Katana

ONRYŌ

Autora: Clusmykitty

Fandom: Kimetsu No Yaiba/Omegaverse

Pareja: Uzuren.

Derechos: a que el senpai se dé cuenta de mí.

Advertencias: esto es un AU de mafia, por lo que habrá cosillas desagradables, algo grotescas, incómodas porque estos mundillos no son jardines de rosas perfumadas. Y como es un Omegaverse las cosas se ponen de color hormiga. Que no les digan que no les cuenten porque les mienten. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


***********


Katana.


"El hombre tiene el amor por ala, y el deseo por yugo."

Victor Hugo.

"Los deseos se tienen, no se piden. Lo que se pide es el objeto del deseo."

Francisco Umbral.

"Todo deseo estancado es un veneno."

André Maurois.



Mansión Rengoku.

Clan de la Llama.



Tengen no había prestado atención a la serie de pinturas que recorrían un pasillo en la mansión del Clan Rengoku, bien porque había estado cerrado por reparaciones, bien porque sus pensamientos estaban completamente enfocados en el idiota de Kyojuro quien parecía no entender indicaciones médicas respecto a su descanso y rehabilitación. Lo entendía, si un Alfa no mostraba liderazgo, determinación y fuerza, podía ser desechado como líder de una Manada, no se diga como Hashira. Pero era una situación extraordinaria, había sobrevivido a lo que fue una tortura de la cual prácticamente nadie había salido vivo, tenía heridas que sanar y no solo físicas.

—Deja de hacer pucheros —bromeó Kyojuro al verlo molesto por enésima vez— Solo estoy bebiendo de un vaso.

—No es eso y lo sabes.

—¿Qué es?

—¿Qué fue eso de que te largaste con Shinobu a entrenar?

—También te extrañé.

El Hashira del Sonido rodó sus ojos, caminando hacia la silla donde estaba sentado el Alfa, mirándolo casi asesino antes de colar una mano por esos cabellos, bajando a propósito en su cuello para hacerlo estremecer sabiendo lo mucho que le molestaba eso porque lo hacía sonrojar y ahora con su convalecencia estaba más sensible. No solo de esa parte, se diría Tengen con cierta malicia.

—Me siento más que ofendido de que hayas elegido a alguien más para entrenar.

—No fue por hacerte enfadar —defendió Kyojuro, mirándolo con ese ojo de sol— Tú mejor que nadie que sabes que el Clan Insecto tiene las mejores medicinas y terapias.

—Hm.

—Tengen.

—Pero al menos pudiste enviarme un mensaje.

Rengoku rió. —¿Te das cuenta de que suenas como una esposa celosa?

—Soy una esposa celosa —rebatió con toda la seguridad del mundo, inclinándose para besarlo, mordiendo sus labios y callando la queja con su lengua.

Para su desgracia, ese Alfa tenía razón, allá en la Mansión de las Mariposas existía lo mejor y último en medicina, especialmente para gente como ellos. Alfas como ellos. Sabían cómo devolverle la salud a un Hashira, desde su espíritu hasta su espada, así de malditamente buenos eran. Claro que fue un esfuerzo conjunto con otros amigos como Mitsuri, pero el mayor crédito era para Shinobu y su tratamiento que le había devuelto el color y cierto entusiasmo a Kyojuro luego de estar deprimido una vez más. Todavía no estaba recuperado del todo, eso iba a tardar, solo ya no era tan necesario que él estuviera a su lado y ahí era donde entraban sus celos insanos.

Ya estaba más que consciente de que esas reacciones impropias de su persona tenían un origen un poco olvidado por tantas crisis: la cercanía de su Celo Omega. Con todo y los Supresores, su acercamiento a ese Alfa de cabellos de fuego había desatado algo en él que no podía controlar por más entrenamientos que tuviera, deseaba estar a su lado, procurarlo y sobre todo protegerlo porque sentía que estaban en constante peligro. Eso tampoco era una paranoia pues sí era verdad, bastaba con ver los informes de sus espías en todos los clanes para darse cuenta de la gravedad del asunto. Su instinto Omega gritaba por mantener a salvo a su futuro padre de sus cachorros, así de loco era ese llamado.

