Memorial

ONRYŌ

Autora: Clusmykitty

Fandom: Kimetsu No Yaiba/Omegaverse

Pareja: Uzuren.

Derechos: a que el senpai se dé cuenta de mí.

Advertencias: esto es un AU de mafia, por lo que habrá cosillas desagradables, algo grotescas, incómodas porque estos mundillos no son jardines de rosas perfumadas. Y como es un Omegaverse las cosas se ponen de color hormiga. Que no les digan que no les cuenten porque les mienten. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


**********


Memorial.



"Jamás desesperes, aun estando en las más sombrías aflicciones, pues de las nubes negras cae agua limpia y fecundante."

Miguel de Unamuno.

"Una situación se convierte en desesperada cuando empiezas a pensar que es desesperada."

Willy Brandt.



Mansión Uzui

Clan del Sonido.


Tengen Uzui repasó las líneas de aquel informe relamiéndose los labios por enésima vez, arreglándose la corbata más por tener qué hacer con las manos que por algún desfiguro de su prenda. No lo podía creer, sencillamente imposible, pero ahí estaba la confirmación de una noticia que había llegado a él apenas arribara a casa luego de su encuentro -casi cita- con Kyojuro Rengoku. Un asesinato. Y no era de cualquier persona, se trataba de su prometida, Koyuki. Muerta, aparentemente de una caída de un puente, solo que los forenses que sus espías interrogaron decían que la habían degollado no sin antes abrir su vientre para extraerle la matriz.

¿Qué clase de bestia había obrado así?

Para el Hashira del Sonido, solo podía tratarse de las Lunas Superiores, ellos eran más que conocidos por tener una inclinación a la sangre y la violencia que hacían temer a sus propios pares. Uno más loco que el otro. Tengen chasqueó su lengua, apretando el papel al levantar la vista al frente para mirar a nada en particular, solo pensando qué estaban tratando de decir con esa muerte tan salvaje de una chica inocente por la cual iba a desatarse un infierno. Él lo haría si se hubiera tratado de alguna de sus esposas, con o sin juramento de lealtad a su patrón, cobraría venganza hasta sus últimas consecuencias. Así que no podía juzgar a Rengoku si este de pronto se volvía irreconocible.

Además de las represalias que provendrían del Clan de la Llama, le preocupó otra cosa más: el que hubieran sido capaces de atacar así a la familia Rengoku. Estaban más cerca de lo que habían supuesto, y eso fue una cachetada con guante blanco para Tengen, se burlaban no solo de él sino del esfuerzo constante que los suyos ofrecían día con día para mantener las cosas en equilibrio. Pronto vendrían los reclamos porque era claro que había sido un error de su Clan el no avisar con tiempo de un movimiento así, y otro el que le dejaran el descubrimiento del cuerpo a la policía cuando la costumbre dictaba que era su gente quien limpiaba esos desastres.

—Mi señor —Hinatsuru le habló desde la puerta— Llamada del patrón.

—Atiendo aquí.

—Sí, mi señor.

De pronto, se sintió culpable por no haber sido capaz de prever un ataque así, ¿cómo iba a ver a Rengoku a los ojos después de esto? Luego de la llamada, se arregló para ir a la mansión, tenía que ofrecer sus condolencias. Sus esposas le acompañaron, también desconcertadas por la muerte de la joven, quien no parecía haber dado problemas, no era la clase de compañía de la que alguien quisiera desprenderse. Había servido bien al Clan de la Llama, por lo que tendría un funeral acorde luego de que los forenses terminaran, por lo que Tengen ya sabía mientras iban hacia el auto, era que el jefe de detectives era buen amigo del otro Hashira, por lo que agilizarían los trámites y exámenes para devolver el cuerpo a la familia, además de darle el informe final sobre la posible muerte de la chica.

