Única Parte

Pasos suaves se oían, él supo con rapidez de quién se trataba, se levantó de su asiento de manera lenta, pues su cuerpo era muy viejo para moverse con tanta facilidad como hace años.

— Jiwoo, ¿eres tú, mi niña? —preguntó con voz cansada, pero a pesar de eso, la alegría se podía notar en su tono de voz.

— Papá, ya no soy una niña, tengo cuarenta y dos, estoy casada y tengo dos hijos —respondió una mujer, la cual entró a la habitación de su padre y lo pudo observar intentando caminar hacia ella.

Su mirada expresaba cariño, a pesar de que aquel hombre no era su padre biológico, él y su pareja la habían cuidado y hecho la persona que era. Aunque parecía quejarse de que no le gustaba ser tratada aún como alguien pequeña por aquel adulto de la tercera edad, ella muy en el fondo lo agradecía y eso su padre lo sabía.

— ¿Tu esposo vino contigo? —ella negó— ¿Soobin y Beomgyu? Esos muchachos dicen que vendrán a verme y nunca lo hacen.

La fémina soltó una risilla al oír a su padre quejarse.

— ¿No lo recuerdas papá? —preguntó mientras se acercaba a su mayor, sonrió de manera nostálgica al ver que éste seguía siendo tan alto, ella sin duda iba a ser su pequeña aunque pasen muchos años.

— ¿De qué me olvidé ahora?

— Los niños vendrán a acompañarte por un tiempo mientras yo me voy a Seúl a trabajar temporalmente, sabes que no se pueden quedar con su padre porque él estará ocupado —comentó, aún manteniendo su sonrisa.

— ¿Entonces aquí están? —Jiwoo asintió— ¡Qué bien! Necesito bajar y decirle a Minho la excelente noticia.

La mujer se quedó inmóvil al escuchar el nombre de su segundo padre.

— Papá, tú, Min-...

— Silencio, no podemos ocultar por mucho tiempo esta excelente noticia.

Kim miró a su padre, el cual se dirigía a la salida de la habitación con dirección a las escaleras para bajar a la planta baja. Su sonrisa se esfumó y en su reemplazo, una mueca de tristeza apareció.

Ya habían pasado veinte años, veinte en los cuales su padre mayor aún no superaba la muerte de Minho.

Corrió escaleras abajo con una gran sonrisa adornando su rostro, apenas ambos pies pisaron la planta baja, se apresuró a llegar a la cocina.

¡Cariño! llamó a su pareja, se veía muy feliz, pero sus ojos parecían a punto de soltar lágrimas.

¿Está todo bien, Jin? —preguntó con preocupación un chico más bajo que él.

— Todo está muy bien —respondió antes de envolver en un abrazo a Minho—, demasiado bien.

— ¿Qué bicho te picó? —habló está vez su menor, con un tono de gracia.

Lee Minho en ese entonces tenía veintiocho años, era un chico más bajo que él, su cabello era oscuro, tenía grandes y brillantes ojos de color café, una nariz muy angulada y una sonrisa que le parecía muy linda al mayor.

Minho era alguien maduro, lógico, pero con un sentido del humor que lo distinguía de otros chicos que Hyunjin había conocido.

La primera vez que se vieron fue en secundaria, cuando Hyunjin tenía quince y aún era atemorizado por sus compañeros. Tres chicos de su salón lo habían llevado a un lugar alejado de su institución para molestarlo y quitarle algo de dinero, nunca se atrevió a defenderse o hacer algo, por lo que, cuando apareció Minho —el cual había estado pasando por ahí—, le asombró ver cómo, a pesar de ser más bajo y menor, logró derribar a uno de los tres matones del lugar.

Y a pesar de que, al parecer, Minho hacía mucho ejercicio, no logró ganarle a los otros dos chicos. Así que, aunque Hyunjin pudo salvar su dinero, el menor terminó herido. Se sintió tan mal que ofreció llevarlo a la enfermería, así fue como empezó todo. Minho lo regañó por no defenderse y dejar que aquellas personas lo molestarán, a pesar de que el chico en ese entonces tenía trece, se comportaba como si fuera mayor y se sintió algo mal aquel día.