También había algo de venganza en su actuar, porque todavía no perdonaba ni olvidaba lo que esa joven Beta provocó con su traición, ahora sabiendo que estaba actuando por órdenes externas de alguien más, posiblemente por la Luna Superior Daki. El Hashira del Sonido no quiso decirle a Kyojuro que tenían en su poder a esa mujer tan peligrosa, sabía que en cuanto se lo dijera iría a verla para tratar de saber más y en su estado no era bueno, necesitaba estar lo más tranquilo posible como se pudiera en un ambiente de yakuzas, su Alfa había sufrido demasiados giros en su vida para sumarle la presencia de una Alfa que estaba más que entrenada para retorcer palabras y convencer de que las cosas eran diferentes a lo visto.

—Quédate quieto.

—Estás tocándome de más.

—Porque no te quedas quieto.

Kyojuro rió apenas, observándolo. —Has estado un poco...

—¿Qué?

—Posesivo.

—Soy muy cuidadoso con mis cosas.

—Me alegra saber que soy parte de tu inventario.

—Es un privilegio.

—Sin duda.

Las manos diestras de Tengen terminaron de poner el vendaje alrededor del torso de Kyojuro, por supuesto que aprovechando la ocasión para sentir más de cerca y con más detalle esos músculos bien definidos y esa piel con un aroma que alborotaba su Omega interior. El Alfa solamente le dedicó una mirada por tantos manoseos innecesarios para cambiarle las vendas, más no se quejó tampoco de ser tocado de esa manera, tenían que aceptar la creciente tensión acumulándose desde aquel beso en el pasillo cuando había mordido el sensible cuello ahora a la vista.

—¡Tengen!

Este no pudo resistir la tentación de morderlo de nuevo porque además sabía que era uno de esos botones que disparaba el deseo de Kyojuro, a quien empujó contra la cama donde ambos estaban sentados, inmovilizándolo con sus manos sobre los hombros ajenos luego de lamer esa herida aún sin sanar para su orgullo, recorriendo el rostro sonrojado del otro Hashira a quien sonrió para atacar su pecho al descubierto antes de que las manos de este lo detuvieran. Los pequeños forcejeos fueron más un aliciente que un obstáculo, lamiendo ambos pezones hasta que los dejó endurecidos, olfateando gustoso el cambio en el aroma Alfa de un alterado Kyojuro.

Ya veo que no soy el único resistiendo.

Los médicos habían recomendado un ambiente tranquilo y terapia de relajación para ayudar a su rehabilitación, así que Tengen Uzui se dijo que haría eso precisamente, relajarlo. Con un pequeño grito algo vergonzoso de parte del Alfa, tiró de sus pantalones e interiores de un solo golpe, dejándolos por sus rodillas y admirando casi dejando caer baba el miembro ligeramente erecto.

—Tengen...

—Déjamelo todo a mí.

Empezó con pequeños besos en la punta, observando la reacción de Kyojuro quien aun se vio algo indeciso por la situación, decidiéndose a ser un poco más agresivo en su táctica al sacar su lengua y darle una buena lamida de la punta a la base y subiendo de nuevo para delinear esa cabeza con el Alfa tensándose con un suave y lindo gruñido de apreciación que lo animó a repetir el movimiento, esta vez usando una de sus manos para tomar ese ya también tenso saco y masajearlo cuando introdujo a su boca el miembro más duro del Hashira. Esa forma de retorcerse de este fue un punto de anotación para Tengen, medio sonriendo en lo que saboreaba lo que tenía entre los labios, usando su lengua para lustrar más esa piel que iba mostrando lentamente sus venas.

