Detective. (DE ARMAS TOMAR)
Wanda Maximoff.
—¿Por qué me han citado? Ya no trabajo aquí.—Murmuré mientras movía mis dedos sobre la mesa de madera. Es bastante antigua, lo noto por el material y su aroma.
Aún es extraño acostumbrarme a esta vida mortal, pero hay cosas que todavía conservo, y es agradable tener mi olfato y oído bastante bien nutridos aún.
—Tu esposa te mandó a llamar. Deja de quejarte.—Dijo Tony saliendo fuera del lugar.—¿Dónde haz dejado a Samael?
—Está con Pepper, me la he encontrado en la entrada, y ya sabes, está con ese espíritu maternal.—Bromeé para molestarlo.
—Sabes bien que en mi condición no puedo embarazarla, Wanda.—Dijo un apenado Tony. —Soy un muerto al que reviviste, eres como Victor Frankenstein y yo tu monstruo.
—Me gusta eso, sobretodo la parte en la que casi eres una caricatura de mi mascota.
Sonreí de forma engreída.
—Eres una idiota.
—Soy...—Me detuve. Es extraño ya no ser la señora de las tinieblas.—Soy esposa de la detective, ella podría matarte.
—Ella no va a matar a nadie.
Me giré y vi a mi esposa de pie con su traje de jefa de la estación.
—Hola, detective. —Sonreí. —¿Ha venido a esposarme?
—No aquí, cielo.
Caminó hasta mí.
—Puedes irte, Tony. Gracias.
Tony abandonó la oficina de Natasha y yo observé los ojos de la pelirroja.
—¿Qué es lo que deseas, cariño?
Ella levantó la mirada desde las hojas de su mesa y se acercó hasta mí, se sentó sobre mi regazo y besó cortamente mis labios.
Mantuve el beso por un par de segundos, mientras mis manos tomaban posesión de sus muslos gruesos. La detective los odia, pero estar entre ellos es definitivamente lo mejor que me ha sucedido, y acariciarlos, es una delicia.
—No, quieta.—Se quejó y mordí levemente su labio inferior antes de succionarlo. La puerta fue abierta de una patada.—Samael.
—¿Qué?—Me quejé.
—Tú no, nuestro hijo.
Me giré y vi al pequeño castaño caminar dentro de la oficina. Él simplemente pateó la puerta.
—¡Llegué yo!—Dijo con emoción y me hizo sonreír. Mi cachorro humano es lindo.—¡Llegó el rey!
—Hola, rey de mamá.—Dijo Romanoff caminando hasta nuestro pequeño de cuatro años. Él se colgó de su madre y le besó la mejilla con ternura. —¿Qué tal estás? ¿Mamá se ha portado bien?
—No, es una diablilla.—Sonrió mi pequeño enseñando sus pequeños dientes. Natasha me observó.
—Lo tengo claro.
Aparté la mirada.
La vida humana es difícil, y definitivamente es extraño no poder... Sentirme protegida siempre, sentir que no puedo proteger a mi pequeña familia de cuatro. No me gusta ir por la calle y saber que en cualquier momento podría morir dejando a mi detective y nuestros cachorros.
Es extraño no sentirme especial.
—¿Bien, cariño?—Preguntó la detective y nuestro hijo asintió saliendo de la oficina. Natasha sonrió y me observó. —¿Qué pasa?
—Nada.
—Mientes, te conozco. —Murmuró caminando hasta mí. Acarició mi mejilla y luego volvió a mi regazo.—¿Qué le pasa a mi reina del infierno?
—Ya no lo soy más...—Susurré y ella hizo un pequeño puchero adorable.
—¿Sigues pensando en eso? ¿Qué ha dicho tu psicóloga?
—Que deje las metáforas.
—Buscaremos otra.
—Ella tiene buen culo, creo que alguna vez me acosté con ella.—Dije meditandolo.
Es rubia, y tal vez... Es una de las miles de rubias que pasaron por mi cama, si lleva al menos diez años en esta ciudad... Significa que sí, pasó por mi cama.
Tal vez es la que tiene el lunar en... O tal vez es la que decía que... ¡Ya sé! Es aquella que... O no. No lo sé, ni siquiera sé que he almorzado ayer. Es difícil recordar esto.
—Buscaremos otra.
Giré los ojos.
—Insegura.
—Degenerada.
—Lo soy, pero te encanta y lo sabes.—Sonreí besando suavemente su cuello.—¿Para qué me necesitas? Seguramente no es para darnos besos.
—¿Puedes pasar por Ron a la escuela? Su madre no puede ir por él.