Cuando creyó que después de eso nunca más volvería a ver al chico de ojos brillantes, al día siguiente el menor apareció en la entrada de su salón con la intención de llevarlo al comedor, esto para evitar que los chicos del día anterior decidieran tomar venganza.

No supo con seguridad como el castaño descubrió cuál era su salón, pero no le tomó importancia. Lo llevó e integró a su grupo de amigos, a pesar de que Hyunjin era alguien muy sociable y cariñoso, solía ser muy tímido con personas desconocidas. Así que agradeció mucho que los amigos del menor hayan decidido aceptarlo con facilidad en aquel grupo de tres personas.

Cuando iba a terminar su secundaria, y Minho junto a sus otros dos amigos recién cruzaban la mitad de está, se dio cuenta de algo que le llegó a causar un conflicto interno. Quería mucho a Jeongin y Seungmin, los chicos que conoció por Minho, pero por alguna razón, el último era más importante para él. Le gustaba estar junto a su menor, le gustaba verlo sonreír, le gustaba cuidar de Lee y que éste cuide de él, le gustaba mucho acompañarlo al gimnasio; le gustaba, y ese era el problema.

No supo si fue exactamente después de que lo ayudara a deshacerse de aquellos tipos que lo molestaban, o cuando empezaron a pasar más tiempo juntos, solo sabía que se había enamorado de aquel chico de actitud madura que lo regañaba cuando se hacía daño y de vez en cuando se burlaba de su torpeza, que claramente no lo hacía con malas intenciones.

Lastimosamente, en el hogar donde se crió, le enseñaron que el amor entre dos personas del mismo sexo era algo malo. Un pecado. Y a él le entró pánico, tuvo miedo de lo que pensarían los demás. Así que no se le ocurrió mejor idea que huir, terminó la secundaria y decidió intentar perder contacto con Lee.

Eso para intentar ignorar sus sentimientos, de hacer como si no existieran.

Pero no contó con que Minho lo buscaría, que lo encontraría justo como al día siguiente de cuando se conocieron.

Nunca olvidaría el suave golpe que le dio en el pecho y el reclamo que le hizo por haber intentado alejarse, pues resultó ser que no había sido el único que había empezado a tener sentimientos por su amigo.

Después de conversarlo y pensarlo entre los dos, llegaron al acuerdo de que, después de que Minho terminará su secundaria, y si aún tenían sentimientos por el otro hasta ese entonces, empezarían a salir. Ambos se gustaban, ¿qué podrían perder con eso?

— ¿Jin? ¿Estás seguro de que todo está bien? —la voz de su pareja lo sacó de sus recuerdos, bajó un poco la cabeza para poder verlo mejor. Éste estaba tomando su rostro y limpiaba las lágrimas que bajaban por sus mejillas, entonces se dio cuenta de que se encontraba llorando.

— S-Si, solo que acabo de recibir una gran noticia —habló.

Lee lo vio confundido.

Hyunjin sonrió sin dejar de soltar lágrimas, colocó sus grandes manos sobre las de su pareja y las bajó hasta el centro de ambos cuerpos, cerró los ojos disfrutando la presencia de su menor.

— Dime, no puedes ocultarme por mucho tiempo una noticia, aún más si es una buena —pidió.

— Nos aceptaron —dijo el más alto abriendo sus párpados, mantenía su sonrisa pero ya había dejado de llorar—, podemos empezar el papeleo para la adopción.

— ¡Abuelo! —gritó un chico haciendo que Hyunjin se detuviera, giró su mirada a la puerta y pudo ver a un chico de cabello claro, sonrió al ver los lindos hoyuelos que aparecían en sus mejillas cuando sonreía, Soobin corrió a los brazos de su abuelo con la intención de recibir un gran abrazo.

— ¡Ten cuidado, Soo! —grito la fémina mientras bajaba las escaleras.

— No te preocupes, Jiwoo.

— Pero, papá, puede hacerte daño.

— Está bien, está bien.

La mujer bufo.

— Ahora ven a darme un abrazo, hijo.

Soobin asintió y se acercó a su mayor para abrazarlo.

