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“Te hice creer que somos más que solo amigos.”
“I made you believe we're more than just friends.”
Ambos ángeles, según el rubio, entraron al castillo gigante por una puerta dorada con lindos dibujos de nubes blancas junto con un hermoso sol…
La verdad Felix estaba impactado, el lugar era precioso, que él fuera mitad demonio, no le impedía ver la belleza del cielo y admirarla…
Y pensar que siglos atrás este fue el hogar de su madre…
—Te voy a presentar a mí madre, ¿Te molesta? —Preguntó Minho preocupado.
—Para nada… —Le sonrió inocentemente.
Estaba mintiendo, estaba asustado, tenía miedo de que SooJin lo reconociera por su gran parecido a su padre…
Él sabía todo lo que ellos pasaron y porque la diosa de la tierra le tenía tanto odio a su padre, como para robarle algo preciado como sus alas como si nada…
“Espero que no me reconozca, como pasaron tantos años, quizás se olvidó del rostro de papá…”
Pensó mientras entrelazaba sus dedos con los del chico más alto.
—Entonces vamos, te la voy a presentar, estoy seguro que ella va a adorarte cuando te vea, pareces caído del cielo… —Se rió al pensar que lo último que dijo es muy irónico, ya que están en el cielo.
—Que gracioso eres Minho… —Se rió junto al rubio el pelinegro.
Una linda chica de cabello color castaño los miraba con seriedad en su trono…
Estaba analizando las interacciones de esos dos, parecían más que dos amigos, así que carraspeó para llamar la atención de los dos ángeles.
El rubio se sorprendió y miró en seguida a su madre. —Oh mamá, hola. —Soltó la mano de Felix y se acercó a ella para darle un beso en la mejilla con cariño.
—Oh mí niño… —Acarició las mejillas del rubio con cariño. —¿Quién es tu lindo amigo? —Miró al pelinegro y lo analizó de arriba a abajo, sentía que lo había visto alguna vez, pero lo ignoro, seguro eran tonterías de ella.
—Él es Hwang Felix, mamá… Es un ángel que llegó hace poco aquí al cielo…
La castaña se puso a pensar en esas palabras. —Hwang… ¿Eres algo de Hwang Hyunjin?
—Sí señora. —Hizo una reverencia con respeto y volvió a su postura normal. —Él es mi primo lejano, estoy seguro que no me conoce por eso… —Sonrió inocentemente e hizo ojitos de cachorro.
Minho quedó embobado por la linda cara del pecoso, en serio era precioso.
SooJin se dió cuenta de la reacción, y tuvo un mal presentimiento, pero su hijo merecía felicidad, así que dejaría esos pensamientos de lado y apoyaría a esos muchachos en todo…
—¿Tienes dónde quedarte, muchacho? —Habló la bonita dama mirando al pelinegro con amabilidad.
—No señora… Minho me dijo que me podía quedar aquí…
—Sí mamá, ¿Él se puede quedar aquí? —Le hizo ojos de cachorrito, la única mujer en la sala no se pudo resistir y empezó a besar sus mejillas con amor. —¡Mamá! Tomaré eso como un sí. —Se rió el rubio.
El pelinegro solo podía ver todo eso con tristeza, extrañaba tanto a su mamá…
SooJin dejó de atacar las lindas mejillas de su hijo, y miró al pecoso con piel pálida con una sonrisa.
—Bienvenido a mi castillo, Hwang Felix, espero que tengas una linda estadía aquí. —Le guiño un ojo con picardía, Minho solo se sonrojó, provocando su risa. —Le diré a una sirvienta que te lleve a tu habitación y te ayude a desempacar tus cosas. —Sonrió, se bajó de su trono, se acercó al pelinegro y le dió un abrazo.
El pelinegro correspondió sorprendido. —Muchas gracias, Señora.
—No me digas así, dime SooJin, todavía soy joven. —Se rió la chica de cabello castaño, el demonio disfrazado de ángel asintió. —Muy bien, ¡Chaewon! —Llamó a su asistente, Felix sintió un escalofrío al escuchar su nombre, era como se llamaba su hermana mayor, pero no podía ser ella, seguro era un ángel que se llamaba igual.
—¿Sí, mí señora? —Se acercó a los tres ángeles una linda muchacha delgada, rubia y con ojos rojos, hizo una reverencia esperando alguna orden por parte de la diosa de la tierra.
Felix sintió que podía desmayarse ahí mismo… era ella, su hermana, la que perdió hace años… Ocultó sus reacciones porqué tampoco pretendía arruinar sus planes, aunque ahora estos iban a cambiar un poco…
—Quiero que ayudes a este muchacho a desempacar sus cosas en la habitación que está al lado de la de Minho… —Habló la muchacha de ojos celestes, cabello castaño y piel bronceada con voz autoritaria.
