9. Love will keep you blind
El tiempo pasaba con una rapidez tortuosa y la espera se hacía cada vez más difícil. El teléfono no sonaba y los muchachos habían puesto los suyos en silencio para no alterarlo más
- Necesitas descansar - decía Frank a su oído sin dejar de sostenerlo entre sus brazos - Y comer algo
- No tengo hambre - decía mecánicamente. Sus ojos ardían por el tiempo que llevaba llorando pero poco le importaba
- Pero estos pequeñitos sí - Frank apretó su barriga con cuidado para luego besar su cuello con ternura, como una forma de consuelo - Gee... lo vamos a encontrar
- ¿¡Cuándo!? - preguntó alterándose - ¡¿Cuándo lo van a encontrar?! ¡¡Han pasado TRES días!! - gritó a todo pulmón, quitándose a Frank de encima para levantarse con esfuerzo - ¡¿Dónde está mi bebé!? - estalló en llanto una incontable vez más.
Sus nervios habían colapsado luego de dos horas sin saber de pequeñito, y el pasar de las mismas no hacía más que estrujar violentamente su corazón y robar su aliento
- ¿Por qué Frankie? - preguntó nuevamente. Frank únicamente bajo la mirada dejando escapar varias lágrimas y apretó sus puños con fuerza hasta que sus nudillos estaban blancos - ¡Ahhh!
- ¡Gerard! - corrió a sostener a su esposo antes de que cayera al suelo - ¡Sara!
~
- Es demasiado estrés para él - decía mientras acomodaba un mechón negro detrás de la oreja de su paciente - Le puse un muy ligero calmante para que descanse un poco
- Gracias Sara, por todo... - sin importarle se quebró delante de aquella mujer.
Sara simplemente guardo sus cosas y luego se sentó junto a Frank en la cama donde yacía el pelinegro, haciendo círculos sobre su espalda para calmarlo
- Todo saldrá bien, atraparán al idiota que les hizo esto y lo harán pagar
- Pero ya ha pasado mucho tiempo... ¡ni siquiera han llamado!
- No pierdas la esperanza, debes ser fuerte por los tres - señaló con la mirada al pelinegro y su enorme barriga haciéndose notar entre las mantas - Y también por Miles
- Si le pasa algo yo...
- No pienses así, estará bien... es igual de necio que tú - añadió antes de abrazar al castaño por fuerza - Iré al hospital y a mi hogar por lagunas cosas y después volveré, deberías descansar un poco tú también
- Gracias Sara - dijo finalmente y cuando Sara abandonó la habitación se acomodó junto a su pelinegro, abrazándolo por su enorme barriga para cerrar los ojos unos segundos.
En su sueño estaban Gerard y él cargando a sus dos pequeñitos recién nacidos mientras Miles intentaba ver sus caritas.
~*~
El quedo sonido que hacía el vibrador le hizo despertar de golpe, se estiró para alcanzar su móvil pero cuando lo hizo la llamaba había finalizado. Observó la hora, 3:47 am, suspiró sintiendo todo su cuerpo doler, en especial la cabeza y bajo vientre; giro un poco para ver a su castaño profundamente dormido a su lado, con unas ojeras bastante pronunciadas en su rostro que ni con dormir un día completo desaparecerían.
Estaba por hacer una mueca triste que simulaba una sonrisa cuando, en su mano, su teléfono volvió a vibrar.
Observó el número desconocido por un segundo y luego atendió, sintiendo algo oprimir su pecho al escuchar aquella voz y, aún más importante, saber de su pequeñito luego de días.
~
- Mmmm... - se estiró buscando a tientas el cuerpo tibio de su esposo, encontrando solamente las mantas frías. Abrió los ojos de golpe - ¿Gerard? - lo llamó e inmediatamente se levantó para buscarlo en el baño. Había tenido una horrible pesadilla - ¿Gerard? - volvió a llamarlo, dirigiéndose a la habitación de Miles donde su esposo había pasado la mayoría del tiempo abrazando el Batman de su hijo - ¿Gee? ¿Cariño? ¿Dónde estás? - llamó elevando un poco más la voz.
Bajo hasta la sala donde sus amigos y cuñado dormían; los chicos los habían acompañado en todo momento e incluso algunas otras bandas se ofrecieron a ayudar, mas sus apretadas agendas y el no saber nada del pequeño eran un obstáculo que les impedía hacer algo, sin embargo todos los días llamaban y enviaban su apoyo a la preocupada familia.