Fue un funeral sencillo, casi apurado, entre caras serias. Estaban presentes otros Hashiras, sus ayudantes y supuso que algunos amigos cercanos o socios. Los telares blancos llenaban las paredes, con el emblema del clan. No escuchó llantos, seguramente reservados para cuando estuvieran a solas, eso lo comprendió, dando su pésame al pequeño Senjuro, el que se veía más adolorido. Tengen buscó a Rengoku, a quien encontró apartado del resto, muy pensativo y con razón. Iba a dirigirse a él pero Suma lo detuvo, llamándolo aparte en ese silencio respetuoso de la ceremonia.

—¿Qué sucede?

—Tenemos el informe completo.

—¿Qué más debo saber?

Suma miró a todos lados, tirando de él para que se inclinara y poder susurrarle al oído.

—Mi señor... la joven estaba embarazada.

El Hashira del Sonido abrió sus ojos de par en par, sin poder evitar el girar su rostro hacia Rengoku, entendiendo mejor esa postura tensa, su mirada confundida, resentida porque era claro que él no lo sabía, recién debió enterarse cuando el entregaron el cuerpo. Varios pensamientos pasaron por su cabeza, en primer lugar hubo cierto asombro pues conocía al líder del clan y sabía que no era un tipo descuidado, el honor estaba por encima de todo, jamás sería tan descuidado como para embarazar a una prometida o una novia sin haberse casado todavía. Rengoku no era así. Otra cosa más peligrosa cruzando su mente fue que esa noticia iba a saberse, por más que la callaran, siempre hallaban forma de escurrirse a los oídos correctos que las dispersaban a todos los rincones y que causaría una mala imagen del Hashira de la Llama porque era de conocimiento público su rechazo a cachorros para no mover la línea de sucesión que caía en su hermano Senjuro.

Eso incluso lo sabía la policía, así que también se les podía ocurrir la genial idea de que Koyuki había muerto por órdenes del Hashira al saberla embarazada, poniendo en peligro la posición de Senjuro pues lo desplazaba como sucesor y ese pequeño lo era todo para el líder, por encima de su propia pareja. Tengen no tenía ni un gramo de desconfianza en Rengoku, pero semejante trampa iba a mover cosas, comenzando por la inquietud de los demás clanes pues este ataque solamente podía provenir de alguno de ellos, así que la cosa se complicaba. Con esa nueva información, Tengen fue hacia el joven Alfa, para hablar con él, señalando hacia el jardín a donde se movieron para hablar sin oídos indiscretos.

—Mis más sentidos pésames, Rengoku.

—Gracias, Uzui.

—¿Estás bien?

—¿La verdad? No lo estoy.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

La mirada incrédula de Rengoku la hubiera tomado como un insulto de no ser por el momento tan difícil por el cual estaba travesando este.

—Necesito respuestas, Uzui, porque estoy a nada de tomar mi espada y cobrar venganza por ella —Kyojuro entrecerró sus ojos— ¿Por qué no me dijo...? Yo no...

De pronto, el Hashira de la Llama estaba en conflicto, adolorido por la muerte de alguien importante en su vida, contrariado por todo ese desastre a los ojos de Tengen quien halló en ese rostro azotado por la desgracia una genuina muestra de lo que realmente era Rengoku, cosa que lo conmovió, quizás demasiado. Antes de que se pusiera a pensar en sus acciones, se adelantó para darle un fuerte abrazo, como si deseara protegerlo del mundo alrededor y prometerle que nadie iba a lastimarlo. Fue algo muy instintivo y cuando se percató de lo indiscreto de su gesto ya era demasiado tarde, los brazos del Alfa lo rodeaban con cierta desesperación al sujetarse a su saco.

