11.Jujutsu
Escupió sangre. Recolocó los huesos de su cuerpo con un brazo, su hombro crují levemente. Levantó el rostro y miró aquel pasillo que su cuerpo formó en aquel bosque, rompiendo rama, arbustos y árboles mismos según avanzaba. Si su espalda no hubiera chocado contra aquel enorme roble, probablemente no se habría detenido hasta terminar en algún claro del bosque y que cayera sobre la misma espalda. Podría tener diversos huesos rotos ahora mismo. Eso era lo más probable y él ni siquiera era un médico, pero con la fuerza que Mei Mei usó sobre él, huesos rotos era lo mínimo que podría sufrir. Por suerte había esquivado la hoja del arma maldita de su maestra, aunque sabía que si ella hubiera querido su cuerpo ahora mismo estaría partido a la mitad.
Tosió. Sangre cayó como un chorro al suelo. Sus pulmones podían estar perforados por los huesos destrozados y sentía la sangre subiendo por su garganta. Usó la mano derecha para ponerse en pie, casi cayendo de nuevo al suelo. Su cabeza estaba nublada por el dolor y un velo le impedía fijar la figura de Mei Mei. Incluso sus oídos parecían embotados, cortando completamente todos sus sentidos menos el del tacto. Aun podía sentir la tierra bajo su mano, fría, húmeda, con la hierba rozando su palma cuando se movió.
Seguir peleando abiertamente sin usar una técnica maldita, sería el final para su maldita vida.
Cuando Gojo Satoru los dejó finalmente, algo que pasó seis meses atrás, Mei Mei cumplió aquello que prometió: su entrenamiento sería un infierno completo. Él creyó que solo tendría que lidiar con un entrenamiento físico sencillo, combates de prácticas y ejercicios prácticos ligados al enfrentamiento y comprensión de las maldiciones y la energía maldita. Jamás estuvo tan equivocado. Claro que tendría que lidiar con maldiciones y con Mei Mei; pero todo sería en su tiempo de supervivencia. El Monte Kurama se había convertido en todo un campo de guerra. Por un lado tenía a las maldiciones, a quienes no podía exterminar sin una técnica maldita, y por otro lado a su maestra contratada, a quien no podía vencer en un enfrentamiento directo hasta que despertara su técnica maldita o pudiera usar la energía maldita en un grado menor. Por ello, estaba completamente jodido. ¡Él era la presa en ambos casos y estaba completamente indefenso! Su cuerpo lleno de cortes, magulladuras y huesos rotos bajo la piel era un claro indicio de su desventaja ante aquellos que lo estaban cazando. Y Mei Mei no lo había dejado de cazar desde el minuto uno. ¿A caso aquella mujer no necesitaba descansar o comer? ¡Porque él apenas podía mantenerse sobre sus pies! Gusanos y esas cosas habían sido su fuente de nutrientes durante aquellos días, y ahora estaba deseando un enorme tazón de ramen.
Un crujido lo alertó. Giró la cabeza y, por inercia, apartó el cuerpo. Abrió los ojos cuando el hacha pasó por su lado, destrozando completamente el árbol que había estado a su espalda.
Derrapó. Frenó. Sintió como una mano se colocaba sobre su nuca.
―Pequeño―sobre su cuello, el aliento de Mei Mei lo hizo erizarse―. Es hora del descanso.
Él se movió. El muchacho movió el brazo y apartó la extremidad de la mujer que lo aferraba. Entró dentro de su zona de confort y disparó un golpe con el brazo derecho. Sintió el antebrazo de la mujer detener su puño y sonrió, mostrando los dientes sangrientos.
―Esto realmente me molesta―Naruto apretó el puño hasta que los nudillos se pusieron blancos. Por más fuerza que había usado, la extremidad de su maestra no cedió ni un solo centímetro, no la pudo hacer retroceder siquiera―. ¡No puedo moverte ni siquiera un poco!
―Oh, cariño~. Ni siquiera podrás en ese estado.
Un estallido de graznidos sonó por el bosque. El chico reaccionó subiendo las manos cuando los pájaros lo atacaron, cubriendo completamente su percepción y cortando su visión completamente, dejándolo indefenso. Por ello no detuvo el puño de Mei Mei cuando se enterró en su estómago, haciéndolo doblarse hacia el frente y escupiendo más sangre.
―¡Gah!
Mei Mei no pestañeó. Pisó con fuerza y envió la fuerza de su torso completo al brazo con el que golpeó al Uzumaki. Moviendo el torso ligeramente, lanzó al chico hacia atrás varios metros, obligando al rubio a detener su propio retroceso con los talones, quedando al lado del hacha.
