¿Dos amores?
Milo y Camus caminaban por aquel templo desolado, habían sido enviados por Athena, la diosa menciona que aquel lugar demostraba un cosmos que ni ella misma podía reconocer, los dos santos dorados caminaban con sigilo, pensando que pudiera a ver problemas. Habían logrado detener cuando encontraron algo extraño. Un joven muchacho, tenía cierta apariencia al francés que todos conocían.
Camus miro con cierta curiosidad, abrió sus ojos reconociendo finalmente de quién se trataba, cuando quiso hablar, el heleno se le había adelantado, puesto el bicho había logrado tocar aquel gran muro de hielo, que tenía sepultado al muchacho.
Camus se vio preocupado, sorprendido a decir verdad, se puso en guardia, pensando que sería una trampa, pero en cambio, el muchacho que estuvo sepultado en aquel hielo perpetuo logro abrir sus ojos.
Esos amatistas, llamativos y tentadores, con calma se sentó, llevo su mano a su cabeza, su visión era borrosa y cuando finalmente obtuvo la claridad alzo la vista, encontrándose con aquellos zafiros.
Sus mejillas se pusieron rosas, mientras seguía mirando al heleno.
Camus termino por interrumpir, haciendo que ambos dirigieran sus miradas opuestas.
— Debemos regresar al santuario, lo más seguro Athena puede darnos una solución.
— La señorita Athena ¿se encuentra bien? ¿Los espectros no fueron a atacarla?
El hombre de cabellos verdosos pregunta, se escuchaba preocupado, sin embargo su respuesta no llega, mira como ambos muchachos se observan entre ellos, pudiendo notar como uno de ellos portaba la armadura de acuario.
— ¿Por qué usas mi armadura?
— Bueno, esto no...
— Vamos mejor con Athena.
Dicha estás palabras de parte de Milo, obtuvo la afirmación de los dos acuarios, porque era más que evidente, en cambio, Degel por su parte miraba curioso al heleno.
Durante el camino, Degel no paraba de ver a Milo. El camino fue silencioso y aunque Defel tenía ganas de hablar, sentía la fría mirada de.Camus, pudo comprender que era la misma que el hacia a otras personas cuando se trataba de Kardia, aunque, dudaba en absoluto que aquel muchacho fuera otra persona, juraría a ver visto a Kardia en él, juraba demasiado que ese sujeto que portaba la armadura de Escorpio era él, era SU Kardia.
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Para cuándo llegaron al santuario, fueron recibidos por Athena, pero dos santos dorados miraron sorprendidos y al borde de llanto corrieron a abrazar al antiguo santo dorado de acuario, quien sintió una alegría a tener dos compañeros.
A pesar de que Shion y Dokho tuvieran su edad avanzada, se emocionaron, Defel miro con calma y con una pequeña burla, prosiguió a seguirle brindando nas halagos. Shion simplemente estaba contento, le menciono de manera indiscreta que se había sentido mal en ese tiempo de su perdida.
Para Defel fue lo más obvio, aunque simplemente quedó en silencio, cuando logro ver a la diosa, se acercó y se hincó, no era la misma chica de hace tiempo y por ende buscaba motivos, queria saber la realidad.
Athena le explicó, Degel a principio no pudo comprender, pero el santo de Acuario había pasado durmiendo en ese hielo durante más de doscientos años, aunque aún no sabía por Kardia, puesto se suponía que se había sacrificado para salvarlo.
— Kardia, ¿Dónde está Kardia?
Los presentes se miraron confuso entre ellos. La dios indico a sus dos dorados que se retiren a principio ningún quería, pero no quedaba otra opción, tenían que hacerlo.
— ¿No me digan que finalmente acepto a Calvera como su esposa? Yo le dije...
— No. De hecho, Kardia...
Shion no tenía el valor de decirle, no quería decirle, tenía miedo de que algo no resultará bien, bajo su vista, Dokho no tenía el valor, el gran maestro termino hablando.
— Kardia murió a los pies del santuario.