— ¡Estás grandote! ¿Cuántos años tienes ya? —preguntó el mayor separándose— has crecido mucho, la última vez que te vi no me llegabas ni a las rodillas.

Kim rió levemente ante lo dicho por su abuelo.

— Tengo doce, ¿a qué ya soy todo un adulto? —comentó con orgullo.

— De adulto no tienes nada, sigues sin poder dormir con la luz apagada —una cuarta presencia apareció en la casa, un Beomgyu de quince años, con el cabello teñido de rojo, entró cargando unas cajas.

— ¡Eh, no se vale! Mamá —llamó mirándola con molestia, ella simplemente elevó los hombros.

— Ya, no peleen niños, Minho se va a enojar —pidió, pero toda la sala quedó en silencio.

Toda la familia sabía que cuando aquel nombre se mencionaba, se debían mantener sin decir nada. A Hwang Hyunjin le costaba asimilar la verdad, y aunque veces anteriores habían intentado hacerle entrar en razón, lo único que lograron fue lastimarlo. Soobin y Beomgyu nacieron después de que su abuelo menor materno falleciera, por lo que no llegaron a conocerlo del todo. Aún así, por todas las cosas que Hyunjin y su madre les contaron, sabían que fue una muy buena persona.

— Papá, te traje algunas cosas, ¿deseas verlas? —comentó la fémina con intención de distraer a su padre, y de paso, eliminar el tenso ambiente que se creó tras nombrar a Minho.

El pecho de su única hija dolía al ver todo lo que su padre pasaba al recordar lo que sucedió con la persona que más amaba, ella tan solo deseaba que vuelva a ser tan feliz como cuando él aún estaba ahí, con ellos. El mundo fue tan cruel al llevárselo, incluso a ella le dolía, no solo porque su padre sufría por la soledad, sino también porque ella extrañaba la otra presencia adulta que solía haber en su hogar.

Ahí estaban ellos, esperando la llegada del nuevo miembro de su familia. Después de tanta espera, por fin estaría con ellos la niña a la cual podrían llamar como su hija.

Ambos tenían una personalidad algo tranquila, pero aún así, estaban nerviosos. Su tristeza al descubrir que, aunque pudieran adoptar a un niño, solo uno de ellos podría ser el padre legal de él, fue olvidada al ver salir a una niña de tres años junto a la trabajadora social por la puerta.

Después de haber sido aceptados, tuvieron que esperar más de cinco años para poder estar en aquel momento, lucharon mucho pero por fin lo habían logrado.

Se tomaron fuertemente de las manos, brindando así apoyo entre ellos sin necesidad de decir una sola palabra. ¿Quién diría que su relación iba a llegar tan lejos?

La relación de ellos se basaba en muchas cosas, en el amor, en la comunicación, en la comprensión, en el respeto, en el tiempo y la paciencia, es que, si pudieron esperar más de dos años para empezar su relación, y alrededor de unos seis años para poder tener un hijo, podrían esperarse toda la vida.

Aquí está Jiwoo habló la mujer cuando al fin estuvo junto a la pareja—. Di hola, cariño.

La menor sonrió, y sin decir nada, se soltó del agarre de la fémina mayor para dirigirse corriendo a las dos personas frente a ella.

Jiwoo los conocía, ellos habían estado yendo durante los últimos dos años a hacerle compañía, a darle regalos y mucho cariño. Cuando le dijeron que ellos iban a ser sus nuevos padres, no pudo estar más feliz, pues a pesar de ser muy pequeña, sabía que era una niña a la cual sus padres no habían querido tener y que por eso terminó ahí. Entonces, cuando los veía, no podía dejar de sonreír, ellos la querían mucho y ella a ellos, no importaba otra cosa.

Ha estado muy activa e inquieta desde que le dijimos que vendrían a recogerla dijo la mujer.

Nosotros también hemos estado muy emocionados, no hemos podido dormir bien al saber que al fin podríamos tenerla con nosotros confesó Lee mientras veía como su pareja se soltaba de su agarre para poder cargar a la niña.

