Verdad
ONRYŌ
Autora: Clusmykitty
Fandom: Kimetsu No Yaiba/Omegaverse
Pareja: Uzuren.
Derechos: a que el senpai se dé cuenta de mí.
Advertencias: esto es un AU de mafia, por lo que habrá cosillas desagradables, algo grotescas, incómodas porque estos mundillos no son jardines de rosas perfumadas. Y como es un Omegaverse las cosas se ponen de color hormiga. Que no les digan que no les cuenten porque les mienten. Una historia de encargo.
Gracias por leerme.
**********
Verdad.
"¿Y qué es la verdad? Unas veces lo contrario de la mentira; otras veces, lo contrario del silencio."
Eduardo Mendoza.
"Si no dices la verdad sobre ti mismo, difícilmente podrás decir la de las otras personas."
Virginia Woolf.
"La verdad siempre se halla en la simplicidad y no en la multiplicidad y confusión de las cosas."
Isaac Newton.
Mansión Uzui.
Clan del Sonido.
En toda su vida, Tengen se había mantenido indiferente a los Alfas por muchas razones, así como lo hizo con otras cosas, pero en especial para ellos porque de ahí dependía el mantenerse como líder de su clan. Ahora que Kyojuro no estaba, lejos de su alcance o su poderoso olfato, convivir con los demás fue un esfuerzo que encontró fastidioso. Salvo sus esposas y el pequeño Senjuro, el Hashira del Sonido sentía que estaba dándole tiempo de más al resto de las personas, un signo muy inequívoco de que ese vínculo con el idiota de cabellos de fuego estaba alcanzando niveles peligrosos, de los cuales debía cuidarse y ahí también brotaba otro problema porque en su corazón no deseaba hacerlo, estaba harto de ello.
Toda su vida, desde que su padre lo reprimiera, había fingido ser un Alfa, cosa que le encantó por las facilidades para ciertas tareas y escalar dentro del resto de los Hashiras. Nadie puso en duda que perteneciera a esa casta, con solo verlo era más que suficiente para aceptar cuán fuerte y dominante era, sin imaginar las horas, dolores y sacrificios que dicha condición le costó. Estar sin cachorros fue una de esas pérdidas a cambio de tener un poder increíble con sus espadas. Siempre disfrutó de tales privilegios, haciendo carnaval de ello, muy orgulloso de parecer un Alfa.
Kyojuro Rengoku lo había cambiado todo, con él, Tengen ya no deseaba continuar con la fachada, anhelaba mostrarse como el Omega que era, ser un Omega en toda la extensión de la palabra sin perder lo que con sudor y lágrimas había ganado. Lo gracioso se hallaba en el hecho de pensar que el Hashira de la Llama nunca le arrebataría sus logros, es más, lucharía por ellos y lo animaría a continuar, estaba muy seguro de que así serían sus palabras, por ello también estaba comenzando a frustrarse bajo la máscara de un Alfa extravagante. Sí, se divirtió, obtuvo lo que quiso, pero ya no le producía la misma dicha ni tampoco eran ya cosas que buscara. Deseaba algo más, esos sueños que su casta tenía por naturaleza y se sentían muy bien en su imaginación.
—Mi señor, todo está listo —anuncio Suma, refiriéndose a sus habitaciones para pasar su Celo.
Pese a tomar Supresores fuertes, tomaba sus precauciones, era fácil que pareciera un Celo Alfa, sus esposas a veces lo cuidaban fingiendo que lo calmaban, más no dejaba espacio para los errores. Ya también estaba hartándose de eso. Esconderse. La sola palabra le sacaba salpullido de escucharla o pensarla, mientras veía cómo sus chicas dejaban la comida preparada dentro de la habitación, con el agua suficiente y todo acondicionado para no dejar salir ni un solo aroma.
—¿Quieres que estemos contigo? —preguntó Makio.
—No, prefiero estar solo.
—Recuerda que estamos en contacto.
—Gracias, lindas. Las quiero mucho.
—Cuídate y aprovecha para descansar —aconsejó Hinatsuru con una sonrisa.
¿Qué de malo tenía ser un Omega y patear traseros a todos? Ya eran tiempos modernos, no estaban más en los tiempos de los Shogunes para que alguien de su casta inclinara la cabeza ante los demás por haber nacido Omega. Ese debate mental escondía algo en Tengen, que era el aceptar que únicamente deseaba revelar su verdadera naturaleza para estar con Kyojuro. Claro, lo sucedido en el hotel seria de sus mejores recuerdos por mucho, más anhelaba algo más... natural.
