16. Geto Suguru
Respiró profundamente. Sintió las gotas de sudor cayendo por su rostro. Miró a su adversario a la vez que movió los pies para seguir aquel círculo continuo. Con paciencia, esperó a que su contrincante se lanzara a por él. Ese era su objetivo actualmente: esperar; esperar a que el chico delante de él se lanzara en un ataque directo. Ya habían llevado aquel juego durante las semanas posteriores a su ingreso en el Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokio, siempre siguiendo los mismos pasos y haciendo las mismas acciones cada vez, solo cambiando su intensidad y velocidad que correspondían a la mejore de su entrenamiento.
No había mucho que reseñar de su tiempo dentro de la escuela. Los maestros siempre fueron directos: o aprendías todo o morías en el campo de batalla. Era un hecho que la información era crucial junto al entrenamiento y él puso su mente a trabajar, absorbiendo todo lo posible sobre el Jujutsu antes de lanzarse nuevamente a un enfrentamiento. Contar siempre con Gojo Satoru o Mei Mei no entraba dentro de su agenda.
Lo único importante dentro de aquel tiempo, fueron sus momentos completamente libre de cualquier asignación como un chamán, los cuales usaba para viajar hacia la casa de Gojo Satoru para poder encontrarse con Fushiguro Tsumiki, la hermana mayor de Megumi, el muchacho de las sombras.
Ambos comenzaron una relación...si es que podía llamarse relación. No sabía aun como catalogar lo que eran, pero a él le gustaba Tsumiki y a ella parecía gustarle él, entonces todo indicaba que estaban siendo "novios" en el mejor de los casos, aunque ninguno habló de ser pareja formal en ningún momento, pero las cosas llevaron a ello.
Tsumiki no parecía preocupada porque él fuera un hechicero, un chamán o un onmyoji, el término estaba en el aire. Ella lo estaba apoyando desde la distancia. Siempre le enviaba mensajes de apoyo, lo llamaba en las noches y se mostraba preocupada por él y él hacía lo mismo con ella. Si no conseguía una respuesta de la misma Tsumiki, siempre podía contar con la información del lado de Megumi, aunque el chico muchas veces se mostraba reacio. Parecía que un palo lo había atravesado de un lado a otro.
Desplazó el peso de su cuerpo hacia la parte inferior del mismo, hacia las piernas. Las flexionó mientras caminaba en círculos, como un perro frente a alguien que estaba intentando entrar en su territorio.
Detuvo su movimiento al mismo tiempo que su rival. Miró el brillo de la hoja, como el sol incidente creaba un fogonazo de luz amarillenta que le hizo entrecerrar los ojos por unos segundos. Y fueron esos segundos en los que recibió el ataque.
Oyó el silbido del acero cortando el aire. Por inercia, movió su bastón contra la espada, generando un repiqueteo de metal que zumbó en sus tímpanos por varios segundos. Forzó entonces a sus ojos a abrirse, observando como ahora, su enemigo, lanzaba una estocada contra su pecho.
Respondió colocando el bastón en medio. Sintió la fuerza tras el ataque y salió empujado hacia atrás un par de metros.
Yuta ha mejorado bajo el ojo de Maki-san.
Okkotsu Yuta estaba a cinco metros escasos de él, respirando pesadamente, con gruesas gotas de sudor escurriendo por su rostro. El cabello generalmente oscuro y revoltoso, ahora caía sobre su frente completamente húmedo de sudor, cubriendo ligeramente un poco de sus ojos oscuros.
Ha intentado atravesarme.
Apretó los dedos sobre su bastón, haciendo fuerza sobre él. Dejó que el aire escapara de su boca cuando suspiró, bajando los hombros en el proceso. Al contrario que Yuta, él había optado por una camiseta sin mangas negra y unos pantalones hasta las rodillas de un color naranja oscuro, con unas deportivas negras in naranjas como calzado.
Dos gruesas muñequeras adornaban sus brazos.
—¡Eso ha ido muy bien, Okkotsu!
En las gradas de aquella cancha deportiva, los demás estudiantes de primer año observaban. Miró primero a Panda (el Panda), una creación del director Yaga, la cúspide de su poder. Luego miró a Inumaki, el chico con un vocabulario lleno de ingredientes de sushi, para los cuales aún debía encontrar un significado. Y finalmente miró a Maki, la usuaria de armas malditas de los de primer año.
Dejó salir el aire generando un sonido silbante.
—¡Yuta!—movió el bastón bo hacia el joven de cabello oscuro. Ojos azules miraron los oscuros del estudiante de primer año. Antes de que el mismo Yuta respondiera, una sonrisa surcó sus labios—. Eso ha estado bien.
Y bajó el bastón en señal de finalización.
Si bien él se adaptaba mucho más al combate cuerpo a cuerpo usando su energía maldita para ello, aprender el uso de un arma podría beneficiarle en el futuro, sobre todo si enfrentaba a un usuario de armas malditas como lo era Maki.
