CAPITULO 13
CAPITULO 13
-Esta guerra es un milenio más vieja que tu muchacho. No puedes oponerte a la marea de la historia –mencionó Strickler volviendo a sacar sus cuchillas- Gunmar es inevitable.
Con agilidad de su espada esquivo las cuchillas y lanzándolas hacia otra parte de la casa.
-Si tanto te preocupa tu madre no pelees, siempre fuiste mi favorito–soltó comenzando a dar pasos hacia el ocasionando que el azabache retrocediera.
Lake no podía evitar mirarlo con enojo haciendo fuerza en su empuñadura.
-¿No te das cuenta? Solo trataba de protegerte –comenzó a lanzar cuchillas sin parar en su dirección.
-No, gracias –exclamo Jim esquivándolas, lanzándole una en su dirección al mayor que se encontraba con su verdadera apariencia verde- se cuidar de mí mismo.
Strickler le lanzo una última mirada de disgusto volviendo a sostener sus cuchillas, pero esta vez corriendo hacia él. El azabache esquivo su ataque de un salto dando por comienzo la pelea en la sala de esta, el mayor se reincorporo y volvió atacarlo, el de ojos azules se sostuvo del candelabro y de un giro le lanzo una patada mándalo al suelo, ganando ventaja al colocar su espada en la garganta de este.
-¿Dónde está el puente? –pregunto con brusquedad Jim.
-¡Jamás pienso decírtelo!
-¿Quién está listo para la tarta?
La voz de Bárbara y el sonido de la puerta abriéndose los hizo detenerse. Cuando la pelirroja salió de la cocina con tarta en mano la sonrisa de su rostro fue remplazada por un gesto de confusión al ver a ambos en el suelo.
-¿Dónde está ese lente de contacto? –pregunto el mayor rápidamente haciendo que ambos fingieran estar buscando algo en el suelo.
En cambio, Jim si estaba tratando de encontrar, pero su amuelo, al destranformarse rápidamente este cayo en alguna parte del suelo y le preocupaba más el hecho de que Strickler pudiera agarrarlo.
-¡Aquí esta!
-No sabía que usabas lentes –dijo la mayor extrañada.
-Hay muchas cosas que no sabes de mi –soltó con una sonrisa.
El azabache ignoraba por completo el pequeño momento de los mayores al sentir su preocupación crecer al no encontrar el amuleto, pero desapareció tan rápido como apareció al encontrarlo debajo del mueble.
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La familia Lake se encontraba despidiendo del señor Strickler, sin embargo Jim no paraba de mirarlo con disgusto, pero fingiendo una sonrisa.
-La receta hubiera bastado –soltó el mayor un poco incómodo al ver el recipiente que le ofrecía el menor, puesto que contenía la tarta de un sabor peculiar hecho por la pelirroja.
-No, insistimos –contesto el azabache dándoselo con brusquedad.
Strickler lo acepto con una sonrisa.
-Nos vemos en la escuela, joven Atlas. Será muy interesante ahora que pudimos conocernos tan bien –soltó el mayor antes de irse.
-Será una pena que ya no lo considere un maestro –dijo Jim abrazando el brazo de su madre sin dejar de dedicarle una mirada de advertencia.
Strickler asintió y se marchó no sin antes de golpear con cuidado dos veces el marco de la entrada. El joven Lake soltó a su madre para ver con pánico hacia la entrada del sótano, preocupado de que apareciera Draal mientras su madre se encontraba ahí.
-Eso estuvo bien ¿no es cierto? –exclamo Bárbara gustosa caminando hacia la cocina.
El azabache soltó un suspiro de disgusto.
-No lo sé mamá –comenzó a decir- me parece que tiene dos caras.
-¿Dos caras? Me pareció que ustedes se llevaban bien.
De repente, un Draal confundido apareció detrás de la pelirroja con una peli azul colgando de su mano de cabeza haciendo que Jim mirara la escena sorprendido, pero que rápidamente tuvo que disimular al estar frente a su madre. El azabache le lanzo una señal con disimulo logrando hacer que Draal entendiera y saliera de ahí con paso silencioso.
