Viejas raíces - II
—No tienes idea en lo que te metes —respondió el hombre sin mover un músculo.
—Esa ya la he escuchado, ahora, suéltalo —volvió a ordenar.
El guardia suspiró antes de soltar su alabarda, pero en el mismo instante sujetó el tobillo de Lyria y jaló de él con fuerza haciéndola caer al suelo, para después impulsarse hacía atrás aún con la pequeña en su mano y asestar un codazo al estómago que expulsó todo el aire de los pulmones, el movimiento brusco dió inicios a los llantos de la infante.
Mientras Lyria se retorcía en el suelo en su intento de respirar, el guardia real colocó a la bebé en el suelo, entonces empujó a Lyria para que quedara boca abajo e inmovilizó sus brazos tras la espalda, ella forcejeaba intentaba soltarse pero la fuerza del hombre era simplemente superior.
—¿Quién crees que...? —preguntó al remover la capucha de la mujer, se dió cuenta de una marca justo donde la línea del cabello terminaba, impregnada en la carne cual cicatriz —. Edhra'zi...
—¡Suéltame! —exclamó Lyria intentaba patear e incluso arañarlo.
—¿Qué hace una concubina fuera de su templo? —preguntó el guardia real.
—¿Qué hace un guardia real con un recién nacido a las orillas del Bara'halum? —respondió Lyria —. Si no me sueltas voy a gritar hasta que alguien venga —amenazó.
—¿Crees que soy idiota? —preguntó —. Intentaste matarme en silencio, no quieres que nadie venga —dijo, reveló la amenaza vacía de Lyria.
—Lo único que creo es que eres un monstruo —respondió —. Quitándole la vida a un inocente —continuó con asco —. ¡Las diosas tienen castigos para malditos como tú!
En ese instante Lyria percibió como el agarré del guardia se debilitó, lo suficiente para que ella lograra liberar su mano y girarse para darle un rodillazo en la entrepierna, los quejidos de dolor emergieron al instante.
Lyria se arrastró lejos de él, tomó la alabarda y se levantó, notó que era en realidad bastante pesada, pero ignoró el peso como pudo apuntó el filo de la cuchilla a su rostro.
Aún con sufrimiento en su rostro por el golpe a su hombría, la verdad es que no reaccionó ante el filo del arma, se quedó con la mirada en el vacío.
—Por las diosas... —soltó aún con su mirada perdida, de un segundo a otro volteó y se arrastró a la orilla del río, removió su casco con desespero y comenzó a devolver todo lo que hubiera en su estómago —. Estuve a punto de... —intentó hablar antes de vomitar otra vez, la culpa finalmente lo había alcanzado.
Lyria la verdad quedó sorprendida ante su reacción, el arrepentimiento que observaba era real, el hombre se sentó y observó a la luna llena, después a la pequeña envuelta en lino, la cual aún lloraba a causa del altercado.
—No es la imagen que esperaba de un Guardia Real... —dijo Lyria aún con la alabarda en alto —. No querías matarla ¿verdad?
—Yo... —soltó después de limpiarse la cara con agua del río —. Eran órdenes... —respondió al levantarse, Lyria se dió cuenta que él la supera por dos cabezas de altura y pudo ver la notoria barba que se ocultaba debajo del casco, sus facciones rústicas con una cicatriz que cruzaba sus labios y el cabello cortado casi por completo —. Pero no puedo...
Lentamente Lyria bajó el arma.
—¿Quién ordenaría que hicieras algo así?
La pregunta lo hizo fruncir el ceño, era de esperarse, los guardias reales eran elegidos principalmente por su lealtad, quizá no era capaz de matar a una bebé, pero aún estaba entrenado para obedecer.
Lyria entonces observó la luna, se había movido, había perdido tiempo, si él no iba a hacerle nada, ella ya no tenía razón para quedarse ahí.
—Maldición... —dijo entre dientes, soltó la alabarda y disponiéndose a correr lejos de ahí.
—¡Espera! —exclamó el guardia, por alguna razón Lyria se detuvo, maldijo entre dientes a su moralidad —. Eres una Edhra'zi ¿no?
