Un Yandere Acuario

Oneshot número 100 publicado, el siguiente será otro de Milo x Camus. Esperenlo.

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Camus siempre ha sido una persona tan seria, incapaz de sentir algo por alguien o cosa. Siempre ha tenido ese pequeño pensamiento que nada importa más que el mismo.

Bueno, últimamente ha tenido pequeños dolores de cabeza, tras la presencia de cierto bicho.

El heleno ha estado visitando a Camus, siempre con la intención de pasar tiempo con él, el griego solamente pasa dormido o escucha de vez en cuando los comentarios inteligentes del francés. Y ese día, Camus recibió un mensaje, a principio fue poca cosa, solamente afirmando con un "Haz lo que quieras". No obtuvo una respuesta, tampoco es de que le importará, usualmente él era quien dejaba en visto a Milo.

En fin, con el paso de las hora, comenzó a sentirse solo, era tan extraño, usualmente siempre estuvo así, pero ahora era diferente. Cuando termino de hacer sus típicos estudios, salió a dar un respiro, la noche estaba presentes, las estrellas a duras penas se notaban, era evidente lo mucho que había cambiado.

Con el suceso del día anterior, Camus se imaginaba la presencia del heleno en su casa, por eso había dejado un poco de refrigerio, pero de la misma manera recibió un mensaje, está vez fue más corto y sin ningún sentimiento, como afirmando que no estaría ahí una vez más. El francés se percató de aquello y miro aquel pequeño tazón de frutas, sobre todo de manzanas.

Comenzaba a sentirse abrumado.

Trato de estudiar, pero siempre terminaba con lo mismo, dirigiendo su vista hacia enfrente o a la puerta, esperando que su "amigo" así como Milo se autoproclama apareciera, pero no fue así.

Dió un suspiro, cerró el libro y simplemente dejo aquello, saliendo una vez más de la habitación.

Esto siguió así por varios días, el heleno ya ni siquiera enviaba un mensaje, ya no estaba presente todos los días como antes, ahora solo estaba él, siempre estudiando por las tardes, ya no veía como antes las horas de estudios. Eran más solitarias, desde que conoció a Milo, siempre había estado cerca, no había momento en que ambos estuvieran tan lejos, pero Camus comenzó a alejarse y aunque así lo hizo, Milo lo siguió con rigor.

A principio los padres de Camus lo alejaban, por ser un niño problemático, un joven que no era bueno para Camus, pero se llevó una sorpresa, al ver las notas de ese bicho, era listo para su manera de ser, dejando claro que eran bueno su hijo, a decir verdad, Camus confiaba en él, porque siempre fue listo, a pesar de ser un vago.

Pero ahora...

Solo.

Está.

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Las vacaciones habían concluido, habían regresado a la universidad y Camus sentía la menor emoción del mundo, no hablaba con nadie, siempre estaba solo, pero al tener en cuenta su situación prefería ser así, pero al ver al bicho reunido con los otros chicos le hizo sentir molesto, dejando a su mejor amigos por otro que ni siquiera conocía.

Bufo molesto y simplemente se alejo, dirigiéndose a sus clases. No tenía planeado provocar un alboroto solo por la falta de atención del bicho.

Las clases siguieron, los descansos igual, Camus le pareció extraño, no tener al bicho cerca, eso sí comenzó a serle extraño, sintiendo miedo, haciendo que su corazón le doliera un poco. Creyendo que había tenido la culpa de todo, por provocar que el heleno se alejara, de todas esas veces que le pedía salir con él.

Al alzar la vista y distinguir a su amigo a la lejanía le entró un enojo enorme. Para muchos juraría que aquellos ojos amatistas brillaron con intensidad como si se tratara de un mosntruos o espíritu poseer el cuerpo del francés.

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La noche había llegado, Milo estaba emocionado estaba por salir a una de esas fiestas tan llamativas, usualmente ni salía debido que acompañaba a Camus, no iba a mentir, era bueno pasar tiempo con el francés, pero quería probar algo nuevo, aunque sea por un tiempo y a decir verdad, sabía que había dejado a Camus solo por mucho tiempo y eso no el gustaba mucho.

