6.Falsa Realidad

Abrió los ojos de golpe, sintiendo que todo el dolor en su cuerpo se había desvanecido como si jamás hubiera existido, como si aquellos dos golpes que recibió directamente sobre sí mismo jamás hubieran pasado, como si no hubiera saltado y protegido a Tsumiki usando su mano para repeler aquel tercer movimiento que destrozó su mano. Cuando la extremidad llegó a su mente, miró la mano que había usado para golpear aquel movimiento invisible: la mano derecha. Debería de estar destrozada, convertida en un amasijo sanguinolento que ni siquiera podría reconocer. Pero en vez de ser un amasijo de carne, hueso y sangre, lo que encontró fue una mano completamente ilesa, sin cicatriz alguna ni señales de haber chocado contra un muro invisible capaz de matarle a él y Tsumiki en el mismo instante en que chocó contra ellos.

Extrañado, retiró la sábana que cubría su cuerpo. No había vendas. No había sangre. El dolor completamente había desaparecido y ni siquiera veía una sola cicatriz en su cuerpo adolescente completamente desnudo, lo que generó mucha más intriga y confusión en él. ¿No había sido golpeado por una onda de choque invisible? ¿Su pierna no fue atravesada por un trozo de hierro proveniente de un coche? ¿Su brazo no fue dislocado por el choque contra la farola? Incluso las heridas internas que sabía que tenía, no parecían estar donde deberían estar.

Aquel ataque por el espíritu vengativo, jamás había pasado.

Llevó la mano hacia su rostro y la miró. No había cicatrices. No había señales de enfrentamiento. ¡No había nada! ¿Todo fue un sueño producto de su subconsciente? ¿Todo fue una simple imaginación de su mente trastornada? ¿Aquello era la realidad o era otro sueño por los golpes en su cabeza en el mismo incidente?

Tsumiki.

Recordando a la chica, decidió salir de aquella habitación para ver cómo se encontraba ella. Pero aquella no era la habitación que él ocupaba en la casa de Satoru. Había posters de personajes de anime, de videojuegos y de algunos actores que él amó y consideró buenos.

Aquella era "su" habitación.

Quedó completamente estático cuando aquel pensamiento lo golpeó. Aquella habitación con aquella decoración friki, era su antigua habitación, la que aún estaba decorada en su antigua casa familiar donde había vivido con su madre hasta su muerte y pasar a custodia de su padrino.

Pero ¿cómo llegó allí?

Tragó duró. Sintió tan pronto como lo hizo, que su boca estaba completamente seca, que necesitaba ingerir algo de líquido. Pero lo primero era encontrar algo de ropa y ocultar su desnudez para poder investigar aquel lugar que era exactamente como su antigua casa.

¿Acaso su tiempo con aquel hombre, fue solamente un sueño demasiado largo, que terminó cuando su cuerpo fue lastimado? Era demasiado confuso. El dolor que sintió cuando su madre murió; el dolor que su cuerpo sintió cuando fue atacado por aquel monstruo, incluso el dolor que sentía su pecho ahora al pensar que Tsumiki solo fue una persona creada por su imaginación...todo ese dolor fue y era real. Lo sentía en su cuerpo, en su alma y su corazón.

¡¿Qué mierda está pasando?!

Se gritó así mismo lleno de frustración. Como cualquier joven, necesitaba encontrar un punto que lo aclarara todo. Tsumiki, Satoru y Megumi no podían ser personas que su mente hubiera creado solo por un simple sueño. El dolor que su cuerpo sintió cuando aquella fuerza los empujó a él y Tsumiki, era demasiado real para ser solo una "imaginación" de su mente dentro de un sueño. Él ni siquiera tenía tanta imaginación para crear todo un mundo durante un lapso de horas en su mente.

Respiró hondo. Con un poco de su ropa antigua en sus manos, procedió a vestirse para salir de aquella habitación que era una imagen calcada de su vieja habitación.

Aquello le molestaba demasiado.

El chico tiró de la cremallera y cerró la chaqueta sobre la camiseta que había cubierto su torso desnudo. Tomando una bocanada de aire, la segunda en un lapso de diez segundos, caminó hacia la puerta y tomó la perilla con la mano derecha. Aunque sus ojos la veían completamente entera, algo le decía en lo más profundo de su ser que aquella mano no podía ser real, que no podía estar tan perfecta como la estaba viendo y que algo estaba mal con su percepción.

Resuelto a eliminar las dudas y confusión, a aclarar todo aquello, salió de su habitación quedando justamente en un pasillo que conocía perfectamente.

Sus ojos se movieron por los cuadros y fotografías, viendo imágenes de él mismo cuando era más pequeño, siempre con una mujer de cabello rojo como la sangre justo detrás de sí mismo, sonriendo incluso más que él durante las fotografías.