Es bueno saber que compartieron la alegría la mujer mayor sonrió—. En fin, quería darle a conocer que durante los últimos doce meses los estaremos supervisando y visitando constantemente para saber cómo está la menor, después de eso, las visitas irán bajando hasta que llegue a ser mayor de edad. Pero recuerde, aunque ya no vayamos a verlos, seguiremos pendientes de ella, si llegan a hacer algo que la dañe, tomaremos medidas y se la quitaremos.

Minho vio de reojo a su pareja, la niña se encontraba abrazando el cuello de éste mientras recostaba su pequeña cabeza en el hombro del mismo. Hwang se veía feliz al tenerla.

Volvió a dirigir su mirada a la mujer.

No se preocupe, no haremos algo que llegue a hacer que nos la quiten, no después de que nos costó mucho el lograr tenerla con nosotros.

El tiempo había pasado, Hyunjin se encontraba en un sillón al lado de una ventana mientras leía un libro. Por su parte, su nieto menor se encontraba haciendo su tarea en el comedor, cerca de donde se ubicaba su abuelo, y el mayor estaba junto a él viendo su teléfono.

Cuatro meses habían pasado desde que su madre les había dejado con el mayor después de que se fue, no se volvió a tocar el tema de Minho, ni por sus nietos, ni por Hyunjin. Y lo agradecían, pues ellos no sabrían cómo actuar si eso pasaba.

Según lo que les había dicho su madre, cuando sus abuelos tenían cincuenta y cuarenta y ocho años, respectivamente, su abuelo Minho se enfermó.

Un día de la nada se desmayó y cuando lo llevaron al hospital terminaron descubriendo que tenía cáncer, el cual, lamentablemente estaba algo avanzado. Aquello fue un duro golpe, tanto para Jiwoo como para Hyunjin.

El tono de voz que siempre usaba al momento de contarles aquello era bajo, opaco y triste. Ella tan solo tenía quince cuando se enteró de aquello, y cuando tenía veintidós, justo antes de su cumpleaños número veintitrés, recibió la desgarradora noticia de que su padre menor había fallecido.

— Lily tardará en venir, dice que ha tenido un problema con su movilidad —habló Beomgyu sacando de sus pensamientos a su hermano.

— ¿Ah? ¿Entonces tendremos que esperar para comer? —preguntó el menor al saber que la chica que se encargaba de cuidar de ellos y de su abuelo iba a retrasarse.

— Si quieres comer podemos pedir comida a domicilio —comentó el mayor—, podemos pedirle dinero al abuelo.

Soobin negó.

— No hay que molestarlo.

— ¿Entonces? ¿Qué alternativa tienes?

— Mejor hay que esperar —Gyu bufó.

— Iré a ver al abuelo, ya vuelvo —dijo el menor antes de levantarse de la mesa y dirigirse a la sala.

Se acercó por atrás de manera lenta e intentando hacer el menor ruido posible. Al estar lo suficientemente cerca, pudo observar como el libro que tenía entre sus manos su abuelo era un álbum de fotos. Imágenes de él junto a otra persona —que identificó como Minho— se observaban. Al pasar a otras páginas, fotografías de ellos con otras personas aparecieron, como de éstas solas.

Reconoció a su madre, de ahí a su padre. Unas imágenes de sus abuelos junto a sus padres en la boda de éstos últimos, también unas cuantas más antiguas de cuatro chicos que, según lo que su madre contaba, era el grupo de amigos de sus abuelos. Entonces llego a una que le llamó la atención, al parecer fue tomada en un cuarto de hospital.

El mayor se encontraba sentado en una silla cerca de una cama del lugar, estaba tomando la mano de la persona echada en ella. Supo con rapidez que esa era una de las fotos que su madre tomó cuando Lee estaba en sus últimos momentos de vida.

— Él era muy fuerte, incluso más que yo, a pesar de estar a punto de morir, no dejaba de regañarme por descuidar mi salud al ir a verlo.

Soobin se exaltó cuando escuchó a su abuelo hablar de repente.

— Y-Yo... lo siento por estar espiando a escondidas —se disculpó, esperando que su abuelo se enoje con él por ser tan maleducado, pero el mayor simplemente sonrió.

— No te preocupes, mejor ven, voy a contarte algo.