—Su madre soy yo, la detective inútil poco y nada hace por el pequeño Vodka. —Se encogió de hombros.—Más desde que Yelena la ha dejado por... ¿Kit?
—Kate, se llama Kate.—Acarició mi cabello.—Además sabes bien que Kate ha cenado con nosotras muchas veces, es agradable.
—No cree en el diablo ni en Dios, no me cae bien.—Murmuré.
—Yo tampoco creía.
—Pero tú eres mi detective.—Dije sabiendo que era lo más obvio del mundo.—Yo a ti podría perdonarte que asesines a alguien.
—¿Sólo por ser tuya?
—Sí.
Natasha volvió a besarme de forma suave mientras sus manos se perdían en mi cuello, tomé su cintura y ella se alejó pegando su frente a la mía.
—Eres dulce cuando quieres, Samael.
—Sólo soy Wanda ahora...—Murmuré aún con un desgano que parecía querer arrancarme el alma.
Es raro tener un alma, son como... Pequeños slimes con alas, o así lo siento yo, el pequeño Vodka amaba los slimes.
—Y eres especial por eso también.
—No lo creo.
—Lo eres.
—No.
—Wanda.
—¿Qué? Soy sincera.—Me quejé. La detective es terca.
—Ve por Ron, te amo mucho.—Me besó en los labios y se levantó de mi regazo.
Asentí levantándome. Odio no volar. Acomodé mi traje y salí fuera de la oficina.
—Cachorro, nos vamos.—Llamé a Samael. El pequeño me observó con sus ojos azules brillantes.—Por Ron.
Corrió hasta mí bastante emocionado. Lo tomé en brazos y todos comenzaron a despedirse de él, es un egocéntrico. Ama tener la atención sobre él y que todos lo alaben tanto aquí. ¡Me recuerda a alguien!
—Dron.—Sonrió mi pequeño.
—Ron.
—Vocka.
Sonreí. Vodka.
El pequeño Vodka Romanoff.
Aún extraño cuando ese granuja era más pequeño, no ha crecido mucho. La detective no es alta, y Caín jamás fue la oveja más grande del rebaño.
—Sueño.—Murmuró mi pequeño aferrándose a mi cuello.
—Veremos paw patrol con Ron en la habitación, y luego haremos una siesta.
Una ventaja de haber vendido mis clubes –Ya que la detective no quería que yo siguiera en ese ambiente y cerca de tantas mujeres. – Es que tengo el dinero suficiente como para no volver a buscar un trabajo en mi vida, aunque me gustaba que mi jefa fuese la detective.
Me gustan los juegos de ese estilo, sobretodo cuando mi señora tiene el control.
Luego de hacer un viaje de veinte minutos en los que mi pequeño cachorro humano y yo fuimos cantando canciones bastante divertidas que hablaban sobre dudosas situaciones.
—¿Mami?—Preguntó el pequeño y he bajado un pequeño bolso que me permitía darle libertad al pequeño y a la vez tenerlo cerca mediante una correa.
No me gustaba al inicio, consideraba que era tener al bebé de mascota, sin embargo luego pensé que también le permitiría descubrir el sólo la independencia de ir por la calle mientras lo vigilo a unos metros, además él lo ama, dice que es casi como su cola.
Mi pequeño es adorable.
—Bien. Ron sale en unos minutos, así que estaremos esperando fuera de la escuela, ¿bien?—Pregunté y él asintió con una sonrisa.—¿Estarás tranquilo?
—¡Yo tranquilo!—Contestó y sonreí. Buen cachorro.
La detective y yo hemos tenido una criatura hermosa. Samael es adorable, y muy bien portado... Dentro de lo que podríamos esperar de un hijo mío.
—¿Samael?—Pregunté y él levantó el rostro mientras rascaba su nariz.—No hagas eso, cachorro. Te lastimarás.
Él siguió hurgando en su nariz.
Okay.
No es muy listo.
Eso no lo ha sacado a mí, yo soy... Era un ángel. ¿Cómo se supone que siga viviendo luego de haber tenido la divinidad entre mis dedos? Es por eso que manteníamos el poder lejos del alcance humano, en cuanto tocas el cielo... Cualquier cosa que esté a su altura te parece insignificante.
Viví años entre la divinidad. Fui divina, y... Lo malgasté, ahora ni siquiera puedo estar segura de que mantendré a salvo a mi familia. Puedo cuidarlos económicamente, les aseguré un futuro, pero no les he asegurado la vida.
¿Cómo sé que podré cuidarlos por siempre si no puedo mantenerme con vida lo suficiente?
—¡Wanda!—Saludó el pequeño Vodka saliendo de la escuela.