Mamá.

Él se había prometido no llorar más. Lo hizo cuando lloró por última vez sobre el hombro de Tsumiki; pero, aun así, al ver aquellas fotografías tan bien colocadas, solo pudo ceder ante el torrente de sentimientos que lo inundó y caer de rodillas mientras acariciaba una de aquellas fotos.

Todas aquellas fotografías se quedaron en su antigua casa cuando fue a vivir con Satoru. De entre todas ellas, solamente se llevó la más reciente con él, no queriendo tener que recordar todo lo que había vivido junto a su madre en un momento tan frágil como en el que estaba. Sin embargo, allí estaban las fotografías. No faltaba ni una sola de ellas. Todas y cada una estaban colgadas a lo largo del pasillo, incluyendo aquella que se había llevado con él.

Aquello era extraño.

Recuperó el control de sus sentidos cuando finalmente logró terminar de llorar de rodillas en el suelo. Cerró la mano sobre la fotografía y la tomó del marco, estrellándola contra el suelo en un pronto arrebato de rabia ciega.

¿Cómo era posible que la fotografía que se había llevado con él estuviera allí? Aquella fotografía siempre estuvo en la habitación del hospital donde estuvo ingresada su madre, justo en la mesilla que estaba a la derecha de su cama. Era imposible que estuviera allí si todo lo de Satoru fuera un sueño.

El chico apretó los dientes y comenzó a caminar hacia las escaleras, pasando sobre la fotografía que había estrellado contra el suelo. Su pie la pisó y la terminó de destrozar, creando un crujido que sin duda habría alertado a las personas en la planta inferior. Pero eso, para él, era lo menos importante ahora mismo.

Estaba cegado por la rabia.

―¿Sochi?

Su pie se detuvo en el último escalón. Sus ojos se abrieron completamente, llegando incluso a que sus párpados parecieran haberse esfumado por completo.

―¿M-mamá?

De cabello rojo como la sangre. Ojos índigos con toques violetas. Rostro redondo, de piel ligeramente bronceada y tersa como la de una adolescente. Sin marcas, con un cuerpo delgado, la mujer le devolvió la mirada y sonrió cuando él pareció completamente ido.

―¿Qué pasa, Naru-chan? ¿Tanto extrañas a tu madre, que has olvidado que existía?―un toque de diversión adornó aquella pregunta. Naruto no pudo responder y se quedó allí, en el último escalón, a un centímetro de bajar, con la mano en el pasamanos y sintiendo que su alma se caía a sus pies―. Estas muy pálido. ¿Has comido bien mientras yo estaba en el hospital? Si no, podrías haber pedido ayuda a la vecina o al viejo. Incluso Toji-kun podría haberte ayudado.

Entonces, parpadeó varias veces. ¿Hospital? ¿Toji-kun? Tragando saliva, el chico finalmente bajó el último escalón y enfrentó a aquella mujer con una mirada escéptica.

―¿Quién eres?―Naruto lanzó la pregunta directamente. Ir por las ramas ahora, no sería lo ideal. Tenía que descubrir que era lo que estaba pasando y hacerlo de forma directa era lo mejor.

La mujer parpadeó varias veces, generando un sencillo y hermoso movimiento con sus pestañas que podrían haber cautivado a cualquier hombre. El chico debía admitir que aquella representación de su madre, era perfecta. Incluso había copiado el movimiento de sus pestañas al parpadear y la sensación que generaban.

―¿Uh?―con un dedo en su mejilla, la mujer inclinó la cabeza hacia la derecha, como si estuviera pensando a la pregunta que Naruto le había lanzado directamente. Cuando pareció encontrarla, volvió a su posición y torció los labios en una cálida sonrisa―. Soy tu madre, Naru-chan. ¿Es que no lo ves? Salí del hospital hace dos días, cuando Toji-kun finalmente pagó el tratamiento para mi operación y volví a casa cuando finalmente me recuperé.

―¡No me jodas! ¡Esa operación costaba millones!

Infundiendo su voz en la rabia que sentía, Naruto movió el brazo de un modo amenazador hacia la mujer, como si la hubiera apartado de un manotazo. Esta solo se movió dos pasos hacia atrás, mostrando un rostro asustado.

Plap

Sintió como un fuerte agarre lo tomaba del brazo. Naruto giró la cabeza y encontró unos ojos amenazantes mirándolo, oscuros, negros como dos pozos sin fondo.

―Mocoso―gruesa, la voz de aquel hombre llenó sus oídos―. Ten cuidado con lo que hablas. Tu madre está aún en estado de recuperación y no puede sobresaltarse. De todos modos, ¿qué mierda haces? ¿Te golpeaste la cabeza o algo? La ayudaste tú mismo a instalarse...