La mera mención de esa palabra le hervía la sangre.
—Escucha, estoy feliz que tengas suficiente humanidad —dijo —. Pero tengo mis propios asuntos que resolver, ninguno quiere más atención de la necesaria en nosotros, así que finjamos que nunca nos vimos, por el bien de todos —dijo al señalar a la infante que ahora volvía a estar en los brazos del guardia.
—Te ayudaré —soltó él sin un ápice de duda.
—¿Qué?
—El que hayas aparecido es una señal de las diosas —afirmó —. Una señal de que ella merece vivir.
—Creo que estás exagerando...
—Por favor, no puede quedarse en Urmayan, si te ayudo, solo pido que la lleves a un lugar seguro —suplicó el hombre — No me importa cual sea tu objetivo, si la ayudas a ella, te ayudaré.
Lyria respiró profundamente.
—¿Qué me detiene de irme y ya? —preguntó, trató de darse a sí misma una razón.
—Lo mismo que te obligó a interferir y salvar su vida —contestó el hombre con seguridad —. Y seguramente mi alma... por favor Edhra'zi
—¡No me digas así! —reclamó Lyria, sorprendió un poco al guardia, la verdad era que si le habían ordenado deshacerse de la bebé, el haber desobedecido una orden directa demostraba que sería de confianza, además la presencia de un guardia real siempre es útil —. Está bien, la llevaré a un lugar seguro, después de que me ayudes.
—Lo que sea —dijo al entregar a la niña a los brazos de Lyria, ella la tomó con delicadeza y sin titubear, mostró que no era la primera vez que sostenía algo tan frágil.
—Muy bien, necesito medicina, una bastante específica y estoy segura que los alquimistas la tienen —explicó mientras mesía a la pequeña—. Me ayudarás a robarla.
El soldado quedó mudo ante la petición, la verdad era que no imaginaba que esa sería su petición, pero observó a la pequeña en sus brazos, entonces tomó su casco y se lo volvió a colocar con seguridad bajó la máscara que asemejaba el pico de un ave sobre su rostro.
—No tendremos mucho tiempo entonces —afirmó él mientras apoyaba su alabarda en el suelo firme, propio de la disciplina de un guardia real.
Lyria giró los ojos en exasperación.
—El templo de los alquimistas está cerca —dijo él.
—Guía el camino —respondió ella mientras comenzaban a caminar —. Soy... Rya, por cierto.
—Solen, Hegtai protector de la gran Narthe'Ali
Lyria no pudo evitar mostrar sorpresa en su rostro, sabía que se trataba de un Hegtai, pero no sabía que era alguien que trabajara directamente para ella.
—Así que le sirves a Vesta directamente.
—¿Vesta? —preguntó Solen —. No, la reina Vesta falleció hace trece lunas, sirvo bajo su heredera, Narthe'Ali Ekali.
—¿De verdad ha pasado tanto?... —se preguntó a sí misma.
—¿Cómo es posible que no sepas de la muerte de la reina? —preguntó Solen, claramente queria saber más de su reciente aliada.
—Mientras menos sepas de mi mejor, garantizara su seguridad —dijo mientras señalaba a la pequeña, algo que él notó que fue una desviación de la pregunta, pero el mensaje fue claro.
Solen caminó con decisión a través de las calles con Lyria siguiéndolo, su armadura causaba ruido suficiente para que algunos ojos curiosos volteen a verlos, pero la presencia de un guardia real era suficiente para que alejaran la vista.
—Debes estar desesperada para querer tomar algo de los alquimistas —comentó Solen mientras marchaba, sin quitar la vista del frente.
—Lo estoy.
—Debe ser alguien importante.
—Lo es —volvió a responder Lyria con frialdad —. Hablas mucho para ser un guardia real...
—¿Consideras dos oraciones "hablar demasiado"? —preguntó él esta vez viéndola desde su hombro.
—Ustedes son entrenados para blandir sus armas, obedecer y no hacer preguntas —contestó ella —. ¿O no?
Solen quedó en silencio, entonces miró al cielo y la luna llena.
—Si... así es.
Lyria notó la melancolía en su voz, era de esperarse al considerar que había ido en contra de su educación y credo, algo que ambos tenían en común.
