5. ¡Feliz aniversario! | parte 2
Parte II
- Pensé que iríamos directamente a la cabaña - decía Gerard siguiendo a su esposo por los pasillos del lindo hotel
- No, porque hoy no es nuestro aniversario, tendrás que esperar hasta mañana
- Pero...
- Además te tengo otra sorpresa - dijo Frank deteniéndose frente a la puerta de su habitación para tomarlo por la cintura y besarlo con pasión. Gerard estaba tan perdido en el beso que no se dio cuenta de lo que Frank hacía hasta que le dejó caer en la cómoda cama en el centro de la habitación - Una muy grande - sonrió con travesura, devorando el cuello de su pelinegro
- ¡Ah, Frankie...! - gimió quedó al sentir unos dedos fríos acariciando du barriguita - E-esper-¡ah!
- ¿Qué pasa? - dijo sin despegarse un segundo del pálido cuello, deleitándose del delicioso aroma que desprendía. Duraznos, ¡como los amaba!
- Hoy no es nuestro aniversario - dijo como pudo, apartando a su esposo - Así que tendrás que esperar - dijo con una sonrisa maliciosa, levantándose de la cama pero meneando su trasero de camino al baño
- ¡Pero...! - Iero se levantó y en menos de un segundo ya estaba pegado a él
- Tendrás que esperar Frankie - y con una sonrisa traviesa se metió al baño, cerrando bien la puerta para que Frank no hiciera una de las suyas y le dejara descansar
- De acuerdo - dijo Frank con resignación pero sonriendo enormemente. No le importaba tener que esperar pues todavía tenía más días por delante para disfrutar - Recarga tus pilas cielo, mañana me desquitare
- Estoy ansioso - gritó Gerard desde el baño y con una sonrisa Iero se dejó caer en la cama para llamar al servicio. Sería una semana genial.
~*~
- Sí Mikey, ya llegamos... ¡La casa es genial!
- ¿Y Miles? - preguntó el preocupado tío
- Se quedó dormido desde que veníamos para acá, no creo que despierte
- Bien, cuídalo Bob, si ocurre algo nos llamas y estaremos allá cuanto antes
- No te preocupes Mikes, estaremos bien
Cortó la comunicación para luego ir a revisar a Miles quien, en su cuna, dormía profundamente sosteniendo entre sus manitas un peluche de Batman que su padre Frank tanto se había esforzado en conseguir
- No sé porque todos se alteran tanto - le dijo al dormidito Miles - Si eres un angelito - el pequeñito sonrió entre sueños provocando que Bob sonriera - Buenas noches, pequeño - beso la frente del menor para luego irse a su cama a descansar toda la noche.
~2.00am
- ¡¡PAPÁ!! - el grito le hizo rodar por la cama hasta caer de trasero al suelo. ¡¿Qué pasaba?! - ¡¡PAAPAAAAA!!
- ¿Miles? - se levantó corriendo para ir a la cuna del menor - ¿Por qué lloras? - cogió al pequeño en sus brazos y, cuando lo pego a su pecho, un olor fétido le hizo alejar al menor - ¡Diugh! No me digas que... - Miles seguía llorando y removiéndose - ¡Diablos!
Trato de calmar a su tierno sobrino meciéndolo de un lado a otro mientras lo llevaba a su cama con la pañalera colgando en su hombro. Como pudo retiró el pañal sucio, aguantando las ganas de vomitar cuando limpio el desastre con papel higiénico y, finalmente, observando todas las cosas que Gerard tenía ahí: un bote con talco para bebé, varias cremas con imágenes diferentes, toallitas húmedas de varias marcas
- ¿Qué se supone que tengo que hacer? - pregunto a la nada y luego observó a Miles. El pequeño mordía su piececito sin importarle no llevar pañal - Supongo que...
Puso el pañal debajo de Miles (había visto a Gerard y Frank hacer eso un millón de veces) luego pasó varias toallitas por todos lados para después echar un poco de crema en la pancita, manos y carita del pequeño y finalmente talco... aunque éste último quedo regado por todos lados menos en donde debería ir. Colocó las cintillas del pañal y luego levantó al pequeño, orgulloso de su trabajo
- Bien Miles, ahora a dormir - lo dejó en su cuna luego de media hora tratando de dormirlo para luego tirarse en su cama y, ahora sí, dormir lo que quedaba de noche.
~5.00am
El llanto de Miles le levantó de golpe, buscando con la vista adormilada al igual que sus sentidos. Como pudo se levantó de la cama y fue hasta la cuna del menor, tratando de tranquilizarlo
- ¿Qué pasa ahora? - dijo mientras lo mecía - ¿Te hiciste de nuevo? - acercó con precaución su nariz pero, gracias al cielo, olía bien - ¿Tienes hambre? - fue a la cocina a preparar un gran biberón.