―¡Vamos!
Naruto abrió los ojos cuando oyó los pasos de su maestra. Movió las manos. Rozó el mango de aquella arma. Cerró los dedos y tiró con fuerza. Con un crujido y una lluvia de astillas, Naruto movió el hacha contra su propietaria. Mei Mei apartó las astillas. Sus ojos se movieron y captaron el corte en su contra. Como maestra de armas, se apartó del camino entrando por el lado contrario del muchacho, asestando un golpe en su costilla izquierda, hundiendo el puño nuevamente.
―¡Ngh!
Sintió sus costillas ceder, como rozaban su interior. Naruto escupió otro poco de su sangre en un segundo charco y tambaleó hasta que usó sus pies como apoyo, jadeando por el esfuerzo.
―Buenos reflejos. Mueves bien las piernas y parece que tienes la fuerza necesaria para tomar mi arma―Mei Mei miró su hacha. Paseó la lengua por sus labios cuando comprendió algo: el chico comenzaba a despertar su energía maldita. Si eso no estuviera pasando, el adolescente no podría haber tomado el arma con sus manos―. Parece que nuestro entrenamiento extremo está sacando algo de ti, pequeño muchacho.
Señaló hacia el hacha. Naruto la miró con confusión. ¿Qué tenía aquella hacha de especial? Solo había tomado el mango del arma y tiró de ella para defenderse sabiendo que ella se quitaría del camino.
―¿Qué tiene de especial? Solo...solo la tomé para intentar golpearte un poco e igualar el marcador―una sonrisa bailó en sus labios mientras sus ojos se mantuvieron sobre la relajada figura de su maestra―. Me molesta que haya tanta diferencia, Mei-sensei.
Mei Mei sonrió. El chico le gustaba de cierta manera. Era inteligente, habilidoso y muy persistencia. Cualquier otro aprendiz que hubiera peleado con ella sin los conocimientos de Jujutsu necesarios, habría terminado muerto al segundo día. Y Naruto llevaba seis meses peleando contra ella, escapando de las maldiciones. Eso era de admirar y destacaba al muchacho dentro de los estudiantes. Incluso los de primer año tendrían problemas en hacer lo que él estaba haciendo.
―Bueno, entonces ya sabes que hacer~.
Naruto apretó la mano sobre su costado. Sonrió al sentir los ojos de Mei Mei sobre sí mismo y movió el hacha en un movimiento horizontal. Torció el cuerpo y, como un lanzador olímpico, lanzó el hacha contra la mujer que tenía delante.
La mujer vio el arma. Miró el hacha volando hacia ella como si fuera a cortarla. Si no se movía, sería partida en dos sin duda alguna. Pero ella solo dio un paso a la derecha y movió el brazo izquierdo. Con firmeza tomó el mango del hacha y la clavó contra el suelo para detenerla completamente, como si hubiera sido una bailarina.
―Mierda...
―No hace falta que te insultes o te molestes―Mei Mei miró al muchacho desde su posición. Con solo un vistazo, entendió que el Uzumaki estaba en un estado lamentable. Si seguían peleando, probablemente él terminaría muerto. Un descanso no le vendría mal―. Soy una hechicera de primer grado, con años de experiencia sobre mis hombros. He luchado contra maldiciones de grado especial y he matado a hechiceros corruptos que usaban poderes interesantes. Tú estas luchando contra mi sin herramienta alguna, lesionado tras seis meses sobreviviendo en este bosque donde hay maldiciones y agotado, comiendo solamente los insectos que crees que puedes comer junto a algunas plantas y frutos secos. NO estas nutrido completamente. Los husos de tu cuerpo están destrozados. Probablemente un pulmón está perforado o levemente rasgado. Que te mantengas en pie, es algo sorprendente de sobremanera. Y eso me agrada de cierta manera.
―Soy muy persistente. Hasta que no te golpee al menos una vez, no voy a dejar que estas piernas cedan―y sonrió. Naruto miró a los castaños ojos de Mei Mei. Vio como ella no pareció importunarse por ello o mostrar algún sentimiento―. Y voy a lograrlo.
―¿Ja~?―Mei Mei colocó sobre su hombro su arma maldita―. Bien, si vas a pelear contra mí de ese modo, debo al menos devolverte el favor peleando completamente en serio. Espero que tengas cuidado y te mantengas completamente centrado. ¡Voy a cortarte en dos a este paso, muchacho!
