero cualquier cosa que veas huye y no mires atrás —comentó GoGo—. Ya sabes a que me refiero.
—Lo sé, pero estar aquí encerrado me está ahogando —confesó Wasabi con frustración—. Sólo serán unos minutos, necesito respirar aire fresco.
GoGo lo miró con seriedad, preocupada—. De acuerdo, pero no tardes. Y ten cuidado —advirtió.
Wasabi asintió, saliendo rápido a las calles vacías. El frío lo revitalizó un poco. Caminó sin rumbo fijo, sumido en sus pensamientos.
Se sentía culpable. Si hubiera sido más cuidadoso, quizás nada de esto habría pasado. Ahora Natalia estaba lejos y en peligro.
De pronto, un ruido entre los callejones lo sacó de su ensimismamiento. Volteó alarmado sin saber qué esperar en las sombras.
—Será mejor regresar... —musitó con aprehensión. Las calles de Quadratum podían ocultar cualquier amenaza.
Wasabi caminaba de regreso a la posada cuando al doblar una esquina se sobresaltó al toparse de frente con una figura conocida.
—¡Marluxia! —exclamó retrocediendo instintivamente—. ¿Qué demonios haces aquí?
El aludido lo miró fijamente con calma. Wasabi supo de inmediato que sus intenciones no eran buenas.
—Tan sólo paseaba —respondió Marluxia con sorna—. La luna esta hermosa, ¿no crees?
—¿E-eh? —lo miró de cabeza a pies—. Eso es... ¿todo?
Marluxia comenzó a caminar en círculos alrededor de Wasabi, como un depredador acechando a su presa. Su sola presencia inspiraba miedo.
—Veo que atraviesas por un mal momento, querido —dijo con fingida empatía—. ¿No estarías mejor con nosotros? Tenemos mucho para ofrecerte.
—Ni lo sueñes —escupió Wasabi, retrocediendo a cada paso que daba Marluxia—. No caeré en tus juegos mentales.
—Ah, pero es que entiendes tan poco... —continuó Marluxia con sorna—. Ya tomé la decisión por ti.
De pronto, aparecieron varios sincorazones rodeándolos. Wasabi invocó su Llave espada, temblando. Antes de que pudiera reaccionar, sintió un mareo.
Su visión se nubló rápidamente. Alcanzó a ver a Marluxia sonreír satisfecho antes de desvanecerse.
Todo se volvió oscuro y borroso. Wasabi apenas entendía qué sucedía.
Cuando recuperó la conciencia se hallaba en una celda húmeda y fría. Sus poderes habían sido anulados. Estaba solo, sin armas ni salida.
—Maldición... —masculló con frustración, golpeando los barrotes con rabia.
Marluxia lo había capturado para de algún modo usarlo en contra de los demás. Intentó pensar en una forma de escapar, mas sus pensamientos divagaban por el mareo.
—Chicos... lo siento... no pude evitarlo —musitó abatido, dejándose caer en el frio suelo. Quizá ya era demasiado tarde para él y sus amigos. Solo quedaba esperar lo peor.
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Wasabi regresó a la posada sumido en confusión. Lo último que recordaba era haber salido a caminar.
Al entrar, se topó con Hiro y los demás preocupados—. ¡Wasabi! ¿Dónde estabas? Saliste anoche y no regresaste —lo regañó Hiro.
—Lo siento, no fue mi intención —se disculpó rascándose la cabeza—. Creo que bebí de más anoche. Desperté en la calle, ni siquiera recuerdo cómo llegué ahí.
Honey lo miró con desconfianza—. Eso no suena a ti, algo más debió pasar. Cuéntanos.
—En serio, estoy bien —insistió Wasabi restándole importancia—. Sólo necesitaba despejar la mente. No se preocupen tanto, ya pasó.