—¡G-gracias Naruto-san!
Torció los labios en una sonrisa ligera. Moviendo el bastón bo de hierro, caminó hacia su compañero estudiante y dejó caer su mano derecha sobre el hombro del muchacho.
—No agradezcas. Somos compañeros, ¿no?
Okkotsu Yuta dio un asentimiento y mostró una sonrisa sincera. Naruto admitiría que el chico realmente era una buena persona y un trabajador incansable. Había sido maldecido con una maldición como la que lo atrapó y siguió adelante con todo su esfuerzo. ¿Qué podría decir de Okkotsu Yuta que no fueran buenas palabras y pensamientos sobre él?
Palmeó el hombro de su compañero.
—¿Seguimos entrenando? ¿O quieres...?
Pero las palabras murieron.
Intensa, oscura y siniestra, una energía maldita había aparecido dentro de los límites de la escuela, dejando en clara su posición. Uzumaki Naruto movió la cabeza hacia una figura que avanzaba, velozmente hacia ellos, surcando el cielo con intensidad.
Entrecerró los ojos y apretó el agarre sobre su bo.
¿Quién era el tipo que iba sobre aquella maldición? Podía decir que no era un Zenin con la técnica de las sombras, porque el único usuario que conocía era Megumi, el protegido de su padrino. Fue gracias a Gojo que él se enteró de las habilidades de Megumi y de lo que le deparaba el futuro.
—¿Qué...?
Fhrus Frhus
Con un aleteo intenso, la maldición en forma de ave aterrizó frente a los dos adolescentes. Sus compañeros se percataron y comenzaron a moverse justo cuando un hombre saltó de la maldición.
—¡Hola, hola!
Dio un paso y después otro. Mostró una sonrisa calmada, relajada, mientras sus ojos se fijaban únicamente en una persona: Okkotsu Yuta, el chico con la maldición especial que había aparecido hacía un tiempo atrás, una que podría venirle demasiado bien con su "evento" a punto de comenzar. Había tenido a miembros de su grupo recolectando maldiciones, dentro y fuera de la ciudad, y ahora podía tomar a una realmente interesante para él.
—Okkotsu Yuta...¿no?
Y miró al muchacho. Delgado, con una sonrisa nerviosa, aquel muchacho era una escoria, una simple herramienta para él. Con los estúpidos monos que eran los humanos pululando por el mundo, él usaría todas las herramientas dentro del alcance de su mano.
—S-si...
—Geto Suguru es mi nombre, chico—hizo que su sonrisa se mostrara suave, calmada y lo más sincera posible. Él no estaba mostrando quien era realmente. Pronto, los chamanes más avezados entrarían en la zona y su tiempo se habría acabado. Pero de todos modos había venido a dar un aviso—. Es un placer conocer a alguien especial como tú, Okkotsu-san...
Intentó dar un paso; pero una figura se interpuso en su camino. Con ojos penetrantes y azules como el hielo, Geto tuvo que mirar como un estudiante de primer año interrumpía su discurso motivacional. ¿Por qué no podía solo llevar a cabo su plan y terminar con todo?
Apretó los labios.
—Oye, asqueroso mono. Si fuera tú, no osaría...
Sintiendo una picazón, se vio obligado a moverse cuando el bastón intentó golpearlo. Saltó varios metros, separándose Okkotsu y su atacante.
—¿Sabes?—rascando su mejilla, Naruto miró la figura de Geto Suguru con ojos entrecerrados—. Tú...apestas demasiado, tío.
Geto entrecerró los ojos. ¿Qué él apestaba? ¿Él? ¿Apestaba? Resopló entre dientes, mostrando con una fina línea que fue su labio lo irritado que se encontraba.
—Chico. No usaría palabras como esa. No tomaré bien que alguien inferior, un asqueroso mono como tú pueda insultarme—movió sus brazos. Las largas mangas del kimono se movieron ligeramente, mostrando una piel blanca—. O me veré obligado a terminar con esta reunión con una muerte o dos antes de que los viejos aparezcan.
Naruto alzó su ceja derecha y colocó el bo sobre su hombro. ¿Lo había amenazado? ¿LOS había amenazado? Torció los labios en una mueca burlesca, mostrando seguridad ante los hirientes ojos de Geto.
—Si bueno, voy a destriparte si haces un movimiento, tío.
Dio su mejor expresión depredadora. Debió admitir abiertamente que disfrutó del gesto de Geto, como sus cejas caían hasta un ceño fruncido, molesto y como sus ojos se volvían incluso mucho más oscuros que antes. ¿Pero porque burlarse? Era mucho más divertido observar como aquel hombre hacía el esfuerzo por no "matarlos" a todos en aquel lugar.
Si, lo admitía, aquel tipo no le daba buenas vibraciones. Desde que sintió su energía maldita y su...aura, no podía simplemente dejarlo pasar. Algo estaba mal con ese tipo y, si le dejaba seguir con su juego, probablemente todos terminarían lastimados.