—Pues que bien que lo hiciste esta vez —comentó ella, recibió una mirada confundida de Solen. —. Hacer preguntas... creeme, vale la pena —dijo antes de dirigir la mirada a la bebé en sus brazos, Solen también la observó, sin una pizca de arrepentimiento.
—Ahora lo sé.
La luna apenas se había movido de su lugar en el cielo nocturno cuando el dúo llegó a una gran estructura, bastante sencilla pero imponente, los grandes muros con pilares que sostenian varios balcones alojaban los conocimientos de los Narthum.
—Desear irrumpir en el templo de los alquimistas... —susurró Solen —. ¿Cuál es tu plan?
—Bueno...
—No tienes un plan.
—Como dije, el tiempo no está de mi lado, he improvisado todo por ahora —contestó ella.
—Por las diosas...
Lyria observó la estructura, los balcones eran una posible entrada, pero no tenía manera de escalar hasta ellos, la entrada principal era una manera de entrar.
—¿No puedes simplemente pedirlo a los alquimistas? —preguntó Lyria —. Mostrar tu sello de Hegtai, inflar el pecho y hacer saber tu autoridad.
—Como Hegtai, sigo órdenes de la reina, necesitaría un decreto oficial —respondió Solen —. sellado con el símbolo real...¿No puedes entrar y buscarlo tú misma? —preguntó —. Después de todo eres Ed...
—Preferiría evitar el riesgo de que me descubran en uno de los lugares más privados de Urmayan —explicó ella con genuino odio antes de terminar la frase —. Cualquiera puede entrar en la biblioteca pero los pisos inferiores están muy vigilados y hay pocas entradas.
—Es bastante tarde, los alquimistas deben estar en sus aposentos —. agregó Solen —. Además, con lo arrogantes que son, estoy seguro que no esperan que alguien intente robarles.
—Es verdad... tengo una idea.
—¡Abran! —se escuchó el eco de los gritos desesperados en los pasillos, combinados con los fuertes golpes a la puerta principal —. ¡Abran ahora!
Los gritos de ayuda lograron perturbar el sueño de más de uno de los residentes del templo, varios se apresuraron aún usaba sus ropajes nocturnos, togas sencillas de lino.
Abrieron la pesada entrada principal entre varios, empujaron los portones que duplicaban el tamaño de un adulto.
—Vengo en nombre de la Narthe'Ali Ekali —declaró el gran hombre en armadura Hegtai abriéndose paso al momento que las puertas se abrieron.
—¿Pero qué clase de interrupción es esta? —preguntó un anciano acercándose entre los discípulos más jóvenes —. ¿Qué cosa puede necesitar a estas...?
El viejo se vio interrumpido por el estruendo del mango de su alabarda al golpear en suelo.
—¡Ustedes responden a la Narthe'Ali ya sea que en el cielo se muestre el sol o la luna! —bramó el soldado con autoridad, causó que los alquimistas reunidos bajen la cabeza tanto en señal de respeto como de miedo —. ¿¡Entendido!?
—S...si —tartamudeó el anciano —. Lo que sea que necesite la gran Narthe'Ali Ekali... —dijo con su cabeza baja.
Solen notó una sombra moverse por la entrada aún abierta mientras la atención permanecía en él.
—Muy bien, la reina requiere información.
Lyria se apresuró mientras Solen distraía a los alquimistas, caminó entre los anaqueles con pergaminos y papiros enrollados y almacenados meticulosamente, la biblioteca de los alquimistas guardaba todo el conocimiento de los Narthum y cualquiera podía acceder a él, al menos el conocimiento que esté en ese primer piso, ya los demás eran de acceso exclusivo de los alquimistas.
Aunque no hubiera pisado ese lugar en años, Lyria tenía recuerdos de donde estaban las escaleras que llevaban a sus almacenes y salas secretas.
Experimentos de toda clase eran llevados a cabo en ese templo, medicinas, obtención de metales preciosos e incluso herramientas para la guerra sucedían dentro de esos muros.
