12.La oscuridad del Jujutsu

Ocho meses. Ocho meses encerrado en aquel enorme monte, rodeado de maldiciones, luchando por sobrevivir y dar un paso más en su formación como un hechicero, lo habían dotado de unos sentidos mucho más salvajes, animales. Desde que comprendió como usar la energía maldita y como formar una técnica maldita con ella, finalmente su entrenamiento pasó al siguiente nivel con cuatro meses por delante para terminar aquel periodo que los viejos al mando les habían dado antes de entrar a una escuela de hechicería. Lentamente formó su propia técnica maldita, aprendiendo a distribuir la energía por cada parte de su cuerpo. Siguiendo las lecciones de su maestra y la información que su padrino le dio mientras se recuperaba, finalmente pudo encontrar un camino para mejorarse así mismo y poder crecer en el mundo que le había tocado vivir, porque sabía perfectamente que no podría escapar del mundo del Jujutsu una vez los viejos hubieran puesto sus ojos sobre él. Lo sabía él y lo sabía tanto Satoru como Mei Mei. Por eso la mujer se mantuvo entrenándolo y probablemente podría haber pedido más dinero por ello tras medio año entrenando. ¿Le habría cogido cariño?

Resopló. Con el torso completamente marcado por el sudor y la sangre, cerró ambas manos formando dos puños. Energía anaranjada apareció en unos pocos segundos, concentrándose. Aquel era su poder. Podía manifestar la energía maldita y podía manipularla de cierta forma, generando con ello su propio estilo para usar su técnica maldita de estilo intensificador. No sabía como llamarla, pero sabía que en si era una técnica muy versátil.

Estaba rodeado de cuerpos ensangrentados que, lentamente, iban desapareciendo. Algunos de aquellos cuerpos tenían formas humanoides, otros eran mitad bestia mitad humano y otros ni siquiera parecían seres vivos registrados. Las maldiciones podían tomar cualquier forma y él había estado eliminando varios de ellos durante dos meses, tomando las palabras de Mei Mei para fortalecer su propio poder y acrecentar su control sobre la energía maldita. Era una etapa de crecimiento para él y en la que podía alcanzar nuevas cuotas en su carrera como un hechicero, según palabras de la propia Mei Mei. Estaba justo en el punto en el que podría entrar dentro de los mejores o simplemente ser otro hechicero más que terminaría muerto en un enfrentamiento.

Oyó como una rama crujió. Giró la cabeza y arrugó la nariz, captando un aroma completamente humano. Y no era precisamente el de su maestra. Ella olía a lavanda y aquel aroma que llegó a sus fosas nasales estaba compuesto de espuma de afeitar y sudor.

―Oh bueno, ¿no tenemos aquí a un pequeño muchachito cazando nuestra cena? ¡Kijajajaj!

El hombre que habló mostró una cruel sonrisa. Era moreno, con los ojos saltones, rostro completamente limpio. Naruto miró con calma la odachi que aquel tipo llevaba en su mano y dedujo enseguida que era un usuario de armas malditas.

―...

Movió los ojos sobre el otro tipo. Era más alto, sin armas, musculoso. Parecían ser completamente lo opuesto. Mientras uno era delgado y flexible, el otro era robusto y duro. No hacía falta ser un genio para ver que habilidades y en lo que se especializaba cada uno.

―¡Pero bueno!―el hombre moreno detuvo sus pasos a unos metros del Uzumaki. Este sonrió de lado. Paseó sus oscuros ojos sobre la figura del rubio, estudiando aquellos músculos definidos que estaban en su torso. Casi silbo por ello al notar las cicatrices que parecían verse―. Nosotros veníamos a tomar unas maldiciones para nuestro Benefactor, ¿y vemos a un mocoso quitándonos nuestro pan? ¡Eso no es bueno!

―¡No Aniki! ¡Debemos tomar lo que él nos dijo! Fallarle no sería bueno.

―No, no desde luego―el moreno llevó la mano al mango de su odachi. Mostró dientes afilados en una sonrisa mucho más afilada. Energía maldita comenzó a converger en la espada―. Pero solo es un chico inexperto. ¡Vamos, Natsuo!

―¡Si, Hatsuo!

Hatsuo flexionó sus piernas. Dejó que aire escapara de su boca mientras lo renovaba. Cerró los dedos firmemente sobre el oscuro mango de su preciada espada y se empujó hacia el rubio mientras desenvainaba la hoja con un movimiento horizontal.

