Capítulo 1: Snap
Desde un edificio un hombre sería violentamente lanzado. Los cristales saltarían mientras que la gravedad se llevaba la vida de aquel hombre.
Desde la ventana rota, una figura observaba el cadáver ensangrentado, que dejaba fluir aquel plasma carmesí sobre el piso.
—Crash.
[...]
—Bien, tu quédate aquí abajo, ¿Si? —pidió una mujer a su pequeño hijo —No digas ni una sola palabra.
El niño pequeño de castaños cabellos se ocultó bajo la cama. Escucharía el como la puerta de la habitación era azotada. Era un martes en la noche; significa que su padre volvió del bar. Su padre comenzó a gritarle a su madre, la mujer lloraba, a él no le gusto eso. Sonaría un "PAM", para después escuchar como algo caía fuertemente contra la cama, luego otra cosa más pesada caería. El sonido de los gritos y gemidos de su madre, espantaron al niño, quería salir y ayudarla, pero ella le dijo que no dijera una sola palabra, y debía ser un niño obediente.
[...]
—Tap, tap, tap. —se escuchaban unas botas chocando contra el piso a las afueras de un edificio —Tap. —los pasos se detendrían frente a la puerta, un par de guantes negro sostenían una ganzúa y un clip, los usó en la cerradura —Tucu, tucu, tucu... Trruc. —la puerta se abrió, dejando a entrar a aquella oscura silueta —Chiiiiiir. —dos puertas, dos viviendas, pero solo un cualquiera, y su objetivo. La puerta a la derecha sería abierta por una fuerte patada —no importa si alguien escucha, él no se quedaría por mucho tiempo—, el lugar era pequeño, el comedor y la cocina en un par de metros cuadrados.
Sentado frente a la mesa, había un hombre anciano, se veía en su mano derecha un cigarro que se estaba consumiendo en sí mismo. El sujeto colocó su mano derecha —cubierta por su guante— sobre su hombro, moviéndolo; dejando que la cabeza del anciano se echará hacía atrás, viendo como es que tenía la marca de una bala en su cabeza.
El mercenario se alejó rápidamente del cuerpo.
—Un consejo —dijo una voz detrás, y antes de voltear, el de ropas oscuras sería dejado en el suelo; viendo a su atacante —, asegúrate que nadie haya hecho tu trabajo antes.
Rorschach le daría un puñetazo al intruso, pero este último agarro el brazo del enmascarado, lo acercó a si mismo, apoyando su pie en el pecho de su víctima; dejando al vigilante estrellarse contra el piso. Rorschach se levantó con dificultad, a diferencia de su enemigo, que casi de un salto ya estaba en pie, pero era claro, el enmascarado tenía 55 años, mientras que su contrincante estaba en el inicio de sus veintes. Aún así, el vigilante creía que la experiencia le era más útil, alcanzaría un cuchillo, tratando de cortar el pecho del asesino. No esperaría que el impacto provocaría una explosión, después de todo, nadie lleva una placa explosiva en el pecho.
Por la ventana, Rorschach cayó al pavimento envuelto en llamas, daría varias vueltas para apagar el fuego. Por la puerta de la entrada del edificio saldría el asesino, sin mayor problema, más que la parte frontal de su ropa superior se había destruido, dejando al descubierto su chaleco antibalas. La máscara del vigilante sería retirada.
—¡Mi rostro!, ¡Devuélveme mi rostro! —exigió histérico Rorschach. Se abalanzó contra su enemigo, y como un acto de ironía del destino, ahora el vigilante sería estampado contra el piso, un gran cuchillo sería clavado en el pecho de aquel hombre, que el asesino habría desenfundado de su cinturón.
El mercenario sacaría una pistola semiautomática, dejando el cañon contra la sien del viejo enmascarado —Blam. —dijo el asesino.
—¿¡Quien...!?
La bala salió del arma, haciendo un gran estruendo y una momentánea luz —Onomatopya.
[...]
