Unknow|Roman Bürki

Mi enojo no podía ser lo que menos me preocupaba en este momento. Tras haber perdido el primer partido ante el Bayern Munchen, y luego, llegar a mi casa y encontrarme a mi novia con otro hombre, el enojo me comía por completo.

La velocidad de mi auto aumentaba al presionar el acelerador. Me detuve en un semáforo, pero proseguí al ver que solo me faltaban unos cinco segundos para seguir.

El auto de otra chica choco con él. En realidad, no recuerdo nada en ese momento. Solo sé que me desperté en un hospital y estaba mi madre y unos compañeros del Borussia.

-¿Te sientes bien? –Dice mi madre y asentí, aunque el dolor de cabeza que tenía era horrible-. Te pondrán un yeso en la pierna y en el brazo, al igual que te darán algunos medicamentos para los moretones.

-. –Asentí-. ¿Y la chica del accidente?

-Ha caído en coma –Mire impresionado a Durm-. Puedes ir a verla. Desde hace unas horas que no despierta.

Me levante de la cama para sentarme en la silla de ruedas, mientras Durm me conducía a la habitación. Mi madre estaba preocupada y eso no la ayudaba para nada con su enfermedad; desde que cumplí los 25 años, mi madre sufría de infartos cada vez que se estresaba.

-¿Es ella? –Debajo de los golpes, se veía una mujer hermosa, y no por su físico, si no que este demostraba su belleza interior-.

-Los policías indicaron que su padre la maltrata, y ayer cuando quiso irse, estaba apresurada ya que la seguía –Dice Marco-.

-¿Y ese degenerado ya está en la cárcel? –Asintió Marco-. Me quedaré aquí por un rato.

-Está bien ¿Quieres un poco de café? –Dice Durm y asentí-. Bien, ya volvemos.

Tome su mano. Fría, su respiración estaba calmada, pero a fondo de todo esto, quería conocerla, pero sería un largo proceso ya que no saben en qué momento podrá despertar.

¿Por qué un hombre maltrataría a una mujer como ella? Una enfermera entro en la habitación y seguí tocando su mano, su cabello estaba desorientado en la almohada y sus mejillas estaban pálidas.

-Su nombre es Anais… –Suspire al leer el informe medicado-

Golpes en los brazos, fractura en su brazo derecho, golpe de segundo grado en su espalda baja.

No podía ver el golpe en su espalda, así que decidí buscar a la misma enfermera que estaba encargada de ella, de Anais.

Un bonito nombre, por cierto.

-Buenas tardes… –Murmure y todas las enfermeras se acercaron-. ¡Usted!

La enfermera se volteo al escuchar mi exclamación.

-Dígame.

-Necesito que me ayude en algo –Asintió-. ¿Sabe la paciente del 394? Quería saber cuáles son sus probabilidades de que se despierte y si sabe quién le hizo daño.

-No tengo la menor idea de quien le ha hecho daño, y no puedo determinarle si se despertará o no –Baje la cabeza-. Pero puede averiguar en la comisaría central, posiblemente haya alguien que esté en busca del delincuente.

-. –Asentí-. Muchísimas gracias.

-¿Dónde estabas? –Dice Mario-.

-En cuanto salga de aquí, iremos a la comisaria.

-¿Qué vas a hacer? –Dice Dembelé mientras cerraba la puerta de la habitación que pertenecía a Anais-.

-Buscaré quien le hizo esto, y las pagará muy caro –Murmure y Reus se cruzó de brazos-.

-Ni la conoces, Roman –Manifestó Marc-.

-Pero quiero saber quién causo esto, Marc. Esa chica aunque haya hecho algo malo, no puede merecer este tipo de tratos.

Todos se encogieron de hombros y Durm me dirigió a mi habitación.

Pasaron los días, hoy al fin podría irme de aquí, aunque todavía tenía el yeso en la pierna.

No jugaría en unos cuantos partidos, eso me entristecía, pero tenía esos días para estar con Anais y averiguar el desgraciado.

-Ya podrás irte a casa y mamá te prepara un caldo de pollo –Asentí mientras me tomaba de las mejillas-.