Chaewon cuando levantó su mirada se sorprendió y quedó en shock, ese muchacho pelinegro, es su hermanito… Su Felix, su niño…
—¡Chaewon! ¡CHAEWON! —Gritó la diosa para que la rubia reaccionara.
La muchacha de ojos rojos negó con la cabeza y volvió en sí, hizo una reverencia ante SooJin. —Disculpe señora, llevaré al joven a su habitación. —Dejó de hacer la reverencia para acercarse a Felix, tomarlo de la mano y llevárselo hacia la habitación que la diosa le había indicado.
—Mamá… —Se acercó Minho a su madre mientras observaba a ambos muchachos que se iban juntos hacia las habitaciones, les vió cierto parecido, pero decidió ignorarlo. —¿Por qué Chaewon reaccionó así?
—No lo sé, cariño… ¿Vamos a comer algo? —El rubio asintió y los dos se fueron hacia la cocina.
Los dos muchachos con rasgos parecidos caminaban apresuradamente por los pasillos, necesitaban hablar en privado, y qué mejor lugar para hacerlo que en la nueva habitación de Felix.
Cuando llegaron, ambos entraron, cerraron la puerta con seguro y se sentaron en la cama, se abrazaron con fuerza, derramando lágrimas.
Se habían extrañado mucho…
—¿Cómo es que estás aquí, Chae? Papá, mamá y yo por mucho tiempo pensamos que ya no estabas en este universo… —Dijo tristemente el pelinegro.
—Es una historia muy larga para contar… —Dijo de manera triste también. —Mamá y papá, ¿Cómo están? —Preguntó con una sonrisa, pero la quitó al ver que Felix le respondió con silenció. —¿Qué pasó con ellos?
—Pues… Mamá… Ella… —Volvió a llorar. —La mataron, Chae… —La rubia se sorprendió y también empezó a llorar. —Y papá… desde que ella se fué, se la pasa estando con mujeres, incluso ha estado con hombres, creeme que no es fácil de ver eso Chaewon…
La rubia lo volvió a abrazar y permitió que él llorara.
—Fefi… No sé qué decirte… —Suspiró. —La señora SooJin me tiene aquí en contra de mí voluntad…
—Chae… ¿Me dirás algo si te digo que papá me mandó aquí para una misión? —Ella lo miró confundida y él decidió explicarle. —Estoy aquí para conseguir las alas que la diosa de la tierra le robó hace años como venganza, tengo que enamorar a Minho para que él me las de sin dudar, puedo hacer que él te liberé de esto y vuelvas a casa con papá y conmigo… —La rubia lo abrazó de nuevo contenta y asintió muchas veces. —Muy bien, entonces, tendrás que ayudarme.
—Claro que sí, seré cupido. —Se rió y el pelinegro también lo hizo.
Pasaron varios días, y Felix con cada uno de ellos le hacía créer a Minho que eran más que amigos, pobre muchacho, no sabía que era todo mentira…
Por dentro solo podía reírse, en serio era muy tonto e iluso si él se creía que era inocente, sumiso y tierno.
—Min… —Habló con voz tierna el pelinegro mirando lo que estaba haciendo Minho en un lienzo.
Los dos estaban en unas montañas dibujando y pintando, el rubio estaba muy concentrado en su obra.
—¿Qué sucede, Fefi? —Dejó sus pinceles de lado y miró al chico pecoso embobado, era tan hermoso.
—¿Qué pintas? —Analizó la obra con curiosidad.
—Son un ángel y un demonio sentados en un trono con espadas, gobernando juntos… —Analizó la obra también, le estaba quedando muy bien…
—¿Y por qué pintaste algo así?
—No lo sé, siempre en mis sueños aparecen dos muchachos con la cara borrosa gobernando el cielo y el infierno juntos… y pues… está vez decidí pintarlo… —Acarició las partes secas de la pintura con cariño.
—Interesante… —Dijo el híbrido. —Por cierto, cambiando de tema… ¿Tú madre tiene algo muy valioso que esconde en su castillo? No lo tomes como algo malo, es mera curiosidad…
—Mmm… Te lo diré porque confío en ti, cariño… —El pelinegro se sonrojo al escuchar el apodó, no sabía el porqué. —Mí mamá esconde unas alas en su habitación, sinceramente no lo sé, pero no niego que son adictivas de ver… Son negras, no son blancas… y de vez en cuando me escabullo a mirarlas, quizás te lleve en algún momento…
—¿De verdad? ¿Me llevarías? —Dijo sorprendido, aunque por dentro estaba sonriendo maliciosamente.
—Claro que sí, bebé, pero no le digas a nadie, mañana te llevaré, te lo prometo, pero recuerda, no le digas a nadie…
El pelinegro asintió, y siguieron pintando sus lienzos, cada uno concentrado en su obra.
Janne
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