Lo que ninguno de los hermanos sabía, era que él había entrenado con Mei Mei.

El muchacho dio solo un paso hacia un lado. No apartó los ojos ni siquiera para mirar como la hoja cortaba el aire solamente. Cerró el puño y, con un simple movimiento de revés, envió a Hatsuo hacia atrás con sangre escurriendo por su mentón.

Destrozó su nariz.

―¡Aniki!

―Esa hoja es menos peligrosa que la de Mei-sensei―Naruto crujió sus dedos cuando los flexionó levemente―. Ella usa un hacha poderosa. Eso solamente es un palillo.

―Eres un bastardo―Hatsuo limpió la sangre con su mano, dejando escapar un gruñido. Aquel chico no solo destrozó su nariz, si no su labio superior también―. No voy a subestimarte nunca más, chico. ¡Voy a convertirte en un puto colador!

―Eso es bueno―energía rodeó sus puños concentrándose, pareciendo dos esferas bien formadas alrededor de ambas extremidades―. Creo que voy a patearte.

Hatsuo se lanzó. Natsuo lo siguió, cargando como un elefante. Naruto pisó y salió corriendo hacia adelante. Dejó pasar a Hatsuo, para su sorpresa, y frenó entrando a unos metros de entrar en el rango de Natsuo.

―¡Esto es algo en lo que he estado trabajando!―rugió. Movió el brazo derecho hacia atrás y usó la mano del brazo izquierdo para cubrir el puño derecho―. Jajanken: Gū (Jajanken: Piedra).

Hatsuo miró sobre su hombro. Abrió los ojos cuando vio a su enemigo, aquel muchacho, mover su puño envuelto en energía maldita y golpear a su hermano directamente con fuerza. Desde su posición, sintió la energía maldita escapar del muchacho que ellos estaban intentando matar.

―¡Gah!

Natsuo sintió sus huesos moverse. Los sintió ser destrozado, incluso llegó a oír como esos huesos mismos quedaban pulverizados por el golpe de su enemigo. Escupió sangre y, sin poder detenerse, salió disparado entre los árboles.

―Bien―el Uzumaki movió la mano ligeramente. La energía residual aparecía aun entre sus dedos, despareciendo como pequeñas lucecitas, como si se estuviera deshaciendo―. Normalmente suelo ser mucho más amable. Incluso podría haberme presentado―un crujido escapó cuando él hico mover su hombro―. Pero llevo ocho meses en este puto bosque, rodeado de maldiciones, una sensei que casi me mata, hablando con Tsumiki a través del teléfono cuando debería estar a su lado...así que ciertamente estoy molesto. Y las maldiciones de cuarto grado ya no pueden contener mi frustración. ¡Llevo casi un año sin ramen!

Hatsuo frunció el ceño.

―¿Vas a pelear con nosotros por ramen? ¡¿Ramen?! Eres un hechicero demasiado extraño, muchacho. ¡Pero no podemos detenernos solo por un golpe! ¡Vamos, Natsuo!

Una sombrea se cernió sobre el joven. Fuertes, dos brazos cayeron como machete sobre donde estaba el joven de ojos azules. Polvo y escombros cubrieron la figura emergente de Natsuo mientras su hermano mayor sonreía.

―¡Aniki!

Sangre comenzó a aparecer por el torso del gigante. Dándole la espalda, el joven aprendiz de hechicero movió los dedos medio e índice formando una línea de energía maldita que cortó el torso del hechicero oscuro.

Jajanken: Chī (Jajanken: Tijeras).

―¡Natsuo!

Una hoja cortando el aire, le obligó a mover su odachi. El choque del metal resonó y fue empujado hacia atrás por la fuerza superior de su atacante. Hatsuo movió los ojos, encontrándose con la descarada mirada de la hechicera de primer grado Mei Mei sobre él.

―Yo esperando a que mi dulce aprendiz aparezca y cuando lo busco me encuentro con esto―Mei Mei movió el brazo abarcando a todas las maldiciones muertas y al herido cuerpo de Natsuo sobre un charco de su propia sangre―. Maldiciones y hechiceros renegados―ella enarcó una de sus cejas―. Cuando estos dos se juntan, realmente se vuelve demasiado molesto.

Mei Mei movió el hacha colocándola sobre su hombro. A su espalda, Naruto mantuvo activa su propia técnica mientras miraba como Natsuo intentaba ponerse de pie, dejando caer mucha más sangre sobre el suelo.