—¡Vo!—Me detuve.—¡Ron!—Sonreí y él llegó corriendo hasta abrazarme.
—¿Y mamá?
—Tu madre tuvo algunas cosas que hacer. —Mentí y él enarcó una ceja.
—Mientes. Lo he oído.
Gruñí. Odio que pueda hacer eso.
—Ron, mamá te ha dicho sobre leer mi mente, no puedes. Yo podría estar pensando en cosas realmente personales.
Y la detective me mataría si pensara en... No, Wanda. Basta.
—¡Mamá no está aquí!—Se excusó burlón.—¿Dónde está mi hermano? ¿Se ha quedado en la estación?
Me giré y noté que mi criatura había desaparecido.
Oh, me llevan los mil demonios.
—Mierda.
—Lenguaje, mamá Wanda. —Se ha quejado.—¡Estamos en la escuela!
Observé la calle ignorando el regaño del pelirrojo y noté como mi pequeño se encontraba en medio de toda la avenida principal. Tragué saliva y ahogué un grito al verlo tan desprotegido en medio de una jodida carretera de la muerte.
Joder, joder, joder, joder.
¡¿Qué cojones hago?!
Me vendría bien que el inútil de Pietro viniese a detener el tiempo, pero desde que soy humana ya no me sienten... No podemos comunicarnos, y Ron no logra conectarse con ellos aún, es muy pequeño.
Vi a mi pequeño correr nuevamente hasta mí cruzando la carretera, me giré y noté la cantidad de autos que venían hasta acá.
—¡No, no, no!—Grité espantada.—¡Retrocede, Samael!
Traté de moverme, pero el temor me congeló. Maldigo la humanidad en mi ser y maldigo no poder controlar el miedo. Ya no puedo. Joder.
De pronto vi como casi por arte de magia los autos frenaban antes de llegar cerca de mi pequeño, todos y cada uno detenidos mientras mi hijo cruzaba sin mayor preocupación.
Mi corazón volvió a mi cuerpo y dejé ir un suspiro aterrado. Corrí hasta él y lo tomé en brazos con espanto.
—¡No hagas eso otra vez!—Dije espantada.—¡Casi me matas del susto, Samael! ¡¿Crees que es gracioso?!—Pregunté al ver como sonreía.
—Shi.
Vi su sonrisa de gato y no pude evitar relajarme. Estas cosas llamadas hijos realmente te arrebatan el corazón.
—Ven aquí, rata apestosa.—Lo abracé y cerré los ojos. Mi pequeño besó mi mejilla y me levanté con él en brazos. Observé el cielo y suspiré.—Gracias a Dios estás bien... —Él asintió mientras Ron tomaba mi mano para que comenzaramos a caminar hasta el auto.—Gracias, papá.—Susurré.
Él jamás va a abandonarme, incluso sin poder alguno soy su hija. Él me cuida siempre.
Tengo que aceptar mi vida sin poderes como un regalo, más no como una dificultad. Aún sigo siendo su hija y él va a cuidar de mí y mi familia siempre.
—¿Por qué cruzaste?—Pregunté al pequeño y él enseñó un billete.
—Dinero mío.
Sonreí.
—Eso no te hace falta, bebé.
Él se encogió de hombros y lo metió en su pañal. Definitivamente los niños son raros. Mi mirada bajó a Vodka quien me dedicó una sonrisa antes de correr hasta el asiento delantero del auto.
—¡Yo elijo la música!—Dijo emocionado.
—Claro que sí, pequeño detective.—Murmuré mientras abría mi convertible y permitía que el techo se abriera para acomodar a mi pequeño en su silla de bebé. Dejé el techo hasta la mitad para que el aire no llegara de golpe a mi bebé.
He aprendido. Soy una madre bastante decente, jamás tan buena como la detective, pero me defiendo en las artes de la maternidad, porque sí. Ser madre no es nada fácil, y es todo un arte, llega casi a ser un deporte extremo, pero vale la pena...
Vale la pena verlos felices.
—¡Los guns!—Dijo Ron y sweet child o' mine comenzó a sonar en los altavoces.
—Eso es.—Dije saltando dentro del auto.—Iremos a por mamá y luego a comer hamburguesas.
—¡Triunfa el mal!—Gritaron mis pequeños al unísono.
Puse en marcha el auto con una sonrisa en el rostro.
Creo que la vida humana no es tan mala después de todo. Los tengo a ellos y a mi esposa, no necesito nada más que eso para ser inmensamente feliz.
Nota de autor:
maymxmff para ti <3
queda muy poco para que cumpla un año escribiendo, que nostalgia verdad *se retira
-Codi.
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