7.Rojo
Ya no había casa. Ya no había recuerdos. Todo lo que una vez estuvo, ahora no estaba y fue completamente borrado y no sabía cómo había sucedido, aunque tampoco le importaba pues aquello le indicaba finalmente que aquella mujer no era su madre. Solo se había dejado llevar por unos segundos. Cuando contraatacó al hombre llamado Toji, todo fue mucho más lento para él y entró en una sensación de éxtasis explosivo semejante a la "zona" que llamaban los deportistas, creyendo y sintiendo que podría hacer todo lo que se propusiera. Pero a su vez, aquella sensación fue ligeramente distinta a la "zona", creando una distorsión en el espacio que él creyó que fue solo un sueño.
Pero aquel destello negro no fue un sueño.
Parado sobre aquel espacio en blanco, miró su mano derecha aun formando el puño que había golpeado a Toji y con el que enterró toda aquella sensación dentro de su enemigo. Poco después de hacerlo, aquella explosión de energía ocurrió seguida al golpe y borró completamente la ilusión que formaba su hogar, las fotografías y todo aquello que aquella extraña cosa había creado para hacer firme su apariencia de Uzumaki Kushina.
Bajó el brazo. Su comprensión de lo que había pasado o de lo que había hecho, era nula. No comprendía que había pasado o como había logrado crear esa...¿ráfaga? Solo recordaba que, cuando entró en aquel estado, un destello negro lo había acompañado en el movimiento y se enterró en la ilusión de Toji haciéndola desaparecer.
Y después todo estalló.
Él dejó escapar el aire entre sus labios. Por más que su brazo derecho temblara, sin saber si era por emoción o nervios, no podría hacer nada si no escapaba de aquel espacio en blanco en el que parecía haber caído, lo que parecía indicar que realmente había muerto y estaba en una especie de limbo.
Aunque él se sentía vivo.
Hizo crujir su cuello. Había estado tenso durante todo la conversación con aquellas dos ilusiones y eso había hecho que su cuerpo se resintiera ligeramente por la tensión puesta sobre sus músculos.
—KEJEJEJEJ.
Oyendo aquella risa tétrica, oscura y ciertamente burlesca, él se giró y movió ligeramente la cabeza hacia arriba. Sus ojos se abrieron cuando vio aquella enorme masa oscura, de un color morado casi negro, envuelta completamente en ojos flotando en aquel espacio.
Retrocedió medio paso. ¿Qué era aquella cosa? No se parecía en nada al monstruo que los había atacado a él y a Tsumiki justo antes de entrar en aquella pesadilla, porque esa era la única palabra que encontraba en todo su vocabulario para definir aquello: una auténtica pesadilla que, incluso muchos adultos no desearían tener.
Esa cosa...¿se transformó en mi madre y en ese hombre?
Su tren de pensamientos fue cortado. Cubrió su rostro con los brazos cuando una onda se estrelló contra su cuerpo. Salió disparado hacia atrás y rodó por el suelo varios metros, deteniéndose finalmente y quedando bocabajo, con un ojo cerrado y el otro medio abierto, mirando aquella masa con todos sus globos oculares puestos en él. No había ni uno solo que estuviera mirando en otra dirección, o esa era la sensación que le daba aquella cosa.
Vamos de nuevo...
Haciendo fuerza con el brazo, logró ponerse de rodillas. Su cuerpo empezaba a pesar como si sus hombros estuvieran cargando con una tonelada y se sentía hundir en aquel suelo blanco e impoluto, como si algo lo estuviera mandando hacia abajo.
Usando ahora la pierna, finalmente pudo ponerse en pie a la vez que dejaba escapar un resoplido que sonó a resignación.
No sé qué mierda es esa cosa; pero tengo que salir de aquí.
Con aquello en mente, el rubio se colocó en posición de combate. Su madre le había enseñado a no rendirse y no dejarse golpear, aunque aquella cosa no era precisamente un humano y golpearlo con sus puños poco iba a importar.
—¡Vamos, bola asquerosa!
Por el rabillo del ojo, el chico observó como algo se movía en su contra. Siguiendo su instinto, giró el cuerpo y subió los brazos todo lo que pudo justo para recibir un segundo golpe de energía que lo hizo derrapar hacia atrás un par de metros.
Dejó que sus brazos bajaran. Jadeó ligeramente, sintiendo el sudor corriendo por su rostro, gota a gota.
