¿Un beso?
Pareja: Cardinale x Shijima
Disfruten del OneShot.
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Shijima es una persona muy seria, a menos eso intenta. Pero últimamente sienta una necesidad tan grande.
Dar un beso.
Es raro que muchos tengan diferentes gustos o sensaciones que le harían sentir cómodos, pero para Shijima un beso sería lo mejor, por el simple hecho que sería su primer beso.
Estaba calmado, camino hasta salir de sus aposentos y tomo lugar en medio del corredor, en dónde usualmente se enfrentaba con los invasores, no tenía a quien enfrentarse en absoluto.
Estaba con calma, pensando quien sería la persona indicada, había pensando sabiamente en Caín, pero recordaba los cientos de problemas con Abel, después, su idea refutó en Shion, sin embargo, sabía que Aries era muy fiel a su pareja, el santo de libra, pronto su visión fue cambiada a Leo, era evidente que sentía una enorme atracción por el rey león, sin embargo se desplomó rotundamente. No podía darle un beso, era evidente que sería odiado y hace apenas unos meses tenía una amistad que a duras penas se sostenía con las pocas palabras.
Pronto si vista fue hacia capricornio, en dónde encontró a Izo en su rutina de entrenamiento, tan concentrado, el cosmos que radiaba era calmado y sin alarmar a nadie, pero fue detenido, no podía, era un buen amigo, pronto, el siguiente fue simple, era el pequeño santo de acuario, aunque esté ya tenía dueño, no parecía apreciarlo, aunque Mystoria nunca se negaba a dejar de darle mimos y besos enfrente de sus colegas, parecían pequeños niños dándose amistosos abrazos, puesto el dueño de aquellas sonrisas tiernas ni demostraba ningún efecto.
Finalmente se detuvo en Piscis. A principio se negó, retrocediendo y abriendo sus ojos, recordando esa vez cuando intento matarlo por salvar a Athena, cuando apenas era una bebé, pero ahora era una ridícula idea. Termino por bloquear aquella idea, posiblemente los demás estarían en acuerdo, aún así, no quiso colocar a la gran mayoría de los santos dorados, debido que tenían su carácter y posiblemente podrían molestarse.
Más tarde, a menos un par de días.
Shijima salió al coliseo, en dónde los esperaban todos, la información que estaban por revelar sorprenderían a todos, finalmente se había elegido al próximo santo de bronce, aquel que estaría siempre a lado de Athena, quien fuera capaz de protegerla.
Shijima estaba en medio de acuario y aries, ambos miraban asombrados como aquel aprendiz finalmente revelaba su verdadero poder, sorprendido por aquello, no se percató que alguien más lo sostenía, tal parece que estaba retrocediendo, finalmente Athena tendría a alguien más, que el simple santo dorado de Virgo.
Cardinale paso sus manos tomando ambos hombros, deteniendo el siguiente paso del pelirrojo, Shijima de alejó y dirigió su vista hacia el rubio. Este sonrió una vez que el pelirrojo el dió la cara, acomodo su rosa entre sus dedos, indicando su vanidad.
- Hola Shijima, ha pasado tanto tiempo. Que inclusive ya tienes a alguien que pueda ayudarte.
- Cuidar a Athena no es muy pesado, posiblemente se aburra cuando menos se de cuenta.
- Calma, creo que te sentará bien, podrás pensar con claridad y así podremos arreglar nuestro asunto.
- Nosotros no tenemos nada que arreglar, todo quedó en el pasado.
- Vamos Shijima, todos saben que me tienes rencor, ¿Por qué no hablamos? Hay que arreglar nuestras diferencias.
El pelirrojo se alejo de aquella zona, Cardinale le seguía con calma, indicando lo mucho que quería arreglar el asunto, disculparse por a ver atacado.
- Shijima debes entender que no siempre estaremos enojados, esos santos de bronce predijeron el despertar de Hades dentro de algunos años, por favor, aunque sea....
- Ya dije. No hay nada que tengamos que arreglar.
Shijima se detuvo y finalmente le dió la cara a ese rubio.
- Nosotros somos compañeros, tu hicistes tu deber, creyendo que era un traidor al santuario, sin saber que el traidor siempre entre nosotros, pero ahora todo es diferente.
- Se perfectamente que no me perdonarás.
- ¿Por qué estás tan seguro de eso? Digo, a mí no me importa.
- A mi sí, porque quiero, ruego de tu presencia.