- ¿Qué pasa? - despertó Mikey primero, levantándose del incómodo suelo
- ¿Y Gerard?
- Estaba arriba... contigo - dijo Mikey mientras Ray y Brian se removían hasta despertar
- ¿Qué pasa? - pregunto el adormilado manager de la banda
- Gerard no está
- Tal vez está en la cocina - dijo Ray dirigiéndose ahí
- ¿Buscaste en la habitación de Miles? Tal vez en la de los gemelos... - Mikey subió a prisa mientras, por su parte, revisó el baño y el estudio para luego salir al patio trasero. Nada. Su corazón latía como nunca antes
- No está por ningún lado - dijo Bob pálido como una hoja
- Llamaré a los encargados del caso - Brian se alejó un poco para hacer las llamadas.
- Gee... - susurró con la voz ronca y un gran vacío en su estómago y bajo sus pies, devorándolo con su oscuridad y abandonándolo a la soledad. ¿En qué momento todo se había ido a la mierda?
- Frankie... - Ray intentó decir algo pero no había palabras de consuelo. Su hijo estaba perdido y ahora Gerard...
- Estamos contigo Frank - atinó a decir Bob, abrazando a Iero con fuerza, dejándole que llorara sobre su hombro. A los pocos segundos Ray se unió al abrazo, sintiendo sus ojos escocer al igual que los del rubio
- ¡FRANK! - gritó Mikey desde dentro. De inmediato todos fueron donde el Way menor con renovadas esperanzas
Mikey lucía pálido, casi como su hermano y su semblante sereno lo había abandona hacía días. Se encontraron en las escaleras donde Way le tendió el teléfono de su hermano a Frank. Éste, por un segundo, vio el teléfono con extrañeza, sin comprender a que se refería Mikey hasta que sus ojos se enfocaron en la pantalla, más concretamente en la llamada recibida hacía una hora.
- Llamen a la policía y a Sara - dijo antes de correr a la salida de su hogar
- ¡Frank! - intentaron llamarlo pero nada detuvo al castaño. En su lugar el rubio salió corriendo tras de él
- ¿Qué está pasando? - preguntó Brian sin comprender demasiado.
- No estoy seguro pero alguien llamó a Gerard y ahora ya no está - el rechinar de ruedas resonó por todo el solitario hogar
- ¿Crees que...? - Ray preguntó
- ¿Dónde está el teléfono de Frank? Creo haber visto el número antes - Ray corrió hacia la habitación de sus amigos mientras Brian volvía a llamar a los encargados del caso, a la policía y más importante, a Sara.
~*~
La luz del día intentaba abrirse paso por entre las gruesas nubes que cubrían la cuidad, el frío era latente haciendo necesario llevar al menos una sudadera o un abrigo que te protegiera del clima de noviembre, pero no en su hogar, dentro de aquellas paredes nada podía hacerle daño.
- Buenos días, mi cielo - saludo con voz cantarina - Debes tener hambre - fue hasta la cocina y luego volvió a la pequeña habitación con un biberón - Come cariño - decía mientras cogía al menor entre sus brazos para luego ir a su habitación donde se sentó a darle de comer - ¡Qué lindo es mi pequeño!
- Más te vale... ¡Ahhh! - intentó advertir pero un dolor atravesando su cuerpo le hizo callar
- ¿Podrías guardar silencio? Intento darle su biberón a mi pequeño - sonrió provocándole nauseas
- ¡Eres despreciable! - intentó removerse pero fue en vano, el dolor comenzaba a disminuir de a poco, aquel dolor que recordaba muy bien "Debes relajarte, nada de estrés" recordaba las palabras de su amiga - ¿Qué es lo que quieres? - preguntó sin rodeos y tratando de regular su respiración - ¿Dinero? Podemos dártelo... lo que sea, sólo déjanos ir - el llanto del menor se dejó escuchar por toda la habitación
- Shhh... no pasa nada, mi cielo
- ¡Déjalo! ¡No te atrevas a tocarlo!
- ¡He dicho que te calles! - el sonido provocado por el golpe en su mejilla resonó en la solitaria habitación. El menor había calmado su llanto y ahora veía la situación asustado
- Papi... - le llamó e intentó removerse pero el agarre le impedía siquiera separarse un centímetro de los brazos ajenos
- Sólo hay una cosa que quiero de ti - dijo firmemente y con una gran sonrisa en su rostro.