Abrió el refrigerador para sacar un cartón de leche, verter un poco en una taza y meterlo al microondas. Mientras la leche se calentaba siguió meciendo a Miles hasta que el pequeño se quedó dormido
- Supongo que no tenías hambre - se tomó la leche que había calentado y luego se fue a la cama. Aun podía dormir por varias horas.
Cuando dejó al pequeño en su cuna, éste se comenzó a remover hasta que estalló en llanto llamando a sus padres. Estuvo tratando de calmarlo por varios minutos cuando recordó lo que Gerard había dicho acerca de las pesadillas
- ¿Quieres dormir en mi cama? - unos ojitos verdes lo observaban con atención. Eso era un sí - Bien, descansemos
- Paman - dijo señalando su muñeco
- Ok, también nos llevaremos a Batman
Una molesta luz irritaba sus ojos y le impedía seguir durmiendo. Soltó un gruñido para girar sobre la cama y seguir con su descanso pero, en cuando giro un poco más, sintió que aplastó algo. Con el corazón latiendo a mil por hora se quitó de encima
- ¿Miles? - buscó con la vista borrosa a causa del sueño, encontrándose con Batman. ¡Pff! Por un segundo pensó que había aplastado a Miles - ¿Y Miles? - entonces se sentó sobre la cama. El pequeño no estaba donde lo había dejado - ¡¿Miles?!
~*~
Un montón de besos húmedos le hicieron removerse hasta sentir un posesivo abrazo y luego como unas manos cálidas acariciaban su barriga con ternura
- Buen día mi amor - susurró Frank en su oído - Feliz aniversario - mordió su lóbulo, haciéndole estremecer
- Feliz aniversario Frankie - se dio vuelta para besar los labios del castaño con devoción. Lo amaba tanto
- Pedí el desayuno, supongo que tendrán mucha hambre. ¿No es así? - bajo su cabeza hasta su barriga para besarla con parsimonia - Te amo - subió hasta sus labios, robándole el aliento por segundos
- También te amo - dijo con sus ojos brillando con sinceridad. Amaba que Frank besara su pequeña barrida
- ¡No hay tiempo que perder! Come que tengo sorpresas preparadas para este día - Frank se levantó con entusiasmo para ir por el carrito repleto de comida de todo tipo: frutas, pequeñas tartas, pastelillos de muchos sabores, cereal, yogurt. Todo lo que su diva pidiese
- ¡Tú quieres engordarme! - infló sus cachetes con fingida molestia, haciendo que Frank soltara una carcajada
- Por supuesto - siguió el juego - Te comeré toda la noche - susurró lo último en su oído. Una sensación de placer recorrió el cuerpo de Gerard
Comieron en calma, entre bromas y muchos besos hasta que Gerard por fin sacó lo que su pecho pedía
- Deberíamos llamar a los muchachos para saber cómo van, ¿no crees? - bajo la mirada un poco apenado. No importaba que tan bien la estuviera pasando, no podía dejar de pensar en qué hacía su bebé.
Frank comprendió cuando necesitaba Gerard a su hijo, él también lo hacía, asintiendo y siendo él quien marco al teléfono de Bob
~
- ¡Miles! ¡No es divertido! - grito Bob para que en cada rincón de la casa se escuchara. Ya había buscado al pequeño debajo de la cama, en su habitación, debajo de su cuna ¡¿Dónde se había metido?!
Su teléfono sonando desde su habitación le hiso saltar y correr por él. ¿Cómo decirles a los demás que había perdido a Miles mientras dormía?
- ¿Si?
- Hola Bob, ¿Cómo están todos? - "¡Mierda! ¡Es Frank!"
- P-pues... estamos bien... estamos jugando - dijo sin saber qué decir exactamente
- ¡Que lindos! - "¡Dios, ampárame! ¡¡Ese es Gerard!!" - ¿Miles ya desayunó? - seguía moviéndose por el piso superior en busca del menor
- Eh... sí, ya desayunamos - en cuanto acabo de hablar escuchó algo romperse en el piso de abajo "¡¿Cómo diablos...?!" - Oye Gee... ¿Miles ya sabe bajar escalones? - preguntó casualmente
- Sí, aunque muy despacio porque se apoya en sus bracitos... ¿Por qué? - preguntó con suspicacia. Bob se puso pálido como hoja,
- Es que... acá hay escaleras, sí... y... no sabíamos, pero tendremos cuidado de no dejarlo solo - mordió sus labios con fuerza. "¡Oh dios, que Miles esté bien!" llegó a la sala, donde había escuchado algo romperse, encontrando al enanosentadito, observando con una sonrisa el jarrón roto
- Bien, los dejamos... cuiden a mi bebé ¿sí? Llamaremos luego para saber cómo están
- Claro, adiós Gee - cortó y arrojo su teléfono a un sillón mientras corría a coger al pequeño - ¡No vuelvas a hacer eso! ¡¿Entiendes?! - una risita pícara fue todo lo que recibió como respuesta.