Pero por dentro sentía que mentía. Algo había sucedido la noche anterior, aunque su mente quedó en blanco. Decidió guardar silencio para no alarmarlos; después de todo, ya estaba de vuelta.
El día fue pasando con una tranquilidad inusual, por la tarde, Wasabi decidió hacerse un café americano en la cafetera. Hasta que sintió a alguien tocar su espalda con el dedo.
—¿Mmh? —volvió la cabeza y miró la cara de preocupación de Honey—. Ah, hola. ¿Qué pasa?
Ella lo miró escépticamente—. Wasabi, sé que algo no me estás diciendo. Nunca te había visto tan distraído. ¿Qué pasó anoche en verdad?
Wasabi desvió la mirada, nervioso. Odiaba mentirles pero tampoco podía contarles la verdad, no quería preocuparlos.
—Ya te lo dije, no recuerdo nada. Sólo bebí demás... —murmuró sin convicción.
Pero Honey no era tonta. Se acercó y tomó sus manos con suavidad—. Puedes confiar en mí. Sea lo que sea, quizás pueda ayudarte.
Wasabi suspiró resignado. Se sirvió el café en una taza y bebió un sorbo—. Es sobre Natalia... aún no puedo creer que esté esperando un bebé siendo tan niña. Me da pena, ni siquiera sabemos si lograremos rescatar a Sora...
Honey lo escuchó con atención—. Sé que estás preocupado por Natalia y por cómo se desarrollarán los acontecimientos. Pero mientas sigamos unidos nada malo pasará.
—Eso espero... —la miró a sus ojos—. Oye, si tú estuvieras en los zapatos de Naty, ¿qué harías? Perdón por la pregunta extraña, pero esta situación me esta inquietanto tanto.
Honey lo pensó con seriedad—. La verdad no sé cómo reaccionaría. Es una situación muy difícil. Lo más importante ahora es que Natalia se sienta apoyada. Sea cual sea su decisión, nosotros estaremos a su lado —replicó con dulzura.
Sus palabras tranquilizaron a Wasabi, aunque su mente seguía reviviendo fragmentos borrosos de la noche.
—Tienes razón. Sólo espero que esté a salvo, donde sea que esté —musitó con preocupación.
Pero tenía un mal presentimiento. Sentía que algo terrible ocurriría pronto, aunque aún no recordaba el origen de su inquietud. Sólo sabía que debía proteger a sus amigos, costara lo que costara.
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Natalia paseaba sola por el jardín real, sumida en sus pensamientos. Un mes había pasado desde que llegó a Disney Castle, pero aun extrañaba a sus amigos.
De pronto escuchó una voz conocida—.¡Natalia querida, es hora del té! Ven, te hará bien distraerte.
Era la reina Minnie, quien la había acogido tan gentilmente en el castillo. Natalia sonrió débilmente.
—Gracias Majestad, en seguida voy —respondió con educación.
Aunque se sentía abrumada por todo lo sucedido, la compañía de Minnie y Mickey la reconfortaba. Quizá tenían razón y distraerse un rato le vendría bien.
Se encaminó al castillo tratando de dejar de lado sus preocupaciones, aunque por dentro el sentimiento de inquietud persistía. Extrañaba a sus amigos, la aventura, y sobre todo a Sora.
Natalia llegó y se encaminó hacia la sala de banquete, donde ahí estaban todos: El rey Mickey y la reina Minnie, junto a Daisy, Donald y Goody.
—Hola chicos, ya vine. Buenas tardes a todos —saludó Natalia con una sonrisa forzada.
Aún le costaba relajarse del todo, pero se alegraba de estar en compañía.
—Viniste justo a tiempo. Te serviré una taza de té —ofreció amablemente Minnie.
—Gracias Majestad —replicó Natalia tomando asiento.
Mientras conversaban amenamente, se sintió poco a poco más tranquila. Extrañaba claro está estar de aventura, pero saber que contaba con el apoyo de sus amigos la reconfortaba.