~
- ¿Qué pasa Frank? - preguntó por quinta vez - ¿Quién llamó a Gee?
- Debí suponerlo - decía Frank para sí mismo sin disminuir la velocidad - ¡Soy un idiota! - golpeo con fuerza el volante cuando un alto los detuvo y luego golpeo su cabeza con desesperación. Bob observó asombrado por un segundo y luego se movió para evitar que Frank siguiera haciéndose daño
- ¡Basta Iero! ¡Me vas a decir qué diablos está pasando!
- ¡Esa maldita loca tiene a mi familia! - entonces el semáforo paso a verde, permitiéndole acelerar a fondo.
- ¿De quién hablas? - decía Bob intentando comprender. Luego de unos minutos el auto tomó una dirección vagamente familiar para el rubio, en su mente intentaba armar el rompecabezas - ¿E-ella...? - preguntó cuándo todo se aclaró en su mente y le golpeo con la fuerza de un camión. El ceño fruncido de Frank le confirmo sus sospechas - Llamaré a los chicos, debemos estar preparados
~
Ya había terminado sus tareas, la casa estaba completamente limpia y ahora el olor de una olla con pollo y verduras inundaba su hogar. Su pequeñito estaba dormidito en su cuna y eso le dejaba la libertad de prepararlo todo.
Primero buscó una tinita y luego un par de toallas para limpiarlo todo, iba a buscar sus instrumentos cuando el timbre comenzó a sonar sin cesar. Sonrió grande al saber que su amado estaba en casa
- ¡Hola amor! - saludó cordialmente a su castaño, quien abrió los ojos como platos al verla - ¿Qué pasa? ¿Me extrañaste?
- ¿Jamia? - preguntó atónito al verla así, con esa gran barriga - ¿Qué...?
- Oh... ¡Hola Bob! ¡Qué bueno verte luego de tanto tiempo! - el rubio lucía igual de asombrado - Frankie, debiste decirme que traerías a tu compañero de banda para preparar algún platillo... ¡pasa Bob! - se hizo a un lado, dejando que ambos entraran a su hogar
- Déjate de juegos Jamia - dijo demandante luego de la sorpresa inicial
- Puedes quedarte a cenar Bob, preparé el platillo favorito de mi Frankie
- ¿Gracias? - intentó sonar casual. Frank le dirigió una mira amenazadora pero el rubio supo calmarlo. "Síguele la corriente para encontrar a Miles y a Gee" susurró a su oído cuando tomó asiento en la pequeña sala
- ¿Cómo has estado Jamia? - pregunto Bob
- Muy bien, nuestras pequeñas dan mucha batalla pero estamos bien - dijo al tiempo que pasaba su mano por su granbarriga. Ambos la observaron con extrañez, Jamia lucia muy feliz pero no era de la clase de felicidad normal sino una que los asustaba un poco - Y Miles ha estado algo extraño... supongo que esta celoso de sus nuevas hermanitas - añadió soltando una pequeña risita
- ¿Y Miles? - preguntó Frank con preocupación
- Está tomando su siesta, ese pequeño es muy flojo
- Iré a verlo - Frank se movió de prisa - ¿Dónde está?
- En su habitación Frankie, ¡donde más estaría! - Jamia volvió a reír - Pero deja, iré yo por él
- ¡No es necesario! - intervino Frank. Antes muerto a dejar que esa loca volviera a tocar a su hijo. La mirada de Jamia se oscureció un poco y sus puños se apretaron al verlo tan tenso "Piensa Frankie, no debes permitir que les haga daño" - Digo... no quiero que te fatigues... por nuestras nenas - añadió con una mueca incomoda. Aquella mujer simplemente sonrió, un brillo extraño volviendo a sus ojos
- ¡De acuerdo Frankie! - asintió con alegría.
Frank le dirigió una mirada significativa a Bob y luego subió al segundo piso de la pequeña casa. Bob observó a Frank y luego paseo sus ojos azules por la mujer que alguna vez fue la pareja de su amigo.
Había cambiado mucho, su cabello estaba más corto y lo había teñido de negro además de lucir un poco más pálida de lo común. "Como Gee" pensó el rubio
- ¿Y cómo va todo? - Jamia rompió el silencio - Frankie ha estado muy acopado con eso de las giras y casi no nos vemos, por suerte ya terminó y ahora la pasara conmigo todo el tiempo
- Eh... sí... todo va bien, ya sabes - decía incómodo. La mirada de Jamia era penetrante y sólo lograba incomodarlo más
- Me imagino que han tenido mucho trabajo ¿no?