Cambiar su pañal sucio fue más fácil, aunque las ganas de vomitar eran inevitables. ¿Cómo un pequeño tan lindo podía hacer eso en su pañal? ¡¿Qué diablos le daba de comer Gerard al niño?! Luego de cambiarlo llevó al pequeño a la cocina donde le sentó en la sillita alta que siempre los acompañaba. Procedió a calentar su café y buscar que comería el niño.
- ¡Vamos Miles, abre la boquita! - pero Miles sólo negaba y balbuceaba un montón de cosas - Por favor, es puré de verduras... ¡amas el puré de verduras! - seguía sin abrir la boquita - ¡Miles! - intentó lucir serio pero sólo logró que su sobrino comenzara a llorar - No Miles, no llores... ¿no quieres esto? ¡Pero debes comer! - el menor no dejaba de llorar, provocando que se impacientara - ¿Qué te doy, que te doy? - preguntaba mientras daba vueltas y buscaba en las gavetas de la cocina. Un paquete para hacer panqueques y miel fue lo que encontró - Esto te encantará, tu tío Bob hace los mejores panqueques del mundo... ¡y con mucha Miel!
Dos horas después Miles gateaba como si tuviera pequeñas ruedas incluidas mientras Bob corría tras de él y sentía su corazón detenerse cada vez que Miles se apoyaba de algún mueble para levantarse "¡¿Cuándo aprendió a hacer eso?!" se preguntaba Bob mientras corría, dejando tras su camino algunos cojines tirados, los juguetes de Miles y uno que otro jarrón roto.
~*~
La luz de la luna comenzaba a encenderse, acompañada de un montón de lucecitas que adornaban el manto nocturno. Una vista simplemente hermosa, y más aún con la persona amada a tu lado.
Gerard sintió un apretón en su mano, haciéndole bajar la mirada para enfocarla en un par de ojos avellanas que lo veían con adoración. Una sonrisa enorme respondió a la de Iero y el contacto de sus labios no se hizo esperar.
Había sido un día maravilloso, Frank le había llevado a un hermoso restaurante a medio día y luego lo llevo a pasear por el bosque cubierto de nieve para finalmente montarse en una motonieve e ir de un lado a otro. Aunque al principio temía por su seguridad y la de su bebé, aquellos ojos avellanas le convencieron en segundos de que nada malo pasaría. Y ahora estaban frente a un lago congelado, sintiendo el tibio contacto de sus bocas y las manos ajenas sobre las gruesas ropas que les protegían del frío
- Ha sido un día perfecto - susurró aparatándose unos centímetros de la boca de su castaño - Gracias Frankie
- Pero aún no termina - y ante su atónita mirada sacó una cajita de terciopelo, abriéndola ante sus ojos - Gracias Gee, por estar a mi lado, por ser mío y darme una hermosa familia con el pequeño diablillo de Miles y otro más en camino - sacó el collar con una llave para colocarlo en el cuello de su esposo - Esta es la llave de mi corazón, sólo tú la tienes y puedes entrar en él
- ¡Que tierno eres! - dijo al borde del llanto. ¡Malditas hormonas! - También te amo, te amo mucho
- ¡Pero no termina ahí, es hora de ir por lo que venimos! - dijo separándose de él, jalándolo con delicadeza y montándose en la motonieve.
Gerard se abrazó al cuerpo de Frank con fuerza, dejándole llevarle a donde fuera.
Pasaron por varios árboles cubiertos de nieve y luego a un manito en igual condición que los llevaba a lo alto de una colina. Ahí descansaba la hermosa cabaña de los folletos.
- Es hermosa - dijo frente a ésta, contemplándola
- Y eso no es todo - y como aquella vez, hacía un año, lo cargo para entrar a la cabaña, dejándolo más asombrado por su interior. Una chimenea prendida los esperaba al igual que dos tazas de chocolate caliente y una pequeña mesita en medio de la sala con fresas además de un tazón con salsa de chocolate ¡Desde hacía días tenía antojo de fresas con chocolate! - Feliz aniversario - de inmediato lo dejó sobre las mullidas mantas y cojines frente a la chimenea, dándole un aspecto romántico y especial
- ¿Tenías todo esto planeado? - Frank asintió, atacando de inmediato su cuello.
