Romanoff. (Hogareñas)
Wanda.
—¿James?—Llamé por séptima vez a mi hijo.
Está cada día más rebelde y estúpido. Romanoff dice "eres psicóloga, entiendelo" ya, pero no hago exorcismos, es diferente. Que loquita es Romanoff, a veces creo que no piensa bien, ha de ser porque no habla bien español aún, bueno... Habla muchos idiomas, no puedo cuidarla por no pensar bien en español, pero si puedo reírme de ella. Debe ser porque es una abuelita.
—James Maximoff Romanoff. —Me quejé nuevamente entrando a la habitación de mi hijo de quince años.
Definitivamente mi vida era mejor diez segundos antes de encontrar a mi hijo masajeando su miserable gusano.
—Mierda—Me cubrí los ojos.—¡Necesito cloro!
—¡Cierra la puerta, mamá!—Gritó él de forma molesta.—¡¿Por qué no aprendes a tocar la jodida puerta?!
Salí espantada. Okay, tiene quince, es normal que haga esas cosas, no debería espantarme... ¡Le vi el pene a mi hijo! ¡Obviamente voy a espantarme! Romanoff debe saber.
Fui hasta mi habitación y vi a mi esposa salir del baño envuelta en una toalla.
—¿Por qué parece que vas a desmayarte?
Me acerqué hasta ella y dejé caer su toalla para poder tomar su cintura. Ella comenzó a reír acostumbrada a mi manía de abrazarla cuando trae ropa interior.
—Voy a vomitar. —Admití.
Oh, Dios. Mi hijo estaba... Oh, mierda.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Te pasó algo? ¿Te sientes mal?—Preguntó rápidamente y tomó mi rostro para analizarme.
—Vi a nuestro hijo jalando su pajarito.—Me quejé y ella se quedó en silencio. —Nunca había visto un pene, no el de alguien que no fuese Thor, esto es asqueroso.
—Wanda, salió de ti. —Se quejó Natasha. —No puedes decir que no lo habías visto, le cambiabas los pañales.
—Ahora es diferente y peludo. —Sollocé provocando una risita por parte de mi esposa. —Romanoff, hija de puta. Estoy hablando en serio, me siento mal.
Ella besó cortamente mis labios.
—Tienes cuarenta y cinco años, no puedes seguir siendo así. —Gruñó para luego succionar lentamente mi labio inferior.—Anda, eres psicóloga, sabes como funcionan los adolescentes.
—Psicóloga, no exorcista.—Me quejé. Hay adolescentes insoportables, ellos son los verdaderos niños a los que veo y que pateo.—Además, no pretendía verlo acariciando su martillo.
—Wanda. —Romanoff tomó mi rostro. —Se llama pene, a ti no te gusta y a mi tampoco, pero tenemos dos hijos y ellos tienen pene, llámalo por su nombre.
—Pilín.—Insistí y ella giró los ojos dándose media vuelta para comenzar a buscar ropa en el guardarropa. Tomé su trasero y ella se giró. —¡Perdón, sabes que es inevitable!
—Wanda, mi trasero es mío.—Gruñó quitando sus manos.—Me pertenece.
—Tenemos una química especial.—Dije tomándola nuevamente. —Y lo sabes, es mío.
Romanoff sonrió y besó mi mejilla.
—Sí, amor. Es tuyo, ¿puedo vestirme?—Preguntó y negué.
—¿Para qué si voy a desvestirte?—Bromeé besando su cuello.
—¿Incluso luego de ver a James masturbándose?—Preguntó burlona y me alejé molesta.
—¡No sigas hablando de eso, Romanoff!—Me quejé.—Dios, es asqueroso.
—Cariño, debes darle aquella charla, o se avergonzará de su cuerpo y de lo que hizo, sabes que darse placer es normal.—Murmuró.—Yo me doy placer cuamdo estás fuera por conferencias, hemos tenido llamadas en donde...
—Romanoff, lo que yo le meta a mi Wandita es cosa mía.—Gruñí.—Además no te veo quejándote cuando pongo la cámara entre mis piernas y me ves toda la...
