17. Buenas noches

Desde que la conoció, Frank había imaginado una vida entera a lado de aquella mujer castaña que le robo el corazón.

Se imaginaba llegando de una larga gira, de un agotador concierto o entrevista, abrir la puerta de su hermosa casa y ver a su adorada esposa y sus tres niños jugando en la sala junto a sus cachorros (en su sueño había más de tres).

Imaginaba fines de semana llenos de diversión, reuniones familiares, cumpleaños... Frank tenía su vida planeada perfectamente.


Pero entonces los planes cambiaron en un segundo.


Sabía que no llegaría demasiado lejos con su banda por más que lo intentara y cuando un fascinante pelinegro le invitó a unirse a su banda, simplemente no pudo negarse.

Ese chico era lo más extraño que había conocido nunca. Era inteligente, orgulloso, coqueto, adicto al café, los comics; era un chico muy tierno y una completa diva cuando se lo proponía. Tenían gustos similares y muy distintos al mismo tiempo además de un carácter tan dominante para ciertos aspectos... y luego se ponía todo rojo como una cereza cuando llegaba a decir algo inapropiado (siempre con connotación sexual, comentarios con doble sentido o sus manos tocando sin permiso) ante su hermanito e incluso cuando estaban solos.

Entonces todas aquellas conversaciones compartiendo la litera dentro del bus, aquellas miradas en el escenario y ¡Dios! aquel trasero tan bien formado que le provocaba las fantasías más perversas en sus noches de soledad, no hacía más que confundirlo.


En sus planes nunca estuvo nadie más que Jamia... hasta que apareció Gerard


Había comenzado a perder la razón, su mente comenzó a distorsionarlo todo.

En sus sueños donde antes habitaba la chica de sus sueños ahora aparecía Gerard vestido de cuero. Donde antes veía una hermosa familia con la que jugaba una tarde de domingo ahora veía tardes completas jugando videojuegos, hablando de música, perdiéndose en aquellos ojos verdes...


No supo el momento exacto en que pasó pero fue cuando ella le dijo "¡O dejas tus estupideces con ese idiota o lo nuestro se acaba para siempre!" que entendió que todo era más que un sueño, un simple momento pasajero, que comprendió los extraños retorcijones en su estómago cada vez que Gerard le veía a los ojos y sonreía.


Estaba jodidamente enamorado.


No fue fácil, romper con una relación de tantos años, no era como llegar y decir "¡Hey cariño! Te dejo porque le tengo muchas ganas a mi mejor amigo y creo que lo nuestro no tiene más futuro porque él me trae loco y creo que lo quiero más que a ti" , debía ser discreto y soltarlo con tacto, debía...

"Te quiero Frankie" fue primero que soltó Gerard luego del apasionado beso que le robo después del concierto, escondidos detrás de las cajas con el equipo de sonido y muchos cables.

Y la forma en que lo dijo, el brillo en sus ojos y la hermosa sonrisa que adornaba su rostro aunado al sonrojo de sus mejillas fue el paso definitivo para romper su antigua relación... eso y que Jamia los hubiera visto en vivo y directo, a menos de cinco metros de distancia.


Le costó demasiado desprenderse de Jamia, ella había estado en sus sueños por tanto tiempo que incluso le dolió más de lo que había pensado, se sintió una mierda por hacerle eso a ella... pero de haber dejado ir a Gerard estaba seguro que hubiera muerto de dolor.


A partir de ese pequeño incidente fuera de sus planes todo se volvió color rosa con murcielaguitos volando por todas partes. Y su mente comenzó a imaginar, a planearlo todo de nuevo.

Ahora se veía de cincuenta años, viviendo con Gerard en una hermosa casa con treinta perros corriendo de un lado a otro y su pelinegro siendo una diva porque algún cachorro se había comido su bufanda verde o porque algún travieso se había hecho dentro de la casa y él, como buen compañero de vida desobligado, prefería ir a la cama por algo de diversión a estar limpiando las gracias de sus perros.

Se imaginaba llegando a su casa luego de una entrevista o cita con Brian para ser recibido por sus alegres mascotas que saltarían como canguritos o morderían su pantalón en busca de su atención.