Era una sensación reconfortante el sentir las manos del castaño paseándose por debajo de su enorme abrigo, acariciando sus costados y pequeña barriga. Comenzaba a perderse entre aquella sensación y el calor proveniente de la chimenea hasta que recordó que no le había dado nada al castaño.
Como pudo se incorporó, dejando al castaño con la respiración agitada y una expresión de sorpresa en su rostro
- ¿Qué pasa?
- Espera un segundo - salió casi corriendo al baño, respirando agitado mientras sus mejillas se pintaban de rojo al ponersesu regalo.
Mientras tanto Frank se había sentado para quitarse de un movimiento fluido su chamarra y camiseta y luego comer un par de fresas. Estaba dándole un sorbo a su chocolate caliente cuando la voz tímida de su pelinegro le llamo.
- Feliz aniversario - escupió su chocolate al tiempo que giraba y veía a su pelinegro. No llevaba nada encima más que un sensual bóxer negro, que enmarcaba muy bien su trasero, unas tiernas orejas de gatito y una larga y, aparentemente, suave cola, además de esclavas en sus muñecas y tobillos de cuero negras - ¿Te gusta?
- Y-yo... - dijo con la voz ronca y garganta seca. Sus ojos hambrientos recorrían el pálido cuerpo, deseando morder las mejillas rojas como manzanas y perdiéndose el verde de sus ojos que relucía más por la sombra negra alrededor de ellos - Aja... - asintió torpemente, acercándose.
- Se vería mejor si estuviera delgado... - bajó la mirada a su pequeña barriga que crecía día con día
- ¡Tonterías! Te ves... ¡wow! - Gerard sonrió con satisfacción. Frank le había insinuado lo bien que se vería como gatito desde que eran novios así que ¿Por qué no complacer a su enano?
Perdido en sus cavilaciones no se percató de los pasos de Frank hasta que lo tuvo encima de su cuerpo frente a la chimenea. La ropa de Iero voló en segundos, comenzando a besar cada centímetro de piel ajena
- Sabes tan bien - susurraba con voz ronca cerca de su oído, robándole gemidos de placer al sentirlo morder su hombro -Maúlla para mí - obedeció con las mejillas más rojas que nunca, sintiendo el miembro de Frank frotarse contra su muslo, arrancándole un nuevo gemido
- ¡Frank! - el castaño había apretado su miembro dentro de su bóxer con una mano mientras la otra acariciaba su barriguita con ternura
- Mi lindo gatito - decía con insistencia al tiempo que bajaba la única prenda del pelinegro - Ronronea - le ordenó cuando subió a su cuello, dejando varias marcas
- Eres un pervertido - señaló más rojo que un tomate, abriendo un poco las piernas para que Frank se acomodara. Ya no traía nada encima, sólo las esclavas y sus orejas
- Shh-shh, los gatitos no hablan - lo calló con un dedo en sus labios - Ahora ronronea - se movía despacio sobre su pelinegro para no aplastar al bebé. Su mano viajó entre las piernas ajenas sin perder tiempo al ver que no obedecía, introduciendo lentamente un dedo
- ¡Ah! ¡Frank! - grito de placer. Hacía tanto que no estaba con Frank y todo se sentía tan jodidamente bien
- Mierda Gee, estás muy estrecho - se estiro para tomar una botellita con un líquido viscoso. Con mayor facilidad introdujo un segundo dedo.
Finalmente Gerard obedeció a las perversiones de su castaño, retorciéndose de placer cuando tres dedos trabajaban en su interior. La ventaja de estar embarazado es que todo se sentía más intenso.
Las fresas seguían casi intactas pero el chocolate se había acabado cuando el castaño esparció un poco por el cuerpo de su pareja, dejando sus dientes marcados en la blanca piel.
De un segundo a otro Frank cambio posiciones, dejándolo arriba, exactamente sentado sobre su erección. Se movió con parsimonia, deleitándose con los gemidos de su castaño hasta que sintió que no podría resistir y, ayudándose de su mano, guió la erección de su esposo a su interior.
Se sentó sobre ella con calma, procurando ser cuidadoso por la vida dentro de él
- Te sientes muy bien - Frank se levantó un poco para abrazarlo y luego moverlo con delicadeza.
Las caricias hacían temblar el cuerpo ajeno, sus bocas se robaban el aliento mientras el ritmo aceraba a cada segundo. Frank gemía sonoramente mientras Gerard se contenía un poco... hasta que Frank tocó ese lugar especial en su interior y comenzó a gritar y rasguñar la ancha espalda de Iero, dejando líneas rojizas.