-Buenos días –La voz de la persona de que me enamore equivocadamente está allí-.

-¿Qué haces aquí, Laura?

-Vine a visitarte –Susurro-.

-Sabes que desde que estabas con… ¡Ugg! No quiero ni mencionarlo –Murmure enojado-. ¿Quién te ha invitado? Eres una…

-Yo la invite –Murmuro mi madre-. Sé que la sigues amando.

-Yo no puedo amar a una persona que lo único que me ha dado es dolor y tristeza –Baje la cabeza mientras escuchaba el sollozo de Laura-. No actúes, Laura. Nunca me quisiste. Estuviste conmigo por fama…

Mi madre me saco del hospital para llevarme a la comisaria. Me llenaba de furia y dolor al ver a Laura. Nunca me quiso, nunca en su vida.

-¿Sabes que te estas metiendo en un problema por ello, no? –Dice mi madre-.

-Sí, pero quiero saber quién le ha hecho daño a Anais.

-. –Mi madre me miro y sonrió-. Cualquiera daría todo por tener un chico tan atento y amoroso como tú.

-Pero no, Laura.

-Ella si te sigue amando –Me negué-. ¿Por qué no lo quieres aceptar?

-No puedo aceptar una mentira, mama. No me quiere y punto.

Me baje con la ayuda de mi madre a la comisaria.

-Buenos días ¿en qué podemos ayudarlo? –Dice uno de los policías al verme-.

-¿Sabe quién está a cargo del caso de Anais Bartra?

-Sí, yo estoy a cargo de ese caso, mi nombre es Tony –Sonrió-.

-Me gustaría saber quién le ha hecho daño a esa chica. No se lo merece, es muy hermosa y…

-Eso es información confidencial, sr. Burki.

-Pero necesito saberlo, sr, Anais es…

-¿Usted quiere ayudar en el caso? –Asentí-.

Cualquiera diría que estaba loco, pero haría todo lo que estaría a mi poder para buscar a ese idiota.

-Bueno, sr. Burki. Lo llamaré mañana, para seguir hablando de esta situación.

Me despedí del comisario y fuimos a casa. Quería descansar, tenía que haber alguien que supiese acerca de la situación de Anais.

Al día siguiente, fui al entrenamiento a ver a los chicos. Quería ver la práctica, y quería alejarme de un momento de todo esto problema, en el que yo estaba metido, por mi cuenta.

Sentía esa necesidad de ayudar, de ver a Anais, despierta. No sé qué me estaba sucediendo, pero Anais valía la pena, por alguna razón.

A la vez, había soñado con Anais anoche, ella era familiar de uno de los chicos, pero no sabía de quien, no reconocía esa imagen.

-Volveré a la cancha cuatro partidos después chicos –Musite y todos asintieron-.

-¿Podrás venir al partido de mañana? –Moví mi cabeza asintiendo-.

-Bueno chicos, iré al hospital a ver a Anais –Me gire a ver a Marc, quien había hecho el comentario-.

-¿T-Tu eres familiar de Anais?

-Sí, soy sobrino del degenerado de su padre –Rodo los ojos-. No sabemos en dónde está, pero haré lo que pueda por encontrarlo.

-Yo también quiero ir –Comente y Marc se giró sin responder-. ¿Crees que por qué este en muletas no pueda?

-Tienes que recuperarte, Roman. Ese caso no te conviene, debes relajarte y descansar para volver en forma a la cancha… –Suspire, mientras lo seguía-.

-No, quiero ayudar, Marc. Por favor…

-. –Suspiro-. Bien, ahora iremos al hospital a ver cómo sigue Anais y luego iremos a la comisaria para ver en que puedo ayudar al comisario.

Espere afuera del vestuario, en el momento que Marc nos subimos en su auto para ir.

-Mi tío era muy sobreprotector, pero tenía celos y miedo de que a su pequeña le hicieran daño. Pero no busco otra manera de ayudarla y protegerla que los golpes. Él decía que con esos moretones nadie se le acercaría y sería mejor para ella y él –Rodé los ojos-. Es algo estúpido.

