C24. Un bebé.
Seis horas antes…
Las manos de Christopher envuelven mi cintura, sus ojos me miran un par de segundos y sus labios me dedican una amplia sonrisa que me hace suspirar al tiempo que deposita un beso sobre mi boca.
—Te amo.—susurra.
—Te amo.—repito sincera.—La verdad es que me hubiese encantado que pudieses venir con nosotros pero bueno…entiendo que tienes tus propios asuntos y está bien. Podremos sobrevivir una semana…—Christopher se ríe en voz baja antes de besar mi frente.
—Te veré en una semana ¿de acuerdo?—murmura y yo asiento.
—Agh, ¿podrías darte prisa, Dan?—reclama la voz de mi hermano. Me aparto de Christopher lentamente para mirarlo y él me dedica una sonrisa inocente que carece de sinceridad.—Ya, tortolitos. Dan solamente irá a casa, no se irá a la guerra…—bromea.
Llevo mi atención hasta un puñado de personas esperando por sus boletos de avión pero también hay entre ellos algunos fotógrafos con sus cámaras señalando en dirección a nosotros. Largo un suspiro y Christopher besa mi mejilla atrayendo mi atención una vez más.—Nadie dijo que iba a ser fácil… ¿Verdad?—bromea haciéndome reír.
—Te llamaré más tarde ¿sí?—murmura besándome fugazmente.—Buen viaje, mi amor…disfruta mucho tus vacaciones y pásalo increíble…
(…)
—¡Hola!—saludo entrando en la cocina.—¿Qué es lo que hacen?—cuestiono.
—Preparando la cena.—anuncia mamá como si fuese la cosa más obvia del mundo.—¿Quieres ayudar?
—Si confías tanto en mí como para pensar que no echaré a todo a perder con mis conocimientos nulos de cocina…—me burlo y ella se echa a reír.
—Solo quítale la cascara a las patatas.—responde señalando un bol sobre la encimera de mármol. Tomo asiento junto a ellas y comienzo en silencio por largos minutos en los que el silencio reina en la habitación. Levanto la mirada y me encuentro con dos pares de ojos curiosos encima de mí.
—¿Qué pasa…?—pregunto en voz baja. Mamá sonríe.
—¿Las cosas con Chris se han arreglado, verdad?—cuestiona.
Dejo escapar un pequeño suspiro y me rio en voz baja.—Aarón te lo ha dicho ¿no?
—Sí.—se sincera.—Pero incluso aunque él no me lo hubiese dicho, Dan…es bastante obvio.
—¿Ah, sí…?—murmuro divertida.—¿Y cómo por qué…?
—Porque te conozco lo suficiente como para saber que ahora estás completamente feliz. Hay ese brillo en tus ojos otra vez…soy mujer, amor. Sé distinguir perfectamente bien cuando otra mujer está feliz y enamorada... ¡y tú lo estás!
—Arreglamos las cosas, sí.—acepto y una amplia sonrisa se forma en sus labios.
—Me pone realmente feliz que ustedes estén juntos de nuevo, Dan…—anuncia Belenn lanzándome una amplia sonrisa.—Los días en los que estuvieron separados fueron realmente duros para ambos…
—También estoy feliz de que las cosas entre nosotros se hayan aclarado finalmente.—pauso.—Los dos estamos de acuerdo que queremos llevar las cosas con calma para no volver a caer en el mismo error así que espero que esta vez las cosas funcionen…
—Esta vez va a ser genial, Dan.—secunda Belenn.
—Yo nunca he tenido ninguna duda del amor que ustedes se tienen el uno al otro.—susurra mamá.—Han pasado por mucho, han tenido que luchar contra un sinfín de cosas y han permanecido juntos a pesar de eso. Siempre ha sido así…
—Bueno, basta de hablar sobre mi relación con Christopher.—repongo.—¿Podemos saber a qué se debe la cena de gala…?—bromeo.
—Se debe a que no todos los días podemos darnos el lujo de cenar con nuestros dos hijos juntos.—anuncia.—Y Belenn, por supuesto que ahora es como si fuese una hija más…
—Muchas gracias, señora Silvetti…
—Oh, nada de señora Silvetti.—replica de inmediato.—Solo llámame Emma…
Me quedo en silencio mientras sigo con mi labor. Quitarle la cascara a las papas no es precisamente mi fuerte. Soy bastante mala, quiero decir. Aun así me las arreglo para terminar en tiempo record y luego salir de la cocina cuando mamá comienza a contarle a mi mejor amiga cosas absurdas de cuando Aarón tenía cuatro años y lo más interesante que hacía era comerse los fluidos de su nariz.
