2. Only love can hurt like this
“I will wait for you in my next life, Kim Taehyung”.
El trago pasó por su garganta, ardiendo y quemando. Kim Taehyung se encontraba abatido y desconsolado en medio de la sala de su casa, con botellas de ron esparcidas por todos lados y droga en su sistema axfisiandolo. Las lágrimas fluían a través de su rostro. Otra vez estaba recordando a su madre y el maltrato de su progenitor.
Tiró con fuerza una botella vacía y esta estalló contra la pared, esparciendo vidrios por el lugar y provocando que su mano se cortara y la sangre se resbalara por todo su brazo.
Su vida era una verdadera mierda y cada noche se hundía más en su miseria. Desde pequeño siempre sufrió. Desde que tenía memoria, nunca tuvo una infancia sencilla. Mientras los demás estudiaban y se divertían, él trabajaba. Y cada anochecer al llegar a su casa, el maltrato por parte del hombre que alguna vez llamó padre, lo recibía con crueldad. Los golpes no dolían tanto como ver a su madre siento insultada y humillada repetidas veces. Por otra parte, su hermano menor fue otra pesadilla, él se encargaba de hacer enojar al mayor Kim y que luego se desquitaran con él por sus travesuras. Las marcas en su espalda eran testigo del incesante dolor que lo consumía siempre.
Después de la muerte de su madre, todo cambió. Pero porque Taehyung así lo decidió y huyó. Se fue lejos del maltrato de esa escoria que se hacía llamar ser humano. No obstante, las cicatrices quedaron grabadas en su corazón de por vida. Provocando que al final, Taehyung se fuera cerrando y pudriendo de a poco. Con las lágrimas escurriendo, sollozó exhausto. No quería seguir intentandolo, estaba harto de tener que levantarse y fingir que nada estaba mal. Suspirando y con el sentido algo desorientado, se levantó con dificultad y salió de su casa hacía la playa.
Era de madrugada. Las calles nuevamente estaban solas. No había nadie más que él y su sufrimiento.
Caminó y caminó, hasta que sintió la arena colarse entre su pies. La noche era hermosa, y las estrellas brillaban en el cielo de una manera sublime e increíble. Llorando miró hacía el mar, el cual era infinito y curioso. Taehyung a veces se preguntaba qué había después de la muerte. ¿Realmente se acababa el dolor? ¿O simple ya no sentías nada?
El mundo y las acciones de las personas era incierto. Tantas dudas pero ninguna tenía una solución clara. Solo Dios, cuando creía en él, sabía cuánto le rogó para que el dolor constante acabara de una vez por todas. O que al menos, existiera una forma de dejar de sentir. Un botón de apagado para las emociones. ¡Lo que fuera! Pero nada de ello nunca llegó. Ni siquiera su madre regresó.
Gimoteando de tristeza devastadora, cogió su pecho entre sus manos y emprendió camino, ordenando a sus piernas dirigirse hasta la orilla del mar. En su mente se recrearon imágenes de su bella madre, con su sin igual sonrisa. Taehyung tan solo le pedía perdón por lo que estaba a punto de hacer. La amaba tanto que solo quería volver a sentir sus fuertes brazos resguardandolo de los duros golpes y el indescriptible dolor.
En unos segundos ya se encontraba con el cuerpo humedecido hasta la mitad por el agua fría de la noche. Siguió sin detenerse, hasta que el mar lo cubrió de pies a cabeza. Sus ojos aguados no le permitían ver, pero trató de tranquilizarse mientras el agua entraba a sus fosas nasales quemandole. La tortura era horrible, pero al menos sabía que después de eso todo acabaría. Por fin la paz llegaría.
Hasta que una serie de recuerdos empezaron a reproducirse en su mente. Desde que nació hasta el presente. Donde su madre lo ayudaba a levantarse, hasta una sonrisa socarrona y ladina que le dedicaba un hombre en particular. Los sentimientos que vivió y experimentó en esos momentos precisos a lo largo del tiempo, lo azotaron de repente. Mostrándole que si hubo cosas buenas y aún las había. Entonces reaccionó. Él no quería morir. El quería vivir, pero de una manera diferente, alejado del dolor.
Empezó a tragar más agua y movió la manos con agresividad tratando de subir a la superficie. Pero parecía casi imposible. Las sustancias psicoactivas que había ingerido hace minutos su cuerpo no lo dejaban valerse por sí mismo. Entonces llegó el instante donde los arrepentimientos lo inundaron, logrando que se lamentara y afligiera de su decisión. Estaba muriendo. El agua había entrado en él y poco a poco la conciencia se le iba yendo, provocando que fuera cerrando los ojos.
En los últimos momentos antes de morir, se preguntó en medio de un susurro que no dejó sus labios:
“¿Es el fin de todo?”.
Jeon Jungkook se metió de un salto al mar cuando el moreno ya no respiraba. Y lo abrazó tirando de él, para sacarlo a tierra. Cuando lo obtuvo, se dedicó a reanimarlo. Dándole golpes a su pecho y empleando boca a boca para que botara el agua de su interior. La desesperación nublaba los sentidos del resucitador.
—¡Diablos, no! No me puedes estar haciendo esto Kim Taehyung. ¡Debes vivir! Por ti, por nosotros, por lo que sentimos. No me dejes, te lo ruego. Eres lo mejor que me ha pasado.
Con lágrimas inundando sus ojos, el de iris mieles como el atardecer siguió golpeando el pecho del contrario. Hasta que un milagro sucedió y Taehyung regresó a la vida, escupiendo el agua que había ingerido. El alma le regresó al cuerpo a Jungkook, cuando sintió que la respiración del moreno retomaba su curso.
