Capítulo 16


Capítulo 16

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Me levanté de la cama para ir a clase. Franz se había adelantado y fue a preparar el desayuno.

Entré a la ducha, salí, me coloqué el uniforme de la facultad y fui a la cocina.

- ¡papi! ¡papi! – Annie estaba jugando con Franz y el desayuno. - ¿quieres a mami?

- No – la cara que puso Annie rompió mi corazón. – yo amo a mami. – su cara mostraba la confusión más adorable que he visto en toda mi vida. – es mucho más que querella.

- ¿mami? – me acerqué y le di un beso leve a Franz en los labios- ¿amas a Annie? – mi corazón se derrite, los ojos de Annie estaban tan abiertos que posiblemente se le saldrían de las orbitas. Sonreí, y abracé a Annie.

- Claro que sí, mamá ama mucho a Annie – Franz sonrió y nos dio un beso a ambas en la frente. – mamá y papá deben ir a la universidad, estaremos cuanto antes para comer helado.

- ¡si! – abrazamos a Annie y nos despedimos de la señora Diane y del señor Robert. Caminamos hasta nuestro auto y nos dispusimos a ir a la universidad.

Sebastian.

- ¡¿va a renunciar?! – es como la septuagésima vez que lo digo.

- Sí señor, son problemas personales que prefiero no divulgar.

- Entiendo, está bien, fue un gusto haberlo tenido en esta universidad. – me extendió la mano y como gesto de despedida la tomé.

Salí de la oficina del director y fui hacia el apartamento que había estado deshabitado desde hace dos años.

Nunca creí que ______ pudiese haber quedado embarazada. Nunca me hice las dimensiones de ello.

Cuando llegué encontré mucha correspondencia, la mayoría era de Leonardo para _______.

Subí hasta la última planta y todo estaba como el día en que ______ se fue de aquí. El polvo cubría todo, el olor de la comida descompuesta llenaba el apartamento. Me tomará demasiado tiempo limpiar esto. O mejor llamó un servicio de limpieza, no es nada divertido limpiar si no está ______.

Ahora que lo pienso, ella le ponía color a mi existencia, siempre nos reíamos y jugábamos, sabía que ella estaba ahí para mí y me hacia sonreír, la lastimé demasiado. Ahora ella está con alguien que la ama y la valora. No sé por qué me molesta tanto que Franz haya logrado lo que no pude yo, hacerla feliz. Valorar lo hermosa, inteligente, graciosa, tierna, adorable, y tan ella. Me siento como la basura que soy, ¡mierda! Después de dos años me doy cuenta de lo imbécil que fui con ella. Ella me entregó aunque fue por poco tiempo un pedazo de su corazón y no supe apreciarlo. Y llegó el imbécil de Franz y supo apreciar lo que yo no.

Dos horas más tarde, después de que el servicio de limpieza terminase, fui a la universidad de _______.

Me encontraba en la puerta principal y no había nadie, hasta que escuché un barullo.

Entré y vi a ______ y a Franz siendo rodeados.

- ¡Felicidades! – ambos se miraban extrañados, al parecer no sabían por que los felicitaban.

- No puede ser que lo hayan olvidado – dijo una chica rubia. Ambos alzaron las cejas - ¡es su aniversario! Espero que Follen todo lo que resta del día. – ambos rieron y negaron con la cabeza.

- Hay algo muchísimo más importante que tener sexo Muriel.- todos entendieron al instante, excepto yo.

Me acerqué a la feliz pareja y al parecer todos se sorprendieron de que estuviese aquí.

- ¿Michaelis que haces aquí? – esta mujer cada vez se pone más hermosa.

- Quiero hablar contigo, solo contigo. – Franz asintió y le dio un beso suave. No lo soporto.

- Nos encontramos en el auto, no puedo faltar a la promesa de Annie. - ¿Qué promesa?

Caminamos hasta una fuente y nos sentamos.

- Habla

- Demasiada agresividad para mi gusto

- No pretendo gustarte, ahora que lo pienso...nunca te gusté. Así que al grano, le prometí a mi hija...

- Nuestra

- No te has ganado ese "nuestra" Michaelis. Le Prometí a MI hija que la llevaría a comer helado.

- ¿Cuándo hay que hacerle la transfusión? – alzó la vista para hacer memoria.

- Dentro de dos semanas. Dame tu teléfono y te avisaré. ¿eso es todo? – ella se levantó.

- Quiero ver a Annie, tengo derecho.- suspiró.

- Legalmente si, sin embargo, solo la podrás ver dos veces a la semana. ¿es suficiente?

- Por ahora si – su mirada era fría, me duele demasiado.

- ¿aún me quieres? – sus ojos se abrieron y enseguida soltó una carcajada.

- ¿Qué si aún te quiero? no me hagas reír Sebastian, ¿crees que por ser el padre de mi hija voy a olvidar lo que me hiciste? - ¿por qué me duele tanto? Claro, debería dejar de cuestionarme y responder...porque soy un imbécil. – si me disculpas, debo cumplir una promesa.

Se estaba alejando, lentamente la estaba perdiendo. Me levanté y la abracé, ella se tensó, demasiado.

- Suéltame

- No

- ¡quiero que me sueltes imbécil! – se escurrió entre mis brazos - ¿no lo entiendes? ¡me haces daño! ¡tú simple cercanía me hace daño! – corrió hasta lo que debería ser el parqueadero.

Creo que cuando la tuve no la supe valorar y ahora me doy cuenta de que en realidad la amo... y la dañé.


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