Extra 3
Como todos los años le dije a Tzuyu que no era alguien que esperaba algo importante para San Valentín, que era una fecha que considero igual a los otros días, lo único que esperaba es que todo estuviera bien para ambas y que las cosas se mantuvieran lo más tranquilas posibles, eso era el plan de todo porque la verdad es que cada catorce de febrero pasa algo en mi vida que lo desestabiliza todo y para colmo tendría que estar trabajando casi todo el día porque algunos clientes decidieron que era el perfecto día para llevar a sus mascotas a la veterinaria.
Yo con mucho gusto los puedo ver y en asombra que la mayoría de los que voy a ver son caninos porque al parecer los gatos prefieren esperar otro día a qué los revise o cualquier cosa, el primero que llegó fue un gran Husky de ojos azules, un amor para todos sobre todo para mí aunque no se puede resistir a usar mi rostro como paleta de chocolate, no hay un solo lugar que no lama con devoción y me parece tierno solo que luego me la tengo que lavar.
El que llegó en el medio era un Beagle no muy amigable pero que si tiene una gran debilidad por las croquetas que le doy a escondidas para que por lo menos nueva la cola por un segundo, y el último se trataba de un labrador negro de ojos azules que tiene una gran energía a tal punto que varias veces tuve que perseguirlo.
Así que este catorce de febrero se puede catalogar como todos los anteriores, uno en el que tengo más trabajo del normal y que me encuentro un poco estresada porque tener a tantos perros en un día no es para nada fácil sobre todo los que tuve hoy que me consumieron toda la energía posible.
Entro al auto y bostezo, ya son las siete de la noche y no puede ser que este bostezando como una bebé, no aguanto absolutamente nada, digamos que es tener que despertarme todos los días a la misma hora y tener que hablar con Tzuyu hasta que le dé sueño porque estos últimos días tiene una energía comparable a la de un niño con cinco kilos de azúcar ingerido, es muy adorable solo que ahora mismo solo quiero irme a casa, darle un beso de buenas noches y esperar que mañana sea un día menos agotador.
Sin embargo, es catorce de febrero, el día de los enamorados y los amigos, aunque a pocos les importe, no me considero una recien buena esposa si no le llevo nada, además si no lo hago de seguro seguirá diciendo que no quiere tener hijos, de solo pensarlo se me eriza la piel.
Enciendo el auto y conduzco hasta la tienda de peluches, no soy alguien que haga este tipo de cosas y mucho menos sin planificación, pero siento que si le regaló por lo menos algo no quedará este día como si no se tratara de uno de los momentos más importantes que pueda llegar a vivir una pareja, además de que no quiero que la chispa de la relación se vaya apagando, eso me mataria.
Así que me dispongo a salir del auto y ver hacia la tienda, al entrar puedo sentir un gran aroma a frutos rojos y chocolates, no sabía que también vendían eso, levanto ambas cejas al ver a una oreja besandose en una esquina, estos chicos de ahora que no se esconden y hacen este tipo de cosas, paso a un lado con miedo a interrumpirlos y agarro un peluche de ciervo, es igual a ella lo más probable es que le guste y como ama a los animales es perfecto.
Vuelvo a pasar al lado de la pareja y los miro por un segundo, extraño esos momentos dónde Tzuyu y yo estábamos así, no digo que ahora no estemos enamoradas solo que ahora es diferente, las cosas entre nosotras se han enfriado un poco y por como estamos últimamente me da algo de miedo ser cariñosa porque al final vamos a terminar disgustadas, supongo que eso pasa cuando se está mucho tiempo juntas.
Suspiro y le paso el dinero a la cajera que me mira a los ojos, — ¿Se encuentra bien? —, asiento y al entrar al auto, enciendo la radio para no pensar en las cosas que me pasan y me quedo en silencio al escuchar la canción que está sonando.
Only de LeeHi, demasiado oportuna, ruedo los ojos y piso el acelerador, espero que esté día sea mejor que los anteriores y la verdad es que a quien engaño, siempre he querido tener un muy buen San Valentín.
Subo la mirada al cielo y pequeñas gotas caen de este, la lluvia como siempre molestando en momentos dónde no debería, suspiro porque la verdad es que no quiero que esté lloviendo ya que lave el carro justo hoy, digamos que en vez de un día tranquilo como lo esperaba las cosas están comenzando a molestarme.