—¡¿Eso es todo, bolsa de ojos asquerosa?!—sintiéndose abrumado, Naruto lanzó nuevamente un grito burlesco hacia aquel ser. Él estaba siendo superado. Pronto aquella cosa lastimaría su cuerpo seriamente y no podría seguir defendiéndose como lo había hecho hasta ahora—. ¿Qué? ¿No vienes, bolsa de ojos?
Previendo la acción de aquel ser, Naruto saltó hacia la izquierda cuando este lo atacó. Plantó al pie contra el suelo y se impulsó ahora hacia atrás ante el siguiente ataque de aquella cosa fue a por él.
Derrapando, el chico escapó de los ataques sin ningún daño en su cuerpo, ya fuera interno o externo. Exhalando, limpió su rostro con la manga de la chaqueta y clavó sus ojos en aquella enorme masa oscura que flotaba sobre su cabeza. Era realmente grotesca, saca de alguna película de terror mal hecha, pero que daba una imagen escalofriante por aquellos ojos enormes en movimiento.
Cada vez que ataca, uno de sus ojos parece abrirse mucho más que el resto. Si logro tomar el patrón que usa, podré evadir todos los ataques mucho más fácilmente.
Mientras aquella cosa había estado atacando, él había decidido sobrevivir a aquellos envites, para lo cual comenzó a buscar un patrón en los ataques de su enemigo con el objetivo de sobrevivir. Había logrado encontrar parcialmente el método de ataque de aquella cosa, pero el patrón estaba aún a algunos pasos de sí mismo y, aunque pudiera encontrarlo, dudaba demasiado que su frágil cuerpo humano pudiera seguir siendo presionado hasta ese punto.
—Con lo a gusto que estaba con Tsumiki—masculló. Naruto finalmente aceptó que aquello no podría dejarlo de lado y, que si quería volver vivo tendría que hayas la forma de escapar de aquella cosa o de matarla—. Yo voy a...
Grack
Cough
Había aprendido como aquella cosa se movía. Había entendido que, para superarla, tendría que moverse y encontrar el patrón que seguía su enemigo para atacarlo. A pesar de todo eso, finalmente el monstruo lo había alcanzado.
Salió disparado varios metros. No vio ni previó aquel movimiento en su contra que lo pilló con la guardia baja, dejando así que aquella cosa pudiera atacarlo a placer, cosa que había hecho sin que pudiera hacer algo para evitarlo.
Recibió el golpe directamente. Sintió como su cuerpo era removido y estrujado desde el centro de su torso y no opuso resistencia cuando fue lanzado hacia atrás, escupiendo sangre, hasta caer al suelo de espaldas.
Huesos rotos. Músculos desgarrados. Hemorragias internas. Así como cuando salvó a Tsumiki de aquella primera ráfaga invisible, ahora también se encontraba herido y tirado en el suelo, de espaldas, notando el sabor metálico de la sangre inundando su boca. Tenía ganas de girarse, de levantarse; pero su cuerpo no parecía querer obedecer las órdenes de su cerebro.
Jadeó. Dejó que su cuerpo descansara al menos por unos segundo antes de volver a levantarse, algo que no entraba dentro de sus planes. Había perdido ante aquella cosa y pronto podría reunirse con su verdadera madre. Que aquel ser hubiera usado el aspecto de su progenitora, solo avivó los sentimientos de tristeza y dolor que él tenía por su pérdida.
Mierda...
Boqueó. Estaba sintiendo como sus pulmones colapsaban y como la sangre los inundaba, dejando poco espacio para el aire. Parecía que el golpe directo en su pecho había destrozado su caja torácica, ocasionando que algunas astillas de hueso se clavaran en sus pulmones.
Al menos...no moriré por tabaco...jaja...ja...
Quería dormir. Necesitaba echarse una siesta, cerrar los ojos y no volverlos a abrir por un largo tiempo; pero si lo hacía entendía que no los volvería a abrir jamás y estaba bien con eso. Podría reunirse con su madre y descansar sin los problemas que conllevaban una vida adulta; aunque le hubiera poder despedirse de Tsumiki y abrazarla una vez más.
Pero aquello estaba lejos de su mano.
—Odio cuando veo a mis seres queridos tan lastimados. Todo esto es molesto.