El pelinegro lo asaltó y lo abrazó llorando.
—Creí que te había perdido —expresó muerto de temor.
Taehyung también lloró, soltando las rebeldes lágrimas y envolvió sus brazos alrededor del hombre que había conocido hace meses y que se había vuelto parte de su vida.
—Lo lamento tanto. Nunca me vas a perder —prometió.
—Ni tú a mí.
El cielo truenó enojado, porque uno de los dos estaba mintiendo. Al final esa promesa pactada por amor, se rompería muy pronto. Y ninguno estaría listo para las graves consecuencias que conllevaba amarse.
El bar estaba de celebración como cada noche. Taehyung ya había cantado y estaba preparando sus cosas para irse más temprano de lo que acostumbraba. Su novio iría a recogerlo para ver una película. Habían planeado esa salida hace semanas pero no habían podido concluir en nada por el trabajo de cada uno. Sin embargo, comenzaba a preocuparse. Jungkook nunca había sido muy claro con lo que hacía para ganar dinero, y eso solo lo angustiaba más. Las mentiras nunca terminaban en nada bueno.
Se despidió de Axel, el nuevo barista del lugar. Sebastian había renunciado hace un mes. Parecía que el hombre que odió por tantos años por fin estaba pagando sus cuentas pendientes y tuvo que huir junto a su hijo, para evitar que lo mataran. Lo último que supo de ellos, es que estaban pasándola mal en un barco pescadero. Suspiró abrigandose con su bufanda roja y sonrió sereno. Ya no les guardaba rencor, comprendió que el único que sufría reteniendo odio en su corazón, era él y no ellos.
Salió del bar y aguardó al lado la puerta. Jungkook le había avisado a través de un mensaje que ya había llegado y lo estaba esperando. Así que lo vislumbró a una calle de distancia y le obsequió una sonrisa enamorada, la cual le fue devuelta con astucia.
Sin embargo, de la nada un dolor consumió su corazón avisándole de algo cruel que se avecinaba. Un tipo de presentimiento funesto. Taehyung soltó una lágrima sin entender realmente qué sucedía. Hasta que la sonrisa que cubría el rostro de Jungkook se desvaneció y cambió por una de tristeza y culpabilidad.
El sonido de un tiro en medio de la noche acabó con la calma del ambiente. Lo siguiente que supo fue que Jungkook cayó desplomado al suelo con una gran herida de bala atravesando su cuerpo y un escandaloso charco de sangre cubriendo el pavimento de la calle.
—¡No! —gritó Taehyung desgarrando sus cuerdas vocales y corriendo hacia él con gran ímpetu.
Taehyung no lo podía creer. ¡El amor de su vida, no! No podía estar sucediendo esto. Quería pensar que era una pesadilla horrible de la que en cualquier momento despertaría, mientras acortaba la distancia que los separaba y llegaba a su lado, tirándose al suelo y cogiéndolo entre su manos.
—Jungkook, mírame. No te mueras, por favor —pidió angustiado. Las lágrimas surcando todo su rostro. Su labio temblaba por verlo así. Lleno de sangre e incapaz de mantener la respiración estable.
—Taehyung —lo llamó en un suspiro débil—. Perdóname —sollozó—, fuí un idiota por aparecer en tu vida y arrastrarte a todo esto. Desde un principio supe que mentirte solo sería un grave error. Siempre he estado lleno de mierda y tú eras como al arcoíris que llenaba de colores mi vida en agonía.
El moreno lloró con gran lamento. Su novio se desangraba entre sus manos.
Axel salió del bar después de escuchar un arma siendo disparada. Taehyung lo vió y gritó con su voz desalmada y ahogada en llanto.
—¡Llama a una ambulancia!
El aludido asintió y corrió de vuelta a la taberna.
Taehyung tocó la mejilla de su amor gimiendo de dolor e impotencia por no poder hacer más que esperar a que Axel hiciera lo que le pidió.
—Shh —lo silenció—. No digas eso, no vas a morir. Irás a un hospital y te salvarán —trató de convencerlo a él y a sí mismo.
Jungkook negó.
—Sabes que no me queda mucho tiempo. —Taehyung quería contradecirlo, pero el pelinegro no se lo permitió y prosiguió hablando—. Necesito que me prometas que serás feliz. Que conocerás a otra persona y vivirás de la forma que tú quieras. Sin ningún tipo de restricciones.
Taehyung se rehusó repetidas veces con su cabeza.
—No. No me pidas eso, Jungkook. Yo te amo.
El mencionado soltó una lágrima por no poder evitar que el amor de su vida sufriera con su partida.
—Yo también te amo. Y te juro que nos volveremos a encontrar. No es un hasta nunca, sino un hasta pronto, Taehyung. Yo te esperaré en nuestra próxima vida y te encontraré.
Taehyung lagrimió con el corazón partiéndose en dos. Y se acercó, besando por última vez los labios del contrario. Esos que tanto amaba y extrañaría con todo su ser y alma. Porque Kim Taehyung le pertenecía a Jeon Jungkook en todos lo sentidos existentes y nadie podría borrar eso nunca.
Fueron tan solo en unos segundos en lo que sus ojos color miel perdieron su brillo por siempre. Su alma gemela había muerto y Taehyung supo que parte de él, también se había ido ese día de Septiembre. La noche terminó con el grito desgarrador de un hombre devastado, lamentando y anhelando otra realidad, con las sirenas de la ambulancia acercándose a toda prisa de fondo. No obstante, ya era demasiado tarde.
El corazón de Jeon Jungkook había dejado de latir.
Solo el amor puede doler así.
Gracias por darle una oportunidad a la historia♡
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