Entonces, desde la esquina de la habitación, aparecería Gerard usando una bata y jugando con el lazo, sonriendo sensualmente para luego desatar el nudo y dejar que la fina tela se deslizara por su desnudo cuerpo hasta caer al suelo.

Entonces él se quedaría boquiabierto y Gerard reiría por su reacción y caminaría lentamente a él (como en los conciertos) para besarlo con tanta necesidad y deseo que incluso terminarían haciéndolo en medio de la sala, con sus mascotas corriendo de aquí allá.


Cerró sus ojos y sonrió para todos aquellos planes que había hecho, las decisiones que había tomado y la vida que había estado llevando... esto era mucho mejor de lo que jamás imaginó.



~



Salió de su auto con lentitud y sin borrar su sonrisa. Introdujo la llave en la cerradura que movió el mecanismo interno y le permitió el acceso a su acogedor hogar.
- ¿Hola? - dijo abriendo la puerta y entrando con lentitud. Ladridos acompañados de tres pequeños y regordetes perros fueron los primeros en saludarlo - ¡Hola pequeños!
- ¡¡PAAPIII!!! - y casi enseguida sus dos pequeñas pelinegras se aferraron con bastante fuerza a su cintura
- ¡¡PAPI!! - fueron las tres vocecitas a coro y el abrazo grupal que le siguió al de su pequeña Bandit y Lily. Ahora los cinco lo abrazaban y no dejaban de repetir "Papi" y otras cosas que no entendía porque todos hablaban a la par.
- ¡¡FRANK!! - entonces llego su hijo mayor, aplastando un poco a Matt y Cherry para poder abrazarlo
- Te he dicho que me digas papá, ¡PA-PÁ! - soltó por millonésima vez, estrechando a todos tanto como sus brazos se lo permitían - ¡¿Cómo están mis pequeños angelitos?! ¡¡Los extrañé tanto!!
- ¡¡Feliz cumpleaños!! - dijeron los seis a coro mientras las luces se apagaban y un Gerard sonriente con pastel en manos y velita lista para ser soplada entraba en su campo visual
- Pide un deseo - dijo Gerard con una enorme sonrisa. Él simplemente sonrió de vuelta, sintiendo su pecho regocijarse de alegría por la hermosa familia que tenía. Cerró los ojos y sopló la vela




- ¡Abre primero mi regalo! - demando Cherry, su pequeña diva vestida con un disfraz de princesa y sonrisa enorme al saber que su capricho sería cumplido. Con tan sólo cinco años, su princesita le causaría serios problemas por aquella actitud tan demandante y coqueta. "Todo es culpa de Gerard" Pensó al tiempo que sonreía por la linda camisa que su nena le regalaba
- ¡Yo papi! - dijo su hermosa niña de tres años cuya vocecita era tan dulce como la de su esposo. Su pequeña Lily vestida como la mujer maravilla le extendió su regalo (uno de los tantos discos que quería) para luego demandar un gran abrazo.
- Yo te hice un dibujito - admitió su princesita de cinco años Bandit, cuyas mejillas estaban rojas como la sangre en la camisa que completaba su disfraz de vampirita.

Admiró por un segundo el hermoso dibujo que su pequeña artista le había obsequiado para luego darle un abrazo fuerte como a todas sus princesas.
- ¡Yo también tengo un regalo! - entonces Matt demando su atención al igual que sus hermanas. Su pequeño niño de cinco años vestido de Batman le extendió una cálida sudadera con el mismo logotipo que la suya para luego correr tras los cachorros como él hacía cuando niño.
- ¡Toma Frankie! - ignoró la insistencia del vampiro Miles por llamarlo Frankie para recibir una gran caja de regalo, también ignorando como, luego de recibir el abrazo de su hijo mayor, éste corría a los brazos de Gerard. Celos marca Iero corrían por la sangre de ese pequeño y travieso pelinegro.
- ¿Y Tomas? - Gerard dijo de repente buscando a un pequeño Freddy Krueger - ¡Tommy! - escuchó una risita traviesa y luego algo romperse. Su esposo salió en búsqueda de su hijo más pequeño seguido de cerca por un celoso Miles - ¡Acá estás! Dale a papi Frank su regalo - el pequeño Freddy corrió como flash para abrazarlo y murmurar algo que no entendió, dados los tiernos tres años de su hijo, y después desaparecer con su calabaza llena de dulces.