- Sí, las cosas iban viento en popa pero con el embarazo de Gee tuvimos...
- ¿Qué? - Jamia lo interrumpió. Sus ojos entrecerrándose con suspicacia y su sonrisa pasando a ser una cada vez más falsa
- N-nada, el trabajo... ya sabes - dijo nervioso. Ella se había puesto de pie y paseaba por la pequeña sala
- Creo que mencionaste a Gerard, ¿no? - Jamia lucía tensa... demasiado. Estaba dándole la espalda así que tal vez podría escapar piso arriba, buscar a su sobrinito a Gerard y a Frank y huir de ahí antes de que a esa loca se le ocurriera algo - Sabes... ese sujeto no termina de caerme bien, siempre junto a mi Frankie, siempre dirigiéndole esas miradas de gata en celo... ¡¿Cuál es su problema!? - alzó la voz. Bob se puso de pie esquivando apenas un cenicero que se dirigía a su cabeza - ¡Frank es MÍO!
- ¡Frank! - alcanzó a gritar antes de que el único florero se estrellara contra su cabeza.
~
- ¡Miles! -corrió hacía la descuidada cuna en la pequeña habitación. Su pequeñito estaba dormido y seguía usando la misma ropa bajo su disfraz de HotDog de aquel día - Cielo, despierta - removía a su pequeño pero era inútil. "¡¡Maldita loca!! ¡¿Qué le hiciste a nuestro bebé?!"
Con su hijo en brazos pasó a la siguiente habitación donde había otras dos descuidadas cunas. En si todo el lugar lucía descuidado a excepción del primer piso.
Cuando salía de aquella habitación el grito de Bob lo alerto. Observó desesperado el lugar, buscando por donde escapar para poner a salvo a su hijo. "¡¿Frankie?!" escuchó el grito de Jamia desde la planta baja y luego sus pasos al subir las escaleras.
- ¿F-Frank? - pero entonces alcanzó a escuchar un quedo susurró. Con el corazón desembocado en su pecho corrió a la única habitación que no le había dado tiempo de revisar
- ¡Gerard! - con preocupación se acercó a la cama donde, atado de manos a la cabecera, se encontraba su esposo
- ¿Miles está bien? - pregunto primeramente. Su rostro estaba aún más pálido y le cubría una capa de sudor
- Esta dormido...
- Debes irte, pon a Miles a salvo
- ¡No pienso dejarte! - Gerard sonrió débilmente. Frank estaba por desatarlo cuando la puerta se abrió intempestivamente. Jamia traía una pequeña maleta y no dejaba de sonreír
- ¿Qué haces Frankie? - preguntó inocentemente, sacando un pequeño bisturí de la maleta
- ¿Qué hago? ¡¿Qué mierda haces tú?! ¡¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?!! - su hijo se removió en sus brazos por los gritos. Jamia no dejaba de sonreír - ¡¡PUSISTE A MI FAMILIA EN RIESGO!! ¡¡MALDITA LOCA!! - la sonrisa de aquella mujer se desvaneció
- ¿Yo loca? - se acercó peligrosamente a su pelinegro. Frank se interpuso pero aún traía a Miles en sus brazos, lo que dificultaba su actuar - ¡¡Fuiste tú quien me abandonó por esta basura!! - gritó a todo pulmón. Gerard soltó un quejido y Miles volvió a removerse en sus brazos - ¡Pudimos ser una familia! ¡Miles pudo ser nuestro y pudimos haber tenido unas muy lindas gemelas...! ¡¡ÉL FUE QUIEN SE INTERPUSO!!
- Baja esa cosa - dijo alarmado al ver como se acercaba cada vez más a su pelinegro
- No te preocupes... no dañaré a nuestras pequeñas -volvió a sonreír grande para luego levantar el bisturí.
El pelinegro vio todo pasar demasiado rápido, intentó encogerse, removerse para que Jamia no dañara a sus amores pero era inútil. Cerró los ojos con fuerza, sintiéndose muy mareado y con el dolor de las contracciones cada vez más fuerte e insoportable; espero y espero, segundos eternos pero el impacto no se hizo presente
- ¡¡FRANK!! - gritó ella y entonces sintió un peso más caer en la cama. Abrió los ojos para ver a su castaño con objeto cortante encajado en su hombro derecho
- ¡¡FRANKIE!!
