Especial Halloween [MxA]
Aiacos es una bruja, siempre pasa encerrado en una habitación, haciendo posiciones y hechizos, Aiacos le gusta tanto su hobby, sin embargo, hay cierta persona que le molesta.
Miro con detalle aquel frasco con líquido brillante. Tomo un bolígrafo y anotó una serie de ingredientes. Estaba por utilizarlo, pero alguien llamo a la puerta, dejando aquel frasco sobre una mesa.
Camino hasta la puerta, pudiendo ver de quién se trataba, Minos, un vampiro que se dedicaba a molestar en cierta forma a la bruja.
— ¿Que sucede ahora?
— Necesita pasar algo para que yo pueda venir a verte.
Entro, pasando de largo, con una sonrisa tomo asiento en un sofá individual, Aiacos miro con cierta molestia aunque termino por dejarlo ahí. Se acercó a la mesa, anotó en la libreta, mirando de reojo aquel frasco.
— Estás haciendo de nuevo hechizos, la última vez no salió muy bien.
— Que Myu haya intervenido no es mi problema.
— Bueno, ¿Que haces, entonces? O ¿Que intentas hacer?
El albino sonrió de lado, mientras miraba atento a la bruja, la pálida piel del vampiro, era mucho de que hablar, sus ojos brillaban al momento de querer algo, sin embargo, el interés del vampiro incremento.
— Sabes tengo hambre.
— Puedes ir a comer.
— Tu crees...
— Si, puedes irte en silencio.
— Deberías darte cuenta, puede ser que tú puedes perder.
Aiacos dejo de de escribir y dirigió su vista hacia el albino, sin embargo al girarse se encontró con el rostro del vampiro.
Aiacos se sonrojo enormemente, quitó su vista rápidamente, no quería escuchar las burlas del albino.
— Me gusta cuando estás así.
Susurró cerca del oído, sus manos se posaron sobre las caderas de aquel bruja.
— Nosotros los vampiros amamos la sangre, sobre todo de nuestra pareja, me gustaría beber un poco de ti.
Suspiro en el cuello, acariciando aquel trasero.
— Minos, no hagas eso.
Dijo con cierta pena, sin embargo Minos prosiguió haciendo esas pequeñas caricias. Aiacos comenzaba a sentirse inseguro, su mente estaba recreando aquella escena tiempo atrás, donde había logrado tener un encuentro íntimo, a decir verdad no quería que eso pasara.
Cómo pudo se alejo de él. Sus mejillas estaban ruborizada, su atuendo se veía algo desacomodado y aquel gorro punteagudo fue tomado.
— Debo de irme, tengo más cosas que hacer.
Estaba por salir, quería huir, no quería ser víctima de aquella situación tan vergonzosa. Minos noto aquello, una sonrisa fue vista, aunque no le gustaba a dónde iba aquello.
— ¿Irte? Estamos en tu laboratorio, no ¿me pedistes que hiciera uno especialmente para ti?
— Tengo que ver a alguien más, el sabe de estás reacciones...
— Aiacos, dime la sincera verdad... ¿Me estás cambiando? Mi familia te recogió cuando eras un pequeña bruja, ahora piensas darme la espalda.
— ¿Que tiene que ver eso con esto?
Minos de aproximó, acorrolando a la bruja, quitando aquel gorro y demostrando una sonrisa, sus ojos brillantes creaban la tentación de la bruja, haciendo que sus sentidos se fueran aflojando.
— Realmente piensas cambiar esta situación, por otra.
El susurró fue tan seductor, que inclusive lo cerca que estaba, la respiración podía sentir la bruja. Los ojos de Aiacos quedaron hipnotizados por esos avellanas brillantes.
Y de un momento a otro sus labios se juntaron, un beso tierno y cálido, provocando miles de cosas en el interior de ambos.
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Ambos eran dos especies muy diferente, una bruja que desde corta edad había comenzado a vivir en la casona de los vampiros, Minos, era el heredero de dichosa fortuna y descendiente de los vampiros, aquel chico había conocido a Aiacos, cuando vigilaba la zona de posible intruso, antes de tener mejores labores, el niño le había llamado tanto la atención, podía verlo muy mal herido, que parecía correr de algo y efectivamente, una serie de hombres. Minos termino por salvarlo de aquella turbia. Aunque el chiquillo, estaba temeroso mirando al vampiro que había sido su rescatador.
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Los gemidos eran audibles para el vampiro quien disfrutaba con cada estocada, tocaba con deseo aquel cuerpo que estaba cubierto por ropa, ansiaba por muchas cosas tocar ese lindo y pequeño cuerpo, como tantas veces se había imaginado, ver el rostro así de avergonzado de su querida bruja le ansiaba por más, las duras embestidas e inclusive la flexibilidad de ese cuerpo, haciéndole una verdadera situación erótica.
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Minos comenzó a sentir esa atracción por ese pequeño, cuando veía que obtenía la atención de los viejos hombres de la familia, veía como la atención en ese joven muchacho era tal, siendo un completo sumiso, con el paso del tiempo, Aiacos comenzaba a demostrar sus habilidades mágicas y para Minos fue algo que le tomo por sorpresa y una idea que tan buena para acercarse a él.