Aunque una fiesta no hacía nada malo verdad.

Muchas veces les menciono a sus nuevos amigos de invitar a Camus, pero ellos se negaban, diciendo que sería peligroso para el francés, haciendo que Milo se preocupara internamente y simplemente no le dijera nada por protección, no quería que sus padres sufrieran y lo alejaran como aquella vez, que querían alejarlo por no ser listo.

Ahora sería diferente.

Milo sintió un escalofríos recorrer su cuerpo, dirigió su mirada hacia atrás, creyendo que alguien lo observaba desde atrás, pero no había nadie, pensó que posiblemente sea su cabeza, quien le estaba jugando una mala pasada.

Para las 10 pm se encontraba enfrente de aquel bar, los chicos ingresaron sin problema, disfrutando de la música y bebidas del lugar, Milo disfrutaba, pero no sé sentía de cómodo, puesto quería que su amigo estuviera ahí.

Y es que no era por nada, pero desde hace un par de semanas, sentía cosas, que no podía revelar, que posiblemente lo tomarían como un loco, que lo tomarían de mala gana, dió un suspiro, tomando otra bebida de un solo trago, pensando que tal vez a Camus no le agradaría esos lugar.

Fue ahí cuando reconocio algo, unos hermosos cabellos aguamarina, parecía caminar a lado de uno de sus amigos, trato ver con claridad, dudaba que fuera capaz y de un momento a otro ambos desaparecieron de la vista del heleno.

El heleno no le dejo de otra más que ignorar, posiblemente su amigo estaba ansioso por tener una noche tan satisfactoria.

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Otro dió las clases se dió inicio, Milo había ido con malestar, se recargaba en la mesa de estudios, mientras a su lado estaba Camus, que por ende del destino, solamente tenía una sola clase juntos.

— ¿Te encuentras bien?

— Si, solo tengo dolor de cabeza.

— Que mal, espero y te recuperes pronto.

La mano de Camus acaricio la mejilla del heleno, haciendo sentir nervioso al bicho, miro el rostro de Camus, demostrando una pequeña sonrisa, aunque pronto dirigió su vista al libro, regresando ese semblante tan serio.

En la hora de descanso, Milo recibió la noticia de que su amigo aún no aparecía, mencionando que había sido secuestrado, teniendo miedo de aquello, ambos dejaron de salir y esa noche tendrían una película en casa. Cosa que a Camus no le había parecido tan buena la idea y a pesar de estar metido en su libro solamente fingía no escucharla.

— Camus quieres venir tu también.

— No, tengo cosas que hacer.

Camus cerro su libro, se levantó, tomo sus cosas y termino por irse, su siguiente clase pasaba de la hora de comida. Milo simplemente dió un suspiro derrotado.

— Tranquilo, supongo que no le agrado cerca tuyo.

Milo no respondió y simplemente bajo la guardia.

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Milo había ordenado todo, había traído botanas y bebidas, recibió a dos personas nada más, ambos chicos le confirmaron que su amigo "desaparecido" había aparecido, pero se negaba rotundamente a estar cerca de Milo, aunque para el heleno, aquello no era mucho que decir.

La noche fue tan tranquila, entre risas y sustos debido a las películas, no fue hasta media noche, cuando las luces se fueron.

Cuando regresaron notaron que uno de ellos faltaba.

— Vaya que broma más vieja.

— Ni que lo digas. ¡Sal de tu escondite!

No obtuvieron respuesta, ya que de nueva cuenta las luces se fueron, y está vez fue para ver un par de ojos que brillan con intensidad, asustando a ambos.

Cuando la luz regreso, miro a cierto francés de pie, mientras sostenía un cuchillo.

Para el francés ver aquello era tan molesto, ver cómo alguien más abrazaba a Milo, queriendo subir encima de él.

— Tan rápido me has olvidado Milo.

Camus bajo su cuchillo. Camino lento hasta quedar cerca, tomando del cuello de la camisa al sujeto que se le subía encima al bicho.

— Ca-Camus...