- ¡F-fra-¡ah!! N-no... - alcanzó apenas a decir, derramándose sobre su estómago y el ajeno mientras Frank únicamente aceleraba el ritmo de sus embestidas - ¡Frank! - gemía escandalosamente, dejándose hacer pues sus sentidos estaban completamente perdidos - Te amo
Como respuesta Frank beso sus labios mientras se seguía moviendo, cada vez más rápido e irregular. Sus músculos comenzaban a tensarse, anunciando su propio orgasmo. Sólo un poco más, sólo... Entonces escuchó como su Gerardronroneaba cerca de su oído, tan bajo y excitante que no pudo contenerse por más tiempo.
Se dejó caer sobre las mantas agotado, su corazón latiendo a una velocidad vertiginosa mientras Gerard yacía sobre su pecho,restregando su nariz en su cuello mientras él terminaba de venirse en su interior
- Puedo sentirlo latir - dijo quedito a su oído, logrando que el cielo lo aplastara por completo
- Te amo Gee - le dijo al oído
Permaneciendo unidos por unos minutos hasta que la respiración de ambos fue regular. Lentamente Frank salió del cálido interior de su pareja, recostándolo sobre las mantas para comenzar a besar su cuello
- Ahora ponte en cuatro - Gerard abrió sus ojos al máximo - ¿Qué? Te dije que me desquitaría - la sonrisa pervertida que le dedico hizo que se sintiera desfallecer - Serás tantas veces mío que tendremos trillizos
Los ojos se Gerard se derritieron de pasión al sentir como Frank lo levantaba y hacía con él lo que le placiera. En definitiva sería una noche larga.
~*~
- ¿Ray? Soy Bob... han surgido unos problemas... ¿podrías venir antes? ¡Por favor Toro, estoy desesperado! Llámame en cuanto escuches esto - decía el mensaje de voz en su celular.
Con preocupación fue a su habitación para tomar todas sus cosas. Estaba lejos así que debía darse prisa, sólo esperaba que para ese entonces el rubio no hubiera hecho algo estúpido. "¡Pero si sólo lo ha cuidado un día!"
~*~
- Ven acá Miles, ¡Por favor!- suplicaba por milésima vez - ¡Papá Gee sabrá de esto, jovencito! - hizo otro intentó por atrapar a Miles pero la cama era demasiado baja como para que pasara. Un intentó más y ya casi... hasta que Miles soltó una risita y gateo hasta salir e irse como si nada - ¡MILES! - gritó a todo pulmón intentando salir - No puede ser - se removió como si fuera un gusano en aprietos pero nada ¡Se había atorado!
"¡No debiste darle dulces!" se reprendía una y otra vez. Bob podía jurar que Miles le decía "Morirás" entre balbuceos para luego soltar su risita tierna. "¡Por favor Ray, ven pronto!" suplicó a los cielos mientras seguía batallando para salir.
~
- ¿Bob? - habló lo suficientemente fuerte para que el rubio escuchara pero nada - ¡Bob! ¿Dónde estás? - dio un paso encontrándose a Miles en la sala, jugando tranquilamente con sus cubos de colores mientras. Luego sus ojos se perdieron en el lugar, parecía un campo de batalla - Quédate aquí cielo, iré a buscar a tu tío
Ray avanzaba y recogía las cosas que va encontrando. ¿Enserio Bob no podía hacerse cargo de un pequeño de diez meses? Subió a las habitaciones buscando al rubio, llamándolo hasta que lo encontró debajo de la cama
- ¡¿Qué diablos hacías ahí?! ¡Miles pudo haberse hecho daño! - lo regaña mientras prepara la cena. Había tardado tres horas en llegar y ahora lo noche caía con rapidez
- ¡Es culpa de ese enano! - dijo señalándolo, haciendo que los ojitos verdes se concentraran en él - ¡Casi me mata! - recuerda el momento en que el niño le aventó su carrito azul junto en la cabeza, de hecho tenía un pequeño moretón justo en medio de su frente - ¿Y Mikey?
- Ya viene, él y Brian me dijeron que me adelantara mientras alistaban todo - buscó pero nada encontró, así que le preguntó al rubio - ¿Y la leche de Miles?
- Acá está - sacó el cartón de leche - ¿Qué? - pregunto al ver el rostro sorprendido de Ray
- ¿Le diste de esa leche a Miles?
- No ha querido tomarla, de hecho batalle demasiado para que se durmiera ayer... ¿Por qué?
Luego de golpear a Bob en el hombro y de explicarle con palitos y bolitas porque un bebé no podía tomar leche de cartón, tomó su abrigo y salió al supermercado, dejando a Miles y Bob en la sala, éste último con taza de café en mano "Iré por la leche, no hagas nada estúpido" fue su advertencia al rubio.