Las lágrimas del mayor no paraban de aparecer. Miró con pena la fotografía frente a él, la persona que más amaba ya no estaba ahí, ahora lo único que estaba era su foto en aquel marco. Muchas flores se encontraban detrás de ella, y a pesar de que aquella sala estaba llena, se sentía solo.

Lo siento mucho, Jin, sé cuán duro es para ti.

Giró su mirada a un costado y pudo ver a un viejo amigo, Seungmin vestía un traje negro, y a pesar de tener cincuenta y seis años, aún se veía muy joven.

Minho me dijo que te diera esto, no éramos los mejores amigos, pero me lo confío dijo para después sacar una carta de uno de los bolsillos de su pantalón.

Hwang la vio por un momento, con mucho miedo de recogerla.

Vamos, no dudes habló Kim antes de obligar a Hyunjin a tomar el objeto—. Me dijo que la leyeras cuando estés en casa.

Y diciendo eso, se marchó de su lado, dirigiéndose a una de las mesas del lugar.

Observó la carta que estaba en sus manos y soltó una risilla al ver las palabras: «Carta para Jinnie, ¡y cuidado con corregirme! mira que lo he hecho con mucho cariño.»

Lo estaba regañando incluso tras fallecer, a pesar de aún estar triste, una pequeña sonrisa apareció en su rostro ante el último regalo que le dejó su pareja.

— ¿El abuelo Lee tenía mala ortografía? —preguntó el menor tras oír lo que su abuelo le había contado.

— Para nada, tras haberlo corregido muchos años tuvo una buena.

— ¿Entonces?

— Me gustaba molestarlo, a veces tenía muy pequeños errores que utilizaba para corregir.

— ¡Eres justo como Beomgyu! —chilló divertido el menor.

— ¿Yo qué? —apareció el nombrado.

Hyunjin miró con una sonrisa como sus nietos empezaban a tener una pequeña discusión, aunque claramente no era algo grave, sonrió en grande al ver cómo de la nada, Beomgyu empezó a castigar a Soobin dándole cosquillas.

Le gustaría que Minho hubiera podido conocerlos, seguir ahí para disfrutar aquellos momentos juntos.

Sacó la carta de su bolsillo, estaba solo en su hogar, su hija se estaba encargando del resto de cosas del funeral, así que pudo regresar a casa sin tener que preocuparse mucho.

Se sacó los zapatos y los dejó a un lado de la entrada, ahora, tan solo utilizando sus medias, se dirigía a su sala.

Todo estaba tan sombrío, ahora se sentía más solo. Era una persona adulta, tenía cincuenta y ocho años, pero tenía ganas de echarse a llorar como un bebé.

Se sentó en un sillón que se encontraba junto a una de las ventanas del lugar, miró la carta que Seungmin le había entregado y suspiró con cansancio antes de abrirla.

Sus ojos se cristalizaron y sintió su corazón partirse al leer las primeras líneas de aquel escrito. ¿Acaso Minho no pensó en lo doloroso que sería para él?

"En las noches lluviosas y en los días solitarios, siempre has estado conmigo. Has sido, y seguirás siendo, la única persona con la que he compartido mi vida de una manera dulce. ¿Lo sabes, no?" leyó en voz alta, ¿aquello era una disculpa?

"Si estás leyendo esto, significa que ya no estoy más contigo, lo siento mucho por eso." la idea de que Minho se había encontrado sonriendo cuando escribía los párrafos de esté texto, le daban ganas de volver a verlo, no bastaba con solo tenerlo en sus recuerdos.

"Me gustaría seguir tomando tu mano para caminar juntos, pero no es posible, sé que estás molesto, sé que estás triste..." arrugó la hoja de papel entre sus manos, sus lágrimas no podían dejar de caer por sus mejillas.

"Desde que te conocí, has estado haciendo de mis días algo colorido. Cuando te vi siendo molestado, sentí una fuerte necesidad de protegerte, que conveniente. Nunca pensé que luego tendría que hacerlo por el resto de nuestras vidas, pero no me quejo, verte siempre antes de dormir y al despertar era una de mis cosas favoritas. No importaba cuántos años pasarán, lo amaba.