El trabajo contra Rorschach le fue difícil, pero no imposible. Onomatopeya había recién iniciado su carrera como mercenario, que cazaba particularmente a los vigilantes enmascarados surgidos por todo el país. Actualmente residía bajo Metrópolis; la antigua ciudad del héroe Sentry. Luego de la muerte de su centinela, la ciudad se volvería progresivamente peligrosa, como si la muerte del héroe hiciera que la enfermedad del crimen se reanudara y expandiera. Todo perfecto para Onomatopeya, ya que cada cierto tiempo había algún loco delirante que se ponía un traje ridículo y si se metía con la gente equivocada, significaba que sus ganancias incrementarían.
Actualmente se quedaba en Nueva York, arreglando algunas de sus armas, para cazar a su última presa de la ciudad; Nite Owl.
[...]
En un callejón, la figura de Onomatopeya salía para ver como un hombre entraba a su departamento. El enmascarado caminó hasta el otro lado de la calle. Onomatopeya entró en la pequeña abertura que estaba cruzando el edificio y un pequeño negocio. El enmascarado colocó un bote de basura para después colocar su pie sobre su tapa e intentar impulsarse para llegar a una ventana, pero la tapa estaba mal puesta, lo que provocó un resbalo, y la caída de Onomatopeya. El mercenario viendo su error, levantó el contenedor y lo dió vuelta, para ahora sí más firme, lograr impulsarse a la ventana.
Dentro del apartamento, la ventana se abrió, entrando Onomatopeya, colocando sus botas sobre la alfombra una vez dentro. El mercenario revisó por la vivienda. Fue hasta la habitación de su próxima víctima, viendo que estaba pintada de gris, un armario y la cama, no habiendo mucho. Dando unos pasos, Onomatopeya vió unas revistas en donde se veían unos hombres musculosos en el suelo, pero no le tomó importancia y salió de la habitación.
Onomatopeya caminó por el pasillo al son de un —Tap, tap, tap. —el enmascarado fue hasta la cocina. Una puerta estaba abierta, parecía ser el sótano.
El asesino bajó por las escaleras. No era un sótano. Parecía más una estación de metro abandonada. Bajo una manta se encontraba una extraña máquina. Pero Onomatopeya no pudo pensar mucho, ya que un fuerte golpe lo derribó. El mercenario chocó su mano contra el piso para impulsarse y levantarse nuevamente. Frente al enmascarado estaba Nite Owl.
El combate inicio. Una patada de Onomatopeya fue contra el vigilante. Nite Owl bloqueó el ataque, agarrándole el pie, el mercenario se alejó, poniéndose en pie. Nite Owl le dió otro golpe, pero sería esquivado por el enmascarado, quien dejó su pie, para provocar la caída del viejo vigilante, Nite Owl cayó por la escalera y luego se escuchó por un fuerte sonido proveniente del cuerpo.
—¡Snap! —gritó Onomatopeya, bajando las escaleras, acercándose al cuerpo, Nite Owl estaba muerto.
[...]
Tiempo después de aquel decepcionante trabajo. Onomatopeya estaba sobre un edificio abandonado en Harlem. Un hombre de traje y corbata, y un sombrero que cubría su rostro, subió por unas escaleras que daban al lugar.
—Mi empleador me ha enviado junto a su... —el hombre dejó una maleta en el suelo— Pago —Onomatopeya se acercó mientras parecía murmurar algo inaudible. Recogería la maleta y al abrirla, vería una considerable cantidad de billetes -También me dió un archivo para su siguiente misión, si la acepta —el hombre sacó unos documentos de su saco para entregarlos al mercenario—. La misión es más arriesgada, pero la recompensa mucho más redituable. Claro que ahora es algo más impredecible.
Onomatopeya abrió el archivo, dándole un paseo con su mirada, antes de cerrarlo y estrechar las manos del contrario en señal de que había aceptado ese trabajo.
Su trabajo era asesinar a Mister Noseybonk.
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