Bob disfrutaba de una humeante taza de café, lamentando no poder ir a vacacionar pero sintiéndose más tranquilo ahora que Ray había llegado. Veía una película mientras Miles jugaba con sus cubos y peluches hasta que comenzó a llamarlo con insistencia,
- ¿Qué pasa? - balbuceos inentendibles y una manita señalando su café son la única respuesta - ¿Quieres? - hace una mueca cuando el pequeño sigue insistiendo - No creo que deba... - pero Miles comenzó a llorar - Calma cariño, ¿y si mejor te doy un chocolate? - se levanta con el niño en brazos, yendo a la cocina por varios chocolatitos que el menor devora en segundos.
- ¡¡Miles!! ¡No hagas eso! - dice a punto del colapso - ¡¡MILES!! - grita a todo pulmón pero no funciona, simplemente le provoca una risita y que huya a toda velocidad con ayuda de sus cuatro extremidades. Otra vez
"Bob Bryan, eres un completo idiota" se reprende cuando corre a la cocina para alcanzar al enano, tropezando con un carrito abandonado en el pasillo. Cae de bruces al suelo, llevándose consigo una mesita con cuadros.
El impacto no es grave aunque se queda en el suelo, sintiendo como el menor se acerca con cautela a él.
Aprovechando que está distraído lo toma en sus brazos y le lleva hasta la sala a pesar de sus pataleos, sentándolo sobre la alfombra
- Quédate acá mientras limpio todo - Miles se remueve e intenta irse pero lo detiene - ¡NO! - pone su cara de matón pero el niño ni se inmuta. Por un minuto ambas miradas colisionan, azul contra verde chocando con la potencia de camiones. Bob no está dispuesto a perder contra un bebé y cuando finalmente la mirada verdosa se aparta sonríe con satisfacción - Así me gusta - se incorpora completamente - Iré a limpiar... ¡No te muevas! - apunta con un dedo, siendo ignorado por el ojiverde.
Recoge los pedazos más grandes y luego pasa un trapo para capturar cualquier pequeño pedazo de vidrio, no quiere que el diablito sufra algún accidente. Para cuando termina se da cuenta de la pequeña cortada en su palma, bufa con molestia y se dirige al baño, echándole un vistazo al pequeño quien juega con su jirafa de peluche.
Pone un curita en su palma y antes de salir mira la hora en el reloj de su móvil, frunciendo el ceño porque hacía diez minutos debía haber llegado Ray. "Espero que el maldito no me haya abandonado" dice para sí mismo, saliendo del baño. Cuando sus ojos se posan en la sala su corazón se detiene y un frío sepulcral repta por su columna y se arraiga en cada hueso
- ¿Miles? - llama al pequeño. La jirafa con la que jugaba yace en el suelo - ¿Pequeño? - le llama de nueva cuenta. Nada - ¡¡MILES!! - grita a todo pulmón, corriendo de un lado a otro. "¿Dónde se metió ese niño?" piensa mientras muerde su labio inferior para calmarse un poco y comienza a buscar por todos lados. Incluso abre la puerta trasera que los lleva a un pequeño patio pero nada "¡Otra vez no!"
- ¿Qué pas...? - dice Ray al ver el desastre apenas llega a la casa. Bob de inmediato lo arrastra de la mano, ignorando por completo las compras
- Acabo de perder a Miles de nuevo- Ray intenta reír pero al ver el semblante del rubio su sonrisa desaparece
- ¿Qué? - pregunta sin poder creerlo - ¿Cómo que de nuevo? - pregunta con suspicacia
- Estaba en la sala y luego fui a... ¡Y cuando regrese no estaba! - jala sus rubios cabellos, ignorando la pregunta de Ray - ¡¡No está!! - toma al del afro de los hombros y lo zangolotea
- ¡Cálmate Bryan! - se lo quita de encima - Debe estar por algún lado
Entre los dos buscan en los cuartos de arriba, en la cocina y patio trasero pero nada. Bob tiembla levemente y Ray se encuentra en condiciones similares
- ¿Qué le diré a Gerard? - muerde sus uñas mientras buscan de nuevo en la cocina - ¿Debería llamarlo? - sus ojos azules están rojos por las lágrimas de desesperación que intenta retener. Ray muerde su labio inferior
- Creo que sí - se dirigen a la sala. Bob toma el teléfono con manos temblorosas, marca con pesadez y espera. Un tono de llama, dos...
- ¡¡Espera!! - grita Ray, arrebatándole el teléfono y colgando
- ¡¿Qué?! - el hombre del afro señala a una esquina donde un zapatito café se mueve de un lado a otro.