Y un cachorro.
Tal vez.
Pese a los Supresores, su mente no dejaba de dar vueltas al mismo tema que era un callejón sin fin porque de ninguna manera podría tener un cachorro con los entrenamientos y vida pasada. Sin embargo, si acaso por azares del destino, superado el tema de su casta, Tengen llegase a concebir un cachorro de Kyojuro, sería una sentencia fatal para Senjuro, lo cual no iba a suceder en un millón de años. Prefería que no sucediera nada y para que no sucediera nada, era mejor seguir callando. Entonces volvía al punto de partida quedándose tal cual estaba.
Así fue cómo Uzui se encerró, casi de malas porque se sintió frustrado, necesitaba olfatear a su Alfa y este andaba viajando lejos a otras ciudades buscando quién sabe qué cosa pues no había querido decirle para mantener al máximo el secretismo mientras él estaba tumbado en una amplia cama de sábanas frescas lamentándose porque una parte de él anhelaba un cachorrito propio y la otra asesinaba esa parte necia que no quería entender razones. Se inyectó el siguiente Supresor, aunque la fiebre apareció de todas formas, no con la intensidad normal, pero si lo suficientemente molesta que fue necesario quitarse la ropa y quedarse desnudo estirado cual estrella de mar sobre la cama.
Tengen intentó dormir, rodando sobre las sábanas, luego quiso autocomplacerse, gruñendo y maldiciendo porque ahora sus manos ya no le fueron suficiente. Necesitaba y con urgencia a Kyojuro, que lo tomara, que lo anudara y pusiera su semilla en él...
—Por una jodida suerte ¡ya deja de pensar así Tengen Uzui!
Durmió inquieto, entre sueños donde veía al líder del Clan Rengoku cargar en brazos un hermoso niño de cabellos de plata y ojos de búho. Luego cambiaba a una pesadilla con Akaza sujetando en una mano la cabeza de Senjuro. Regresaba a cosas lindas como sus tres esposas preparándolo para una boda. Pasando una vez más por el rostro de Gyutaro quien cercenaba a su precioso cachorro salido de su vientre. Estuvo a nada de pedir un teléfono para llamar a Kyojuro y decirle la verdad suplicándole que regresara porque necesitaba algo muy en particular de él. Fueron las horas más largas de su vida, buscando una posición cómoda para dormir luego de intentar satisfacerse.
Cuando esos tres días pasaron, se sintió mejor, el Supresor pudo trabajar sin ese Celo que prometía tener más fuerza para la siguiente vez a menos que le pusiera un remedio. Tal vez castrarse no estaba de más. Uzui salió de aquella habitación, tranquilo con una sonrisa para sus tres esposas que lo abrazaron, reconfortándolo con su aroma. Él correspondió a su gesto, besando esos cabellos y suspirando hondo con un nudo en la garganta. Ya no podía más, pero tampoco tenía opción. Lo mejor era continuar así hasta que su cuerpo estallara y muriera. Tampoco era el mejor pensamiento.
—¿Tengen?
—¿Qué pasa, bebé?
Senjuro también fue a recibirlo, luego de que las chicas lo soltaran para encargarse de limpiar y no dejar evidencia alguna de su Celo. El Hashira del Sonido sonrió al chico, pellizcando su mejilla y despeinando sus cabellos.
—Dime, Senjuro.
—¿Estás bien?
—Claro, ¿por qué lo preguntas? Me parece que te ha inquietado mucho mi estado estos días.
—Es que... hueles a estrés —el cachorro se sonrojó— No es de mi...
—No, bebé, es natural, ahora que somos cercanos es lógico que tu naturaleza Alfa se preocupe por mí.
El muchachito sonrió, olfateándolo sin querer al abrazarlo, frunciendo un poco su ceño.
—¿Por qué hueles a Omega?