-Honestamente... –hizo una pequeña pausa - él no es quien dice que es... –termino por decir con la mirada baja. Era en esos momentos en los que le gustaría decir la verdad, pero significaba ponerla en peligro y eso era algo que trataría de evitar a toda costa.
-Cielo, sé que esto es difícil para ti, pero...
-Mamá, no quiero que lo vuelvas a ver –soltó con firmeza.
Ante lo dicho, Bárbara se fue notablemente decepcionada del azabache, sin embargo Jim no pudo evitar bajar la mirada con tristeza, sabía que estaba quitándole la oportunidad a su madre de ser feliz nuevamente con alguien, pero no podía aceptar que ese alguien fuese un cambiante y lo peor, que fuera del bando enemigo. Sin duda eso la pondría en demasiado peligro.
-Lo siento mamá...
-.-.-.-.-.-
El viento soplaba ligeramente por el lugar. Desde el lugar podía verse toda la ciudad de Arcadia brillando en la oscura noche dando una agradable vista. La peli azul supo rápidamente de lo que se trataba esto, un sueño otra vez. Una cara confundida apareció en ella al verse a lo lejos sentada admirando el paisaje, pero cuando quiso acercarse a verse más de cerca, algo la interrumpió.
-Sabía que te encontraría aquí.
Aurora vio como fue atravesada por una figura masculina que se encaminaba hacia su otra yo. La peli azul soltó una sonrisa al escucharlo.
-¿Hay algo que no sepas sobre mí, Romeo?
Aquel joven de espaldas se sentó a su lado para después escuchar como fingía pensarlo.
-Hasta hace poco no sabía que podías levantar todo un edificio, así que... supongo que ya lo sé todo.
Un golpe de codo llego hacía el azabache, asiéndolo reír al instante. Después de eso ambos se dedicaron a contemplar la gran vista que tenían en frente. La joven Anderson por alguna razón, podía sentir que había una conexión especial entre ella y aquel chico, pero como en otros sueños cuando quiso acercarse para ver más de cerca, no pudo. Así que se dedicó a ver de lejos.
-¿Por qué estás aquí? –pregunto el azabache.
-Es solo que...extraño mucho este lugar.
Al escuchar aquello, una opresión en el pecho apareció en Aurora ¿Qué ocurre? Pensó.
Ahora no podía dejar de sentir una gran tristeza y dolor en su corazón como si algo le faltará. Fue entonces que un gran desespero por querer acercarse a ambos comenzó, luchaba con todas sus fuerzas despegar sus pies del suelo, pero algo le decía que tenía que ir.
-Te necesito conmigo...por favor... -lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas- ya no puedo más.
La voz tranquila y calmada que había mostrado hace unos momentos se había ido, siendo reemplazada por una voz entre cortada y temblorosa. Aurora apenas había logrado dar dos pasos, el dolor en sus piernas comenzó aparecer, pero eso no fue motivo para detenerse, tenía que seguir.
-Aurora...
-¡Alto! –Comenzó a gritar- ¡Espera!
Dio un paso más.
-Debí irme contigo –sollozo volteándolo a ver.
El azabache colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja para deslizar su mano por su mejilla dándole una pequeña acaricia. La peli azul seguía peleando para acercarse, pero lo que vieron sus ojos la hicieron detenerse abruptamente. El chico comenzaba a desaparecer.
-No es el momento...
-¿Y cuándo lo será?
Pero antes de escuchar una respuesta, el chico desapareció por completo dejando a la Aurora del sueño en lágrimas que parecía no querer parar. La joven Anderson no encontraba palabras para lo que acababa de ver, pero repentinamente ambas Auroras se miraron directamente.
-Tu...
-Por favor...cambia...
-¿Qué? –exclamó confundida- ¿Qué debo cambiar?
De un momento a otro, una Aurora completamente distinta se encontraba frente a ella. Parecía ser un poco mayor que ella y su cabello ya se por encima de los hombros. Algo completamente extraño cuando ella tenía claramente el cabello largo. Las lágrimas caían por sus mejillas sin parar y parecían no querer hacerlo. El vacío de sus ojos la hizo sentir inmediatamente una gran tristeza extraña. Estaba por decir algo, pero repentinamente fue jalada hacia atrás con fuerza.
-¡NO! ¡ESPERA!
-Por favor... hazlo...
Y todo se oscureció.
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