Pronto estaba riendo sinceramente con las travesuras de Donald y Goofy. Quizás las cosas mejorarían, pensó con renovada esperanza. Mientras estuviera junto a seres queridos, nada podría derribarla.
De un momento a otro, Daisy le preguntó a Nat:
—Entonces, ¿cómo te has sentido? ¿Algún malestar?
Natalia se sobresaltó ante la pregunta. Aún no se acostumbraba a hablar de su estado frente a los demás.
—Bueno, he tenido algunas náuseas y mareos —confesó ruborizándose—. Pero por lo demás me siento bien, aunque un poco cansada. La reina Minnie y el rey Mickey me han cuidado mucho.
—Es normal sentirse así, sobre todo al inicio —la tranquilizó Daisy comprensivamente—. Pero pronto pasarán los malestares. Lo importante es que te cuides y alimentes bien.
—Daisy tiene razón —corroboró Minnie con dulzura—. Si necesitas algo no dudes en pedirlo. Estaremos aquí para apoyarte.
Natalia sonrió agradecida, sintiéndose reconfortada. Con amigos así a su lado, sabía que tanto ella como el bebé estarían bien.
—Eh, perdona por la pregunta, pero, ¿ya has decidido en quedarte con el bebé o todavía no? —cuestionó Donald intentando no sonar grosero.
Nat bajo la mirada pensativa, todavía no lo había reflexionado—. No estoy segura aún, en serio quiero seguir en pie con las misiones y explorar mundo con los demás...
—Sea cual sea tu decisión, cuenta con nuestro apoyo —le aseguró Mickey con gentileza.
—Así es. No debes apresurarte —agregó Minnie tomando su mano en señal de solidaridad femenina—. Piénsalo bien. Sea lo que sea, aquí tendrás siempre un hogar.
Natalia sonrió agradecida, sintiéndose reconfortada. Sabía que cualquiera fuera su decisión, sus amigos estarían allí. Eso le daba calma para meditar detenidamente lo que más convenía.
—¿Ya has pensado en dejarlo en adopción, o...? ya sabes, eso —dijo Daisy.
—Sí... pero, da un poco de miedo... sí decido realizar un... aborto —tomó aire. Sus emociones estaban muy desorganizadas—. Entonces... ¿creen que tengan lo necesario para hacerlo aquí...? No me siento bien salir de aquí, no quiero encontrarme con ninguno de la Organización.
Mickey suspiró—. Buena pregunta...
—Sé que es una decisión muy difícil —dijo Minnie tomando sus manos comprensivamente—. Tomate el tiempo que necesites.
—Tenemos buenos médicos aquí —ofreció Mickey—. Si esa es tu elección, nos aseguraríamos de que todo sea seguro.
Natalia asintió lentamente. La simple idea de abortar le provocaba angustia, pero tampoco estaba segura de poder criar a un bebé siendo una adolescente.
—Gracias... lo pensaré con calma —musitó abrumada. Todo era confuso, aunque sabía que contaba con amorosos amigos para apoyarla.
—No estás sola —le recordó Daisy con ternura—. Pase lo que pase, estamos aquí para lo que necesites. Todo saldrá bien, ya lo verás.
Nat le sonrío—. Gracias...
Natalia se sentía agobiada por tantas opciones dando vueltas en su mente. Las palabras de sus amigos la reconfortaban, pero igual temía tomar una mala decisión.
—Creo que por hoy he pensado demasiado —dijo con una débil sonrisa—. Me gustaría distraerme un rato, si no es molestia.
—¡Claro! —asintió Mickey con energía—. ¿Qué te parece una partida de ping pong en el jardín? Te animará el ánimo.
—Me parece perfecto —afirmó Natalia poniéndose de pie—. Gracias a todos por su apoyo. Significa mucho para mí.