Sonrió para sí mismo ante la actitud de su hijo menor. Sin duda era el más parecido a él y no sólo porque fuera su vivo retrato a los tres años, sino que era un pequeño demonio hiperactivo, travieso y peligroso que lograba siempre salirse con la suya por su linda sonrisita. "Es tu karma Frankie, ahora sabrás lo que sufrí por tu culpa" le había dicho su madre a forma de broma... y en serio que comenzaba a creerle.

- Feliz cumpleaños, mi amor - dijo por último su hermoso y sensual vampiro, con una sonrisa seductora y enredando sus brazos en su cuello para luego besarlo con pasión. Los niños corriendo de un lado a otro mientras ellos continuaban besándose en medio de la sala.





- ¿Qué fue lo que pediste? - preguntó su pelinegro trazando círculos sobre su desnudo pecho
- Que te dieran energías para aguantar otra ronda más - dijo con una sonrisa seductora y rodando sobre la cama para volver a su lugar favorito: entre las piernas de Gerard
- ¡¿Enserio?! - la expresión horrorizada de su esposo le hizo reír a carcajada limpia. Gerard le soltó un leve golpe en el hombro derecho - ¡Te creo capaz de pedir algo así!
- Pues eso fue lo que pedí - iba a volver al ataque cuando su esposo se apartó
- ¡Frank! - se quejó como la diva que era, por lo que su risa aumento - ¡Enserio! - un golpe más fuerte en su hombro
- ¡Ouch! ¡Es mi cumpleaños!
- No lo es desde hace tres horas - dijo molesto - ¡Ya dime! ¿De verdad pediste eso?
- ¡Claro que no Gee! - dijo intentando nuevamente volver al ataque. Gerard lo detuvo antes de siquiera intentarlo
- ¿Entonces?
- Es secreto
- ¡Pero...!
- ¡No sean metiche mi cielo! - el puchero de Gerard se le antojó adorable - ¿Para qué quieres saber?
- Curiosidad - la sonrisa infantil de su esposo logró que accediera. Con pesar se sentó sobre la mullida cama, dejando que las mantas se deslizaran y dejaran a la vista su pecho tatuado
- No pedí nada
- ¡Frank!
- ¡Es enserio!
- ¿Por qué no pediste nada? - preguntó entre molesto y curioso, más que curioso.
- ¿Qué más puedo pedir, mi cielo? - sonrió viendo a la nada por un minuto para luego enfocar sus avellanas en el par de ojos verdes que le habían robado el alma - Lo tengo todo - y los ojos de su esposo brillaron tanto que no se sorprendió por el repentino abrazo o que soltara un par de lágrimas
- ¡Eres un cursi! - chilló emocionado, descansando nuevamente sobre el pecho de su esposo por varios minutos hasta que finalmente soltó aquello que rondaba en su mente - Sabes... Brian dijo que mañana comenzaba la gira
- Entonces deberíamos apurarnos para dormir aunque sea un poco - y nuevamente volvió al ataque. Gerard no se negó, en cambio se acomodó bajo las mantas de tan forma que Frank tuviera total acceso. Ambos disfrutando al máximo del cálido momento y todas las sensaciones que lo acompañaban - Te amo, te amo mucho
- Y yo a ti... ¡ah! - gimió especialmente fuerte, enterrando sus uñas en la espalda de Frank mientras éste se acomodaba e intentaba ingresar en él - ¡Espera... espera! - dijo apenas con el aliento suficiente. Frank se detuvo al acto
- ¿Qué pasa? ¿Te lastimé? - Gerard negó
- ¿No deberíamos usar un condón? - "¡¿Me estas jodiendo?!" se leyó perfectamente en el rostro de Iero - Digo... sé que no es posible por lo que pasó... pero cada vez que estamos por comenzar una gira larga me embarazo y... - sonrojó al máximo
- Sería hermoso que volviéramos a tener otro bebé, pero... - no quería decirlo. Desearía con todas sus fuerzas tener otro bebé con el hombre que ama pero ya no era un sueño posible. Ya no habría más descuidos
- Lo sé - dijo Gerard con semblante triste. De inmediato beso las mejillas y labios de su esposo, intentando borrar aquel rastro de tristeza - Es sólo costumbre... ¿continuamos? - asintió despacio y volvió a comenzar lentamente, besando y disfrutando de cada pequeña porción de piel - Te amo Frankie
- Y yo a ti Gee, te amo demasiado.