-Muy estúpido ¿Y su madre?

-Mi tía… Mi tía se murió hace unos años, creo que cuando Anais tenía 12 años, ya que tenía problemas respiratorios, la última vez fue su última batalla –Suspiro-. Pero yo ahora, quiero preguntarte algo ¿Por qué quieres ayudar?

-Solo quiero saber si estará bien y ver a tu tío en la cárcel –Murmure-.

-Somos dos en este instante.

Llegamos a la policía. Marc debía dar pistas o lugares en donde Anais haya estado antes junto a su padre.

El trayecto a su casa fue un poco corto. Abrieron la puerta a patadas y nadie se encontraba allí.

-Un mensaje –Digo mientras leo la nota que se encontraba en el refrigerador-.

No quiero que salgas con el idiota de Marc ni con sus amigos, estarás en casa hasta que llegue del Bodegón.

El bodegón era un lugar en donde vendían licores y cervezas, la gran mayoría de las personas en Dortmund disfrutaban de su estadía allá.

-Sabía que nunca fui su sobrino favorito –Susurro-. Yo tampoco lo quise.

Reí, subimos a la habitación de Anais, Marc revisaba sus cajones a ver si encontraba algo, revise debajo de su cama pero solo había un cuaderno.

-¡Hay, no toques su cuaderno! –Exclamo Marc mientras me lo arrebataba de las manos-. Es su diario.

-Debemos leerlo, a ver si menciona algún lugar de su padre –Dice Tony y asentí-.

-Está bien…

Abrí de este, y comencé a buscar, estaba ordenado por su fecha de escrito, hasta que llego hacia el sábado, un día antes del accidente.

Extrañaba a mi madre, mi mundo se había convertido en otro desde que cumplí los 12 años y dos días después mi madre falleciera. Mi padre se ha vuelto más golpeador e incluso me ha amenazado de muerte por estar con Marc. Nadie sabe de esto, solo Dios y yo, y bueno, el estúpido de mi padre. Lastimosamente, no podía saludar a mi vecino ya que en el auto o en la casa recibía una cachetada o más que eso. Estaba cansada, quería irme muy lejos y vivir la vida de una adolescente, salir a fiestas, estar con su novio, pero mi padre veía otra perspectiva de la vida.

Sentía un nudo en mi garganta. ¿Quién podía hacer este tipo de maldades a una pobre adolescente?

Marc tomo el diario para llevárselo, sería algo bueno para saber dónde se encuentra.

-Vayamos a El Bodegón, hablaremos con la persona que estuvo el domingo o el sábado… –Murmuro Tony mientras asentíamos-

Una trayectoria de treinta minutos hacia el lugar. Tony junto a Marc y yo nos bajamos.

-Buenas tardes, me gustaría hablar con la persona que estuvo el domingo por la noche –El chico señalo a otro que estaba casi al lado suyo-. Hola, soy el detective Tony Morgues ¿podríamos hacerle unas preguntas?

-Si claro ¿En qué les puedo ayudar?

-¿Habrá venido un señor de unos 50 años llamado André Bartra? –Asintió-.

-Sí, estuvo muy raro esa noche, estaba llorando y bebía a montones, su cuenta fue de 1500€. Mencionaba mi hija está muerta, la maté, no está bien ¿Qué he hecho? Incluso quiso tener problemas pero fue sacado rápidamente –Murmuro-.

-¿No sabe a qué lugar fue después de aquí? –Pregunte y se negó-.

-Bueno, él decía me iré a Frankfurt pero no sé a dónde si habrá pasado o no… Debe ser que por su estado de ebriedad se ha ido.

-¡Ya sé! Debe estar en las cabañas de Dortmund, él se hospedaba allí cuando quería olvidarse de todo –Exclamo Marc-.

-Iremos para allá…

-¿Ahora? –Pregunte y asintió-.

-Si vamos mañana, capaz no se encuentre y se habrá largado…

-Está bien.

Estaba nervioso, quería golpearlo hasta que se desmayara pero no podía, ya que me caería al no tener equilibrio con mis pies.