- ¡Alto ahí! - grito alguien más pero poco le importo. Frank no le contestaba
- ¡¡FRANK!! - lo llamó pero el dolor en su interior le hizo callar y morder sus labios - Frank... - lo llamó entre lágrimas
- ¿E-están bien? - dijo su castaño en un quedo susurró - A Miles no le paso nada - se levantó un poco para dejar ver a su pequeñito; su cuerpo había sido un buen escudo.
Muchas personas entraron en la habitación para inmovilizar a Jamia y luego de unos segundos entró Sara
- Tranquilos, la ambulancia está abajo... van a estar bien
- ¿Frank? - entraron los paramédicos a atender al castaño mientras Sara lo desataba - ¡Ahhh!
- Miles está bien, también lo llevaremos con nosotros - informó Sara a los demás paramédicos mientras la camilla era colocada para llevárselo - Frank también estará bien, no fue algo grave
En menos de un minuto los tres ya estaban en la ambulancia. Había visto a su hermano junto a un Bob con la camisa manchada de sangre y a un emocionado Ray decir el nombre de su pequeño quien iba en los brazos de un paramédico
- ¿Frankie? - susurró apenas, sintiéndose casi inconsciente por el dolor
- Fue muy estúpido el venir sólo - dijo Frank sentado junto a él sin su camisa - Casi los pierdo
- Frankie...
- Pero lo que importa es que están bien
- Frankie... - insistió una vez más
- No hay tiempo para charlas - intervino Sara colocándole la mascarilla al pelinegro quien sentía sus ojos terriblemente pesados. Frank alcanzó su mano, estrechándola con fuerza en señal de apoyo - Ya sabes lo que viene, ¿no?
- ¿Tan pronto? - preguntó preocupado pero sin disminuir el agarre que mantenía con su esposo
- Las cosas se están complicando.
~
- ¿D-donde está Miles? - preguntaba entre la nebulosa de confusión. Sus ojos verdes se encontraban perdidos en la lámpara sobre él que le deslumbraba - ¿Y Frank?
- Los dos están bien
- Que bueno - dijo con una sonrisa tonta... sonrisa que se desvaneció cuando algo atravesó su espalda - ¡¡AAHHHH!!
- Es para que no duela - dijo la voz de Sara aunque no pudo reconocer su rostro pues todo lo veía borroso
- ¿Y Miles? - preguntó nuevamente
- Está bien, le pusieron un poco de suero porque estaba deshidratado pero no le ha pasado nada... a Frank tampoco
- ¿Y porque no está conmigo? - entonces la puerta se abrió al tiempo que una enfermera colocaba una cortina que le impedía ver su gran barriga - ¿Qué está pasando?
- No podemos esperar más, tendrás a tus bebés en este momento
- Pero son muy pequeños... ni siquiera hemos pensado en nombres - dijo apenas. Estaba por soltarse a llorar cuando un gentil agarre y una caricia en su mejilla detuvo sus lágrimas - ¿Frankie?
- Hola cariño - el castaño iba en silla de ruedas aunque no la necesitara, también llevaba una bata azul sobre sus pantalones, el cubre bocas y un gracioso gorro azul - Miles está bien
- Mi dulce niño... vamos a tener a estos pequeños ahora
- Lo sé - dijo con simpleza. El dolor en su corazón había casi desaparecido al tener a salvo a sus amores
- No hemos pensado en nombres - dijo soltando varias lágrimas. El dolor había cedido en su mayoría
- Había pensado... me gusta Cherry, pero también Lily
- Me gusta Matthew... o Frank, Frank es un lindo nombre - ambos rieron quedamente - ¿Miles no puede estar con nosotros? Lo quiero cerca de mi... lo necesito - sus lágrimas escaparon y un leve temblor recorrió su cuerpo al sentir aquel aparato moviéndose sobre el frío gel
- Lo siento cariño, pero en cuando despiertes estará contigo - Sara hacía su trabajo con rapidez hasta que se detuvo en su objetivo. Frunció el ceño al ver algo que no esperaba - ¿¡Qué...!?