Algo murmuró Kyojuro pero no alcanzó a escucharlo porque se perdió en sus gemidos al momento de inclinar su cabeza y moverla simulando embestidas todavía sin llevárselo todo a la boca, torturando un poco a ese gentil Alfa cuyas manos no supieron donde quedarse. De nuevo, Tengen sonrió cuando las sintió en sus cabellos en el instante en que por fin lo devoró todo, sus pupilas dilatándose al olfatear las feromonas libres llenas de placer, un halago a su destreza para succionar y chupar con toda la calma del mundo aquella erección palpitante y rojiza en su punta que saboreó con gusto, casi ronroneando. De no haber sido por lo que tomaba, seguramente a esas alturas ya hubiera mostrado su propio aroma Omega y es que el Hashira no podía saber mejor.

Sintiendo el temblor en las piernas ajenas, Tengen supo que su lindo Alfa no iba a durar mucho, en verdad sí le había hecho falta algo como eso y él no podía estar en mejor momento, sintiendo el tirón de cabellos de su coleta mientras aceleraba las subidas y bajadas, gimiendo complacido mientras sentía en la garganta el líquido preseminal con ese sabor cargado de feromonas que lo hizo decidirse a querer tenerlo todo y levantar la mirada hacia el rostro rojizo de Kyojuro, quien al verlo así rodó su ojo todavía intentando decir algo coherente y tensándose al correrse en su boca, dejándose caer luego en la cama con la respiración agitada en lo que terminaba de beberlo y no dejar huella de su travesura.

Kyojuro Rengoku era suyo y lo iba a dejar claro al mundo.

El Hashira del Sonido se relamió sus labios, sonriendo de esa manera cuando sus ideas tenían éxito, mirando como todo el cuerpo de su Alfa se relajaba y caía en un pequeño sopor que lo hizo descansar otro poco. Se inclinó riendo bajito para sí al besar su mentón, girando su cabeza para susurrarle al oído.

—Descansa un poco más.

—... Tengen.

—Sshh.

Tuvo su parte tierna el verlo así, disparando su ego hasta los confines del universo porque si bien su Alfa no era ningún niño inexperto, el que se comportara así con él solo le decía que era tan especial lo que ambos sentían que un acto íntimo se convertía en una suerte de momento mágico, algo que no habían experimentado antes y era cierto porque Tengen jamás se había sentido así, tan hambriento por tocar su cuerpo, complacerlo, querer ser un Omega que complaciera a su Alfa golpeaba en lo más profundo de su naturaleza de tal suerte que le era imposible el pensar en otra cosa. Estaba muy seguro de que ese sentimiento era mutuo, la mirada perdida pero feliz de Kyojuro se lo confirmó al dejarlo dormitar un poco.

—Eres un cínico.

—Tu reclamo viene tarde, cariño.

—Al menos lo intento —bromeó el Hashira de la Llama observándolo— Tengo la sensación de que tratas de comerme vivo.

—Por supuesto.

—Tengen...

—¿Qué? ¿Vamos a fingir que no sabemos nada de la atracción creciente como si fuésemos un par de adolescentes inexpertos? Podemos hacerlo y vamos a hacerlo.

—Como siempre, me alegra que tomes en cuenta mi opinión.

—Estás convaleciente, yo tomaré las decisiones por los dos.

—Sigues molesto por lo de Shinobu y estás cobrándotelas.

—Más bien te doy un ejemplo de lo que va a suceder si me ignoras.

Kyojuro rió y a Tengen le encantó su risa porque fue más cercana a aquella que conociera tiempo atrás, sonora y libre de penas. Tuvo que besarlo, aunque estuvieran en el comedor ya en la sobremesa con Tanjiro de mil colores buscando dejarlos solos sin hacer ruido o tirar algo.

—Eres mío, Kyojuro.