Shijima quedó en silencio, mirando al rubio quien estaba en un semblante triste, nunca le había tocado mirar aquello, pero verlo así, le había entrado una especie de sentimiento.
- Cardinale...
El llamado hizo que el rubio dirigiera su vista hacia el pelirrojo, sus zafiro estaban atentos a cualquier reclamo, parecía que le valía poco si recibía un golpe en su hermoso rostro.
- ¿Por qué la insistencia?
Fue ahí cuando Cardinale entendió, sus pensamientos y sentimientos estaban jugando el mismo papel, pero de diferentes maneras. Aún así, sonrió con cierto toque de ternura y vanidad, acercándose poco al pelirrojo.
Aquella rosa que era sostenida por el doceavo santo fue entregado a virgo, quien la tomo sin ninguna queja, teniendo en cuenta la mirada atenta aquella bella rosa, Cardinale se aproximó más, llevando sus manos a las mejillas del pelirrojo, alzó el rostro e implantó un beso, era pequeño, tierno, lleno de carisma y mucho cariño, cuando se separó, con sus ojos cerrados espero un golpe, lo sabía perfectamente bien. Pero aquello nunca llegó.
Abrió sus ojos con lentitud, mirando asombrado que el pelirrojo de ojos verdes lo miraba sorprendido, pudiendo notar sus bellas mejillas coloradas, como si se tratara de pequeño maquillaje. Rio, no como burla, sino emoción al tener aquella bella imagen en su mente.
- Te juro que esto no se olvidará.
Shijima reaccionó, curbiendo su rostro, sobre todo sus labios y se alejo, caminando hacia su templo, ocultando su vergüenza de ser visto por alguien que "supuestamente" odiaba. Pero no lo odiaba, siempre obtuvo una bonita amistad, inclusive mucho antes de que salvará a Athena, aún así, le dolía mucho cuando se enfrentó con él, pero era evidente, Cardinale siempre obedecía al gran maestro.
Shijima se escondió en sus aposentos, pensando y "meditando" aunque aquello, no llegaba a darle calma, era como si varios malestares llegarán en esos momentos, aunque Shijima no pensaba de esa manera, esos malestares, eran más bien, imágenes de Cardinale. De todas esas veces que siempre estuvo con el, apoyándolo y dándole ánimos.
Inclusive cuando se distanciaron para lograr entrenar, cuando regresaron siendo otros, revelando que ya eran portadores de las armaduras doradas.
Se había sentido aliviado cuando se enteró que Cardinale sería el santo de piscis, que no había sido derrotado en ningún momento, eso le lleno de esperanzas de continuar.
Inclusive en una de sus estadías en el templo de los peces, comento que la diosa había reencarnado, que había llegado al santuario y que el se haría cargo, Cardinale se burló de Shijima por varios días, diciendo que era la mami Shijima.
Que viejos tiempo, a menos, Shijima lo sentía así, porque una sonrisita pequeña se dibuja en su rostro.
- Tu sonrisa revela otros métodos de meditación, amigo.
La voz suave y risueña hizo que Shijima abriera sus ojos con rapidez, encontrando a Mystoria ahí sentándose, enfrente de él.
- ¿Cómo has entrando hasta aquí?
- ¿No recuerdas? Tu me distes el permiso para entrar a tú templo sino respondías, perdón si te he interrumpido en meditar, pero necesito un consejo.
- Mystoria, si se trata de romances, yo no soy el indicado.
- No, no es eso, es solo que quiero calmar mis impulsos. Ecarlate no me a dirigido la palabra desde nuestra discusión.
- Vaya... ¿A qué se debe eso?
- Creo que he estado sintiendo celos de Gestalt.
Mystoria rasca su nuca en seña de vergüenza, aún así su mirada dirigue hacia el pelirrojo.
- Entonces, quieres...
- ¡Dame un consejo!
Mystoria se dirigió hacia Shijima, tomando ambas manos y mirándolo con súplica, aunque pronto una tercera persona invadió la privacidad, carraspeó su garganta obteniendo la atención de ambos.
- ¿A qué se debe tal escena?
Cardinale miraba con indiferencia, mientras la rosa que cubría sus labios hacia verle de una manera tétrica.
- ¡Cardinale! No pienses mal, solo he venido a pedir consejos.
- Vaya entonces no será necesario que alguien más este aquí.
- ¿Alguien más?
Shijima y Mystoria susurraron, fue ahí cuando el de cabellos celeste entendió, abriendo sus ojos con sorpresa.