Degel quedó perplejo.
— Kardia solo vino a despedirse, había traído las dos armaduras, sabía que la batalla aún no había terminado, su corazón se había consumido por completo, solamente había venido aquí, para decirme que te iba a alcanzar en el otro mundo.
— Pero... No, yo le dije que se fuera, que era lo mejor, a menos que ese espectro se haya salvado.
— Me temo que si. El espectro logro salir, por eso Kardia se atrevió a enfrentarse a él.
— Dioses...
Degel susurró, mientras su vista bajaba, estaba dolido, no podía creer lo que escuchaba.
— Pero Kardia está aquí. Kardia está en él, él es Kardia.
Los dos mayores entendía a quien se referían, sin embargo la diosa se negó.
— No. Él no es Kardia, él es alguien diferente, ¿Por qué?
— Su cosmos, es igual a de Kardia, inclusive puede sufrir como Kardia. Quiero estar cerca de él, como antes.
Los tres dudaron, puesto el griego jamás había representado algo similar a la enfermedad de Kardia, sin embargo si había cierto parentesco tanto en personalidad y aspecto como en el cosmos. Shion había sentido la misma presencia de Kardia cuando el escorpión había podido revelar su cosmos, sin embargo aquello no era posible. A menos según él, puesto el cosmos de los antecesores eran consumidos por la armadura.
— Por favor señorita, déjeme estar con él, quiero pedir perdón por a verlo dejado, no quería dejarlo morir solo, quería que se salvará.
Pidió, camino hasta quedar enfrente, se hincó y suplico por una pequeña petición. En cambio la diosa sentía lo que aquel antiguo santo desprendía, sufrimiento y culpa.
Suspiro derrotada, no quería provocar problemas en absoluto. Pero ver el rostro de desesperación y tristeza del antiguo santo de Acuario, no le dejo otra opción.
— Está bien, me temo que no podrás quedarte en tu templo, sería un buen comienzo si decides quedarte en escorpio.
Degel miro sorprendido, encantado más bien, puesto era un motivo más para acercarse a ese bicho, aunque el si quería estar en su templo.
— ¿Por qué no puedo regresar a mi templo?
— Recuerda que cada templo solo puede tener dos personas, en acuario ya hay otro inquilo. Otro posible sucesor.
— Entiendo señorita Athena, le prometo que no causare problemas, hablaré con Kardia y arreglaré el asunto.
— Un pequeño detalle Degel.
Shion hablo, colocándose a lado de la diosa.
— Él no es Kardia, su nombre es Milo, deberás tener cuidado con los movimientos que hagas, puesto él tiene una relación con tu sucesor.
Degel no dijo nada, solamente afirmó derrotado, aunque no quitó la sonrisa que tenía en su rostro.
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Para esa misma tarde, Shion lo guío hasta el templo, hablo con Milo, quien no se encontraba solo, puesto al saber la noticia, Camus no lo tomo muy bien, mirando con enojo a la persona que tenía enfrente. A decir verdad, Camus no era de demostrar sentimientos a alguien más, usualmente siempre estaba serio, Milo había sido testigo de muchos de sus gestos y emociones escondidos. Pero al saber que Degel se quedaría en el templo de Escorpio su molestia fue notada.
Cuando finalmente quedaron solos a menos algo retirados del antecesor de acuario, Camus solamente miro molesto a su antecesor.
— Pensé que querías que tuviera un compañero en mi templo.
— Si, pero quería que ese compañero fuera yo. No alguien que no conoces en absoluto.
— No entiendo porque estás molesto. Es solo un antiguo dorado, ya que se de cuenta que no soy esa persona se.olvidara por completo y todo regresará a la normalidad.
— Me gustaría que fuera así Milo, pero tengo miedo de que algo malo pase. He sido tan cruel contigo y conmigo mismo respecto a mis sentimientos y ahora que te digo lo que siento llega él.
— Camus, me digas o no, siempre te he querido, recuerda, te amo demasiado.
— Lo sé...