Pese a considerarse como un Hashira extravagante, Tengen tenía algo que siempre había mantenido a raya y era el contacto personal por muy buenas razones. Jamás había invadido el espacio personal de nadie ni tampoco estaba toqueteando gente por todos lados pese a lo que podría rumorearse sobre él. Y ahora estaba ahí, sujetando con fuerza a Kyojuro como si la vida le fuera en ello solo porque ese instinto de consolar y dar tranquilidad se le había salido de control al olfatear toda esa tristeza, rabia y sobre todo confusión en el joven Alfa, anhelando como nunca poder borrarlo con su propia esencia. Ahora ya no podía soltarlo sin que se sintiera igual a un rechazo, menos cuando Rengoku estaba abrazándolo así, tan necesitado, con sus hombros temblando ligeramente, buscando contenerse y luego, liberando un llanto ahogado contra su pecho.

Eso terminó por decidirlo, porque ese rompimiento fue un gesto que Tengen no esperó, catapultando ese instinto traicionero hasta el cielo. Rengoku le estaba teniendo la confianza suficiente para mostrarse así, de esa forma tan vulnerable. No iba a defraudarlo, muy por el contrario, lo que hizo el Hashira fue jalarlo a otra parte donde nadie viera lo que estaba sucediendo, protegiendo al Alfa de ser comidilla. No quiso pensar mal de las otras visitas, pero de momento todo lo que hubo en todo su ser gritando a todo pulmón fue un protégelo, protégelo con tu vida moviendo sus pies y sujetando con fuerza entre sus brazos al otro, escondidos ya tras unos hermosos árboles de cerezo. Las palabras sobraron, Tengen solamente se quedó así todo el tiempo que Kyojuro necesitó para recuperar la compostura, siendo este quien rompiera el abrazo que tenían, tallándose sus ojos aprisa y haciendo una reverencia al darse cuenta de su acto.

—Uzui, yo...

—Ni te atrevas, o me enojaré.

—Gracias.

—Toma —Tengen le ofreció un pañuelo— Tómate tu tiempo, nadie nos vio.

—Cielos.

—Estarás bien, me tienes a tu lado.

Esa nueva mirada en Rengoku trajo un calorcillo nuevo en el Hashira del Sonido que aplacó con puño de hierro, cruzándose de brazos, unos que tenían ahora el aroma de ese Alfa quien respiró hondo, mirando hacia donde la sala donde estaban todos a lo lejos, sorprendido por lo lejos que estaban.

—¿Me cargaste acaso?

—No importa. ¿Te sientes mejor?

—Sí.

—Quiero decirte que no es mi deseo que tomes esto como algo que yo usaré como ventaja sobre ti. No soy así.

—De eso estoy seguro.

—Te has guardado mucho.

—¿No es acaso el peso de nuestro título? —Rengoku sonrió a medias, mirando ese pañuelo que olfateó discreto, levantándolo hacia Tengen— Te lo devolveré limpio.

—Quédatelo, tengo muchos.

—Oh.

—Los Clanes van a presentar sus defensas, nadie aceptará esto como su responsabilidad.

—Dudo que alguno de ustedes hubiese sido, Uzui. Esto fue algo de las Lunas Superiores.

—¿Tienes a alguien en mente?

Rengoku negó. —Desafortunadamente no. Solo sé que esto... es un mensaje claro para mí. Es mi cabeza la que buscan... o la de Senjuro.

—No los van a tocar —afirmó Tengen quizá un poco más aprisa de lo correcto.

—Yo no la maté.

—Tampoco he pensado en eso.

—De solo pensar que se arriesgó sola porque... —el Hashira de la Llama frunció su ceño, callando lo siguiente y cambiando la oración— Koyuki no era así de descuidada.

—¿Te falta gente?

—No, y quienes estaban con ella, jamás la vieron salir.

—Extraño.

—¿Por qué saldría a escondidas?

—O mejor dicho, la sacaron.

—¿Crees que la secuestraron en mi propia mansión?

—No ahí, pero en un sitio donde ella se sentía segura de andar sin guardaespaldas.

