Capítulo 11


Capítulo 11

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Hoy terminamos el segundo examen, estoy agotada. Maldito Sebastian lo odio. Caminé junto a Franz hacia la clase de toxicología. No tengo ni idea de quien nos dará la clase. Espero que sea una persona excepcional.

- Llega tarde señor Grey, señorita Keelar, igual – Sebastian traía unas gafas puestas y estaba semi sentado en el escritorio.

- Lo sentimos señor Michaelis- se adelantó Franz. – pero ya sabe – sonrió y agarró mi mano- problemas maritales por resolver con sexo.

- Cállate Franz, disculpe señor Michaelis estábamos saliendo de un examen final, me vuelvo a excusar por las molestias. – Sebastian sonrió y nos hizo pasar.

- Mientras nuestra queridísima pareja – esto me lo reclamará hoy – hablaremos de los barbitúricos y su uso excesivo, lo que puede llegar a ocasionar.

Pasaron las horas y SSebasstian no me volvió a mirar ni una sola maldita vez. Tampoco me hice notar demasiado, a pesar de que sabía todas las malditas respuestas de lo que preguntaba.

Al terminar la clase, salí junto a Franz hasta la cafetería.

- ¡siento la maldita glucosa por el maldito suelo! – gritó mientras se sentaba en nuestro mismo puesto de siempre.

- ¿desde hace cuánto no comes? – pregunté mientras comía un poco de lasaña.

- Desde las dos de la mañana, me maté estudiando y no pude comer nada.

- Sabe que debe consumir algo después de estudiar doctor Grey. No haga que me preocupe y deba ir a rescatarlo como la dama que es.

- Si doctora Keelar, se me olvidaba que usted vela por mí bien. – reímos demasiado fuerte y seguimos comiendo.

- Quiero hablar contigo, ahora. – la mano de Sebastian se posó en mi hombro.

- ¿profesor Michaelis? Que gusto verlo nuevamente – me levanté y sonreí.

- Ahora – que exigente.

- Claro que si – sonreí nuevamente y Franz me lanzó un beso. Es tan dulce que me da diabetes.

Caminamos hasta el campus. Estaba haciendo demasiado viento, mi bata podría salir volando.

- ¿Qué estaba haciendo con Grey antes de entrar en mi clase? - ¡Dios! Aquí vamos de nuevo

- Estaba en un maldito examen final, es la maldita verdad Michaelis. No tengo necesidad de engañarte con nadie. – él se tensó, suspiré. – olvídalo. Tengo clase de anatomía II así que, supongo que te veré en casa. – caminé hacia el comedor donde estaba mi mochila.

Pero Sebastian agarró mi mano antes y me dio un suave beso en ella.

- Perdóname – la sonrisa de siempre se extendió en sus labios- nos veremos en casa preciosa.

Sonreí y fui al comedor.

- Y así es como el exceso de ácido actúa sobre la leche. Ya se imaginaran el PH tan bajo de su estómago. – por hoy hemos terminado, Señorita Keelar ¿podría quedarse por favor?- asentí y Franz salio.

Me senté en la primera silla frente al escritorio del profesor Taker.

- ¿para qué me necesitaba señor Taker? – el sonrió y negó con la cabeza.

- Llámame Under cuando estemos solos.- su sonrisa desapareció siendo reemplazada por un gesto de seriedad.- quisiera saber lo que sentiste cunado nos besamos para la propaganda. – mierda, tengo la sensación de que esto no va a terminar muy bien que digamos.

- Como usted mismo lo menciona profesor, fue una propaganda y le aseguro que lo tengo muchísimo más que claro que no sentí absolutamente nada...

- Que lastima – dijo con tristeza- creí que teníamos una conexión especial – se volvió hacia mí - yo si sentí algo por usted señorita Keelar, y no lo logró descifrar completamente, eso es lo malo para un científico enamorarse, siempre buscará la razón científica de las sensaciones y cambios abruptos en la forma de ver a aquella persona. – se estaba acercando peligrosamente, traté de alejarme un poco, pero me caí de la silla. – tu reacción me lo deja claro – sonrió tristemente – pero quiero que sepas, que tú no eres de Sebastian.- mierda, esto está cogiendo una tonalidad diferente

- Señor Taker, le pido que no meta a Sebastian en este asunto.

- Él es tan responsable como tú de que se hayan enamorado. – fue la primera vez que escuché como su to neutro y calmado de voz cambiaba.- cansa ver como un bastardo se queda con la chica que te ha gustado desde el día que entró a esta sucia universidad.