Salió al jardín respirando el aire fresco. Quizás sus amigos y la naturaleza la ayudarían a despejar su mente agobiada, al menos por unas horas. El futuro aún era incierto, mas su corazón se sentía un poco más ligero.
El día fue pasando volando, en la hora de la cena, Natalia estaba en la cocina real viendo que habían cocinado los chefs junto a Goofy.
—Huele muy rico —comentó Natalia asomándose a las ollas—. Me dan tantas ganas de probar un poco de todo.
Goofy fingió sorpresa, aunque la comprendía perfectamente—. Siempre tienes hambre, ¿eh Naty?
—Sí, pero creo que deberé parar un poco por hoy. No quiero tener pesadillas de nuevo —se sirvió en un plato fondo un caldo de pollo, hasta que una de las sirvientas intervino.
—Disculpa, puede ir a sentarse. Yo le llevare el plato —dijo con amabilidad.
—Muchas gracias, es muy amable de su parte —respondió Natalia con una sonrisa.
Se sentó junto a Goofy, quien ya empezaba a degustar el banquete con su entusiasmo habitual. Pronto la sirvienta le llevó el plato con el caldo humeante.
—Se ve delicioso —comentó llevándose una cucharada a la boca. Inmediatamente su rostro se relajó, disfrutando de los sabrosos ingredientes—. ¡Está riquísimo!
—Qué bueno que te haya gustado, Naty —la animó Goofy con gentileza.
Ella asintió, feliz de tener la compañía de amigos y de un sustancioso banquete para reponer fuerzas. Poco a poco iba sintiéndose más animada y esperanzada, a pesar de los retos que aún enfrentaría.
Cuando todos se fueron a dormir, Natalia terminó de ponerse la pijama y se dejó caer sobre la cama, suspirando con agotamiento.
Había sido un día agitado emocionalmente, pensando en su futuro entre tanta incertidumbre. Añoraba los días en que las aventuras en los mundos le parecían sencillas.
Pero sabía que no estaba sola. Contaba con el apoyo incondicional de amigos cálidos como Minnie, Mickey y los demás.
"Sea cual sea mi decisión, ellos me apoyarán", pensó conmovida. Eso le daba tranquilidad para descansar su mente acosada por tantas dudas.
Poco a poco se fue quedando dormida, sumida en un sueño reparador. Mañana sería otro día, y con suerte traería consigo más calma y claridad.
Al día siguiente, Natalia seguía durmiendo profundamente. Ya era algo tarde, mas alguien tocó la puerta que la hizo despertar sobresaltada.
—Urgghh... ¿Quién será? —bostezo ella, sin la capacidad de parar—. Paseee...
Natalia se incorporó lentamente, frotándose los ojos con pereza. La puerta se abrió, dejando pasar a un visitante.
—Buenos días Natalia, disculpa despertarte —saludó la reina Minnie con gentileza—. Traje el desayuno, pensé que te gustaría comer en la cama hoy.
—¡Majestad! No era necesible molestarse —replicó Natalia ruborizándose.
—Para nada, querida. Es un placer —Minnie dejó la bandeja sobre la mesa—. Come todo lo que puedas, te sentará bien. Ah, y tienes dos visitas.
Dos jóvenes se asomaron, eran Aqua y Terra.
—¡Aqua, Terra! Qué alegría verlos —exclamó Natalia genuinamente feliz.
—Disculpen la intromisión —saludó educadamente Terra—. Escuchamos que estabas aquí y quisimos hacerte compañía.
—Gracias por venir, amigos —dijo Natalia conmovida. La reina Minnie siempre tan atenta.
—Bueno los dejo para que platiquen —se despidió esta con una sonrisa—. Que pasen un buen rato.
Una vez solos, Aquí y Terra se sentaron en la cama.
—Cuéntenme. ¿A qué viene la visita? —preguntó Nat.
Aqua miró a Terra, rascándose su nuca—. Bueno, hace poco nos enteramos que estabas aquí debido a algo... ya sabes, lo de tu embarazo.