— Milo, ya que conoces a muchas personas, no puedo impedirte que le hables, pero tampoco quiero que pases mucho tiempo con ellos.

Camus paso su cuchillo por el cuello del chico, asustando aún más a ambos, Camus sonrió con malicia, bajo aquella aema blanca y lo empujo hacia la mesita de centro, alzó el cuchillo, listo para herir al muchacho, pero Milo lo detuvo.

— Camus. El no tiene nada que ver en esto. Deja de ser un completo loco.

— ¿Loco? Pero Milo, solamente estoy defendiendo lo que por ende es mío. Acaso, ¿tu ya no quieres hablar conmigo? ¿Ya no quieres pasar tiempo conmigo?

— Camus deja de ser así, vamos a hablar, pero deja que se vaya, por cierto, ¿dónde está el otro?

— Se fue, hice que se fuera, de igual manera no pensaba matar a alguien, no quiero ensuciarme las manos.

El francés se cruzó de brazos, mientras miraba a otro lado, demostrando cierta frustración, el chico fue salvado y rápidamente huyó del lugar dejando a ambos solos.

Milo suspiro y tomo asiento en el amplio sofá de la sala. En cambio, Camus solamente quedo en silencio, dejo el cuchillo en la mesita y tomo asiento.

— Perdón Milo, se que realmente era agradable pasarlo con ellos.

— ¿Por qué ahora?

— No lo sé, siempre has estado conmigo. Nunca pensé que un día, me dejaras solo.

Milo no mencionó nada, siguió quedado en silencio. Deduciendo la situación en la que se había metido.

— Camus, esa noche en el bar, ¿Fuiste tú?

Camus guardo silencio, bajo su vista apenado, realmente había sido descubierto.

— Si.

Milo dió un suspiro y se recargo en el sofá, tratando de calmar sus nervios.

— Tenía miedo de que ya no quisieras verme, trate de alejar a todos de ti. Y asustarlo era la mejor opción.

Camus miro al griego, se movió hasta quedar encima de las piernas del griego, sorprendiendo de sobremanera a Milo, enfrente tenía al francés, las piernas del francés dobladas mientras su rostro estaba viendo atento los gestos de asombro de su bicho.

— Milo, ¿Me tienes miedo?

— Un poco.

— Perdón.

Se disculpo una vez más, sus cabellos aqua se deslizaron por sus hombros hasta quedar hacia enfrente, con cada centímetro que se acercaba, hasta que finalmente un beso se produjo, a principio Milo se asustó, aunque a final termino aceptando, cerrando los ojos mientras sentía las manos del francés sobre sus mejillas, sus manos terminaron en las caderas del francés, haciendo que la situación fuera un tanto provocativa.

— Podemos hacerlo si quieres. Estoy listo para hacerlo contigo.

El francés susurró, mientras se recostaba dejando su rostro en el cuello, besando y lamiendo un poco, haciendo que Milo se estremeciera.

— Camus, creo que no estás conciente de tu mismo. Yo no soy la persona con quién quieres estar ¿Recuerdas?

Milo mencionó, se veía un tanto disgustado, pero era la realidad, ya que hace unos meses antes, Camus y él había discutido y todo había concluido en eso, de que Camus prefería estar solo que estar con alguien molesto.

— Perdón Milo, no quise lastimarte. Me he equivocado rotundamente.

Milo dudaba, pero abrazo al francés, el francés simplemente se sentía cómodo, mientras el olor de la colonia de su bicho inunda su fosas nasales, sintiendo la comodidad y la tranquilidad que necesitaba.

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Con el pasar de los días, la rutina era vista de nueva cuenta, pero está vez había algo diferente. Y es que en cada momento, Milo le brindaba besos a su amor, al igual que el francés lo hacía, cuando ambos se separaban tenía que ser a menos de un solo día, puesto más tiempo, Camus tomaba lo que era suyo por derecho.

La vida de ambos había sido tan extraña, sobre todo para Camus, que nunca pensó o creyó ser un persona tan molesta si se trataba de Milo, provocar que otros se alejaran del bicho para tenerlo cerca, aunque a decir verdad, amboS habían querido eso, desde pequeños.

-Fin

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