Tapó mi boca con su mano y decidí lamerla.
—Basta, Wanda Maximoff-Romanoff es suficiente. —Se quejó.—Debes charlarlo.
—Lo pensaré.—Me burlé antes de salir de la habitación.
Ilusa Romanoff.
Caminé en dirección a la cocina en busca de algo para comer, mi esposa prometió que haría pizza, ya que es viernes, y hoy ha de venir Charlotte a dejarme donas, cerca de su departamento donde ella y Chad viven, Chad es un trabajador asiático que conoció en un viaje de estudios, es su prometido, me agrada aunque casi nunca entendemos lo que el otro dice.
—¿Wanda?—Me llamó Natasha bajando las escaleras.—¿Por qué presiento que vas a ignorarme?—Pregunté y me giré fingiendo estar ofendida. Está en lo correcto.—Wanda Maximoff te conozco, no pongas esa cara.
Sonreí de forma pícara y volví al refrigerador. ¿Dónde está la caja de leche de vaca contenta?
—Romanoff, tenemos problemas. —Dije preocupada.
—¿Otra vez te apretaste los dedos con la puerta?—Dijo acercándose hasta mí y tomando mi mano.—Déjame ver.
—No, amor. Eso no.—Murmuré y ella sonrió.
—Me dijiste amor, me dices muy pocas veces así.—Hizo puchero y sonreí levemente.
—Me gusta tu apellido, es sexy. Romanoff impone respeto.
—Maximoff-Romanoff.
—Siempre vas a ser mi Romanoff.—Insistí.—Y no, no fue mi dedo esta vez, no tenemos leche de la que bebo, sólo hay esa basura con proteína extra que bebe James.
Ella giró los ojos y movió aquella caja de leche enseñándome la que yo bebía.
—Tienes cuarenta y cinco años y ni siquiera sabes encontrar una caja de leche.—Giró los ojos.—¿Qué harás cuando me muera?—Preguntó Romanoff mientras me servía la leche en un vaso antes de que yo comenzara a beber de la caja.
—Matarme, claramente. —Murmuré y ella me observó molesta. —¡Llevamos años casadas! Mis chistes sobre morir son una cosa de cada día.
—Wanda, si yo me muero antes alguien tiene que velar por nuestros hijos y sus familias, tú querías tener una familia unida, luego de años lo conseguimos y ahora debemos mantenernos así. —Gruñó ella y la observé ofendida.
—Me regañaste.
—No te...
—Sí, lo hiciste, no me hables más. —Murmuré y caminé por su lado. Ella tomó mi cintura y me acorraló contra la encimera. Debido a la fuerza con la que me tomó mi leche se derramó.—¡Romanoff, mi leche!
Ella comenzó a reír y me besó con suavidad logrando que olvide que acaba de derramar mi leche favorita. Estúpida Romanoff.
—Cariño, por favor, trata de hablar con él, se sentirá incómodo y ama las noches de pizza, si no le permites estar contigo en buenos términos, sólo harás que se aisle y crea que debe avergonzarse por la autoexploración y el darse placer.—Murmuró ella. —Sabes que es un adolescente y ésto podría marcarlo negativamente...
Dejé de prestar atención cuando noté que su blusa no tenía un botón y podía ver la tela de su sujetador, Romanoff tiene lindos senos, incluso más que los míos y los míos son hermosos, yo soy hermosa, soy maravillosa. Deberían tener un museo con mi cara por todos lados, yo iría y de seguro Romanoff también, y como ya es abuela no pagaría la entrada completa.
—¿Estás observando mis senos y pensando en algo sobre mi edad, no?—Gruñó ella y levanté la vista hasta sus ojos. Sus ojos reales.—Debí dejarte en el jardín de niños donde te recogí.
¿Jardín de...? Oh, no, estúpida Romanoff.
—¡No me recogiste de allí! ¡Ya estaba grandecita!—Me quejé y ella giró los ojos.—Romanoff, tus ojos.
—Wanda...—Tomó los bordes de mi camisa.—Ve y habla con James, te daré el mejor oral de tu vida si cumples con tu obligación como adulta por una vez.