—Y pensábamos en verte para saber como estas —concluyó Terra
—Chicos, muchas gracias por preocuparse —dijo Natalia conmovida—. La verdad es que han sido días complicados. Todavía no sé qué decisión tomar.
Tomó un sorbo de jugo para ganar tiempo y ordenar sus ideas. Sus amigos la miraban con calidez, dándole coraje para confiar en ellos.
—Me siento abrumada por las opciones —confesó—. No sé si podré criar un bebé tan joven, pero la idea de... ya saben, tampoco me agrada del todo porque me da miedo...
Natalia trató de continuar hablando, pero de pronto un nudo se formó en su garganta y los ojos se le llenaron de lágrimas. Su cuerpo entero se sacudió en un llanto silencioso ante la comprensión de sus amigos.
Terra le dio un pañuelo paternalmente mientras Aqua le acariciaba la espalda.
—L-Lo siento...—balbuceó Natalia entre sollozos—. Es sólo que estoy tan confundida...tengo miedo de equivocarme.
—Shh, descarga tu llanto —la tranquilizó Aqua—. No hay nada que sentir vergüenza.
—Sea cual sea tu decisión, cuentas con nuestro apoyo —añadió Terra con gentileza.
Poco a poco Natalia fue calmando su llanto. Se sentía vulnerable pero reconfortada con la presencia de sus amigos. Sus lágrimas habían aligerado su pesar, aunque aún reinaba la incertidumbre.
—Gracias por escucharme...—musitó más tranquila—. Significa mucho para mí.
—No es nada, para eso estamos —habló Aqua—. Terra, ¿puedes salir por un momento? Es rápido, no te preocupes.
Terra asintió comprensivo y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
Natalia lo observó intrigada, sin saber por qué Aqua le había pedido eso. Su amiga la miró seriamente.
—Nat, quiero decirte algo importante —empezó con firmeza—. Se que esta situación es muy difícil y sólo tú debes tomar la decisión. Pero quiero que sepas que pase lo que pase, yo te apoyaré incondicionalmente.
Natalia tragó saliva, expectante. Aqua prosiguió con calidez:
—Ya has sufrido mucho. Si sientes que no puedes con un bebé, nadie te juzgará. Puedes confiar en que siempre tendrás familia aquí. Y si decides continuar el embarazo, yo estaré a tu lado en cada paso.
Los ojos de Natalia se anegaron nuevamente de emoción. Ver que Aqua la comprendía tan profundamente, sin juzgarla, la reconfortaba sobremanera.
—Gra...gracias Aqua. Tu apoyo significa el mundo para mí —musitó conmovida.
Su amiga sonrió y la abrazó con cariño. Ya no se sentía tan sola.
Después de unos segundos, Natalia se separó del abrazo de Aqua.
Natalia secó sus lágrimas, respirando hondo para calmarse. La comprensión de Aqua había aliviado en parte su carga emocional.
—Sea cual sea mi decisión, me voy a tomar mi tiempo —dijo con nueva determinación—. Gracias por escucharme y brindarme tu apoyo. Eso significa mucho para mí.
Llamó a Terra para que volviera. Al verla más calmada, él le preguntó con tacto:
—Oye Nat, ¿te gustaría dar un paseo con nosotros? Podría ayudarte a despejar la mente un rato.
—Me encantaría —respondió ella con una débil sonrisa.
Se vistió rápido y los tres salieron al jardín real. El aire fresco y la compañía reconfortante de sus amigos le sentaría bien para pensar con claridad. Cualquier camino que eligiera, contaba con ellos para enfrentarlo.
Caminando entre las flores del jardín real, Natalia empezaba a sentirse más liviana. Los problemas seguían ahí, pero el apoyo de sus amigos le daba fuerzas.
—Gracias por invitarme —les dijo con una sonrisa—. Hacía falta distraerme un rato.