Rengoku asintió lento, mirando hacia la sala donde estaban los demás, perdido en algún pensamiento que Tengen deseó conocer para así aliviar ese dolor que lo consumía, era como un fuego que no solo quemaba, sino que mordía, así lo percibía en su esencia. El Hashira volvió en sí, girándose apenas hacia él con una reverencia de esas que solía hacer cuando estaba profundamente agradecido.

—Te pido que me perdones.

—¿Y eso por qué?

—He sido irrespetuoso al usarte como un escudo a mis defectos. No soy un buen Alfa como puedes ver.

—Rengoku...

—Pero me esfuerzo para ser digno de mis hermanos Hashira.

—No te considero un mal Alfa, creo... que eres genial.

—Gracias por esas palabras, Uzui. Debo regresar.

—Sí.

Luego de aquella ceremonia, el ánimo entre los demás Clanes fue más bien pasivo agresivo, todos sentían que se les culparía por la muerte de la joven Koyuki Rengoku, siendo más recelosos en sus actividades. No faltó quien escribiera una carta al patrón dejando en claro que ellos no la habían tocado, como si eso de alguna manera pudiera resolver el enigma de su muerte. Para Tengen, era claro que la joven había sido engañada con algo, o sus guardias hubieran notado algo inusual en su comportamiento. Tuvo que ser alguien cercano o bien, algo que ella conocía que la hiciera ser tan imprudente, esas fueron sus conclusiones luego de todo los informes que llegaron a su escritorio, algunos más certeros que otros.

Reforzó la vigilancia sobre el cachorro Senjuro, pues uno de los mayores peligros con la muerte de Koyuki es que ella bien pudo hablar sobre los hábitos y la forma de hacerse con el pequeño. Si la habían asesinado tan salvajemente, bien pudieron obligarla a confesar esa información tan importante para un segundo ataque. Tengen tuvo la corazonada de que la muerte de la chica solo era un mero cebo, vendría algo más gordo contra la familia Rengoku, cosa que lo puso de malas al no tener una idea de quién o quiénes estaban detrás de tan perversos planes. Bien podía acusar a cualquiera de las Lunas Superiores, el problema era que señalar uno era como patear un avispero y sus hermanos Hashira ya estaban demasiado alterados para que se sumaran demonios vengándose por ser difamados.

Pero uno de ellos tenía que ser.

El problema era ¿quién?

Envió a sus espías con la policía, ese detective Raybito estaba tras las pistas, ellos habían obtenido las evidencias más frescas al ser los primeros en encontrarla, detalle que no dejaba de molestarlo. Alguien debió alertarlos, solo que en ese puente a esas horas no había transeúntes que justificaran una llamada a la policía porque era un sitio de mala muerte. Zona neutral, curiosamente, pero muy cerca de los dominios del Clan Insecto y demasiado lejos de casa. Tengen repasaba en su mente los informes, visualizando la salida de la joven, su captura como posterior muerte. Demasiado bien hecho el trabajo, tenía que aceptar que pese a que los Hashira eran excelentes borrando gente, ese nivel de perfección era más bien de las Doce Lunas de Muzan, ellos sí que hacían trabajos impecables para su desgracia.

—Mi señor —Hinatsuru le llevó una taza de té humeante— ¿No ha habido más avances?

—Estamos en punto muerto.

—Tal vez sea momento de pensar en locuras —su esposa sonrió cuando frunció su ceño para ella— Suele decirse que las ideas más locas a menudo responden a preguntas imposibles de responder.

—¿Qué clase de ideas se te ocurren, linda?

—Hay un detalle, ese Kushi en su cabello.

—¿Sí?

—Ya he investigado, la prometida del Señor Rengoku jamás usó uno de esos.

Tengen dejó su taza a medio camino hacia sus labios. —¿Lo pusieron adrede?

—Temo que sí, mi señor.

—No para Kyojuro —soltó, bajando la taza que hizo a un lado, revisando su tableta— Eso es un mensaje para alguien más. Él me hubiera dicho del broche de haber reconocido algo en él.