El chico limpió su boca con el dorso de la mano. Mantuvo sus ojos sobre la figura de su maestra, quien no se movió ni un solo paso mientras él se preparaba. Relajó completamente el cuerpo y esperó una reacción que no se hizo esperar. Mei Mei se movió contra él y arrastró tras de sí el hacha en sus manos.
¡Mierda!
Resopló. Flexionó las piernas y se preparó para saltar hacia un lado y evadir el envite de su maestra.
―¡Crew!
Abrió los ojos y movió rápidamente los brazos. Gruñó entre dientes cuando los picos de aquellas oscuras aves comenzaron a atacarlo, reteniéndole hasta que su invocadora lo golpeara. Pero Mei Mei ya había usado eso en su contra una vez y él había aprendido algo en esos meses.
Pisó el suelo con fuerza, un aura rodeándolo. Estaba concentrando energía maldita para espantar a los animales. Movió su torso y tomó su mano. Concentró toda esa energía en su puño derecho.
―¡Eres bueno!
Mei Mei movió el hacha a la vez que el Uzumaki disparó el puño. La extremidad chocó con fuerza con el arma maldita, empujando así a su portadora hacia atrás varios metros. La fuerza usada en el golpe fue solamente intensificada por la propia energía maldita.
Jadeó. Dejó que su pierna derecha cediera y escupió nuevamente algo de sangre a sus pies, llegando en esta ocasión a salpicar su propia ropa.
―Eso ha sido jodido―declaró con una sonrisa, mirando como su maestra comenzó a recuperarse tras el golpe. Ni siquiera había hecho una mella en aquella arma―. Pero con eso ni siquiera te he lastimado ni un poco. ¡Ni siquiera tu hacha ha sido lastimada!
Mei Mei movió la mano por su hacha. Aquel golpe directo del adolescente, ella no lo había esperado. Después de seis meses, el Uzumaki parecía haber aprendido algo sobre la energía maldita y pareció usarlo en aquel golpe directo en su contra. Ella estaba sorprendida por ello y ahora comprendía lo que Satoru había mencionado. Sin una práctica o comprensión anterior sobre la energía maldita, las maldiciones o las técnicas malditas, el chico se había sobrepuesto en solo seis meses a todo ello y logró tomar un golpe en su contra. Si, él no la había golpeado y chocó contra su hacha; pero un golpe era un golpe y era de admirar.
Ese chico, ¿cuánto mejorará?; no pudo evitar preguntarse, mirando al adolescente. Casi le parecía ver a un segundo Gojo Satoru frente a ella o un Suguru Geto. ¿Podría aquel chico alcanzar el grado especial?
Reaccionó cuando el viento agitó algunos mechones. Miró como Naruto caía sobre ella con la rodilla por delante. Amplió completamente los ojos cuando vio la energía maldita concentrándose en aquella rodilla.
―¿A caso...?
Ella saltó. No se sorprendió cuando aquella rodilla golpeó el suelo y creó una pequeña grieta en el suelo, siendo cubierto por el polvo. Ella derrapó y usó la hoja del hacha para girar, evadiendo un gancho del adolescente en su contra. ¿Cómo él se había movido a tal velocidad? Su cuerpo apenas se estaba acostumbrando a la energía maldita.
―¡Lo tengo!
Abrió los ojos. Naruto pisó el suelo con el pie derecho y giró el brazo con un golpe de revés. Ella levantó el antebrazo; pero supo nada más que tocó la piel del Uzumaki, que aquel golpe estaba lleno de una inmensa cantidad de energía maldita. Por ello no se sorprendió cuando salió disparada y chocó contra el suelo.
―¡Cough!―escupió sangre. Mei Mei utilizó de bastó el hacha en sus manos y sonrió al mirar al muchacho―. ¡Ja! Tu modo de utilizar la energía maldita es intensificando tu cuerpo. ¡Mierda! Ese golpe fue realmente devastador y siento como algunas costillas están destrozadas tras el golpe de revés que me has dado―la mujer se puso de pie. Sonrió, mostrando un poco de sangre sobre el esmalte de sus dientes―. A partir de este punto, solo podemos solidificar esta técnica maldita tuya y solo puede ir en aumento. ¡Ha llegado el momento del siguiente nivel!
Él parpadeó.
―¿Qué?
―Vamos a cazar maldiciones dentro de este bosque una vez estes lo suficientemente recuperado. Satoru me ha pagado para entrenarte y es algo que voy a hacer concienzudamente mocoso.
Mei Mei sonrió oscuramente. El chico sintió como un latigazo corrió por su espalda.
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