- D-disculpe señor Taker, pero no creo que sea bueno o como quiera llamarlo, seguir hablando de este tema. – agarré mi mochila y traté de levantarme, sin embargo, el profesor me estampó contra la pared.

- No quiero que te vayas y beses a otro hombre que no sea yo ________, por favor – doble mierda

- Suélteme señor Taker. No querrá hacerme enojar.

- Dudo que quiera hacerte enojar.

- Me temo que lo ha hecho. – Sebastian apareció en el salón – más bien, me hizo enojar a mi Profesor. – sus ojos estaban oscuros, demasiado.- por si ella no lo dejó claro, y lo dudo mucho, nosotros estamos juntos, así que...váyase al infierno – Sebastian me jaló del brazo y agarró mi maleta que estaba en el piso.

Caminaba demasiado rápido, a duras penas podía seguirle el paso.

- ¡ve más despacio! – exclamé jadeante.

- L-lo siento.

- Te recuerdo querido Sebastian, que mis piernas son muchísimo más cortas que las tuyas. Si corriendo se me dificulta un poco seguirte el paso, imagínate caminando.

- ¿Por qué estabas con Taker en ese salón? Te dije que no lo volvieras a ver.

- ¿Qué mierdas quieres que haga? Es mi maldito profesor de anatomía, le diré al rector de la universidad que "a mi novio no le agrada mi profesor de anatomía y por ende debe cambiarlo, ah se me olvidaba comentarle que él también es profesor de toxicología" no eres nada profesional Michaelis. Hoy fue un suceso que nunca deseé que pasara, ya sé que para la próxima procuraré no quedarme sola con Taker, Franz estará a mi lado.

Su gesto siempre imperturbable me asustaba.

- Está bien, pero trata de no estar demasiado tiempo con él.

- La mayoría de clase son suyas.

Sebastian

¿Por qué me importa tanto si un hombre se acerca a ella? Yo no siento absolutamente nada por ella más que...no siento nada, ni siquiera se podría categorizar como odio lo que siento por ella. Es precisamente lo que es, no siento absolutamente nada.

Solamente necesito romperle el corazón, como a todas, y seré libre de todo lo que me ata a ella.

Caminamos hasta el apartamento y ella se acostó a dormir. Yo me senté en el sofá y llamé al señor Keelar.

- Sebastian Hijo, ¿Cómo has estado? O más bien ¿ya hiciste renunciar a mi hija de la ridiculez de ser médica?

- Está en proceso señor Keelar, por ello no se preocupe. De todas maneras, terminé también de hacer el otro encargo por si este no se lleva a cabo. Las acciones de su empresa están muy bien posicionadas en las que tienen mejores ingresos de la bolsa. Y se mantendrá en esa posición mientras usted siga con vida. – se escuchó un profundo suspiro.

- A eso le temo querido amigo mío. No me queda mucho tiempo de vida. – se escuchó en el fondo unas voces femeninas. Supongo que serán las enfermeras que el señor Keelar contrató- como temía Sebastian, mi enfermedad ha avanzado. Me calculan más o menos unos tres años, sino son cuatro, de vida. No duraré mucho. Por eso necesito que _______ heredé la empresa y todas las acciones. El incompetente de su hermano las dejaría caer en un par de segundos. – soltó una carcajada, pero una tos carrasposa lo interrumpió – discúlpame. _______ siempre ha sido muy insubordinada con respecto a mis órdenes. Me recuerda a su madre – exclamó con voz quebrada- quizás cuando me muera pueda encontrarme con ella, aunque sé que me reclamará por lo que hago, siempre quiso que nuestra hija hiciera lo que se le viniera en gana con su futuro, no importaba si la perjudicaría o cosas así. Y así lo está haciendo. La extraño Sebastian, demasiado.

- Usted no extraña a su hija señor Keelar, usted extraña a Grace, _______ es la viva imagen de su madre, claro exceptuando por los ojos que son suyos.

- Te equivocas en eso Sebastian, es a mi pequeña a la que extraño. – la voz femenina se volvió a escuchar pero está vez si logré entender. "¿listo para su transfusión señor Keelar?" – debo colgar, dale un gran abrazo a mi hija de mi parte por favor –

- Si señor – dejé el teléfono en la mesa.

Me levanté del sofá y fui hasta la habitación. Allí estaba ella durmiendo como siempre. Parecía una poseída, la posición anómala en la que dormía era considerablemente adorable.

- S-Sebastian... - balbuceo ________. – tengo frio. – agarré la colcha y la cubrí. – no me refería a eso tonto. – se acurrucó

- Entonces ¿a qué te referías?

- Olvídalo – me acosté a su lado y la apegué a mí. No logro entender esto, y seguramente no lo entenderé.

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