—Lo soy —este sonrió, picando una de sus mejillas— Por eso me debes decir qué está pasando con Daki, agradezco la protección, pero comienzo a sentirme un poco... inútil.

Tengen entrecerró los ojos. —No pasa nada.

—Sí pasa, tus ojos muestran rabia.

Ese Alfa ya comenzaba a leerlo de la misma forma que él también lo hacía, un asunto que bien podía gustarle y al mismo tiempo no. Optó por sentirse bien que sucediera, mostrando que su vínculo estaba siendo cada vez más fuerte.

—Tiene una red de tráfico de mujeres que usa para espías, las entrena de modo que...

—¿Qué? ¿Sepan colarse a la cama de un Hashira?

—... sí.

—Dilo, está bien, ocultarlo solo lo hace peor.

—Pero no es todo, las manipula de tal suerte que sus mentes le pertenecen por decirlo de una manera. Un lavado de cerebro, esas pobres víctimas olvidan todo y se transforman en sus abejas obreras de placer sexual y espionaje.

—Koyuki fue una de ellas.

—Se niega a aceptarlo.

—Porque entonces significaría que tomaron la prometida de Akaza para su beneficio, sabiendo que él más tarde me atacaría. Dos pájaros de un tiro, sabes que entre ellos buscan matarse.

—Es una alta posibilidad siempre y cuando tengamos con qué probarlo.

—Alguien debió verla llegar con esos hermanos.

—Deben estar muertos para estas alturas, Gyutaro va a borrar todo rastro que los relacione con esas chicas o con Koyuki.

—Tal vez...

—No.

—Ni siquiera has escuchado lo que quiero decir.

—Estás pensando en algo y no debes hacerlo porque el patrón ordenó que nada de peligros para ti.

Kyojuro alzó su ceja, cruzándose de brazos. —¿Y qué si deseo aportar algo más que dar órdenes o recibir atenciones apasionadas?

—¿Le llamaste atenciones apasionadas a lo que hice?

—Tengen, estamos en el comedor.

—¿Y eso qué?

—No desvíes el tema.

—¿Cuál de todos? Estamos hablando de muchas cosas al mismo tiempo.

—Tú...

—¡Hermano! ¡Tengen!

—Oh, ¿quién es el cachorrito más lindo de Japón?

—¡Yo! —sonrió alegre Senjuro, saludando a ambos con un caluroso abrazo.

¿Cómo era posible que algo tan simple como la risa de un cachorro entre sus brazos pudiera hacerlo sentir tan vulnerable pero al mismo tiempo tan poderoso? Tengen no lo supo, algo había ahí que le proporcionaba tanto coraje para continuar, para no dejarse caer por las malas noticias o no perder la cabeza al sentir esa herida aun latente en Kyojuro. De pronto, al estar contemplando esos dos hermanos hablar animados, tuvo un desasosiego, pues si bien estaba pensando con la cabeza de abajo, si él por algún exótico giro del destino llegaba a tener un cachorro del Hashira de la Llama... Senjuro sería hecho a un lado al ser el segundo hijo.

Todo el trabajo de Kyojuro se vendría abajo.

Si estaban donde estaban, era porque ese Alfa de cabellos de fuego había pasado un infierno con tal de heredarle a su hermano un mundo mejor, un Clan Rengoku diferente donde pudiera ser él, no un Alfa teniendo que asesinar demonios como parte de su vida. Tengen perdió lentamente su sonrisa al pensar en ello, no se había percatado de ese detalle en sus fantasías como Omega. No era que estuviera seguro de poder ofrecer descendencia a Kyojuro si acaso llegaban a esos términos, en primer lugar, pero jamás le haría esa ofensa a su pequeño al que ya adoraba como su él mismo lo hubiera parido. El lugar de Senjuro era inamovible y sagrado, nunca levantaría un dedo para quitárselo.

—¿Tengen? —el chico lo miró, extrañado— ¿Estás bien?

—Recordaba un pendiente, bebé, eso es todo.