—No hay de que —respondió Aqua devolviéndole el gesto.
Mientras tanto Terra recogía unas flores especialmente hermosas.
—Mira Nat, que lindas —se las mostró.
Eran azules como el cielo en un día despejado. Natalia las acarició con delicadeza.
—Son preciosas. Me recuerdan a tus ojos, Aqua —comentó.
Su amiga se sonrojó por el cumplido. En eso vieron llegar a Mickey agitado.
—¡Chicos, los buscaba! Acaba de pasar algo, tienen que venir en la el estacionamiento de Gummis
—Vamos entonces —dijo Terra poniéndose alerta.
Los cuatro siguieron a Mickey con premura. Al llegar al estacionamiento, Natalia contuvo la respiración al ver a Chip corriendo hacia los tres con una carta en sus bracitos.
—¿Qué sucedió? —preguntó Aqua acercándose.
—Apareció esto de la nada en nuestra sala de control, tienen que leer esto. Parece ser una carta.
Natalia se agachó para tomar la carta y lo observó—. Un momento... ese sello parece ser... ¿¡De la Organización!?
—Déjame ver eso —pidió Terra con seriedad.
Natalia le entregó la carta y todos se acercaron para leer su contenido.
—Nos vemos en el mundo Necrópolis de las Llaves espadas... —leyó Nat en voz alta—. Esto es mas una invitación para... ¿una guerra?
—El quién escribió la carta debió ser alguien super... refinado —pronunció Terra.
—Tenemos que ir de inmediato —dijo Aqua preocupada—. No sabemos en qué situación pueden estar Riku, Kairi y los demás.
—Iré con ustedes —se ofreció Natalia determinada.
—De ninguna manera —replicó Terra con firmeza—. Es muy peligroso en tu estado, Nat.
—Pero puedo ayudarlos a luchar —insistió ella—. Me siento bien, en serio.
—Terra tiene razón —intervino Aqua con tacto—. Lo mejor es que te quedes aquí, por tu propia seguridad y... bueno, la del bebé.
Natalia bajó la mirada, frustrada. Entendía sus razones, pero odiaba sentirse inútil.
—Está bien... —murmuró a regañadientes—. Pero por favor, cuídense mucho. Y avísenme en cuanto sepan algo.
—No te preocupes, volveremos sanos y salvos —le aseguró Terra.
—Confiemos en que los demás estén bien —dijo Aqua tratando de dar ánimos.
Natalia asintió, aunque la preocupación no la dejaba. Sólo podía rezar para que sus amigos regresaran a salvo.
—Volveremos lo antes posible. Mientras tanto Mickey y los demás te cuidarán. ¿De acuerdo?
Ella asintió aunque no le gustaba quedarse de brazos cruzados. Sus amigos partieron apresurados a bordo de un Gummi. Solo le quedaba esperar y rezar por su seguridad.
Natalia los observó alejarse con angustia creciendo en su pecho. Odiaba sentirse tan vulnerable e incapaz de ayudar.
"Por favor, cuídense mucho. Y cuiden también a los demás" pensó con fervor.
Se llevó una mano al vientre en un acto instintivo. Aún no sabía qué decisión tomar respecto al bebé, pero en ese momento comprendió la preocupación de Terra. Su seguridad y la de su futuro hijo dependían de ella.
—Volverán bien, ya lo verás —la reconfortó Mickey poniendo una mano en su hombro.
Ella asintió, apreciando el gesto. Aún no perdía las esperanzas. Sus amigos eran fuertes, y nunca se rendían ante la adversidad.
—Vamos adentro, te prepararé un té —sugirió el rey con amabilidad.
Natalia lo siguió, más calmada. Esperaría noticias confiando en la fortaleza de Aqua, Terra y los demás. Por ahora lo único que podía hacer era descansar y alimentarse bien para enfrentar lo que viniera.
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