—Me dijiste niña de jardín. —Me quejé.—Ya no me amas.
—Claro que te amo. Te amo mucho, me casé contigo...—Sonrió de medio lado.—Te he aguantado toda la vida... Te preparo el desayuno, soporto que desees beber coca cola para el desayuno, y te acarició el abdomen cuando te duele...—Se acercó hasta mi oído.—Te hago el amor... Te digo lo hermosa que eres... Sabes que...—Mordió el lóbulo de mi oreja.—Eres todo para mí... Y haría lo que sea... —Jadeó.—Por hacerte feliz.
Sentí mi piel erizarse y tragué saliva. Es una hija de puta manipuladora...
—Romanoff, aún no logro entender lo mucho que te amo.—Murmuré y ella sonrió.
—Eres fácil de convencer. —Tomó mi cintura.—Ve a charlar con James, te haré pizza.
—Con...
—Carne y extra queso, ya sé. ¿Con quién crees que hablas, Maximoff?—Preguntó egocéntrica.
—Con la maestra Romanoff, mi esposa.—Sonreí y dejé un beso en su mejilla.
Caminé hasta la habitación de mi hijo en la segunda planta. Será fácil, una charla de porque masajearse el pollito está bien, y no mal, y que no sienta pudor, y que vayamos a comer pizza, ya está. Puedo con ello.
Toqué dos veces su puerta y escuche un "adelante", tomé la manija y empujé la puerta de madera con un letrero en ella que decía "fuera de servicio", James es muy emo, no lo juzgo, yo también fui.
—Hola, Bucks. —Saludé en voz baja y lo vi cubrirse con las sábanas. —Ya sé, ya sé, momento incómodo, pero... No tiene que ser así, soy tu madre.
—No quiero hablar de esto.
—No hablaremos de nada innecesario, lo juro.—Dije y señalé el borde de su cama. —¿Puedo?
Él me observó y asintió con duda, sus ojos azules denotaban vergüenza. Él definitivamente se siente mal.
—Bien, mira, no quiero volverlo incómodo para ti, y sabes que realmente la terapia no funcionó bien en eso de controlar la forma en que digo las cosas, no tengo mucho tacto, tu madre ha tratado de formarme, pero no puede.—Suspiré al no obtener respuesta.—Y sin embargo, sé que te sientes avergonzado, pero amor, te prometo que es normal, todos exploramos nuestros cuerpos, suena cliché, pero realmente es más común de lo que crees, una vez tu abuela me vio viéndome los senos en el espejo.—Dije y él comenzó a reír.
—De seguro hizo todo un escándalo.—Murmuró y sonreí.
—Ni te imaginas, toda la cuadra se entero de que mi estaba masajeando las tetas.—Bromeé.—Ya sabes lo exagerada que es la abuela, por eso Melina es mi favorita.
—La mía también.—Sonrió.—¿En serio te viste los senos?
—Creí que se caerían, porque dolían, luego descubrí a mi maravillosa amiga la menstruación, pero desde que me extirparon todo eso, soy feliz.—Sonreí y él también.
Nos quedamos en silencio un par de segundos y decidí continuar la charla aprovechando que el pequeño estaba relajado.
—Prometo tocar la puerta, tu pon seguro, no hay de que avergonzarse, el placer está bien, todos lo buscamos... Y es normal que quieras experimentarlo, es tu derecho, y tu privacidad.—Levanté mis pulgares.—¿Bien?
—Bien.—Dijo y asintió lentamente.
—¿Irás a comer pizza?—Pregunté y negó.—¿Por qué no? Es tu favorita y...
—Mamá estaba molesta conmigo, no he lavado los trastos sucios.—Murmuró.
—¿Por qué no obedeces a mamá?—Pregunté. —Mamá hace lo mejor por nosotros, James. Si alguien en esta casa merece mucho respeto, es ella, además te adora con su alma, lo sabes...
—No, no lo sé.—Murmuró.—Siempre me regaña y pareciera odiarme.
Negué.