—Oh, siempre tienen cosas qué hacer.

—Así es la vida de adultos, cuando tengas tu propia vida, lo verás.

—Um, bueno.

—¿Has almorzado?

—Sí... quería pedirles a los dos algo.

—Adelante —habló Kyojuro.

—Bueno, pronto será el cumpleaños de mi hermano y quería... una fiesta para él. Pequeña, solamente algo muy familiar, pero sé que en estos momentos...

—Dalo por hecho —cortó Tengen, levantando su mentón— Lo haremos.

—Me gusta que me tomen en cuenta —Kyojuro solo negó.

—Sshh, tú eres el del cumpleaños.

—De acuerdo.

—¿Entonces sí?

—Claro, bebé, diles a las chicas lo que deseas y lo tendrás.

—¡Gracias, Tengen!

Fue un golpe inesperado, que aplastaba la pequeña y trémula luz de esperanza de una familia con Kyojuro, una vez más, si acaso podían alcanzar ese día cuando Tengen fuese capaz de revelar no solo a ese Hashira sino a sus pares que no era un Alfa sino un Omega y que estaba bien dispuesto al escarnio con tal de mantener su relación con el líder del Clan de la Llama. Ahora debía tener en cuenta que los cachorros no estaban en la lista de sus planes futuros, por Senjuro, aun cuando el patrón le diera luz verde a su relación y no le fuese despojado su título ni su herencia, dos Hashiras frente a un segundo cachorro se convertía en una amenaza para este.

—¿Tengen? Estás muy callado, inusualmente callado.

—Hablo conmigo mismo.

—¿En silencio? —Kyojuro arqueó una ceja.

—Cuando es algo importante, sí.

—¿Puedes compartirme tus pensamientos?

—Akaza no quiere seguir las órdenes de Muzan, por eso es que Daki y Gyutaro se han montado todo este complot para volverlo a sus filas, claro, barriendo con los Hashiras de paso.

—Akaza no se nos unirá si acaso lo estás sugiriendo.

—Por supuesto que no, disfruta matar y eso no parará con todo y que pudiera separarse de Muzan.

—¿Pudiera? Suenas a que lo ha intentado.

—No lo sé, pero en las noticias se ha visto a Muzan hablando de sus esfuerzos por ayudar a los políticos con el control de la violencia en los barrios bajos. Necesita a todos sus esbirros para dar la imagen correcta, si Akaza se le sale de control, echa a perder su candidatura.

—Había pasado por alto la reputación que Muzan está construyendo a costa de los nuestros.

—No te sientas mal, los Hashiras tienen cosas muy reales y cercanas por las cuales preocuparse. Mi trabajo es ver todo eso y más.

—El mejor —sonrió el Alfa.

—Lo cual me merece un beso.

—Tú...

Dejaría ese tema a un lado, no porque le restara importancia, sino porque al ser algo decidido no tenía ya caso el que se preocupara. Tenían por delante lo que llegó de parte de Mitsuri, una infiltración que buscaba acabar con su provisión de armas y cierre de rutas hacia los puertos, sus principales accesos. Otorgándole cierta libertad a Kyojuro para moverse siempre y cuando Tengen estuviera a su lado protegiéndolo, fueron hacia una de las pequeñas islas donde les informaron que los demonios se habían establecido con el fin de hundir los barcos o impedir el paso en las autopistas y vías de tren a todos los convoyes de los Hashiras.

—Recuerda...

—Tengen, tranquilo, no es que me vaya a lanzar a la batalla estando medio muerto.

—Ahora que lo mencionas...

—Tengen, no.

—¿Confías en mío, Kyo?

Este le sonrió, apretando una de sus manos. —Sabes que con mi vida.

—Pues entonces déjame a mí hacer esta canción.