Al estacionar el auto en mi cabeza solo está la imagen de Tzuyu abrazándome o algo por el estilo, la verdad es que deseo que eso pase porque no aguanto más este día en el que siempre las cosas me salen fatal, entro a la casa corriendo por la lluvia y lo primero que me recibe es un montón de confeti que vuela por todas partes acompañado de mi grito.
— ¡Feliz San Valentín! —, miro a Tzuyu sonreír mientras el confeti cae lentamente en medio de nosotras y no puedo evitar reírme, por más que me duela el corazón por el susto que acabo de tener aprecio que tenga ese acto hacia mi porque no aguantaría una cosa mala, — Sé que me dijiste que no hiciera nada pero... —, la agarro de las mejillas y la beso, no tengo palabras para describir lo feliz que me siento de que a pesar de que no haya tenido un buen día ella esté ahí para hacerme por lo menos reír.
La abrazo y me escondo en su cuello inhalando su aroma a la par que sonrío, — Muchas gracias —, sonrío aún más, — Hoy he tenido un día pesado —, me quedo en silencio al abrir los ojos y ver qué la cena está lista, — ¿Hiciste pizza? —, preguntó con una gran sonrisa.
— En realidad la pedí pero la puse en la mesa y saque los platos así que digamos que yo la hice —, rio y me siento, — ¿Cómo fue tu día? —, la miro y suspiro.
— Me gustaría que fuera mejor pero ahora estoy bien ya que celebro nuestro primer San Valentín siendo esposas —, me acaricia la mano y se dispone a servir la comida, — ¡Mierda! —, me doy cuenta de que el peluche lo deje en el auto.
— ¿Que sucede? —, parece que se asustó por la cara que tiene, — Si sigues gritando así voy a tener que llamar al manicomio —, comienza a reírse y yo no le encuentro mucha gracia hasta que la veo y al poco tiempo caigo.
— Te compre algo que no es mucho pero si que siento que te va a gustar —, mueve las cejas, — Solo que lo dejé en el auto y está lloviendo demasiado —, hace una expresión de, no te creo pero haré que si, — Sabes que lo voy a buscar —, me levanto y al salir cae un rayo lo que me hace gritar, cierro los ojos y me tapo los oídos, al poco tiempo dejo de sentir la lluvia y unos brazos rodean mi cuerpo.
— Lo único que falta es la típica música de Kdrama —, susurra cerca de mi oído y rio entre dientes, — Bueno, a ver mi regalo —, camino junto a ella, un gran paraguas de distintos colores nos está cubriendo.
— Tienes que cerrar los ojos —, le digo y saco el peluche, — Ahora sí abrelos —, con una gran sonrisa se lo enseño y como si fuera una niña suelta el paraguas y agarras el regalo, — ¡Chou Tzuyu! —, me intento cubrir con los brazos, — ¡La lluvia! —, chillo y ella comienza a reírse.
— Es más divertido así —, me besa y no puedo evitar sentir el más puro amor por ella, a pesar de lo que estamos pasando y de lo difícil que ha sido la convivencia estoy segura que cada que la necesite ella estará para mí sobre todo en estos momentos dónde siento que nunca he llegado a ser feliz.
— ¡El paraguas! —, repito y ella me mira raro, — ¡Se va el paraguas! —, salgo corriendo detrás del paraguas y escucho reír a Tzuyu, — ¡Me costó mucho! —, me quejo y la veo pasar a mi lado, — ¡Tzuyu no es competencia! —, acelero, — ¡Ay, se te cayó el peluche! —, miento y ella se detiene, paso a su lado riéndome, — ¡Caiste! —, tropiezo y caigo arriba del paraguas.
— ¿Estás bien? —, pregunta y abro los ojos, las gotas de lluvia comienzan a caer en menor cantidad y me rio al verla, — Te andas riendo de mi pero si vieras que estás toda llena de barro entonces no estarías así —, me encojo de hombros y me ayuda a levantarme.
— La que llegue primero a casa prueba el otro juguete —, corro y miro hacia atrás, está procesando todo, me rio dándome cuenta de que le estoy ganando hasta que siento una brisa a mi lado y es ella que por alguna extraña razón se ha vuelto flash, — No es justo —, me apoyo del marco de la puerta sin poder respirar bien, — Piernas largas —.
— Hace un par de días no te andabas quejando de eso —, desvío la mirada avergonzada, — ¿Ducha caliente? —, mueve las cejas y suspiro, resignada a que ella siempre será la que toma las decisiones.
Y es así como pasamos un hermoso día de San Valentín un poco diferente a los de antes pero hermoso.
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