Sin memoria

El inframundo siempre haya llevado desolación, dolor, inmunda tristeza y más. Pero habían dos personas que eso no les molestaba, esos eran Minos y Aiacos, ambos jueces del inframundo, ellos le me gustaba el sufrimiento pero también se gustaban y un día en el templo de juicio se veían mutuamente.

-No deberías enojarte, es la órdenes del libro, su sentencia era en tus dominios -hablo.

-Cada alma que llega aquí es mandando a mi dominio acaso ¿no hay otro dominio? Te gusta hacerme molestar, mis espectros no pueden descansar adecuadamente por estar atormentando a esas almas pecadoras -replicó molesto -Como desearía que solo dejaras de mandarme almas, mis dominios están sobre límites -dijo.

-Aiacos seguiré enviando almas hasta que sea uno diferentes, ¿que no puedes entender? -pregunto -No entiendo que te molestas, recuerdas que pediste... -silencio.

-¡Cállate! Realmente no debí haber tomado ese sitio, debí haberle cambiado a Radamanthys para empezar -dijo irritado.

-¿A Radamanthys? O sea que prefieres está más lejos de mí ¿que soy tu novio y próximamente marido? -reclamo.

-Nunca dije que no fueras mi novio, es solo que a veces tomas mucho más en serio el trabajo que conmigo... -soltó.

-Nunca lo he hecho y si así fuera no tendrías porqué molestarte es trabajo y es igual que el tuyo, solo que el mío es diferente -hablo -Pero si quieres seguir así, discutiendo algo innecesario, ya no creo que sea efectivo mandare los que tenga que mandar -dijo con molestias.

-¡....! ¡Bien! Manda los que quiera, después no te quejes, como odio a verte conocido, como deseo que conocerte se me borre de mis memorias -habló irritado para sí mismo mientras caminaba por el pasillo hasta la salida.

Minos guardó silencio lo había escuchado, más nunca pensó que ese juez lo diría. Dio un suspiro lleno de tristeza, más tarde se disculpara y le diría lo mucho que lo ama, puesto no iba a echar a perder su relación de cinco años, desde que despertaron siendo jueces habían tenido ese tipo de choque, en donde sus sentimientos salían a flor de piel.

Esa noche, el juez Grifo iba hacia los territorios del amante, estaba ansioso, llevaba una cajita, no muy pequeña, ni muy exagerada. A decir verdad, era un obsequio demostrando una disculpa se lo iba a dar pero aquello fue más preocupante cuando un espectro se le acercó.

-Juez Minos, el juez Aiacos a tenido un accidente y no a despertado -informo con temor.

-¿Accidente? -pregunto, para pronto dirigirse corriendo hacia el templo de este.

La zona en donde estaba estaba sobre inundada de almas en pena, los espectros a duras penas podían retenerlos en sus prisiones y eso daba mucho de qué hablar.

Minos entró al templo hasta la habitación de Aiacos, cuando abrió la puerta se encontró Aiacos sentado sobre la cama, unas vendas en si cabeza y a su lado estaba esa mujer.

Violatte de Behemoth.

Odiaba a esa chica, cada vez que venía era unas escenas de celos por esa chiquilla que se atrevía a acercarse al Garuda, pero esta vez era diferente, su rostro detonó una tristeza enorme, pero al encarar al Juez la cambiaba en absoluto.

-¿Que ha pasado? -pregunto guardando las ganas de abrazar a Aiacos.

-Él está un poco herido, lo más seguro es de que sane rápido, pero... -se acercó al juez encarando un poco -No tiene recuerdos -Solo digo para irse.

Minos quedó de pie, miró al de cabellos violeta que se encontraba aún sentado, una pequeña bendita en su mejilla y una serie de vendajes en su brazo y abdomen.

Cuando reaccionó fue la queja del Garuda al querer levantarse, rápidamente se acercó y lo obligó a tomar asiento, el chico tal parecía que no quería.

-Explícame ¿qué fue lo que pasó? -pregunto Grifo de manera seria.

-No lo sé, solamente recuerdo haber despertado, esa chica me dijo que estaba preocupada, me abrazó tanto que sentí dolor en absoluto -respondió sin queja alguna -¿Quien eres tu? ¿Tu eres Radamanthys?

-¿Que? -pregunto.