Bajó a toda prisa por las escaleras en espiral, pasó cualquier pasillo que no fuera el de los curanderos, tocó una placa al lado de cada entrada y sintió pequeños puntos en ella podía identificar cada sala, un método que usaban los alquimistas para mantener sus conocimientos seguros.
Bajo decenas de escalones hasta encontrar el almacén de medicina, como imaginó, la puerta estaba cerrada y asegurada.
—Si no fuera así no sería divertido...—susurró Lyria con frustración, tomó la daga y la introdujo con fuerza en el cerrojo, no tenía tiempo para delicadezas.
—Malditos Hegtai —escuchó el eco de una voz, alguien estaba acercándose —. Creen que tienen la autoridad de entrar a donde quieran y pedir lo que quieran.
—Técnicamente entran a donde la reina quiere y piden lo que ella quiera.
—No es el punto
Las voces se acercaban, Lyria comenzó a forzar la cerradura, movió la hoja de la daga arriba y abajo para romper los sellos internos.Las voces se acercaban cada vez más, Lyia rompía cada seguro lo más rápido que podía, uno a uno los chasquidos sonaban dentro de la cerradura.
Los pasos se hacían cada vez más ruidosos.
—Vamos... —susurró Lyria.
El último seguro se abrió, al instante Lyria abrió la puerta y se deslizó al instante que tenía suficiente espacio, volvió a cerrarla lo más silenciosamente posible, escuchó a los alquimistas que se acercaban pasar frente a la puerta y alejándose, suspiró en alivio.
Ahora debía conseguir la medicina y salir de ahí lo más rápido posible.
La sala estaba iluminada con algunas lámparas de aceite, estanterías con decenas de frascos de arcilla, diferentes plantas, morteros de diferentes tamaños y pequeñas bolsas de polvos de todo tipo, varias mesas de trabajo donde los alquimistas experimentaban con todo lo que encontraban, buscaban nuevos medicamentos.
Uno que por un momento asustó a Lyria, una cabeza de bestia se encontraba en una de las mesas, fresca, aún no empezaba a descomponerse, era la cabeza de uno de los depredadores más temidos de Ooram, observó cómo el felino con colmillos cual lanzas había sido reducido casi a un trofeo, aunque sus colmillos habían sido cortados, de seguro para molerlos y convertirlos en polvo medicinal, sus ojos estaban cerrados, pero en el fondo Lyria temía que en algún momento fuera a despertar.
Agitó la cabeza para volver a la realidad, la medicina para Jaren debía estar ahí, moho que brillaba en la oscuridad, si encontraba el ingrediente podría encontrarla.
Comenzó a revisar los frascos, bolsas y cajones, encontró desde polvos de colores hasta órganos de animales, hasta que consiguió un frasco vacío, pero sus paredes tenían restos luminosos del color de algas acumuladas sobre el agua.
—Moho de raíz profunda... —leyó la inscripción en la arcilla, la había encontrado, y si estaba vacío significa que lo habían usado para hacer la medicina.
Se acercó a las mesas de trabajo, prestó atención a cualquier señal parecida al moho.
Una de ellas tenía rastros del moho y una vasija al lado, Lyria destapó el corcho de la vasija, el fuerte olor del moho fermentado y raíces penetró la nariz de Lyria, como si se tratara de licor hecho lodo y hojas, no pudo evitar toser por este, volvió a tapar la vasija y la escondió lo mejor posible bajo su capa.
Era hora de largarse.
De inmediato fue a la puerta, no podía gastar más tiempo.
—¿Pero qué...? —fue lo único que Lyria escuchó al abrir la puerta, a su derecha, un alquimista acababa de pasar frente a la puerta y la escuchó.
Lyria sintió como si todo alrededor se detuviera, su corazón latió tan fuerte que pudo sentir la sangre correr desde su pecho hasta la punta de sus dedos, una vez más había bajado la guardia, y esta vez podría costarle la vida.
No podía permitirlo.
Un instinto que no había sentido en demasiadas lunas se apoderó de ella, en el momento que la cabeza del alquimista se volteó, su mano emergió desde su capa y golpeó el cuello del hombre con la punta de sus dedos justo en la tráquea, al instante que no pudo respirar, Lyria tomó su cabeza, tiró de él con todas sus fuerzas y golpeándolo contra la pared de las escaleras.