—Solo el kimono es correcto... aunque no el patrón.

—Oh, Hinatsuru, no me hagas esto, dímelo ya.

—El broche como el patrón del kimono coinciden, más no fueron usados en vida por ella.

—¿A quién le están hablando?

—Mako tiene la teoría de que es para uno de los demonios, recuerda haber leído algo de un clan vasallo que tenía esos patrones.

—Las quiero a las tres ahora mismo, ve por ellas, tenemos que hablar de lo que ha estado pasando por sus cabecitas.

—Sí, mi señor.

Su siguiente movimiento fue visitar nada menos que al susodicho detective, esperándolo a que terminara su turno para invitarlo a subir a su auto de forma amable. Raybito no era un hombre tonto, experto ya por sus años de experiencia en las calles de Tokio, sabía que no se despreciaba la invitación de un Hashira y menos en los momentos presentes.

—¿Un poco de té? ¿O prefiere el café?

—Café, si me hace el favor.

—¿Noche tranquila?

—Si pudiéramos llamarlo así.

—Detective —Tengen le sirvió el café, esperando a que lo probara antes de continuar— Quisiera hacerle unas preguntas.

—Bueno, he hablado con el Señor Rengoku.

—No, yo quiero saber otras cosas.

—Pregunte, ¿Señor...?

—Uzui.

—Me disculpo, no los conozco a todos de vista.

—No hay problema. Como le decía, quisiera saber a detalle cómo fue que se enteraron de ese cuerpo.

—Bien, no hay mucho qué decir, fue por un joven recluta que estaba haciendo su rondín cerca del puente, no es una zona donde nosotros mantengamos puestos de vigilancia como sabe, respetamos las zonas neutrales tal como se ha acordado. Solo fue por queja de los vecinos.

—¿Queja?

—Habían estado apareciendo algunos cuerpos, de animales quiero decir, como si estuvieran haciendo sacrificios. Aunque el barrio tampoco es la zona comercial, esa clase de incidentes no habían aparecido y menos con tanta regularidad, así que se ofreció un rondín a pie cada tercer día.

—¿Tiene el nombre del joven que vio el cuerpo?

—Seguro —Raybito buscó tranquilo entre sus bolsillos ese cuadernito de los viejos detectives donde anotaba sus pesquisas— Se llama Hanji Utaro, puedo llamarlo para que le pregunte si lo desea, señor.

—Muy considerado de su parte —asintió Tengen— Solo una cosa más ¿puede decirme la naturaleza de esos sacrificios de animales?

—Pues es extraño, hubo de todo: perros, gatos, aves, reptiles... siempre todos colgando de una viga o clavados en un muro, envueltos en hilos que parecían telarañas.

Uzui entrecerró sus ojos. —¿Redes de telarañas?

—Algo así, eso fue lo común, todos siempre estuvieron cortados de forma diferente, sin patrón aparente. Sonaba como a esas banditas de chicos que intentan forjarse un nombre en estos lares, pero de todas formas se concedió el patrullaje.

—Gracias por su información, detective Raybito, esperaré esa cita con el joven policía para unas preguntas similares, si no es mucha molestia.

—Para servirle, Señor Uzui, dele mis condolencias al Señor Rengoku de mi parte.

—Así lo haré.

Muzan estaba moviendo a sus demonios, esos ritos de telarañas y animales muertos no eran otra cosa que mensajes para alguna Luna Superior que estuviera moviéndose en terreno enemigo. Cada sacrificio era una suerte de carta diferente. Habían elegido ese sitio de antemano como el lugar donde arrojarían el cadáver de la joven prometida de Rengoku y nadie se había enterado hasta esos momentos. Tengen rechinó sus dientes más que fastidiado por eso, ¿cómo era posible que algo tan importante se les hubiera escapado de las manos? Sí, era una zona neutral, pero tenía gente ahí. Cabezas iban a rodar, metafóricamente hablando, eso había sido una falta grave en su deber como espías y vigilantes.