—Hola.—saludo a papá que permanece sentado en uno de los sofás de la sala.
—Amor…—responde.
—¿Te importaría prestarme tu auto para ir al centro comercial?—cuestiono. Los ojos de mi padre me observan fijamente por lacónicos segundos.
—¿Estás segura que eso es una buena idea?—pregunta. Me encojo de hombros.
—¿Qué podría salir mal?
—Pues novecientas cosas podrían hacerlo.—me echo a reír antes de encaminarme hacia él para dejar un pequeño beso sobre su mejilla.
—Va a ir todo bien, lo prometo.—pauso.—Nada malo va a pasar. Confía en mí ¿sí?
—¿E irás sola al centro comercial?—niego.
—De hecho estaba pensando en invitar a Belenn, ya sabes…como un tarde de chicas o algo así, hace mucho que no tengo una así que supongo que nos vendría bien a las dos…—respondo encogiéndome de hombros.
—Bien…—murmura.
—Confía en mí ¿sí?—hago una pausa.—Sé que lidiar conmigo puede ser un verdadero reto pero no tienes nada de qué preocuparte. Todo irá bien, lo prometo. Estamos en Westfield, recuerda…
—Diviértete, mi amor...
—Gracias.
(…)
—Oh, Dios.—susurra Belenn mientras caminamos por uno de los pasillos del centro comercial.—¿Estás segura que esto está bien?—me echo a reír.
—¿Puedes confiar en mí…?—pregunto.—Está todo bien. Si lo que te preocupa es que las personas se acerquen a nosotros, olvida la idea. No pasará.
—¿Cómo estás tan segura?
—Hemos pasado por esa etapa antes.—decido encogiéndome de hombros.—Mira…creo que de todo lo que tenemos que preocuparnos ahora mismo es de encontrar vestidos y zapatos bonitos para la famosa cena de mamá…
—Bueno, compréndela, Dan.—susurra.—Hace mucho tiempo que sus dos hijos no estaban en casa. Especialmente tú así que…es importante para ella.—suspiro.
—¿Tienes alguna idea de lo que se trae esa mujer entre manos?—niega.
—No.
—¿Estás segura?
—Dios, sí.—asiente.—Como dije, debe de ser algo realmente importante para ella…—hace una pausa.—oh, mira eso…—exclama señalando un lindo vestido color azul en uno de los escaparates de una tienda.—¿Es lindo, no?
—Sí.—asiento.—Es muy lindo. ¿Por qué no te lo pruebas?
—Oh, no.—respondo.—Yo no soy buena con eso.
—¿Quién dijo que no?—pregunto.—Se supone que para eso es que estamos acá, Bel. ¿Recuerdas?
—Sí pero…
—Sí per nada.—decido.—Vamos, será divertido…
Belenn me lanza una mala mirada que esquivo inocentemente y deja escapar un largo suspiro.—Está bien, Danna Silvetti… ¡tú ganas!
—Todo lo que compremos el día de hoy va por mi cuenta.—anuncio y sus pasos se frenan de golpe. Sus ojos hazel me miran un largo momento y niega.
—Oh, no. Eso no es necesario, Dan…
—Realmente sí que lo es.—ella niega de nueva cuenta.—Escúchame…tengo más dinero del que necesito y no es lo más importante en la vida así que claro que sí…
—¡Eres una terca!—refunfuña haciéndome reír.
—Pues ya lo sé.—respondo.—Pero eso no quita el hecho de que siga pensando lo mismo… así que ahora mismo…vamos a entrar a ese vestidor y te probarás ese vestido que te gustó…
—Danna…no creo que sea necesario, de verdad. Me gusta mi ropa. ¿Qué hay de malo con ella?—Me rio.
—No tiene nada de malo, obviamente.
—¿Entonces?
—Entonces es solo un regalo.—me encojo de hombros.—Si no lo quieres usar esta noche en la dichosa cena de mamá pues entonces no importa. Usalo después...
—Bien.
Nuestro día pasa prácticamente en un abrir y cerras de ojos. Caminamos por el centro comercial y aunque algunas personas parecen reconocerme y hay asombro en ellos un segundo, es muy breve. Pronto se olvidan de mi presencia en el lugar y siguen con lo suyo. Vamos tienda por tienda probándonos ropa de todos los colores, las formas y las texturas que una persona se podía imaginar, nos probamos gafas de sol, sombreros, zapatos y un sinfín de cosas más.