Ahora que no te estoy viendo, y tristemente nunca más lo haga, quiero confesar algo; siempre te encontraba porque no me cansaba de buscarte, aun más si significaba que no volvería a verte si no lo hacía.

¿Alguno de nuestros amigos te lo dijo? falté a clases durante una semana para poder encontrarte, sé que fue algo muy irresponsable, ¡pero vamos, fue también tu culpa!

Pero como siempre, no me arrepentiré, cuando pudimos encontrarnos, te comenté mis sentimientos antes de que sea muy tarde. Tuve que esperar unos años, pero me alegraba saber que ya no tenía que ocultar mis sentimientos, que podría decir te amo sin miedo a ser rechazado.

Otra cosa que quiero decirte es que, tus padres siguen sin agradarme, bien, no perdonaré el hecho de que te hayan golpeado y casi mandado a otra ciudad solo porque descubrieron que salíamos. Y como de costumbre, ¡no te defendiste! Si siempre eras así, ¿cómo crees que no quería cuidarte?"

Pequeñas gotas empezaron a caer sobre la hoja de papel, al leer la carta sentía como si Minho estuviera ahí, junto a él, diciéndole todo lo que estaba escrito.

"Incluso en los días más cansados, y en las noches más ocupadas, siempre tenías tiempo para mí y Jiwoo, podía confiar en ti porque te amaba ciegamente y estoy seguro que tú también lo hacías. Cada paso que dábamos era como bailar, se sentía tan bien, pero como no éramos expertos en esto, a veces nos equivocábamos y ahí era en donde venían las peleas. Lo bueno era que nuestra comunicación era muy buena y podíamos solucionarlo con mucha facilidad.

Con lo dicho anteriormente, puedo asegurar que no podrás superar esto. Cuando Jeongin falleció, me afectó demasiado, y si él siendo mi mejor amigo, una persona que apreciaba y quería mucho, me dolía terriblemente; supongo que yo, siendo alguien que amas, te dolerá más.

Y me disculpo, yo quería cuidar de ti, protegerte y hacerte feliz, pero ahora lo único que estoy haciendo es lastimarte. Sé que será difícil, pero quiero que superes esto, quiero que sigas acompañando a nuestra hija. Aunque yo no pueda verla seguir creciendo y tener a su propia familia, espero que tú sí, para que me lo cuentes cuando nos volvamos a ver, lo cual espero que no sea pronto.

Quiero que hagas eso, y confío en que lo harás."

Antes de poder terminar de leer todo, hizo una bola la hoja de papel y la apretó con todas sus fuerzas. No quería saber más.

Se levantó del sillón y se acercó al tacho de basura, sin pensarlo, la tiro en el.

¿Cómo se atrevía a hacerle eso?

Otra vez se encontraba solo, sus nietos estaban en la escuela y la que se encargaba de él salió a hacer las compras, ahora el ambiente era frío y su pecho dolía.

Los recuerdos de su vida junto a sus seres queridos aparecían en su mente, los momentos felices que pasó con su menor, las pequeñas peleas, los momentos difíciles, los vergonzosos, los divertidos, todos aquellos que vivió con Minho y su hija volvían a él, veía pasar su vida frente a sus ojos.

Sentía que, si Minho lo veía en ese estado, lo volvería a regañar por ser más llorón.

Suspiró con pesadez, dio lo mejor de él desde que conoció a Lee, todo porque éste último prometió que siempre estarían juntos.

Quiero apoyarme en ti y tenerte...

El brillo en sus grandes ojos que siempre caracterizaba a su pareja aún estaban ahí, su cabello tenía una que otra cana pero estaba bien peinado y todavía se mantenía la sonrisa de su menor que siempre había amado.

Incluso aunque sea un sueño inmaduro...

Tenía muchas cosas que contarle a su menor si en algún momento se volvían a encontrar.

Creo que un amor como esté, se haga real...

No sabía si debía agradecer al destino, a algún Dios, o al universo en sí, por conocer a una persona tan especial como Minho y permitirle tener una vida, que aunque no fue perfecta, fue hermosa.

Confío en él...

Ahora, era momento de irse, y aunque no sabía si había una próxima vida, deseaba poder compartirla otra vez con su único amor.

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