―Eres demasiado predecible, mono―Geto entrelazó las manos. Oscuros ojos entrecerrados mirando la figura de Naruto―. Jamás podrías comprender aquello que estoy planeando, todo lo grande que puedo hacer por el mundo. ¡El mundo que comprenda el Jujutsu, sería maravilloso! Aquellos que no puedan ver la energía maldita, que no la posean dentro de sus cuerpos, simplemente deben de ser borrados del mundo.
Naruto apretó los dientes en una sonrisa tensa. Tsumiki entraba dentro de aquellas personas...de cierta manera. Era susceptible a las cosas paranormales, sin embargo, no podía usar energía maldita. Comprendía y sabía sobre el mundo en el que él y Megumi estaban metidos; sin embargo, ella no podía estar con ellos en ese mundo. No era su mundo para estar y era algo que todos entendían.
Si aquellas palabras ponían en peligro a Tsumiki...
―¡Hacer que todos sean conscientes de las maldiciones y del...!
Cuando los profesores de la escuela llegaron y los compañeros de Geto aparecieron, ambos lados observaron como el ex chamán de Jujutsu estaba incrustado en el suelo, con sangre escurriendo por su mentón, goteando de su nariz y como maldiciones se encontraban exorcizadas por la zona, siendo estas de cuarto grado.
Crump
Flexionó los dedos. Hizo crujir sus nudillos y miró al hombre. Geto Suguru lentamente había comenzado a ponerse de pie, con una mano limpiando su mentón salpicado de sangre. Sus oscuros ojos no paraban de mirarle y aquella sonrisa arrogante había desaparecido de su rostro.
―¿Qué?―Naruto bajó lentamente el bastón bo. Ojos de hielo chocaron con los penetrantes orbes negros del enemigo―. Si sigues por esa línea, voy a terminar contigo, viejo.
Para sorpresa de todos, el rostro del chamán enemigo volvió a su usual máscara de calma. Sus ojos formaron dos rendijas en su rostro afilado y su boca se torció en una sonrisa calmada que todos pudieron ver. No había fisuras en aquella máscara y, a pesar de la sangre que escurría por su rostro, Geto se mantenía calmado.
―Eso ha dolido. Un golpe demoledor, si se me permite mencionarlo―movió los brazos ligeramente. Haciendo un surco con ambas extremidades, señaló a todas las maldiciones de cuarto grado exorcizadas por el rubio―. Un trabajo excelente. ¿Y tú nombre es...?
―Uzumaki Naruto.
Geto Suguru abrió los ojos lentamente. Había oído de una Uzumaki, una sola; pero ella había fallecido y no dejó descendencia alguna. Examinó el rostro del chico, su cuerpo y color de piel. Con ojos entrecerrados miró los azules ojos del adolescente y todo encajó para él.
―Hijo de Uzumaki Kushina y Namikaze...Minato, ¿eh?―Geto juntó las manos en un ligero aplauso que resonó por todo el campo. Sus seguidores y el profesorado de la escuela despertaron finalmente de su ensoñación―. Es una pena que ambos estemos del lado opuesto, Uzumaki―giró el rostro. Sonrió al confuso Okkotsu Yuta―. ¿Y tú, mi muchacho? ¿Qué harás? ¿Qué bando elegirás?
―¡Aléjate de mis alumnos, Geto!
Todos se movieron y miraron al joven. De pronto, Yuta apretó las manos y sintió el peso de ser el centro de atención. Prefería que Naruto fuera el foco. Le gustaba estar en la sombra, no ser observado por todas aquellas personas...
Sus pensamientos fueron cortados cuando una mano cayó sobre su hombro y unos ojos azules entraron en escena, seguidos de una suave sonrisa.
―Yuta. Estamos contigo.
Respiró hondo. Se apartó de la mano de Naruto y caminó hacia Geto Suguru con paso resolutivo, mostrando una mirada decidida. Aquel hombre había insultado a sus amigos y había querido lastimarlos. ¡No iba a permitir eso!
―No voy a ir contigo...
―¿Qué? No te...
―¡No voy a ir contigo!―Yuta apretó la mano sobre su pecho. Mechones negros se agitaron cuando levantó el rostro, mirando a los sorprendidos ojos de Geto―. ¡No voy a seguir a alguien que lastima a mis amigos! ¡No voy a ser tu arma!
El silencio se hizo en el lugar. Yuta respiraba hondo, entrecortadamente. Se recuperaba de aquel grito y procesaba las palabras que había dicho sin pensar demasiado.
―¡HAHAHAH!―fuerte, la risa escapó de la garganta de Geto Suguru. Segundo después, miró a todos los chamanes y mostró una sonrisa cruel y decidida―. ¡Pronto, pronto una guerra arrasará vuestro mundo, sucios monos! ¡Le declaro la guerra al Jujutsu!
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