Belenn parece estar bastante contenta aunque de vez en cuando se niega a que pague sus cosas, aun así sigo insistiendo –y haciéndolo-, nos hacemos la manicura y alaciamos nuestro cabello. Aprobamos y desaprobamos atuendos y para cuando finalmente el reloj marca las seis de la tarde y en nuestras manos ya no cabe ni una sola de compras más decidimos que es momento de volver a casa, no sin antes pasar por la heladería.
—Dios, no doy más del cansancio.—anuncia mi mejor amiga cuando entramos en el auto. Me rio encogiéndome de hombros.—¿Cómo haces para no cansarte jamás?
—Marion alguna vez me dijo que el cansancio era mental.—respondo y ella frunce sus cejas.—Ya sabes, se supone que uno tiene que acostumbrar a su cuerpo a rutinas similares para que se haga una costumbre. Recuérdale a tu mente que esto es solamente mental, que no estás cansada y al final no sentirá nada…—me encojo de hombros y ella niega un poco.
—Eso es horrible, Danna.—me espeta.—Es como si pretendieses ser un robot programado o algo así…
—Lo sé.—admito.—Pero ayuda también.
—Si tú lo dices…
—Bueno, como sea. Ahora solamente tenemos que ponernos un vestido bonito y esperar a que la cena comience… ¡eso es todo!
(…)
—¿Qué?—cuestiona Christopher pareciendo tan sosprendido como cada uno de nosotros. Me rio.—¿Estás jugando conmigo…?
—No, claro que no. Nunca jugaría contigo con algo así, Chris. ¡Es un bebé!—suspiro.
—Pero… ¿un bebé…?—repite.
—Bueno…yo siempre he escuchado que un bebé siempre es una bendición ¿no?—me muerdo el labio inferior esperando por una respuesta pero cuando todo lo que encuentro del otro lado de línea telefónica es sonido añado...—Y creo que después de tantas cosas esto es precisamente lo que necesitamos…
—Mi amor, en serio no puedo creerlo…—murmura.
—Pues créetelo, Christopher Vélez…un bebé viene en camino…
—¿Pero cómo es qué…?
—Oh, ¿en verdad quieres que te cuente como mi hermano y mi mejor amigo procrearon a su futuro hijo que ya viene en camino?—cuestiono. Christopher parece procesar la pregunta.
—Ew, no.—los dos nos reímos.
—¡Eres un tonto!—decido.
—Te amo.—me recuerda.
—Y yo te amo a ti.—murmuro sincera.—¿Puedes creer esto…? ¡Voy a ser tía! Dios, es que ni siquiera me puedo terminar de creer que vaya a serlo… ¿sabes? Es como muy sorprendente todo esto pero también estoy totalmente feliz porque a la familia vaya a llegar un bebé… ¡Es genial, Chris!—hago una pausa.—Voy a ser la tía más consentidora de todas, obviamente.
—Bueno, va a ser un bebé con suerte…—murmura haciéndome reír.
—Y con mucho amor.
—¿Te puedo hacer una pregunta?—cuestiona.
—Sí.
—¿Alguna vez has pensado que nosotros podríamos…ya sabes, formar una familia juntos? Casarnos, tener bebés…no lo sé, hasta darle otro hermano perruno a Teenie…—inspiro con fuerza y me muerdo los labios mientras trato de encontrar una respuesta lo suficientemente coherente y atinada.
—No.
—¿No?
—Es que no es lo que quiero, Chris…—suspira.—Al menos no por ahora. No es mi sueño a corto plazo…ni siquiera a largo plazo porque estoy tan enfocada en la música, en los conciertos y en todo lo demás que no he tenido el tiempo suficiente como para saber qué es lo que quiero hacer con mi vida después de esta locura…me veo encima de un escenario en mucho tiempo más pero tener un bebé sería…extraño.
—Entiendo.—responde en voz baja.
—¿Tú lo has pensado?—Christopher se queda en silencio un largo momento.—¿Chris…? ¿Lo has pensado?
—Un par de veces…y sí lo quiero, Dan. Antes creía que no lo quería pero después me di cuenta que sí lo hago…
—Chris…
—Pero no es para presionarte, amor.—añade de inmediato.—Era solo un comentario…
—Pero supongo que si alguna vez lo quiero…sería contigo.—anuncio.—Porque no me veo sin ti, Christopher…
—Yo tampoco me veo sin ti…nunca.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top