Luego de desterrar a Jamia de su corazón (repudiarla de su vida luego de lo que hizo), Gerard estaba en cada pensamiento, anhelo y deseo futuro. Veía a ambos compartiendo una vida juntos, con buenos y malos ratos pero siempre con tanto amor como el principio.

Veía a ambos en una casa enorme, con muchas mascotas e incluso llego a fantasear con adoptar un hijo

- ¡Frankie! - jadeo Gerard su nombre en cuando sus dedos comenzaron su trabajo.

Y ¡vaya! ¿Quién diría que aquel hombre podría darle todo lo que alguna vez soñó? ¿Quién supondría que, al final, todas sus fantasías ser harían realidad? ¿Qué tendría una gran familia como siempre deseo?

- Te amo Frankie, te... ¡ah!
- Te amo Gee, te amo mucho

Tal vez no era un plan bien formulado pero ¡vamos! ¡Era Frank Iero! "¡Al diablo todos los malditos planes!" pensó mientras su mente se enfocaba en su Gerard, en la forma en que gemía su nombre o como se aferraba a su espalda.

- ¡FRANK! - fue el quedo gemido antes de llegar al nirvana, antes de tocar el cielo junto al hombre que ama
- Te amo Gee

Y mientras todos sus músculos se relajaban y el cansancio le hacía quedarse dormido de a poco incluso aún sobre Gerard, no podía dejar de pensar en su vida, en sus aciertos y errores... pero sobre todo en sus descuidos. Esos que le habían convertido en el hombre más feliz del mundo al unirlo al hombre que más amará en el universo; aquellos que le hicieron ser padre por primera, segunda, tercera vez de seis pequeños que amaba con su vida.

- Gracias - susurró muy quedo y medio dormido a la vida por dejarle ser tan feliz, por permitirle tenerlo todo, por...

- ¡PAPÁ! - entonces la puerta se abrió intempestivamente mientras ellos se separaban con la velocidad de un rayo para alcanzar a ponerse siquiera la ropa interior - ¡Hay un monstruo en mi habitación!
- ¡Y en la mía!
- ¡En la nuestra también! - y así entraron intempestivamente a la habitación seis pequeñitos con sus pijamas y una que otra lágrima descendiendo por sus mejillitas
- ¿Podemos dormir con ustedes? - susurró su hermosa princesita Bandit con ojitos de corderito y ¡diablos!
- Claro que sí mi cielo - dijo Gerard antes que pudiera decir algo.

Entonces los seis pequeñitos se acomodaron entre las mantas, abrazándose fuerte de su papi Gee mientras a él le iban empujando hasta dejarlo en una ridícula porción de la cama.
- ¡Hey! ¡Yo también quiero abrazar a su padre! - se quejó como un pequeño mientras terminaba de vestirse
- ¡Oops! - dijo Tomas abrazándose al cuello de su esposo
- Pues ahora es nuestro - aseguró Matt dándole un besito en la mejilla a su papá-Gee
- ¡Y no te lo prestamos! - dijo Miles en tono de burla, acomodándose entre las mantas. Gerard únicamente le dirigió una mirada de disculpa para luego abrazar a sus hijos con ternura

Ok, tal vez si debió planificar mejor el usar condón...

- ¿Me abrazas papi? - fue el susurró a coro de sus tres princesas. Cherry, Bandit y Lily.
- Claro mis amores - sonrió grande para acomodar a sus hijas de modo que los ocho cupieran perfectamente en la enorme cama mientras él abrazaba a sus niñas - Descansen - beso las frentesitas de sus hijas.

En definitiva había valido la pena no usar condón.

- Descansa mi amor - fue un nuevo susurró por parte de su esposo acompañado de un beso al aire y una mirada que lograba fundir su cerebro.
- Buenas noches - susurró en medio de la oscuridad con una enorme sonrisa, sintiendo a Miles patear su pierna y a su pequeña Lily aferrarse a su cuello.
Sí, todo había valido la pena.

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