Aun cuando cerró los ojos, los abrió nuevamente ante aquella voz masculina. Haciendo un esfuerzo, logró erguirse ligeramente. Justo delante de él, entre él y aquella cosa se encontraba parado Gojo Satoru, su padrino.
—Sa...
—No hace falta que hables—Satoru metió un dedo debajo de la venda que cubría sus ojos, separándola ligeramente de su piel—. Échate, Naruto-kun. Yo tomaré esto de ahora en adelante.
El hombre dejó escapar un suspiro. Estaba enfadado. Lo habían llamado de la escuela para supervisar las clases de algunos alumnos y preparar las próximas clases de los alumnos que entrarían el año siguiente. Sabía, desde que Naruto vio a los perros de Megumi, que el muchacho tenía energía maldita. ¿Cómo no iba a tenerla? Era hijo de dos hechiceros graduados en la Escuela Técnica de Magia del Área Metropolitana de Tokio y dos de sus compañeros. Conociendo a ambos, él no creía que el muchacho naciera sin poder ver a las maldiciones o estar ligado mínimamente al mundo de la hechicería. Era sin duda absurdo si quiera pensarlo. Pero su madre siempre fue terca y, cuando empezó a ver maldiciones, solamente se encargó de ello para alejarlo del mundo de Jujutsu.
Él estuvo molesto con eso. ¿Por qué negarle a su ahijado la posibilidad de ser un hechicero? Pero comprendía que Kushina había perdido demasiado en el mundo de la hechicería y que no quería perder a su hijo. Por eso cuando ella murió, él iba a seguir negando todo. Pero no contó con que Naruto comenzara a ver a los shikigamis de Megumi y que después fuera atacado por una maldición de primer grado.
Ahora, toda la pantalla que Kushina levantó para su hijo, se había caído completamente a pedazos.
—Estoy un poco cabreado—Satoru removió la venda oscura de sus ojos, dejando a la vista sus globos oculares a la vista, con aquel tono cristalino del iris—; por lo que no me contendré contigo, no lo tomes como algo personal...aunque lo es.
Moviendo un dedo, desapareció de la vista tanto de Naruto como de la maldición de primer grado, generando un desconcierto en el muchacho mientras miraba a su padrino. Satoru reapareció sobre la misma maldición y colocó una mano sobre esta.
Pam
La maldición salió disparada contra el suelo, estrellándose contra el mismo generando una inmensa nube de polvo.
—Voy a borrarte.
Frente así mismo, el hechicero levantó el dedo índice rozando sus labios levemente mientras miraba a la maldición. Ante la infinidad de ojos de aquella maldición, lentamente una esfera roja comenzó a formarse sobre el dedo índice derecho Satoru.
―¿Kah?
Observó como aquella maldición abría los ojos. Sintió la energía maldita arremolinarse sobre aquella enorme bolsa oscura de ojos y vio como su enemigo disparaba su ataque sobre él. Se quedó completamente quieto, recibiendo de lleno el poderoso ataque que hubiera terminado con la vida de cualquier hechicero normal...
―¡Satoru!
―Jutsushiki Hante: Aka (Rotación Inversa: Resplandor Rojo).
Entre el polvo, una esfera roja salió disparada hacia la maldición, creciendo lentamente hasta tomar un tamaño considerable. Sin poder evitar el hechizo, la maldición fue completamente absorbida por aquella esfera de energía y, en un estallido que sacudió completamente aquel espacio, el enemigo fue borrado del plano existencial al ser completamente aplastado contra el suelo.
Sintiendo que el aire casi lo arrancaba del suelo, el joven observó como su padrino destrozaba a aquella cosa horrenda. ¿Satoru también podía ver aquellas cosas? ¿No era su mente destrozada la que había creado todo aquello?
Hubiera seguido mirando. Quería levantarse y andar hacia Gojo Satoru para tomarlo en sus brazos y darle un abrazo fuerte antes de caer a la inconsciente. Pero su mente había llegado al límite y el dolor perforante de su pecho lo hizo caer hacia atrás hundiéndose en su cansancio y en sus ganas de dormir.
Aun sabiendo que, si cerraba los ojos, las posibilidades de que volviera a abrirlos eran demasiado bajas. Igualmente dejó que los párpados cayeran y que su cuerpo finalmente se dejara rodear por la oscuridad de la inconsciencia.
Estaba demasiado cansado para seguir en pie.
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