-Radamanthys, es un compañero ¿no? La chica me explicó que posiblemente también viniera, y como llegaste tú creo que eres él, ¿no? -pregunto mirándolo.

-Yo soy Minos de Grifo, Estrella celeste de la Nobleza, y tu, no tienes porque decirme que soy ese sujeto -hablo calmado el Grifo.

-Lo lamento, no pensé que se molestara tanto, solamente lo dije en un buen plan -hablo.

Grifo dio un suspiro y se aproximó a este, levantó el rostro desde el mentón de juez Garuda.

-¿Me juegan una broma? -pregunto -Sabes que odio las bromas, sobre todo cuando se trata de nosotros, no quiero ser cruel pero me haces a hacerlo -se aproximó demasiado al Garuda.

Aiacos estaba nervioso, realmente la actitud de aquel juez le provocaba ciertos sentimientos que no conocía, a menos que no recordara, sintió que sus mejillas ardieron de sobre manera, mientras el grifo se acercaba más y más a él.

-O-Oyes ¿Que haces? -intento decir queriendo alejar al Albino.

-Solamente quiero que veas lo mucho que te amo -respondió.

Dejó sorprendido al Garuda, tanto que no lo quito de aquel beso que le había dado, un beso corto, tierno, demasiado pasional, para el Garuda, que a los pocos segundos reacciono alejándose.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué haces eso? -pregunto confundido.

-Por qué así debe debe de ser, es la única manera que puedas recordar -hablo.

-Mira, creo que no entiendes, la mente no funciona así, crees que con un beso puedes arreglar todo -dijo con calma.

-No lo sé, ¿funcionó?

-Hmp... -cruzó sus brazos mientras miraba hacia otro lado con sus mejillas rojas.

-Vamos dirás que no te gusto, te conozco a la perfección así que no puedes engañarme -se acerca al Garuda una vez más.

-Deja de ser así, no me darás otra opción más que llamar a Violate para que te saqué de aquí -hablo.

Minos se alejó miro molesto y simplemente dio un suspiro. Acomodo su túnica.

-Solamente quería que me recordaras, somos una pareja, pero, no tiene caso obligarte -hablo.

El Albino salió del templo de Garuda, había sido detenido por la presencia del dios del sueño, el juez se hincó haciendo reverencia.

-Señor Hypnos -dijo.

-Veo que no te gusta los resultados que obtuviste -habló con calma.

-No se de que me habla señor, solamente he venido a ver -guardó silencio puesto el dios del sueño hablo.

-No es necesario que me expliques, mi señor Hades me mencionó su situación, estando en el inframundo todo puede verlo él -habló -Inclusive sus noches románticas.

Minos aún con su vista baja se ruborizo ante la revelación.

-Pero en fin, ustedes querían esto, a menos él -dijo quien caminó hasta la habitación del juez.

Minos solamente quedó ahí, se puso de pie, su rubor estaba presente, estaba algo avergonzado, su maestro los había sentido, cuando hacían esos actos carnales, camino hasta su templo, en donde había dejado a Lune a cargo en lo que regresaba.

[...]

La mañana siguiente, Minos fue de visita al templo de Garuda, lo miro esta vez caminando por el templo mientras era seguido por Violate, el juez usaba ropa cómoda, puesto aún no estaba listo para salir usando aquellas túnicas.

-Buenos días -saludo el Albino a ambos.

-Buenos días -saludo el joven juez.

-Señor Garuda y señorita Behemoth necesitamos más ayuda las almas en pena siguen siendo difíciles de controlar -dijo un espectros que se miraba preocupado

-Entendido iré para allá -dijo la chica -Aiacos debe quedarse con con el juez Minos, nosotros nos encargaremos -dijo y pronto salió junto al espectro.

Minos miro irse a ambos, el Garuda guardó silencio. Quería seguir a la chica pero fue detenido por el Albino quien lo cargó como si fuera una princesa.

-¡Bájame! ¡Quiero ayudar! -hablo.

-No puedo, porque me han pedido que te cuide, por el momento tendré que llamar a unos cuantos espectros para que ayuden a los tuyos -dijo con calma.

-No sé, no confío en ti -hablo.

-Debes de confiar, no es sencillo lo que hago sabes, no quiero que todo lo que pasamos se derrumbe así tan fácil -dijo.

Había sentando al Garuda en la cama, se hincó enfrente de él y tomó su mano.