―Je―Hatsuo miró la figura femenina de Mei Mei. Como hechicero, conocía la historia y habilidad de la mujer como lo hacía con hechiceros de primer grado. Todos ellos tomaron fama y crearon una historia. Si no se les conocía, entonces no eran buenos hechiceros en el mundo de Jujutsu. Hatsuo tiró de su odachi, mostrando el filo de su espada. Esperaba a que su hermano se levantara―. Esto se ha puesto un poco complicado. No esperaba que una hechicera como tú estuviera dentro de este bosque. ¡Es algo verdaderamente inesperado, Mei Mei-san!

Mei Mei alzó una de sus cejas, no por la sorpresa de ser reconocida, si no porque Hatsuo estaba actuando abiertamente para ganar tiempo ante ellos y que su hermano finalmente pudiera recuperarse, algo que ella veía completamente difícil. Su aprendiz había golpeado con certeza su movimiento y cortó piel y músculo con un movimiento certero, como si hubiera usado una espada. La sangre que regaba al suelo en estos momentos, dejaba clara la idea de la movilidad del joven hechicero.

―Es bueno entonces que me conozcas―movió su arma maldita, generando un ligero viento que agitó el cabello de Hatsuo―. Porque entonces veras que no vas a salir ileso de esta. Tu hermano cuenta con una herida grave sobre su torso ocasionada por mi querido aprendiz. Bien, ¿qué vas a hacer? Estas solo y tu benefactor no enviará nada para una extracción en una misión que debería resultar sencilla. ¿O me equivoco?

Hatsuo resopló. Las palabras de Mei Mei...eran completamente acertadas en el caso actual. Su contratador no mandaría a nadie detrás de ellos para rescatarlos o para ayudarlos. Aquella misión era de recolección de maldiciones, algo completamente sencillo. Y no se había vuelto sencillo en absoluto, si no que fue mucho más complejo de lo que se había esperado.

―He de decir que llevas razón. No me cuesta admitirlo. Sin embargo, si nosotros nos retiramos ahora, seremos completamente asesinados. ¡Y eso es algo por lo que yo no quiero pasar! ¡Ni mi hermano!

―Pero tu hermano ahora está al borde de la muerte y tú novas a salir de este bosque completamente ileso. De hecho, no vas a salir ileso ni por tus propios pies.

Hatsuo movió la odachi. Mei Mei deslizó las manos por el mango de su hacha y atacó con fuerza superior, obligando al hechicero renegado a retroceder ante el golpe directo. El hombre gruñó, sintiendo como sus brazos temblaban ligeramente.

Era consciente de que no sobreviviría a un enfrentamiento directo.

―Sería mejor rendirse...¡si realmente fuera algo que yo haría, joder!

El sonido del metal rasgando la tela, sonó por el bosque. Hatsuo frenó su avance, con la odachi en su mano. Miró de reojo su espada, encontrando pequeños trozos de tela oscura en la punta junto a algo rojizo. ¿Había logrado cortar un poco a Mei Mei? ¿Habría sido una herida fatal que le daría la victoria?

Bādo Sutoraiku (Golpe de Pájaro).

Hatsuo abrió los ojos antes aquel murmullo ligero. Pocos segundos después, sintió como su cuerpo era golpeado y un ave lo atravesó de lado a lado, dejando en su torso un agujero sangriento que permitía a los otros dos ver el otro lado.

―¡Gah! ¡Cough!

Metal resonó cuando la espada cayó de la mano del hechicero. Hatsuo sintió sus piernas fallar y dejó su cuerpo caer sobre sus rodillas. Un reguero de sangre escurría por su mentón.

―Este es otro de los actos dentro del mundo de Jujutsu, Naruto-kun―el joven miró la escena. Estaba a un lado de Mei Mei, viendo como el último halito de vida escapaba de aquel hombre―. Lidiar con aquellos hechiceros renegados es una misión más sangrienta que debemos tomar. Personas como Gojo no tienen problema. Él cuenta con una técnica maldita demasiado perfecta para cualquier tarea dentro de este mundo. Él es el equilibrio de este mundo―ella giró la cabeza hacia el muchacho―. Esto es un punto hacia el frente. Si aun sigues de pie, tras matar a la primera persona sin sufrir, significa que mi trabajo está bien hecho.

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