Uzui encontró muy curioso que pelear al lado de su Alfa también era algo agradable, más si él tomaba la iniciativa al estar al frente, haciendo danzar sus espadas curvas hasta que silbaran pareciendo que entonaban una melodía. Afortunadamente, solo hubo un solo punto qué atacar, bastante fortificado para su entretenimiento, con los suficientes demonios que los mantuvieron ocupados unas horas. Siempre estuvo pendiente de la figura de Kyojuro, sabía que el aparato auditivo no iba a presentar problemas y que su parche estaba bien fijo además de ser cómodo, más su instinto Omega se lo pedía.

Todos esos sicarios dieron su pelea, estuvieron lo suficientemente bien adiestrados para dar pelea a un Hashira, no que le pudieran vencer y menos a él. Eso de que su Alfa lo viera también se sintió bastante bien, yendo de un lado para el otro entre aullidos persiguiendo a los tontos que osaron huir de él. A veces, Tengen se detenía para mirar cuando el Hashira de la Llama levantaba su espada en alto y atacaba, esa vieja forma suya de pelear tan samurái. Sí, estaba recuperándose, no faltaba mucho, tan solo era el corazón dolido más no se podía hacer mucho ahí.

—¡Señor! —uno de sus hombres señaló hacia un patio exterior.

Encontraron una bodega bajo tierra repleta de explosivos y municiones de alto calibre que lo hicieron silbar, limpiándose el sudor de su frente con un brazo, inspeccionando esa bodega por encima cuando Kyojuro le alcanzó, deteniéndolo al intentar bajar.

—No, es peligroso, puede ser una trampa.

—Me aseguré de que no haya ninguna.

—Por las dudas —fue imposible negarse a esa mirada.

Los dejaron limpiar y recolectar evidencia además de incautar esa bodega, regresando a las lejanas camionetas que los esperaban, los dos jadeando todavía y con el aspecto inequívoco de haber tenido una buena pelea de la que salieron airosos. Tengen detuvo a su Alfa, quien iba a preguntarle la razón para ello, jalándolo hacia sí para besarlo, una de sus manos acariciando el sensible cuello mientras devoraba las quejas nacientes con su lengua y labios.

—¡Tengen! —ese ojo mareado fue gloria— Están observándonos.

—¿Tú crees que no lo saben todos?

—... ese no es el punto.

Sonrió travieso, sujetando por los hombros al otro. —¿Lo sientes, no es así? Apestas a deseo.

—Sí, pero...

—¿Qué momento más idóneo que luego de una batalla gloriosa y extravagante?

Quedó encantado con la contrariedad en Kyojuro, porque estuvo de acuerdo con él más su caballerosidad del siglo pasado le impedía dar rienda suelta a semejantes gritos de la naturaleza. Ya se encargaría de ello, jalándolo hacia la camioneta que los llevaría a uno de sus hoteles, no iban a alcanzar ni su mansión ni tampoco era muy prudente cuando las manos de Tengen no dejaban de recorrer el cuerpo fornido de un acalorado Alfa que peleaba por mantener las dos cabezas frías.

—Tú...

—Por una vez, por una vez solo sé tú.

—¿Y si no te gusta? —una sombra de duda apareció en los ojos del otro Hashira.

—He conocido todas tus caras, ya no puedes sorprenderme.

Atacó de nuevo sus labios, su entrepierna ya le dolía, recordándole la imperiosa necesidad de unirse a ese cuerpo lo antes posible, saliendo casi a trompicones de la camioneta una vez que llegaron al hotel, reclamando la habitación especial y dando órdenes para que nadie los molestara hasta que ellos salieran de ahí por su propia mano así la guerra entre Muzan y sus Lunas Demoníacas estuviera en su apogeo. Ya no podían más, era imperioso el estar juntos piel con piel.

Tengen casi azotó la puerta, empujando luego a Kyojuro para comenzar a desvestirse.

—Ese traje se nota caro, quítatelo si no quieres despedirte de él.

—¿Lo romperías?



Eso lo tomó como un desafío.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top