Recordó por extrañas razones ese momento cuando era un tierno cachorrito buscando dominar las dolorosas artes de su clan, estaba con el resto de sus hermanos. Uno de ellos le hizo esa pregunta, frunciendo su ceño y pateándolo porque apestaba el dojo donde estaban entrenando. Cuando Tengen fue a acusarlo inocentemente con su padre, este le dio la razón a su hermano Alfa. Los Omegas solamente podían hacer una cosa: parir cachorros, porque de ahí en fuera solían ser eso, un estorbo, algo que apestaba y no dejaba hacer a los demás sus cosas. El Hashira miró al jovencito entre sus brazos, como reviviendo ese momento, solo que ahora Senjuro lo observaba con miedo.
—Lo siento, no debí, perdón, perdón. Soy tan tonto.
—Senjuro...
—¡Pero lo dije en plan bonito porque tu aroma es lindo! —unas lágrimas quisieron asomarse— No te enojes conmigo, me callo.
—Senjuro, no hagas eso —Tengen lo detuvo cuando lo soltó para echar a correr— No me has ofendido en lo absoluto... la verdad no puede ofender.
El cachorro parpadeó abriendo sus ojos. —¿L-La verdad?
—Soy un Omega, bebé.
Se sintió tan bien, como si le quitaran un peso de encima, un grillete lleno de espinas que había estado lastimándolo por años. No había vuelta atrás. Pero el chico estuvo a la altura tanto de su apellido como de su casta, porque solo lo abrazó de nuevo, confundido y luego sonriendo como solo podía hacerlo un alma limpia como él. Kyojuro lo había criado muy bien, era todo un Rengoku que siempre tendrá el honor como prioridad y la protección de los demás. Tal vez Senjuro no era un arma mortal como ellos, pero definitivamente sí que tenía otro tipo de armas que calaban más hondo que el filo de una espada.
—¡Eres un Omega! Pero siempre estuviste siendo Alfa... ¿no te dolió eso? ¿Estás bien?
—¿No te molesta que sea un Omega?
—¿Por qué habría de molestarme?
—Bueno, los Hashira no deben ser Omegas.
Senjuro pareció meditarlo un poco. —Yo no recuerdo algo que dijera que estaba prohibido.
—No está escrito, bebé, se da por sentado.
—Pero... tú eres más fuerte que varios Hashiras, más fuerte que mi hermano. Él me lo dijo.
Tengen sonrió, acariciando ese rostro inocente. —He callado porque ya no me dejarían ser el líder de mi clan, bebé.
—¿Ah? ¡Pero eso es tonto! ¿Quién más se hará cargo si no son ni una tercera parte de lo que tú de fuertes y extravagantes? No tiene sentido, lo que se valora en la familia es la fuerza ¿no?
—Eres un niño hermoso, Senjuro.
—No me respondiste. ¿Estás bien?
—Creo que lo estoy porque me has aceptado como un Omega.
—Mi hermano me enseñó que las personas se valoran por lo que son, lo que dan, no por su casta.
—Tienes al mejor hermano de todos, bebé.
—¿Tú lo quieres?
El Hashira rió de buena gana. —Temo que sí.
—¿Mucho? —los ojos del cachorro brillaron.
—Tanto que lo extraño.
—Yo también —Senjuro sonrió, apretándolo en su tierno abrazo, levantando su rostro hacia él— Si eres un Omega y mi hermano un Alfa...
—Alto ahí, pequeño. No nos adelantemos.
—Pero...
—Son cosas que los adultos debemos hablar.
—Aw.
—Gracias, Senjuro.
—Dime que sí vas a estar bien. Yo no diré nada si no quieres.
—Voy a estar bien porque mi bebé me quiere tal como soy y eso me hace poderoso.
Claro que una cosa era contarlo a un cachorro que vivía en su mansión y que estaba seguro preferiría sufrir agonías antes de delatarlo que revelarlo a todos los Hashiras. El haberlo confesado con Senjuro le dio algo a Tengen que jamás había experimentado, una suerte de confidencia unida a su carácter de por sí ya explosivo. Leer los mensajes de Kyojuro diciéndole que todo había salido a pedir de boca y que se volverían a ver le empujó a querer decirlo abiertamente. Suma, Makio y Hinatsuru primero estuvieron recelosas en una natural reacción pues habían sido sus guardianas durante mucho tiempo, que ahora eso ya no tuviera sentido claro que las hizo rechazar la idea al inicio.
—¿Estás seguro? —Hinatsuru sujetó una de sus manos— Siempre estaremos contigo.