— Aparte sería bueno que él esté aquí, porque tú y él tienen casi el mismo conocimiento, ambos son inteligentes.
— Por favor no me compares. Tengo que irme, debo entrenar a Hyoga.
Camus estaba por irse, Milo le sonrió con dulzura, detuvo su andar y se acercó al griego, depositando un beso, dejando a Milo sorprendido, fascinado por el pequeño gesto, emocionado por aquel pequeño detalle, Camus se sonrojo una vez que separó del griego.
— Te veré más tarde.
Logro decir y camino hacia la salida. Milo sonrió, es feliz estando con Camus, nunca creyó que el francés le haría caso, después de tantas insinuaciones, finalmente había obteniendo un poco de su atención.
— ¿Por qué es así? ¿No tiene confianza contigo?
La voz hizo saltar un poco al griego, puesto la voz provenía de aquel antecesor. Milo miro calmado y finalmente hablo.
— Estamos inciando una relación, aparte Camus nunca a sido así, tuvo muchos problemas en el pasado, su antiguo maestro fue muy cruel y terminaron llevándose lejos.
— Es evidente, todos los maestros de acuario hacen eso, nuestras técnicas se basan en hielos y agua.
— Lo se.
— Debo admitir que Camus, es elegante, pero frío, pero porque es así contigo, Kardia no tuvo ese tipo de trato, Kardia y yo crecimos juntos, es cierto que en el pasado era frío con él, pero a medida que crecimos pude conocerlo, era alguien especial.
— He leído algunos escritos que acuario cuidada de Kardia en sus noches de enfermedad. Que eran muy peligrosas.
— Si, una vez tuve miedo, la primera vez que pasó eso, estaba solo, mi maestro había salido, hmp... Recuerdo que habíamos ido a Bluegrad a investigar, a menos mi maestro, mientras yo leía Kardia hacia de las suyas, decía que quería salir a patear traseros a los villanos. Hasta que sintió su enfermedad.
Milo escucho un poco, miro la expresion de Degel, demostrando una sonrisa pequeña, mientras su mirada era algo triste.
— Esa noche estaba llorando, él solo quería sentir aire fresco, quería salir afuera, tuve que seguirle y comencé a ayudarle desde afuera. Pasaron horas hasta que regreso mi maestro, dónde nos vio y dijo que sería un buen momento para que yo aprendiera a usar ese método, para calmar el fuego de Kardia en su interior.
— Debió de ser difícil.
— Lo fue, pero es una pena que Kardia no haya sobrevivido.
— Debió a ver pensando que sin ti jamás estaría bien.
Aquello sorprendió a Degel, quien rápidamente dirigió su vista hacia el heleno mirando esa sonrisa pequeña.
— Bueno, vamos debes descansar.
Milo camino enfrente.de Degel, hacia las habitaciones, mientras Degel miraba desde atrás como la figura de Kardia se hacía presente, sintiendo una sensación agradable y cómoda. Estiró un poco su mano con la intención de tomar su hombro y detener su paso, pero cuando parpadeo logro ver a ese muchacho, Milo.
Su rostro se entristeció y simplemente lo siguió hasta la habitación donde dormiría.
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Con el pasar de los días, Camus iba a visitar a Milo más seguido, no había día en que el acuario de la actualidad estuviera ahí, en cambio Degel miraba con tristeza como ese santo de escorpio no era el mismo. Degel se había dado por vencido, estaba dispuesto a ir a Bluegrad y terminar su vida ahí, dejar que el tiempo pasara y finalmente todo acabará, no iba a suicidarse o ocultarse en el hielo como sucedió antes, sino llevaría una vida plena, llena de recuerdos del pasado, sabía que estando solo podía llorar.
Esa noche, cuando todos estaban durmiendo, Degel había regreso, había caminado por horas por todo el santuario, había conocido el lugar que con el pasar de los años había cambiado, también conoció a los demás santos, muchos de ellos muy diferentes a otros, aunque tenían cierta personalidad que hacía igualar a sus antiguos amigos.