Marc estaba nervioso pero enojado, estaba furioso. Después de haber contado muchas de Anais, pero me quede sorprendido, eran primos. Su padre la obligo a venirse a Dortmund ya que tenía un nuevo empleo lo cual fue una mentira, y Marc, al venirse la invito a que viviese con él pero Anais no quiso dejar a su padre solo.

-Son unas cuantas horas de viaje, es mejor que compremos algo de comida –Dice mientras se detenía en una estación de gasolina-. Quédate aquí.

No moví un dedo. Un señor con unas cuantas canas y algo alto, estaba saliendo desesperado de la parte de atrás de la estación. No quise hacerle caso, no quería estresarme más de lo que estaba.

-¿Viste a ese señor? –Pregunto Marc y asentí-. ¡Es mi tío!

-¿Qué? ¿Cómo sabes?

-Es mi tío, idiota. Lo conozco como si fuese mi padre, además, la cajera estaba preocupada ya que le había robado…

-¡Síguelo! –Exclame-.

-Ya voy, ya voy…

Tony también había sospechado y lo seguimos, pero su auto se adentró en una residencia.

-Señor, necesitamos entrar –Insistió Marc-.

-¿Tiene familiares, aquí? –Asintió-.

-Mi tío, se llama André Bartra, soy su sobrino…

Nos miró algo intrigado pero acepto. Al entrar, el auto en donde se había ido estaba estacionado en la última casa gris.

-¡Sr. André, abra la puerta! –Grito Tony, pero nunca atendió-.

Al entrar en la casa, no había nadie, absolutamente nadie.

¿A dónde se habrá metido este degenerado?

-Dios mío…

-Hablaré con el vigilante a ver si sabe si ahorita habrá salido –Asentimos-.

-Quiero romper mi puño en su cara, es un…

-¿Qué dijiste sobrino? –Dice mientras cubría su mano en nuestras bocas-.

Era imposible gritar, nos llevó al sótano de la casa.

-Chicos… Nunca iré a la cárcel, ella era una estúpida niñata que solo quería que le diéramos todo…

-¡Mentira! –Exclame-.

-No sabes ni quien es ella…

-¡Pues si! Ella es… es… es… ¡Mi novia! –Grite eufórico-.

-¿Así? –Me levanto de la camisa-.

Estas muletas servirán en otra cosa ¿no?

Como pude, con una de las muletas golpee su pie y levante a Marc que estaba amarrado a una silla.

¡BOOM! Un balazo se escucha. André se había suicidado.

Era un sábado, Marc estaba en un partido y yo les había dicho que iría.

El Dortmund iba ganando 4-1, solo faltaban el tiempo reglamentario para finalizar el partido.

Los chicos estaban felices, había sido un buen trabajo en equipo.

-¿Vamos? –Asentí-.

Planificaron una parrillada pero decidimos ir luego de ver a Anais.

La noche anterior, había soñado con ella. Nos conocíamos, Marc la llevo a un partido y cuando fuimos a comer en grupo, Anais estaba con nosotros.

Por eso, había hecho todo esto, por ver a su padre en la cárcel, pero ahora está debajo de la tierra.

Porque quería que fuese más que amiga. No cualquiera haría eso.

-¡Anais! –Exclamo Bartra mientras corría a los brazos de su prima-. Te extrañé un montón.

-Yo también te extrañe… Ho-Hola R-Roman…

-Hola –Musite-.

-¿Fue por el accidente? –Asentí-. Discúlpame.

-No te preocupes…

-Ayudo a que tu padre fuese a la cárcel, pero André se suicidó –Murmuro-. No te pongas triste, te hizo mucho daño.

-Pero a pesar de eso, es mi padre –Bajo la cabeza-. Y Roman, gracias por haber ayudado.

-Todo con tal de verte despierta…

Bajo la cabeza para sonreír a “escondidas”.

-Iré por un café ¿Quieres uno? –Asentí-. Ya vuelvo.

Me senté junto a Anais, no podía dejar de mirar esos hermosos ojos cafés.

-Roman…

-¿Si?

Sus labios estaban encima de los míos.

Y ese día, me di cuenta que estaba completamente enamorada de aquella desconocida.

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