—Ya estoy cansando de ocultarme, de no disfrutar lo que también soy. Es decir, puedo ser el Omega más genial de todo Japón y heme aquí lamentándome por no serlo.
—Entonces no hay más que discutir.
Primero, lo habló con el patrón, porque siendo su primer y más grande apoyo al convertirse en el líder del Clan Uzui, le debía mucho, escuchar su consejo respecto a ese tema sí que poseía un peso importante.
—Me parece que ya es hora, Tengen.
—Habrá problemas.
—Es cierto —sonrió el jefe— Pero es la tormenta usual con los cambios. Yo sé que los demás Hashiras no van a oponerse a tu título, no sabiendo que para eso tienen que retarte y eres capaz de vencerlos, si tomamos en cuenta que Rengoku estaría ahí a tu lado. No va a suceder, los conozco bien, dirán algo, probablemente se molesten unos días, más luego reaccionarán como es correcto. Además piensa que tiene sus ventajas en nuestra guerra contra las Lunas Demoníacas. Si lo mantuvieras en secreto, ellos lo podrían saber y usarlo en tu contra. Revelándolo, los dejas sin medios para atacar.
—Visto así, es cierto.
—Reuniré a todos, Kyo aun no vuelve ¿quieres esperarlo?
Tengen apretó sus puños que luego relajó, decirlo frente a Kyojuro sería una cosa bastante importante.
—Sí, quiero esperar a que estén todos, él incluyéndolo.
—Así será.
—Gracias, patrón.
—Todo tiene su tiempo, Tengen. Y el tuyo comienza.
Para prepararse, se tomó unos días libres en los que se mantuvo dentro de un templo en su territorio, no precisamente porque fuese un adepto a la religión, necesitaba la tranquilidad que ese tipo de sitios profesaba para los que buscaban paz y silencio en sus mentes. Consideró todos los escenarios, las posibles reacciones de los demás Hashira, los problemas con su clan, los ataques a los que estaría expuesto. Los viejos fantasmas familiares vinieron, esos reclamos como el desdén a su persona. Palabras crueles que dañaron su alma casi de forma permanente.
Uzui no estaba muy preocupado por la opinión de los demás, al fin y al cabo, no le importaba en lo más mínimo, bien podía romperles el hocico y quedar satisfecho con ello. Su única angustia era con Kyojuro. ¿Cómo se lo tomaría él? Si Senjuro había deducido su casta, existía una posibilidad de que el Hashira de la Llama también lo sospechara, en cuyo caso solo confirmaría esa duda. ¿Lo rechazaría ahora que dejara de fingir que era un Alfa? ¿Qué tal si a ese noble hombre no le gustaban los Omegas? Eso no se le había cruzado por la mente y lo asustó.
No había mejor forma de quitarse ese miedo y esas dudas que pateando traseros, así que Tengen se dio a la tarea de buscar y eliminar más demonios como si estuviera en una competencia donde aquel que coleccionara más cabezas sería el ganador. Esa adrenalina, el peligro como el pelear con sus espadas entre un montón de tipos malencarados casi todos Alfa queriendo someterlo en ese enorme pero viejo almacén de un puerto cercano a Tokio, le trajo la relajación buscada, entregando su botín de demonios para que fueran interrogados y les proporcionaran la información que estaban esperando.
Gyutaro iba a moverse, claro que sí, no era tan paciente como Akaza, por ejemplo. Y si este también estaba cambiando su ruta de infiltración, eso indicaba que los ataques de las Lunas Superiores iban a ponerse de color de hormiga como decía Senjuro. Un último mensaje corto llegó de parte de Kyojuro, hablando de un extraño sueño donde se había visto sentado en el jardín principal de su mansión en un día soleado acompañado de un tierno cachorro que le recordaba a Tengen. De buena gana le hubiera dicho que estaban teniendo el mismo sueño, pero aquello era alimentar una ilusión que no tenía suelo donde crecer.
Al saber que el Hashira de la Llama volvía con un regalo para el patrón, Uzui se dio a la tarea de mandar a confeccionarse su mejor traje, afilar sus espadas, dejar que sus esposas se encargaran de su aspecto personal y sobre todo, ya no inyectarse más ese inhibidor de su aroma. El Señor Ubuyashiki le preparó una habitación donde aguardar mientras el resto de sus pares se dirigía a esa misma sala donde conducían sus juntas importantes. Se guardó de no ir al aeropuerto a encontrarse con Kyojuro por más ganas que hubiera tenido, al mejor estilo de Madame Butterfly, esperó paciente en su colina cuando él lo buscara. Ese tonto no se molestaría, entendería que estaba ocupado pero que lo vería en la reunión.