Pero lo que más le inquietó fue el receptor de los mensajes, era obvio que no era para esos demonios araña, no se comunicaban entre ellos así, estaban diciéndole algo a una luna más. El problema era que no tenía idea de a quién le hablaban, porque si las Doce Lunas comenzaban a moverse, cualquiera de las Superiores sería el objetivo de esos mensajes sangrientos. ¿Quién podría ser? La respuesta estaba vinculada con el perpetrador del crimen, el responsable de tomar la vida de Koruki. Tengen regresó con una ligera migraña luego de darle vueltas al asunto sin obtener una idea clara, solo esa frustración creciente con un poco de preocupación pues lo que hubiera dicho la joven en sus últimos momentos iba a ser perjudicial para el Clan de la Llama.

—Has estado demasiado alterado, mi señor. Tu humor ha sido muy inestable.

—Claro que no.

Suma alzó sus cejas, sonriendo. —Te has olvidado de la fecha.

No solo era el caso, también estaba aproximándose su Celo. Tengen se talló el rostro, maldiciendo a todos los dioses existentes en todas las culturas por ello. Era el peor momento para tener un jodido Celo, necesitaba ocupar cada minuto de su tiempo en la resolución de ese asesinato antes de que estallara algún conflicto porque todos estaban a la defensiva y un solo ataque provocado por los demonios iba a poner a todos los Hashira en modo agresivo entre sí, algo que sin duda las Lunas iban a aprovechar. Pero nada pudo hacer en contra de esa naturaleza que a veces odiaba con todas sus fuerzas, teniendo que hacer una pausa, tomando su Supresor pues en definitiva no haría algo además de tomarse una buena siesta mientras el medicamento funcionaba.

Había intentado "consolarse" de forma similar a cómo lo acostumbraban sus hermanos Hashira, sus esposas lo ayudaban, pero conforme pasaba el tiempo eso ya no funcionó tan bien y Tengen acabó usando los Supresores cuando los Celos llegaban. Al ser de los más agresivos, debía quedarse en cama o al menos descansando sin esfuerzos físicos. Durante esos momentos, sus tres hermosas chicas lo consentían, siempre tan sigilosas y serviciales sin reclamar el que se decidiera por algo más "físico", cosa que le ponía la piel de gallina de solo imaginarlo, sin contar que podía considerarse como un acto deshonroso de su parte, esos viejos fantasmas atacando su mente afiebrada que no pensaba tan bien.

Al menos eso explicó el por qué había estado tan ansioso por la situación del Clan Rengoku, él ya estaba comenzando a temer que algo más estuviera sucediendo. Solo había sido su natural preocupación por un cachorro, uno que ya conocía de tiempo, maximizada por el Celo, que también lo había empujado a ser tan familiar con Rengoku. Ese abrazo había sido causado por la cercanía de su Celo, se dijo Tengen con mucha seguridad una vez que pasó su tiempo de descanso, mirándose al espejo al vestirse en sus trajes usuales para continuar con sus pesquisas. Solo había sido eso, nada más, no era que le estuviera interesando un Alfa de cabellos de fuego que estaba desconsolado y herido por dentro sin nadie que le tendiera una mano.

Todo había sido por culpa del Celo.

Ese joven policía habló con su gente, repitiendo los datos que ya tenían, salvo un detalle nuevo que no aparecía en ningún informe, el muchacho había sido capaz de ver el cadáver porque había notado una silueta cerca, encaramada sobre la barda semi deshecha. Tuvo la sensación de que la persona estuvo esperándolo con toda la intención de señalarle el cuerpo. No pudo verlo a detalle, demasiado oscuro y fue un vistazo rápido de lejos antes que huyera muy veloz. Una trampa a todas luces, querían que fuese la policía quien la descubriera, no ellos, querían que se supiera, que no pudieran ocultar el crimen, lo cual era un sutil mensaje para alguien más. La respuesta yacía en el Kushi y el kimono de la joven, ese patrón había pertenecido a un clan vasallo extinto como muchos por las guerras entre ellos.