- ¿Está todo bien? - preguntó Frank con suspicacia. Gerard volvió a temblar mientras el monitor de su corazón marcaba sus incontrolables latidos
- Ok, quiero a Frank fuera de aquí, aplicaremos anestesia general - ordenó y todos obedecieron de inmediato
- ¿Cómo que fuera?
- Iras con Miles a asegurarte que está bien - dijo Sara revisando varios papeles. De reojo alcanzó a ver cómo le aplicaban algo a Gerard quien poco a poco se iba quedando dormido - No puedes quedarte, entorpecerás nuestro trabajo
- ¡Pero...!
- Tranquilo Frankie - habló su amado pelinegro en un quedo susurro - Cuida a Miles... te traeré una sorpresa - dijo antes de caer dormido gracias a la anestesia.
- Pero...
- ¡Llévenselo ya! - dijo Sara.
~
El reloj avanzaba con velocidad pero sin ningún informe para preocupación de todos. Al menos habían dejado pasar a sus amigos a la diminuta habitación, de lo contrario se habría vuelto loco de desesperación
- Es como la primera vez - dijo Bob rompiendo el sepulcral silencio. La venta rodeando su cabeza le daba un toque tierno al siempre feliz rubio - Esperar por horas... pero vale la pena
- Serán pequeños demasiado tiernos - añadió Ray observando detenidamente a Miles. No podía estar más feliz al verlo ahí, como si nada y devorando su papilla de verduras.
Ninguno de ellos podía concebir una vida sin ese pequeño revoltoso en ella, era un verdadero alivio que estuviera bien luego de angustiantes días sin él.
- ¿No te dijeron nada? - intervino Mikey igual de preocupado que los días anteriores, pero notablemente más ligero en sus movimientos. No saber nada de su sobrino, al igual que a todos, lo estaba matando
- Sólo que entorpecería el trabajo
- Debe ser porque los bebés son prematuros... leí que tendrán que pasar varios días en la incubadora hasta que sus pulmones sean fuertes - dijo Brian de la nada, sorprendiendo a todos - ¿Qué? ¿Acaso soy el único que se preocupa acá? - su gesto indignado rompió por completo la tensión y todos se sintieron libres de reír luego de días tan tristes
El tiempo siguió avanzando mientras Frank alimentaba a su hijo y entre todos hacían caras graciosas para que el pequeño riera. Se deleitaban con la risita contagiosa del menor hasta que una enfermera entro avisándoles que todo había salido bien y que justo en ese momento estaban pasando a los pacientes a su habitación
- ¡Abraza muy fuerte a Gee! - decía Ray luego de abrazarlo
- ¡Felicidades Frankie, lo hiciste de nuevo! - añadió Brian antes de golpear levemente su hombro sano
- ¡Tienes nuevos hermanitos! - dijo Bob con voz chillona a un muy feliz Miles.
Aquella enfermera empujo su silla, sin importarle sus protestas de que podía caminar por su cuenta, hasta llevarlo a la cómoda habitación donde habían estado la primera vez, cuando tuvo a Miles.
Abrió lentamente la puerta, el pequeño en su regazo fue el primero en reaccionar poniendose completamente feliz
- ¡¡Papi!! - soltó un gritito. Gerard abrió lentamente los ojos para sonreírle a su niño
- Mi cielo - estiró su mano aún adormilada. Inmediatamente Frank avanzó con su silla y le paso a Miles con cuidado de no lastimar su reciente herida. La enorme barriga de Gerard había desaparecido pero en la habitación no había ningún recién nacido.
Se sentó con lentitud a su lado en la gran y mullida cama
- ¿Qué paso? - preguntó preocupado. Gerard acomodó a Miles sobre su pecho, llenando sus mejillas de besos y derramando varias lágrimas al tener a su bebé de nuevo en sus brazos - ¿Gee?
- Te dije que traería una sorpresa - de repente la puesta se abrió y por ella entró una enfermera empujando una caja de plástico. Iero se levantó tan rápido como pudo, admirando a sus nuevos pequeñines
- Son perfectos - susurró al ver a la pequeña niña vestida en con un suave mameluco rosa que no soltaba la manita de su hermanito, quien vestía un suave mameluco azul - Son...
- Y eso no es todo - entonces entró otra enfermera empujando una caja de plástico más
- Pero...
- ¡Sorpresa! - entró Sara en la habitación
- Por eso mi barriga era tan grande - susurró quedo sin dejar de estrujar a Miles en sus brazos - Al final salieron tres pequeñitos de mi.
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