Tengen se miró en el espejo por última vez, ese traje blanco con una camisa negra, sus espadas en su espalda con sus cabellos perfectamente peinados, todo en orden, sus joyas como otras decoraciones. Respiró hondo un par de veces, leyendo un mensaje de Rengoku avisándole que ya estaba en la sala y que no llegara tarde, le apartaría su lugar. Dejó escapar una risita ante semejante gesto cortés de su parte, sin imaginar que estaba a pocos metros de ellos, seguramente apostando a que el patrón había traído alguna variedad de casta Omega si olfateaban con insistencia. Esperó por ese momento, sus ojos fijos en su reflejo, recordando todo lo que había vivido, la sonrisa de Senjuro al escucharlo decir la verdad. Lo que más importaba era que la gente que lo amaba no lo despreciaría.
Los demás podían irse al cuerno.
Unos silenciosos ayudantes abrieron las puertas, la señal de que ya podía pasar a la sala. Había alcanzado a escuchar la voz del patrón hablando con todos ellos, cada vez más baja cuando era un tema delicado o de importancia. Ya les había revelado la verdad, era hora que lo confirmaran, así fue como lo acordaron. Los pasos del Hashira del Sonido fueron seguros pese a los nervios crecientes en su interior, ofreciendo su mejor sonrisa al momento de empujar las puertas de la sala, recibiendo de inmediato dos cosas: un montón de ojos contemplándolo estupefactos y aromas de Alfas consternados, felices, enfadados.
—Hola a todos —saludó con mentón en alto, dejando que olfatearan su aroma Omega.
No pasó mucho tiempo, Tengen lo sintió así al recibir esa inspección de los otros Hashira, notando que algunas manos fueron a las empuñaduras de sus espadas como intentando agredirlo por semejante blasfemia. Quedó en una intentona solamente, porque nadie se movió. Y parte de ello fue que el patrón no lo permitió con su dominio, claro, más quien hizo el trabajo pesado fue Kyojuro Rengoku. Este se puso de pie, admirándolo -porque esa fue su expresión- sonriendo igual que lo hiciera su hermanito, con orgullo y felicidad de conocer la verdad, antes de volverse a sus hermanos de armas con otra expresión.
La de un Alfa que no iba a permitir que dañaran a su pareja.
De haber sido posible y porque había prometido al jefe que no sucederían desmanes en su revelación, Uzui hubiera corrido a su lado a estamparle un beso frente a todos, o eso es lo que su recién liberada naturaleza Omega le pidió al verlo tan gallardo y decidido a protegerlo. Ni siquiera dudó, no se cuestionó nada, todo en el aroma de Kyojuro gritaba posesividad. Tengen sonrió de oreja a oreja con manos en la cintura esperando por las críticas.
—¡OH POR LOS DIOSES DEL CIELO Y EL INFIERNO, ERES UN OMEGA! —chilló Mitsuri Kanroji llena de felicidad.
El silencio inicial fue roto por risas ante ese despliegue de dicha que solamente alguien como ella podía mostrar. Todos se relajaron, la mano de Kyojuro dejó de sujetar con fuerza su espada, prefiriendo extenderla hacia Tengen. Podían tener una guerra encima, más no iba a dejar pasar semejante momento sin disfrutarlo olvidándose por un momento que demonios querían su cabeza, enemigos ansiaban destruir su clan y no faltaría el pelmazo que trataría de arruinarle la existencia.
No importaba.
Podía con todo eso y más, porque ahora sujetaba la mano de alguien que lejos de avergonzarse de él, lo miraba como si fuese la cosa más bella del planeta. Las dudas de Tengen de marcharon, o al menos en ese instante cuando alcanzó esa mano y entrelazó sus dedos. Era posible, no en la manera en que su Omega interior deseaba, más estaba volviendo realidad un sueño al que renunció tiempo atrás, solo porque Kyojuro le trajo la esperanza. Así que devolvería el favor cuando llegara el momento, sujetando con seguridad esa mano frente al caos que les esperaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top