Plaf

Zafándose de aquel férreo agarre, se separó de aquel hombre mientras entrecerraba los ojos de un modo amenazante. ¿Qué era lo que estaba pasando allí, porque su madre seguía viva y porque todo parecía haberse solucionado?

Respiró hondo por tercera vez. Inundó los pulmones con una buena cantidad de oxígeno e intentó procesar todo lo que estaba pasando a la vez que calmaba su mente y la ira que hervía dentro de su alma.

Enumeró lo que había descubierto: estaba en su antigua casa; su madre había sido finalmente operada por el hospital gracias a un dinero que no sabía de donde había salido y aquel hombre era el llamado Toji-kun que su madre estaba mencionando cada pocos segundos; un hombre que sin duda infundía temor con aquellos ojos, aquel cuerpo inmenso y aquel cabello oscuro como el ala de un cuervo.

Pero...todo era confuso.

―Sochi―entonces, sintió como la mano de su madre lo tomaba del rostro con delicadeza―. Ahora todo está bien. Todo está bien.

No, no era su madre. La mano de aquella mujer que se hacía pasar por Uzumaki Kushina, era una mano completamente fría, vacía de aquella calidez que llenaba siempre las caricias de su madre y que iluminaba sus ojos siempre, pero los de aquella mujer estaban completamente apagados.

Plaf

De un manotazo retiró aquella mano de su cara. Con ojos anegados en lágrimas de ira, miró a aquella impostora.

―¿Quién mierda eres tú?

Dejó que la ira saliera por su boca en forma de pregunta. Entrecerró los ojos mientras tensaba su cuerpo. Flexionó los dedos de ambas manos hasta cerrarlos por completo y formó dos puños. Como adolescente, él también había peleado con compañeros o pandillas. Siempre lo hizo y estaba acostumbrado a las peleas desde que su madre enfermo.

Él iba a enterrar su puño en la cara de aquella mujer.

—Sochi. Soy tu madre, Kushina. ¿No me reconoces? ¿No me ves?—la mujer lentamente fue cediendo en su sonrisa. Señaló su rostro con las manos y lentamente su cara se fue oscureciendo—. ¿Es que acaso no ves que soy tu madre?

—Has copiado todo de mi madre: movimiento de pestañas, fragancia, cuerpo, cabello—fue enumerando en todo lo que aquella cosa había copiado a su madre—; pero en lo único que has fallado al intentar copiarla, es en su tacto. Cuando ella me tocaba la cara, sus dedos siempre fueron cálidos y emitían una sensación de seguridad. Tú en cambio, tienes los dedos fríos y siento repulsión hacia ti—Naruto tomó una pose de combate. Tensó los brazos, colocó las piernas a la altura de sus hombros, estiró todo el torso hasta dejarlo completamente firme—. Vuelo a repetirlo. ¿Qué eres?

Mantuvo la calma. Enfocó su mente en su entorno. Sin apartar los ojos de su "madre", mantuvo la atención también en el hombre a su izquierda, aquel que tomaba el nombre de Toji por la boca de aquella figura que intentaba tomar la forma de su progenitora.

Rash

Pam

Él sintió como sus brazos se entumeció. Sintió como la fuerza detrás de aquel movimiento lo empujaba hasta que chocó contra la pared. Dejó que el aire que había contenido, escapara de su boca con un quejido acompañado de saliva.

—Kejejej—lentamente, Naruto miró a la mujer que era "su madre". Había dejado de ser Uzumaki Kushina. La piel deshaciéndose, los ojos blancos y vacíos eran suficiente prueba de ello—. ¡Kejejej!

Abrió los ojos.

Kroom

Por inercia, tomó la baranda y saltó hacia arriba y evadió el golpe directo de aquel hombre silencioso y feroz. Desde que solo había dicho una frase, Toji mantuvo el silencio y se dedicó a atacarlo.

—¡KEJEJEJEJ!

Y aquella risa...aquella risa tan molesta lo estaba haciendo sentir mucho más airado. Lleno de rabia, viendo como su mirada se llenaba completamente de rojo, desvió el siguiente directo del hombre usando su propia rodilla, quedando justo sobre el mismo.

—No me jodas, mierda.

No supo que hizo. Dejó que los sentimientos, que todo se fuera de su mente y cuerpo y se movió por instinto mientras su mente estaba en completa paz.

Todo fue muy lento para él.

Movió el brazo a la vez que desviaba el de Toji.

Giró completamente su torso y mantuvo la mirada fija en el hombre.

Sintió y vio como unas chispas rodeaban su puño derecho.

Soltó todo aquello en un golpe.

Un destello negro lo destrozó todo. 

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