A Tengen no le gustó que el clan al que servía era nada menos el que dirigía el peligrosísimo Akaza. Ese maldito demonio ya había cobrado la vida de varios Hashira, sus puños que decoraba con protecciones de acero macizo para romper huesos se movían como si fuese un mago. Todos le temían, no se le conocía una derrota, cada que aparecía en algún lugar, aquellos que estuvieran ahí morían sin duda. ¿Qué tenía que ver un desaparecido clan de Akaza con la chica? No había conexión, entre el Clan de la Llama no existía un episodio donde hubieran tenido un enfrentamiento con esa Luna Superior. Y de nuevo estaba angustiándose de más, gruñó para sí mismo solo por unos segundos pues enseguida apareció ante sus ojos Senjuro con su uniforme de la escuela.

—¡Tengen!

—Hey, cachorro, ¿qué estás haciendo por aquí? Tenía entendido que no había salidas para ti en estos días.

—Ah... —por primera vez en todo el tiempo que llevaran conviviendo, Uzui notó que el pequeño estaba mintiéndole, muy mal, por cierto— Es que tenía ganas de uno de esos helados de cobertura y como no había pasado nada malo ya, vine por él.

—Bien pudiste pedírmelo, ¿sabes?

Senjuro sonrió nervioso. —Sí, lo siento. Pensé que estarías ocupado.

—Entonces ¿vas a comprar el helado? Te escoltaré.

—Um, no... es lo gracioso, je, je, ya no se me antoja, pero gracias.

Los ojos avispados del Hashira del Sonido recorrieron la figura del cachorro, olfateando ese nerviosismo a flor de piel con una mano traicionera sobre uno de sus bolsillos. Discreto, usando de pretexto que cepilló los cabellos del chico, se acercó para olfatearlo mejor. Medicamento. Había comprado medicinas que obviamente no deseaba se supiera. Algo no andaba bien.

—¿Senjuro?

—¿Sí, Tengen?

—Sí sabes que puedes contar conmigo en lo que sea ¿verdad?

El cachorro respiró hondo, abriendo sus ojos y asintiendo con sus labios apretados. Desesperación, olía a esa desesperación por querer compartir una carga sin poder hacerlo porque era traición. Tengen le sonrió, abrazándolo para calmar al pequeño Alfa, palmeando en juego su espalda.

—Debes volver, no quiero que andes caminando tan lejos por más que sea mi territorio ¿entendido?

—Está bien, lo siento.

—No tienes por qué disculparte, no has hecho nada malo, cachorro.

Senjuro lo abrazó con fuerza, quería contarle, de verdad que deseaba hacerlo pero al parecer se trataba de algo que nadie debía saber y Tengen respetó eso, abrazándolo de vuelta antes de empujarlo suavecito para que regresara. Uno de sus hombres se acercó, respetuoso con una reverencia.

—¿Desea que revisemos a dónde fue?

—No, déjenlo así. Tiene sus razones.

—Como ordene, señor.

—Nosotros tenemos cosas en qué ocuparnos.

Con un último vistazo hacia el pequeño, el Hashira del Sonido sonrió apenas. No había que ser un maestro de los misterios para darse cuenta de que aquello que ocultaba estaba directamente relacionado con Kyojuro, o de lo contrario se lo hubiera dicho sin más. Cuando se trataba de su hermano mayor, Sejuro se convertía en una bóveda de secretos a prueba de cualquier espía o amenaza, tan solo le inquietó -y quizás más de la cuenta- si acaso era un medicamento especial para ese tonto. Ya tendría la oportunidad de averiguarlo mejor, estaban por tener otra reunir entre ellos cuando se supiera del ataque al Clan Insecto.

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