Esa noche, Milo estaba en la entrada, iba a salir le tocaba hacer guardia junto con sus hombres por el santuario, muy típico de su trabajo, eso lo sabía Degel, el antecesor lo miro, con esa impotente y brillante armadura dorada. La imagen de Kardia se reflejo en segundos y sus gruesas lágrimas brotaron, se quitó los anteojos, limpiar sus lágrimas era escencial, no quería ser visto de esa manera.
Aunque fue imposible. La imagen de Kardia seguía presente, era como si quisiera verlo, camino hasta él llegando a las escalinatas de la entrada, Milo noto si presencia, sintió una punzada al verlo llorar, sentía miedo de que algo le hubiera pasado.
— ¿Por qué? ¿Por qué no me recuerdas? ¿Por qué te ocultas de mi? ¿Te hice daño?
El antecesor hablo, en súplica mientras sus ojos lloraban y su voz temblaba.
— No se...
— Kardia, se que estás aquí, tu cosmos... ¿No quieres hablarme? ¿Te herí tus sentimientos?
Degel se iba acercando, su ojos seguían derramando lágrimas, viendo con dolor como el griego estaba confuso. Hasta que llega a quedar lo más cerca del griego.
— Kardia, he sufrido mucho y seguiré sufriendo, porque no estás aquí...
Milo estaba asustado. Degel se arrodilló se aferró a las piernas de Milo, mientras pedía por Kardia entre susurros, lloraba intentando sacar sus sentimientos y culpas.
— Señor Degel... No piense mal, Kardia lo espera, no importa el tiempo que pase.
— El está aquí, tú tienes a mi Kardia, tu cosmos es igual a él, porque no quieres que hable con él.
— No sé de qué habla. No comprendo.
— Kardia fue una persona amable, capaz de ayudar a quien sea, nunca le importo si moría.
— Señor Degel...
Milo se arrodilló, tratando de hacerle entender que aquel hombre pronto lo veía, aunque fue imposible, ya que sintió una sensación, su corazón latía con rapidez y un calor insoportable surgía, era extraño, sentía su cuerpo arder y de manera confusa cayó al suelo, estaba mareado confuso y aquello le era imposible entender, ansiaba tener algo fresco, la armadura la sentía muy caliente, Degel noto aquello, sintió confusión y preocupación y de manera rápida comenzó a ayudarle.
Milo estaba empeorando, su cosmos se disparó, llamando la atención de todos los santos dorados, quien se pusieron en marcha a ver qué sucedía, el primero en llegar fue Camus quien miro horrizado debido a la situación, culpando a Degel por completo.
El antecesor no dijo nada, solo vio como el francés se llevaba al griego hacia la habitación, a los pocos minutos llegaron los demás, quien preguntaron por el bicho, Shion entendía, sin embargo Degel se veía muy triste, viendo preocupado hacia la puerta de aquella habitación. Mientras Athena y Camus seguían en su interior.
— Perdón.
Susurró, obteniendo la vista de los demás dorados.
— Será mejor que me vaya.
Quería irse, ahora entendía que Kardia no estaba ahí, que esos reflejos que veían era su propio cosmos juntando con su mente y corazón, estaba por irse, se iría de nueva cuenta a Bluegrad para ya no regresar, no quería molestar aún más al heleno, cuando estuvo por salir fue detenido, la voz de Camus resonó, siendo fría, a principio sintió un escalofríos recorrer su espina dorsal y con pena se giro.
— No sé que le hicistes a Milo, pero él pide que entres, quiere hablar contigo.
— ¿Conmigo?
— Milo ruega que entres.
Está vez fue Athena, quien salió de la habitación en la búsqueda de Degel. El antecesor sintió miedo aún así camino hasta la habitación, el lugar era tibio y la temperatura seguía aumentando, el cuerpo del griego estaba tendido sobre la cama mientras seguía sufriendo de aquel golpe de calor.