El alquimista cayó al suelo inconsciente al instante, fue entonces cuando Lyria asimiló lo que hizo, su respiración se agitó y sus manos comenzaron a temblar.
—¿Por qué me castigan así? —se preguntó a sí misma mientras arrastraba el cuerpo del alquimista dentro de la sala y lo colocaba debajo de una de las mesas de trabajo, para después observar la cabeza de dientes de lanza, aumentaba la sensación que la observaban.
Esta vez después de asegurarse que no había nadie, salió de la sala y subió las escaleras lo más rápido posible, aferrándose fuerte a la vasija con la medicina.
Al llegar al final de las escaleras, pudo ver a Solen frente una de las estanterías , acompañado por dos alquimistas, los tres conversaban acerca de un escrito en manos de Solen, Lyria dirigió la vista a las puertas, aún abierta, no se detuvo a esperar a que el Hegtai sintiera su presencia, como una sombra se deslizó con la cabeza gacha a la salida, unos pasos más y había cumplido su misión.
"Está hecho, ahora desaparece" cursaron las ideas por la mente de Lyria al borde de la salida, ideas de dejar al Hegtai atrás, no lo conocía ni le debía nada.
A pesar de eso, la idea de abandonar a una niña inocente así causó un nudo en su pecho, de cierta forma, se alegró al saber que la culpa la devoraría si faltaba a su promesa.
Una vez cruzó el portal y se alejaba de las puertas del templo y se mezclaba con las sombras del callejón más cercano, juntó sus palmas, atrapó aire entre sus manos, juntó sus labios a la apertura entre sus pulgares y sopló con delicadeza, un silbido armonioso emergió de sus manos, la señal para que Solen dejara de distraer a los alquimistas.
Lyria se acercó a una caja abandonada en esa calle, removió la cubierta superior, en el fondo, la chiquilla envuelta en cuero descansaba, ella se preguntó cómo hacía para dormir tan plácidamente, los primeros días de Jaren habían sido llantos sin control.
Poco segundos pasaron cuando escuchó el golpeteo metálico de la armadura del Hegtai.
—¿Lo tienes? —preguntó Solen, Lyria cargó a la bebé con cuidado para luego hacer a un lado su capa, mostró la vasija sujeta a su cinturón.
—Lo tengo —contestó.
Solen sonrió.
—Perfecto, vámonos antes de que noten que les falta —
—Y antes de que noten el cuerpo inconsciente...—dijo Lyria mientras se adelantaba.
—¿El qué?
—Vamonos, rápido —
Ambos se dirigieron al este, el límite de Urmayan con el gran mar de arena, donde las monturas eran mantenidas y cuidadas.
—Los establos están por aquí, te conseguiré una montura para que te vayas —dijo Solen mientras ambos avanzaban apresurados.
Lyria caminaba y volteaba por encima de su hombro cada pocos pasos, escaneaba cada esquina, cada sombra, el sentimiento de una mirada enemiga en su nuca ya se hacía irritante.
—Por cierto...—la voz de Solen llevó su concentración al frente —. Al distraer a los Alquimistas, les pedí información de lo primero que me vino a la mente y...
Lyria sabía a donde iba esto.
—Preguntaste sobre las Edhra'zi —le interrumpió.
—Si... —admitió Solen —. La información de sus operaciones normalmente es secreta, pero un Hegtai que dice que estaba bajo orden de la reina fue suficiente.
Lyria se detuvo de golpe, por alguna razón incapaz de levantar la vista.
—Di lo que quieras —soltó —. Viví un infierno bajo el servicio de tu gran Narthe'Ali, haciamos su trabajo sucio, robabamos lo necesario, matábamos a quien nos ordenaban y...
El peso de la mano de Solen en su hombro la detuvo.
—Son entrenadas para entregar todo lo que son por el bien de los Narthum —comentó Solen —. Elegidas de pequeñas... huérfanas o entregadas por sus familias, entrenadas como espías, asesinas incluso, en el nombre de las diosas...
Lyria contuvo las lágrimas mientras los recuerdos inundaban su cabeza.