Ambos corren y sueltan un suspiro de alivio al ver al pequeño ahí sentadito... comiéndose los chocolates
- ¡Casi me matas del susto! - grita Bob al tiempo que Ray carga al pequeño, limpiándole sus manitas llenas de dulce con su camisa - No vuelvas a hacerlo - le arrebata el niño a Ray, abrazándolo con fuerza contra su pecho
- Cuanto llevabas buscándolo - preguntó camino a la habitación para quitarle a Miles toda su ropa sucia, siendo seguido de cerca por Bob
- Como diez minutos - dice en un susurró preocupado. Miles se ha comido media bolsa de chocolates. "Eso no es bueno"
Esta por subir cuando el teléfono suena. De inmediato responde la llamada
- Hola Bob, ¿Cómo están? - "¡Mierda, es Gerard!" por instinto observa todo el desastre hecho
- B-bien... estamos bien, Gee - dice intentando cambiar sus nervios. Puede sentirse un poco aliviado e incluso agradece que Frank sea un caliente de mierda porque Gerard ha soltado un muy quedo gemido, lo que significa que ni ha notado que estaba preocupado - ¿Qué tal todo?
- ¡Jodidamente bien! - ese ha sido Frank y de nuevo escucha un pequeño gemido
- Estamos bien también ¿Y Miles?
- Ray lo está cambiando, ya se va a dormir - miente descaradamente aunque no le importa. Sabe que Gerard no presta demasiada atención y sólo quiere escuchar una cosa - Ha sido un angelito - "Si, claro" apunta su mente sarcásticamente
- ¿Podrías darle un beso de buenas noches por mí?
- Seguro - dice y alcanza a escuchar un gemido más fuerte. Rueda los ojos y sonríe, al menos sus amigos la están pasando muy bien.
- Gracias Bob, les debo una - dice Frank antes de cortar la llamada. "Y una muy grande, enano tramposo".
Ray le pone un pantaloncito azul y una camisita con animales como estampado, aprovechando para cambiarle el pañal, una vez listo lo deja sobre la alfombra y va al baño a tratar de limpiar la ropa de Miles.
Lamentablemente nadie le mencionó que no debían dejar a un pequeño sólo, mucho menos cuando es tan inquieto y ha comido tanto chocolate.
- Creo que... ¡¡MILES!! - gritó y soltó la ropa en sus manos para correr. El nombrado estaba de pie, sujetándose del barandal de las escaleras para poder bajar.
Bob apareció desde la cocina, viendo con horror lo mismo que Ray; ambos corrieron, uno escaleras arriba y el otro por el pasillo, todo pasó en cámara lenta. Ray estirando el brazo para atrapar a Miles. Ray muy cerca del pequeño. Ray tropezando con sus propios pies... Ray cayendo por las escaleras, siendo atrapado por Bob. Ambos en el suelo lamentándose.
Alzando levemente la cabeza, Bob vio como el menor se apoyaba de su estómago y extremidades para bajar escalón por escalón, con sus pompitas por delante. Cuando ha bajado todos los escalones se gira y observa a ambos con ojos verdes enormes para después soltar una risita e irse gateando del lugar.
- Ese niño va a matarnos - soltó con horror. Ray, quien estaba sobre su cuerpo, asintió deseando con todas sus fuerzas que Mikey y Brian llegaran de una buena vez.
~
- ¿Hola? - entra despacio, buscando con la mirada a sus amigos y sobrino - ¿Bob, Ray, dónde están? - vio con horror el desastre que había en la sala: tierra en la alfombra y sillones, juguetes tirados por todos lados, pedazos de lo que alguna vez fue un jarrón... - ¿Qué pasó aquí? - entró primero a la cocina, encontrándose con uno de sus amigos en el suelo - ¡¡RAY!! - corrió a su lado, viendo como el del afro batallaba para desenredar un tenedor de su crespa cabellera - ¿Qué paso? - intentó ayudarlo pero Ray se lo saco de encima
- Ayuda a Bob, él te necesita más - Mikey rodó los ojos ante el tono exagerado de su amigo
- ¡Déjate de estupideces! ¿Qué pasó... y Miles? - Ray estaba por contestar cuando el grito de Bob lo hizo por él
- Ese pequeño es peligroso, ¡Mira lo que le hizo a mi cabello! - exclamó indignado
- Ustedes son las peores niñeras del mundo - dijo fríamente, levantándose para ir donde su sobrino - Gerard se enterará de esto
Subió al segundo piso, de dónde provenía una dulce risita, era una suerte que Brian lo haya mandado primero "Esos dos no podrán, créeme" dijo su manager. Ahora podría comprobarlo con sus propios ojos
- ¿Miles? - corrió a coger al pequeño en sus brazos, quien simplemente alzó sus bracitos mientras repetía "Papi" una y otra vez. El menor estaba sentadito y completamente desnudo en medio del pasillo - ¿Qué...? - entonces su rostro palideció al ver al rubio saliendo de una de las habitaciones con talco para bebé de pies a cabeza - ¡¿Qué diablos pasó aquí?! - dejó al menor en el suelo - ¡¡¿Acaso son tan inútiles que no pueden cuidar a un bebé?!!