Sin embargo, todas esas veces eran inútiles. Debido que el pequeño chico negaba la ayuda del albino, todo por algo que para Minos era muy pequeño.
— Yo sé bien porque hace esto, pero descuide, no fallaré, usted no puede enamorarse de mi. Usted ama demasiado a Lune.
Las palabras le habían hecho mal por varios años y a pesar que la brujas tenía un periodo de vida algo extenso que un mortal, le provocaba enojo cuando su mente le recordaba aquello.
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Esto hizo que mordiera aquellos hombros descubiertos, dejando sus dientes marcados y como la sangre brotaba de ellos, no era la primera vez que pasaba eso. Aiacos había sufrido cuando se trataba de mordidas, puesto en algunas veces podía sentir los colmillos de Minos sobre su piel, de como dejaban marcas y pequeños moretes.
Recordando como su madre era tratada.
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Cuando era más pequeño, el pueblo en dónde vivía estaba rodeado de mortales o humanos, ellos eran brujas, toda su familia, que era su madre y abuela. La familia hacia trabajos cotidianos y durante la noche hacia algunas cosas del bajo mundo, cuando finalmente fueron descubierto, la sangre se desató.
— Aiacos, hijo, esconderte, no dejes que te atrapen. Consigue a alguien especial que te proteja. No dejes que los humanos te tengan en sus manos.
— ¿Mami, que pasa?
La pregunta fue respondida en cuestión de segundos, cuando la puerta fue tirada y la abuela había sido tomada de manera brusca, la mujer quiso defenderse proteger a su hijo de aquellos agresores, pero fue imposible, el pequeño había sido tomado por aquellos y durante cierto tiempo había sido golpeado.
Vio a su familia ser quemada en la hoguera, mientras que él estaba encarcelado. Escuchando lo que harían con él.
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Lágrimas de dolor recorrían su avergonzado rostro, obteniendo la atención del vampiro, aún estando dentro de la bruja susurro en el oído de este.
— No temas, nada de eso volverá a suceder. Te he cuidado por mucho tiempo y ningún humano a pisado mi mansión, mis terrenos y mis cosas.
Aiacos quedó en silencio, llorando mientras sentía aquel miembro dentro de su cuerpo.
— Mi familia... Quiero una familia...
Susurró entre suspiro, recordando cada momento de su pasado.
— ¿Cómo...?
Lo dejo sorprendido, dejando libre a Aiacos que finalmente se giro y brindo la cara a Minos.
— No prometí nada... Lune estará molesto conmigo.
— Grrr... Deja de decir tonterías, Lune...
— Lune te ama mucho, el cree que eres muy especial, que no hay nada que los separe.
De nueva cuenta se acomodo, introduciendo el miembro del mayor
— Lune ha cambiado desde la última vez.
— No, no digas eso, tu cambiaste.
Aiacos termino seduciendo al vampiro, colocando un poco de su poción sobre su cuerpo, un aroma exquiso brotaba de aquel, haciendo que Minos fuera atraído por el olor.
Su encuentro seguía, cada vez más intenso, haciendo que ambos se fueran calentando debido a sus acciones.
Era algo tan irracional, ambos brindando amor cosa que antiguamente no habían logrado.
Cuando todo termino, Minos despertó en su habitación, a su lado estaban Lune.
— Cariño, que bien que has despertado, he traído un poco de sangre.
Entrego la copa con sangre a Minos.
— ¿Que paso? ¿Cómo llegué aquí?
— Aiacos dijo que te desmayaste, debido que estuvistes con él y tirastes por error un frasco.
— ¿Dónde está Aiacos?
— Aiacos a abandonado la mansión, dijo que tenía que encontrar a alguien.
— ¿Cómo que?
— Supongo que su destino. No dijo nada, se disculpo mucho y solamente se retiró.
Minos comprendió, Aiacos realmente quería irse, sin embargo no podía creer que aquello fuera a suceder, el sabor de la sangre de ese brujo era tentador, tan llamativo que era incapaz de ignorar.
— Espero y le vaya bien en su nueva vida que tenga una linda familia. Las brujas suelen ser un tanto misteriosas al crear una familia, aunque le dije a Aiacos que si podía venir a visitarnos, aquí lo esperamos, inclusive los viejos hombres entregaron bastates monedas para su viaje. Mencionando que debía cuidarse mucho.
— Espero y regrese.
Susurró.
Ambos eran dos especies diferentes, dos seres que habían sido unidos por simples cosas que a final tenían que separarse, inclusive el mismo Aiacos había descubierto eso hace un tiempo.
Su madre, Suikyo le menciono todo, revelando que ninguna bruja puede quedarse en un solo sitio, por más tiempo de lo necesario. Guiado por la luna encontraría un pequeño hogar, en dónde viviría tan cómodo que no molestaría a nadie.
Sin saber que en su interior crecía una nueva especie no conocida.
Fin.
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Bueno, aquí un capítulo especial, pero no se me apachurren que no es el único, más tarde subiré uno, creo que será mejor y un poco más extenso, para llevar el rato, solo quiero que sea más tarde.
Muchas gracias por leer.
Los quiero mucho.
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