—Juré que jamás volvería a ser... esto —sollozó ella —. Pero al instante que piso este lugar vuelvo a ser...
—La protectora de un inocente —terminó la frase Solen —. En el momento que pisaste Urmayan, salvaste una vida y cambiaste otra Rya —afirmó —. Mi mentor una vez me dijo que aunque seamos capaces de hacer cosas así, es el cómo lo usamos lo que nos define, y a mi parecer, hiciste algo honorable.
Ella subió la mirada.
—¿Qué saben los Hegtai de esto?
Solen sonrió mientras dirigía la mirada a la pequeña en sus brazos.
—Somos elegidos de niños, huérfanos o entregados por nuestras familias, entrenados como soldados, asesinos incluso, en el nombre de las diosas —repitió, Lyria no pudo evitar sentir cierta calma por sus palabras —. Te dije que esto era una señal —entonces se volteó para seguir el camino.
Lyria comenzó a considerar que quizá tenía razón.
—Lyria —confesó ella mientras le seguía el paso —. Mi verdadero nombre es Lyria.
—¡Ja! —soltó Solen —. Ese nunca cruzó mi mente.
—¿De qué hablas?
—Sabía que me diste un nombre falso e intentaba adivinar cual era el verdadero, jamás habría adivinado.
—Seguramente se te habría ocurrido con tiempo.
Al llegar al borde de la ciudad Lyria pudó reconocer el olor del desierto, el sonido de la arena susurrante en el viento, Solen le explicó que la llevaría a los establos, le daría una montura con la que pueda regresar a su hogar, ya lo peor había pasado para ella, al igual que para la pequeña en sus brazos.
—¿Sabes montar? —preguntó Solen a medida que se acercaban a los establos, el olor a animal y sus desechos se hizo presente, Lyria pudo ver la cerca que rodeaba el gran espacio de tierra donde los animales podían caminar cuando no descansaban en sus casetas.
—He llevado camellos antes, no es tan difícil.
—¿Camellos? —preguntó ahora con tono incrédulo —. Si usas un camello quien sea que necesite esa medicina estará muerto antes de que llegues.
—¿Y entonces qué planeas que...? —Lyria se detuvo al darse cuenta de lo que Solen hablaba —. No —dijo firmemente justo antes de pasar la cerca de madera.
—No sabía que estabas en posición de negar ayuda —dijo al abrir la cerca, hizo un ademán para que Lyria entrará.
—No considero esto como ayuda... —comentó Lyria antes de pasar, el suelo era una combinación de tierra y heno pisoteado.
Solen se acercó a una de las casetas y dejó su alabarda reposar contra una de los postes que sostenían el techo, todas estaban aseguradas, sus sillas de montura reposaban sobre cada puerta, aunque eran básicamente correas que sujetaban al jinete, adentro podía escuchar la profunda respiración de los animales, Lyria se mantuvo a una distancia segura.
—Despierta preciosa —dijo el Hegtai mientras tomaba su arnés de seguridad y removía la pequeña barra de metal que mantenía la puerta cerrada, entonces caminó algunos pasos hacía atras, Lyria notó que a pesar del tono casi paternal con el que hablaba, estaba alerta, Solen lanzó un silbido corto y agudo, al instante se escuchó cómo algo se movía sobre el heno de la caseta, seguido del sonido que Lyria identificó como el una piedra que golpeaba otra.
Después Solen volvió a silbar, otra vez breve y agudo, en ese instante el enorme jashi salió de su nido, soltó ligeros graznidos a medida que avanzaba con casa paso, Lyria había subestimado el tamaño de esas aves del terror, la montura de Solen lo hacía ver como un niño en comparación, sus musculosas patas terminaban en gruesas garras del tamaño de sus manos, sin mencionar el enorme pico que terminaba en un gancho ideal para arrancar carne.
—Aquí, conmigo —dijo Solen al animal, ya que sus ojos estaban cubiertos por una mascara especial de cuero, Lyria había escuchado que este metodo les permitía a los Hegtai montarlos mejor a la hora de una batalla, impidiendole al jashi distraerse por lo que sea que suceda alrededor, la mascara se sujetaba desde la parte posterior del craneo y poseía domos sobre los ojos para protegerlos, cualquiera pensaría que ornamentos no eran necesarios cuando el plumaje del color del atardecer alrededor de su cuerpo y cuello ya causaban gran impresión.