-No quiero perder todo esos momentos que he tenido, me dolería bastante sabes -dijo con calma -Sé que debía cuidar a veces mi temperamento, pero realmente no deseaba que estuvieras así, que no te alejara que no dijeras eso -tomo las manos del Garuda -Me dolió bastante, cuando me enteré de tu accidente me sentí a morir, pero me doy cuenta que eso fue lo más doloroso -dijo con tristeza y su vista baja.

Aiacos quedó en silencio, mirando atento a las palabras de aquel albino. Zafó una de sus manos del agarre en la que estaban por el Albino, la dirigió a la mejilla que acarició y bajó hasta el mentón para levantar la mirada.

-Tu realmente, yo no recuerdo qué pasó antes del accidente, pero debió haber sido algo que no haya hecho enojar a ambos -dijo sin quitar la mirada del Albino -No siento enojo por lo que haya pasado anteriormente, siento enojo porque no puedo recordarte, hay algo dentro de mi que me dice que te conozco pero mi mente, me juega malas pasadas obligándole a que seas alguien que no puedo distinguir -dijo su mirada se hizo opaca.

-No importa lo que pase, puedo remediarlo, quiero remediarlo, eres alguien muy importante en mi vida que no puedo dejar de pensar en ti, por favor déjame ayudarte -dijo el albino con desespero.

-Me has ayudado bastante -sonrió melancólicamente.

-Por favor no digas tonterías -se puso de pie y le dedicó un abrazo enorme. No quería soltarlo ni un minuto.

Aiacos sentía aquel abrazo que se hacía cada vez mas fuerte, sonrió sintiendo como su corazón latía a mil por hora por el toque, poco a poco sus manos pasaron por la espalda dándole un abrazo que le hizo sentir cómodo, podía sentir aquellas ganas de seguir apegado a él, era de esperarse, su mente no estaba consciente de que esa persona fuera alguien importante para su corazón.

Cuando se habían separado, pudieron verse una vez más, Aiacos detonó un poco de rubor ante aquello mas no se negaba a mirar al albino que estaba enfrente de él, dio un suspiro.

-¿Podemos iniciar de nuevo? -preguntó el Garuda.

-Todo lo que gustes, si es necesario -respondió para darle un beso pequeño.

Aquello había estremecido al Garuda, pero pronto se relajó pudiendo sentir aquellos besos pequeños que su corazón necesitaba.

[...]

Para esa tarde, Minos había enviado a espectros a ayudar aquel territorio, de lo mismo hizo Radamanthys quien a final de cuenta había regresado de una misión que había sido mandada por la representante Pandora en la tierra.

Apenas se había dado cuenta de la terrible caso de pérdida de memoria de su "rival" pero esta vez no parecía ser tan terco como en otras veces, cosa que eso le agradaba, no sentía aquella molestia pulsando cada minuto en su tono de burla.

Tal vez ahora serian mejor, puesto el albino no mandaría a menos por un tiempo, almas a estos territorios, si eran demasiados debía admitir, pero así eran las reglas, en lo que Radamanthys y Minos retenían las almas, Aiacos era encerrado, aún no podía salir puesto sus memoria no había regresado muy efectivamente, aparte sus técnicas no eran muy precisas a menos en esos momentos, haciendo que todo lo que hubiera deseado.

Para Minos había sido mejor, estaba conciente que su querido amante estaría mejor cuidado en el templo, en lo que ellos hacía los trabajos fuera, pero esa noche habían dado un poco de cariños, no aquellos carnales como enamorado se brinda una vez de tiempo, eran otros, pequeños mimos y de vez en cuando caricias, algo pequeño para hacer sentir bien al Garuda.

Pasando así por varias horas hablando y conversando de manera calmada.

Sin molestarse sin provocar deseos indecentes todo era formal y parecían disfrutarlo. Por el momento.

----

Hola.

Hace tiempo que no escribía, pero quería dejar este Oneshot. Ya se que hemos pasado mucho tiempo, aparte, no tengo mi número telefónico, mi móvil ha muerto, pero he podido hacer esto debido a una portátil que logre conseguir, aunque a decir verdad termine haciéndolo con ayuda de unos cuantas gente.

Muchas gracias por leer.

Le prometo que regresaré una vez que tenga un móvil decente.

Nuevamente me disculpo.

Los quiero muuuucho! ❤

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top