- ¡¡Ese enano es peor que su padre!! - señaló acusatoriamente al niño - Es como cuatro veces Frank con ataque de celos marca Bert
- ¡Es sólo un bebé!!
- ¡Un bebé que casi nos mata! ¡¿Ya viste a Ray?! - hizo una seña con sus manos, indicándole a Mikey que se refería al tenedor enredado en su querido afro - ¡Y eso no es lo peor!
- ¡Pero si es un niño indefenso que...! ¿Miles? - abrió sus ojos al máximo al no encontrar al pequeño donde lo había dejado - ¡¿Miles?!
- ¡Mierda! ¡Va tras Ray!
- ¡No digas estupideces! ¡¡MILES!! - buscó en las habitaciones y luego echó un vistazo en el piso de abajo mientras Bob continuaba buscándolo en el de arriba.
Al llegar a la cocina Ray se unió a la búsqueda, había dejado el tenedor pues resultaba imposible quitarlo, lamentablemente tendría que cortar su preciado cabello
- ¿Dónde se metió? - Mikey mordió su labio en un gesto consternado
- Tal vez encontró de nuevo el paquete de chocolates - dijo Ray de la nada, provocando que los claros ojos de Mikey se abrieran de par en par
- ¿Qué paso antes de que llegara? - siguió a Ray a la sala, cuando comenzó a buscar entre las plantas que la adornaban - ¿Ray?
- Es una larga historia, Mikey - dijo antes de gritar "¡No está aquí!" y que recibiera un "¡Acá tampoco!" como respuesta - Digamos que Bob le dio chocolates y Miles se puso hiperactivo... como cuando Frank toca su guitarra pero mil veces peor, luego encontró la bolsa y los devoró en un segundo
- ¡¡¿LE DIERON CHOCOLATES?!! - exclamó horrorizado - ¡¡ES UN BEBÉ!! ¡¡NO PUEDE COMER CHOCOLATES!!
- Ya lo descubrimos - dijo bajando la mirada, completamente avergonzado - Lo sentimos Mikey, no era nuestra intención... no sabíamos - el rostro rojo de Ray le convenció de sus palabras - Pensamos que sería tan fácil, ahora comprendo porque Frank nos pidió el favor a todos
- ¡¡Está allá!! - apareció Bob desde la cocina, señalando a la puerta trasera, más precisamente al jardín, donde un pequeño pelinegro jugaba alegremente en medio de un charco de lodo. Sus mejillas, cabello y todo su cuerpo cubierto de café oscuro y su risita resonando en la cabeza de cada uno.
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- ¡¡Llegue chicos!! - grito Brian, entrando y casi muriendo de un infarto al ver la sala hecha un desastre - ¡¡PERO QUE DEM...!! - alguien cubrió su boca para evitar que gritara
- Shhh... el niño se durmió - Ray señaló un rincón donde Bob dormía con Miles sobre él - ¡Por fin! - exclamó emocionado, como si fuera lo más grande del mundo
- ¿Qué paso? - dijo entre dientes.
- ¡Fue horrible Brian! - el nombrado se asombró al ver al siempre serio y sereno Michael Way cubierto de lodo y cojeando - No sé cómo Gerard puede con ese niño y Frank al mismo tiempo... ¡Me duele todo! - se dejó caer en el suelo sin importarle ensuciar la pared
- Es porque él no le da chocolates
- ¿¡Le dieron chocolates!? - se alarmó al escuchar a Ray. Él sabía perfectamente cómo se ponía Miles con los chocolates, había estado con Gerard cuando paso la primera vez - ¿No les dijo Gee que nada de chocolates?
- No nos regañes Brian, hemos tenido suficiente - dijo Mikey, acomodándose para dormir
El reloj marcaba las cinco de la mañana cuando terminaron de levantar todo el desastre provocado por el tierno huracán llamado Miles. Todos estaban cansados y querían dormir pero el día despuntaba y cierto pequeño comenzaba a removerse sobre el pecho del rubio, pateándole cada tanto las costillas.
Apenas habían pasado unos días. ¿Cómo sobrevivirían uno más?
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