—Amor, mamá te ama. ¿Sabes lo feliz que estaba cuando naciste?—Él negó.—Te contaré esa historia, recuerdo bien que Romanoff estaba muy ansiosa por tu llegada, además de que Charlotte quería un hermanito, y ambas lo pidieron como regalo.
[Flashback.]
Gemí de dolor mientras sentía mi entrepierna desgarrarse.
—Dios. ¡¿Por qué acepté?!—Grité y Natasha tomó mi mano. Apreté la suya con fuerza y me giré a ella.—¡No te daré regalos de cumpleaños en cinco años!
Ella ni siquiera se quejó. Sólo me observó con una mueca preocupada, hasta que un llanto resonó en la habitación, y eso hizo que todo el dolor me abandonara.
Acaba de salir un bebé de mi vagina, y su llanto hizo que no me duela nada. Oh, Dios, me estoy volviendo marica.
Me entregaron al pequeño envuelto en una pequeña manta blanca, lo pegaron a mi rostro, lleno de sangre, algo así como carrie bebé, ya saben, la película. Una vez la vi con Romanoff y lloré, no me gusta cuando le hacen bullying a las personas, Romanoff dijo que el punto de la película no era que llore, pero ella es una abuela y no sabe nada.
—Oh, Dios. Cariño, es hermoso...—Susurró y besó mi frente. Pude sentir sus lágrimas caer y noté que yo también estaba llorando.—Hola, amor... Soy mamá Natasha, te amo mucho...—Romanoff y yo nos observamos.—Te amo, Wanda... Gracias por ésto.
Mi bebé detuvo su llanto y lo vi mover levemente su boca. En ese momento supe que mi corazón le pertenecía.
[Fin flashback.]
—Y sé que tu madre pensó lo mismo, ya que solía pasar horas hablándole a mi abdomen mientras lo besaba, en ocasiones estaba celosa de que un pequeño cigoto me robara a mi chica, pero... —Sonreí.—Fue tierno verla tan pegada a ti, eras una basura pequeña.
Él enarcó una ceja tal cual su madre suele hacerlo.
—No basura literal, creo que no fue el mejor ejemplo.
—Definitivamente no lo fue.—Dijo él y me encogí de hombros.
—Ya sabes como soy, en fin... ¿Pizza?—Pregunté y él asintió. —Vamos.
Mi hijo se levantó de la cama y salimos de su cuarto, bajamos las escaleras y vimos a Natasha sacando la pizza del horno.
—¿Ya estaba lista?—Pregunté y ella asintió.
—La hice antes de hablar contigo.
Ella y James compartieron una mirada. Mi hijo corrió a abrazarla con fuerza, Natasha sonrió de forma leve y volvió a su rostro serio. Me gusta mucho esa señora.
—Te amo.
—Y yo a ti, cariño.—Despeinó su cabello.—Ve a servir el jugo, yo cortaré la pizza. Pon la mesa, por favor.
James asintió y fue hasta el salón. Solemos comer en la mesa de centro, ya que sólo somos tres y adoro estar tirada en la alfombra.
—¿Hablaste con él?—Preguntó y me acerqué para tomar su cintura y pegarme a su espalda.
—Sí, jefa.
—¿Todo bien?
—¿Me gané algo?—Pregunté y ella se giró para tomar mi rostro.
—Te haré el amor... Y créeme que quedarás satisfecha.
Sonreí.
—Como siempre triunfando.—Le guiñé un ojo y ella siguió cortando la pizza.—Dame el trozo más grande.
—Ya sé, amor. Ve a sentarte.
—Te amo.
—Y yo a ti.
Le dediqué una última mirada a mi esposa y salí de la cocina. Definitivamente soy una hija de puta afortunada, ella también, pero yo más.
Nota de autor:
¡Hey! Sorpresa ahre, en unos días subiré uno de beyond the screen, a todo esto... Hice nuevo booktrailer de beyond, subiré el link en un rato para que vayan a verlo, también podrán verlo desde el link de la carrd que está en mi perfil, vayan a echarle un ojo y también a mi tiktok porque he estado subiendo vídeos.
¡Descansen!
-Codex.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top