Degel sabía que pasaba. Posó su mano sobre la frente y la otra fue directo a su pecho, dónde se encuentra el corazón, su cosmos frío se elevó, mientras sus lágrimas seguían fluyendo, tenía miedo de provocar un error.
— Degel...
— Aquí estoy Milo, perdón por lo que está pasando.
— ... Te amo...
Degel quedó sorprendido. No quiso decir nada, estaba realmente sorprendido.
— Verte... De nuevo... Igual de hermoso...
Hablo entre jadeos, mientras una sonrisa débil se dibuja. Degel logra comprender, sus ojos amatistas se abren, logrando sonreír mientras sus ojos derraman lágrimas.
— Kardia....
— Hice mi esfuerzo... No pude sacarte después de todo....el logro escapar, tu muerte había sido envano...
— Tu fuistes, fue tonto de tu parte usar tu último ataque.
— Quería defenderte hasta el final.
Degel se recostó a lado de Milo. Aún sin bajar aquel cosmos helado.
— Kardia... Me vas a esperar ¿Verdad?
— Te esperaré... Te protegeré... y te amare...
— Yo también te amo...
Degel seguía aferrado, quería estar cerca de aquel hombre que había entregado su amor, cuando estaba por terminar, se alejo, sabía que pronto entrarían.
— Degel... No hagas tonterías...
— No, nunca.
Se acercó, dando un beso, beso que fue aceptado por el griego, disfrutando de algo tan lindo, Degel sentía las emociones de Kardia y alegraba su corazón, aunque a los pocos tiempo esos sentimientos fueron cambiando, conociendo de quién se trataba, se alejo, al ver cómo el griego quedaba inconsciente.
— Perdón Milo.
Dijo, aunque sentía cierta tristeza, ya no vería a Kardia hasta que le tocará irse a él. Cuando finalmente se calmo, salió de la habitación, obtuvo una mirada molesta de Camus, quien poco después alejo la mirada.
— Milo se encuentra mejor, señorita Athena, será mejor irme, no hay caso de quedarme aquí.
— ¿A dónde irás?
—Regresare a Bluegrad, ahí es donde debo de estar hasta que fallezca.
Shion entendió, aunque no iba a hablar. Degel termino por dejar el santuario y regresar a Bluegrad, en cambio Camus veía preocupado el estado de Milo.
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Degel estaba en aquel pueblo, llevaba una bolsa donde llevaba sus alimentos para pasar la helada de esa temporada, aunque para eso llevaba lo necesario, solo era él y sus recuerdos, era evidente que estará cómodo, aunque la presencia de dos persona hizo preocupar al antecesor.
Puesto Camus y Milo se encontraban ahí.
— Señor Degel.
Milo hablo primero, le sonrió cómodamente y obtuvo un gesto similar de Degel, en cambio Camus fue sereno, no estaba molesto ni nada, solo guardaba compostura, hasta que Milo termino por darle un leve condazo. Camus sabía bien a qué iba eso, aunque Degel estaba confundido.
— Gracias por ayudar a Milo, desde que hicistes eso, Milo ya no sufrió de esos "ataques" aunque debo admitir que no sabía que hacer.
— Es claro, nunca has visto eso como yo lo ví, pero descuida, Kardia está aquí conmigo y es aquí donde debo pasar el resto de mi vida.
— Te deseo lo mejor y que Kardia este protegiendo te.
— Lo hace, así como yo hice con él.
La sonrisa de Degel fue sincera, Milo obtuvo un cierto deja vu, aunque prácticamente ignoro, tomando de la mano a Camus, Degel termino por invitarles una taza de chocolate, a principio el acuario no quería pero ver la emoción de Milo al obtener algo caliente en un sitio tan frío le fue olvidado y finalmente obtuvieron su cometido.
Degel estaba tranquilo, no había manera que algo había salido más, pero ahora iba a mejorarlo, superaría el dolor, aunque tuviera esos recuerdos presentes, bellos y lindos recuerdos. Viendo cómo los sucesores eran felices sin ningún problema en específico.
Fin.
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