Treinta y uno

Vacío. Eso es lo que sintieron ambos cuando se rindieron ante la cobardía de avanzar en busca de su felicidad. Alba solo pudo asentir con la cabeza mientras Paulo besaba su frente, y se desenredaba para ir a preparar el mate a la cocina. Ella juntó los restos de pizza y volvió a sentarse en la cornisa, esta vez con sus piernas colgando hacia el vacío, mientras observaba curiosa el balcón del décimo bajo sus pies.

Paulo salió a alcanzarle la campera, estaba refrescando levemente y ella solo vestía una remera sin mangas, y se paralizó al verla sentada de esa manera. Su lado protector quería abrazarla por la cintura y alejarla lentamente del vacío, y su lado enamorado no pudo más que sacar su teléfono y fotografiarla, en el preciso momento que Alba notó su presencia y lo observó con el teléfono en alto.

—Espero que no te moleste, es que te veías bien.

—Debo haber salido horrible, ni siquiera sonreí —comentó avergonzada.

—No... —Paulo revisó la toma, cubriéndose del sol—. Saliste muy bien, si no te molesta me gustaría conservarla.

—A ver... —Paulo le envió la foto por WhatsApp, y Alba la visualizó desde su teléfono—. Está buena, me gustaría ponerla de perfil en mi WhatsApp, pero tendría que dar muchas explicaciones, y en este momento no estoy para esas cosas.

—Soy tu amigo... ¿O qué? ¿No puedo sacarte una foto?

—Bueno... Conociéndolo —en referencia a Raúl—, no creo que le agrade que tengas una foto mía.

—Te traje la campera, no puedo verte así tan desnuda, te vas a enfermar. —Paulo le extendió la campera y Alba hizo caso—. Y no voy a tener una foto tuya, voy a tener dos.

Paulo sacó su teléfono del bolsillo y apuntó la cámara, Alba le siguió el juego, se puso de cuclillas y miró fijamente a la cámara. La toma salió más que perfecta.

—Sos muy fotogénica, Abi. Salió genial. Ahí te la mando.

—¡No es justo! ¡Yo también quiero una foto tuya!

Sin decir más, Alba sacó su celular mientras Paulo se excusaba para ir a sacar la pava de la hornalla, antes de que el agua hierva. Volvió con el mate a la terraza, fueron a la parte trasera por el estrecho corredor del costado, en donde estaba su pequeño rincón secreto, y trató de resistirse a la cámara de Alba, en vano.

—Abi... Yo no soy muy fotogénico.

—Ah, pero a tu novia que es fotógrafa sí la dejás que te saque fotos.

—Nunca posé para ella, la foto que me sacó fue de infraganti.

—¿Como ésta? —Paulo observó a Alba y al instante sonó su teléfono, le había sacado una foto.

—Sos terrible, eh... Y me gusta.

—¿Qué cosa? ¿Que sea terrible o la foto?

—Las dos cosas.

—Me debés una foto, pero ya me la voy a cobrar.

Permanecieron en la terraza hasta que el sol se ocultó pasadas las seis de la tarde, cuando el agua del mate ya se había agotado y el sol ya no calentaba el ambiente; juntaron todo y volvieron al departamento. Faltaba una hora para que Alba tuviera que abrir el local, y era la primera vez que Paulo la veía desanimada respecto a algo que ella amaba: cocinar.

—Abi... A pesar de todo... ¿Estás bien? Otras veces a esta hora te veía consultar el celular mil veces para que no se te haga tarde para abrir el local, y desde que me sacaste la foto no te vi tocar el teléfono. ¿Qué pasa?

—Es que... Necesito un cambio en mi vida, quiero dejar atrás muchas cosas, y entre todo lo que debería dejar para estar bien conmigo misma está el local.

—¿Ya no te apasiona cocinar?

—Ya no amo a Raúl. ¿Para qué mentirte? No quiero estar más con él, creo que no me merezco esto que me pasa. No soy la mejor mujer del mundo, pero...

Alba comenzó a llorar y Paulo hizo lo de siempre, se sentó a su lado en el sillón y la atrajo contra sí, mientras acariciaba el largo de su cabello.

—Tenés que dejarlo, Abi... Ese cerdo no merece tus lágrimas.

—No es tan fácil, no puedo dejar en la calle a los chicos... Y yo no tengo a donde ir. Dejé mi departamento por ir a vivir con él, tampoco tengo padres vivos ni hermanos... Tendría que empezar de cero, y no tengo plata suficiente para hacerlo.

—Puedo hablar con Rita, acá abajo en el décimo el departamento del contrafrente está desocupado y es de ella. No lo puede alquilar porque hay que hacerle muchos arreglos, y ella no tiene para costearlos. Yo puedo ayudarte a ponerlo en condiciones, quizás te lo alquile a mitad de precio.

—¡No! —Alba se soltó de su agarre, aterrada. —No quiero ponerte en peligro, no sé qué sería capaz de hacer Raúl. Él siempre me dijo que si alguna vez lo dejo, no me iba a dejar vivir en paz. Solo... Tengo que buscar la manera de independizarme sin involucrarte.

—Corazón, yo no le tengo miedo. Yo voy a cuidarte y a defenderte. No estás sola.

Alba se reincorporó al escuchar de sus labios ese corazón que había leído al mediodía, vio las facciones varoniles de Paulo y volvió a morderse el labio. Quería besarlo y no podía, porque si lo hacía, nunca más podría apartarlo de su vida. Necesitaba paciencia, en sus ojos podía leer que él aguardaría hasta que ella fuera libre.

Y eso haría, todavía no era el momento de probar sus carnosos labios. Ya habría tiempo para eso.

Imagino que más de uno está fangirleando con las fotos de Alba. Les cuento que, a diferencia de Paulo, que sus fotos son de Unsplash (y hasta creo que es el mismo fotógrafo de la cuenta de la imagen), Alba es Karen Mendez, como ya les dije anteriormente.

Se preguntarán quién es ella. Es una artista argentina, radicada en España, a la que admiro y sigo desde sus inicios haciendo covers en Youtube.

Hoy en día, Karen se hizo a pulmón su espacio en la industria musical, y ya tiene varias canciones de autoría propia. Ella es su propia discográfica, siempre de la mano de Juacko, de ahí su "Desde la casa, literal" del final de sus canciones. Así y todo, este 2020 va lanzar su primer álbum.

Les dejo mi canción preferida de las que son de su autoría, Interrogativa. Me la siguen en redes y en Spotify, por supuesto. La buscan en todos lados como Karen Mendez.

https://youtu.be/M_lP9fyAwJ4

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