La jashi chasqueó su pico mientras se acercaba a Solen, tal como Lyria pensó, igual al de dos piedras, el ave niveló su cabeza a la altura de Solen aunque no era capaz de verlo, en ese momento Solen se relajó y acarició el pico de su momtura.
—Darás un largo paseo preciosa —dijo mientras comenzaba a rascar el cuello del ave, lo que pareció ser de su agrado debido a los agudos cantos que hacía, al mismo tiempo Solen aseguraba las riendas en la máscara, también hizo a un lado el denso plumaje reveló un arnés completo en el torso del ave, tomó la silla de montura y la colocó en su lomo, aseguró el arnés firmemente.
Lyria notó el innegable cariño que Solen le tenía al animal.
—No me gusta esto —dijo ella —. Dicen que las aves jashi de un Hegtai son testarudas.
—Ella es una dulzura una vez te conoce.
—Prefiero un camello...
—¿Ahora quién es la testaruda? —se burló Solen, recibió absolutamente nada de Lyria, él suspiró mientras tomaba las riendas de su jashi y la guíaba a su lado.
—No encontraras animal más rápido en Urmayan Lyria —explicó —. Es la única opción.
Aún negada a la idea, Lyria se acercó al costado del ave, Solen aún sostenía las riendas.
—Ahora, un pie en el estribo —indicó Solen, Lyria obedeció y colocó su pie —. Y arriba —dijo al tomarla firmemente de la cintura y alzandola sobre el ave, aún con la pequeña en brazos ella logró estabilizarse, pero el animal no estaba tan feliz, movimientos bruscos y graznidos hacían saber que no estaba cómoda con quien la montaba.
—Soo —intentaba calmarla Solen.
Lyria tomó las riendas, tiró de estas con fuerza para que el animal entendiera que sus ordenes debían ser seguidas, ella logró acomodar sus piernas debajo de las inutiles alas del ave, la jashi soltó un ultimo graznido antes de obedecer a su nueva jinete.
—Creo que se llevarán bien... —afirmó Solen ahora con un tono melancolico, observó a la pequeña en brazos de Lyria —. Espero tengas una buena vida... las dos —terminó ahora con la vista en Lyria.
—Hiciste lo correcto, Hegtai Solen —dijo ella con una sonrisa —. Nunca lo dudes.
El soldado apenas pudo sostener su sonrisa, pero desvió la mirada de inmediato.
—Ahora que lo pienso, nunca me dijiste su nombre —comentó Lyria, hablaba de la bebé.
—Ella... —soltó Solen, sin poder responder —. No posee uno aún.
—...¿Quieres darselo?
—¿Yo?
—Practicamente le otorgaste la vida, está en tu derecho —afirmó Lyria al inclinarse para que Solen pudiera verla claramente una ultima vez.
—Hamsra —dijo Solen, Lyria sonrió.
—Es hermoso... ¿Es el nombre de tu...?
—Muy bien, tienes a alguien importante con quien ir —interrumpió Solen —. ¡Daik! —exclamó al golpear el lomo de su jashi, el ave comenzó a correr al instante, Lyria tuvo que sujetar las riendas con fuerza para evitar que chocara contra algo, la dirigió a la puerta abierta
—¿¡Cómo se supone que la devuelva!? —gritó ella despúes de salir de los establos a medida que se alejaba.
—¡Quitale la venda y volverá a casa! —respondió Solen, observó como desaparecían en el paisaje nocturno a las afueras de Urmayan, el sonido de las patas de su montura al golpear el suelo se alejaba poco a poco hasta desaparecer en el horizonte del desierto.
Suspiró con fuerza, aún incapaz de asimilar lo que pasó esa noche, había roto su juramento como Hegtai, manipulado el nombre de la gran Narthe'Ali para su propio beneficio y puso en peligro los recursos de los Narthum.
Y aún así, se sentía orgulloso.
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