- Nunca lo engañaría, solo... Es que...
No pudo decir nada, se puso de pie, se disculpo con Shijima y salió de los aposentos, pasando a un costado de Cardinale. El rubio noto aquello, puesto el acuario jamás alzó la vista en seña de frustración o enojo, eso decía que hablaba en serio.
Una vez solos, Shijima se puso de pie, sus ojos demostraban cierto enojo, aunque Cardinale no lo notaba, estaba mirando aquel lindo cuerpo, inclusive quedó atento al rostro del pelirrojo, no pensaba en cosas referencias al pecado, simplemente estaba embelesado con tanta belleza.
- ¿Cómo te atreves a entrar a mi templo? Sabes que no tienes permiso de entrar, sin mi autorización.
- Tenía que hacerlo, tu cosmos fue notorio e inclusive Ecarlate pudo sentir a Mystoria en esta zona.
- Mystoria solo quería un consejo, pero ti vienes aquí a insultarlo, es una deshonra que vengas a mi templo a solo provocar más líos.
- ¿Más líos?
Aquella pregunta hizo sorprender a Shijima, que ya había dado la espalda al rubio, dispuesto a adentrarse aun más a los aposentos. No pudo moverse, el mismo no comprendía porque dijo eso.
- ¿Tienes más problemas? Shijima si los tienes puedes decirme.
Aún seguía de pie, no podía reaccionar.
No fue hasta después, que sintió la voz tan cerca, los pequeños suspiros en su oído lo hizo asustar, provocando que diera un pequeño susto, se alejo lo suficiente y finalmente le dió la cara.
Cardinale se acercaba, mientras el pelirrojo retrocedía, tartamudea intentando dar una respuesta, pero aquella mirada misteriosa y penetrante le hacía olvidar cualquier posible respuesta. El pilar detuvo su huida, se odiaba mentalmente, aún así Cardinale se detuvo, no estaba tan cerca, tomo aquel mechon rojo entre sus dedos, sintiendo lo sedoso que era, se aproximó hasta aquello, oliendo aquel cabello, a jazmín.
Sonrió con dulzura y alzó su vista, encontrando los labios del pelirrojo tan cerca, con el deseos de besarle. Shijima estaba por alejarlo, no tenía la intención de tenerlo tan cerca, pero su cuerpo no respondía, era como si su cuerpo quisiera tenerlo cerca, pudo sentir la respiración del rubio, cerca su cuello, haciéndole sentir más avergonzado, hasta que finalmente cerro sus ojos, a sabiendas que pronto lo tendría cara a cara. Cardinale paso sus manos por si mejilla, sintiendo la suavidad de aquella piel y a pesar de tener ciertas cicatrices debido a sus duros entrenamientos, no dejaba de ser suave.
- Shijima, perdóname en absoluto.
Susurró, con sus labios tan cerca de aquel santo de virgo, pudiendo sentir la respiración desesperada de Virgo por liberarse.
Un beso pequeño, tentador para el pelirrojo, que fue disfrutando, un beso que fue creciendo y pronto una mano bajo hasta la espalda baja, atrayendo el cuerpo al doceavo guardian, quien parecía disfrutarlo, los brazos de virgo se colocaron en los hombros de piscis, subiendo poco a poco hasta abrazarlo, un beso lleno de cariño era presente.
Una vez que la falta de aire fue un impedimento de seguir unidos, Cardinale miro con ternura, aquel rostro sonrojado, lleno de vergüenza por su acto.
- Esto es... Una vergüenza para mi templo.
Susurró Shijima.
- No lo es, siempre y cuando me quieras y yo te quiera, nuestras constelaciones ni estarán avergonzadas.
La sonrisa de Cardinale hizo tranquilas a Shijima. Aún sin separarse estaba más seguro, el pelirrojo bajo su cabeza hasta el pecho del rubio, escuchando los latidos de aquel santo, una sonrisa lo inundó, estaba contento, está feliz, ¿Esto era lo que necesito?
Aquel deseo de un simple beso, había desaparecido, había nacido la necesidad de estar a lado de él. En cambio, Cardinale, sentía la paz en su corazón, su alma sería perdonado, tenía lo que siempre quiso y venero, cuidar de Shijima y a pesar de que fue cruel con él en el pasado.
Ahora lo protegería, se haría cargo de él e inclusive de esa bebé, que en esos momentos era su "bebé", su diosa.
-Fin.
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