Capítulo 20


Capítulo 20

______

Salí de la clínica hace cada oficina principal de las empresas familiares. Me vi obligada a pedir unos préstamos considerables para las diez empresas que tengo. Leonardo había dañado todo por lo que yo he luchado. Todos los empleados de las empresas me saludaron con mucha euforia, se disculparon por dejar a Leonardo entrar en las empresas y meter sus estúpidas manos.

Después de más o menos unas horas en la empresa, volví a la casa. Sebastian quedó en el hospital junto a Annie. No puedo decirle que no entre porque también es su hija, aunque no se lo merezca.

Entré a la casa, vi al padre de Franz en el sofá sentado con una taza de café.

- Señor Robert - el señor Grey se levantó y me saludó con un beso en la mejilla

- ¿Cómo están? – bajé la cabeza.

- Siguen igual señor Grey, ambos. Lo siento demasiado.

- Tranquila hija, no tienes la culpa de nada aquí.

- ¿Cómo está la señora Diane? – el sonrió.

- Ha mejorado y hemos recibido un llamado, posiblemente vaya a recibir su trasplante.

- Es una buena noticia señor Robert – me alegré. Pero mi sonrisa no llegó hasta mis ojos.

- Te sucede algo, sentémonos – nos sentamos en el sofá, le conté toda la situación con mi padre y lo que hizo me sorprendió, me dio un abrazo

- Todo va a estar bien hija – las lágrimas rodaron. Es demasiada presión.

Logré tranquilizarme un poco y subí a ver a Diane.

- Hola Señora Diane, ¿Cómo se siente hoy? – agarré el estetoscopio y revisé sus pulsaciones cardiacas, luego tomé la presión y luego habló.

- Hoy hablé con Franz – sonreí, desde que Franz ha estado en coma, ella ha tenido episodios de lucidez y eso no mejora su estado.

- ¿si? ¿Qué le ha dicho? ¿han hablado de mí? – lo mínimo que puedo hacer el seguirle el cuento, la última vez que le dije que era imposible, no reaccionó muy bien y tuvimos que llevarla a cuidados intensivos.

- Que estás hermosa – sonreí – y que Annie ha estado jugando con él. Se sienten cansados, ambos. Pero tienen un motivo para luchar. – asentí. – y Annie dice que Sebastian es un buen amigo. – abrí mis ojos, Diane no conoce a Sebastian. Ni siquiera nos había escuchado a Franz y a mi hablar de él. - ¿Quién es él? – mierda.

- No sé preocupe señora Diane, no es nadie importante, es un amigo cercano a Franz y a mí. – me levanté y Diane agarró mi muñeca.

- Si muero, quiero que mi corazón lo dones a mi hijo. – sus ojos estaban llenos de lágrimas y yo estaba a punto de llorar igual.

- Lo haré – le di un beso en su frente y fui al cuarto mío y de Franz.

Me senté en el borde de la cama. Los extraño tanto. Ellos ponían color a mi vida y ya no están aquí.

Fui hasta el escritorio y comencé a organizar unos papeles de las empresas. Reorganicé los precios y todo lo posible para tener un ingreso.

En ese momento mi celular vibró en mi bolsillo. Lo agarré, contesté y la voz enojada de Leonardo sonó al otro lado de la línea.

- ¡eres una puta!

- Estás borracho – dije con frialdad

- No lo estoy, tu siempre eres la mejor en todas las mierdas que haces, haces lo que se te venga en gana y no te afecta todo el daño que pueda hacerte yo o mi padreo lo que sea.

- ¿Dónde estás?

- ¿para qué quieres saber? ¿para burlarte de mí estado deplorable?

- ¡qué hables idiota de mierda! Dime donde carajos estas

- No te lo diré.

- Muy bien. – colgué y enseguida activé el rastreador satelital que mi padre nos había obligado a llevar en nuestros dispositivos.

Leonardo estaba en un bar de mala muerte de la ciudad.

Bajé corriendo las escaleras y Robert me miró preocupado.

- No es nada grave Robert, es mi hermano, está ebrio y no sé qué pueda hacer. – el asintió brevemente y yo agarré el auto.

Fue una hora de trayecto más o menos. Conduje despacio por la zona rosa, si se puede llamar de esta manera. Vi una mujer algo desproporcionada junto a mi hermano. Por la pinta creo que es una prostituta.

- Eres la única que me ama. – dijo mi hermano acercando a la zorra.- todos aman a mi hermana y es una maldita zorra que hace lo que se le viene en gana. - alcancé a ver una botella de vodka en su mano, la puso en sus labios algo fuerte y bebió, mientras un hilillo rojo de sangre resbalaba por sus labios. Bajé del auto y me acerqué a ellos.

- Nos vamos Leonardo, no voy a aceptar un no por respuesta.

- ¿y esa quién es? – maldita desproporcionada.- estas algo desaliñada.

- Desaliñada pero bien proporcionada zorra de mierda, nos vamos Leonardo ¡ahora! – grité. El sonrió y siguió bebiendo.

- Respóndeme – rodé los ojos y respondí algo tajante

- Soy la maldita hermana de mierda, ¿Cuántas botellas se ha tomado?

- Con esta... quince. – mierda.

- ¿e-él se tomó las pastas antes de venir? – Leonardo se tornó pálido.

- ¿Qué pastas hermanita? – exclamó Leonardo confundido.

- ¡maldito imbécil! Tu metabolismo no tolera muy bien el alcohol. Te puede dar una...- Leonardo se desplomó a la mujer asustada salió corriendo. Logré alzarlo y lo metí en el auto, le aseguré el cinturón de seguridad.

Arranqué, iba demasiado rápido, han pasado cinco minutos de trayecto para llegar al hospital más cercano. Pero escuché un gran estruendo y lo último que vi y sentí fue unos arbustos y el viento chocando contra mi cara.

Chan chan chan .

un tris de dramilla.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top

Tags: